Un versátil camaleón

UN VERSÁTIL CAMALEÓN

La reconocida versatilidad o camaleónica forma de hacer política de Juan Manuel Santos, lejos de ser una cualidad, es el rasgo característico de una personalidad picaresca que de ningún modo puede ser aprobada por el país, no sólo porque fractura los principios éticos que sustentan las decisiones en un sistema democrático, sino porque perpetúa la histórica dominación del pueblo a manos de una oligarquía socarrona que sigue alejando a Colombia de la posibilidad de una real Democracia.

Y es que esta capacidad camaleónica de Santos parece hoy confundir a muchos en Colombia, o cuando menos les tiene pensando y discutiendo cómo interpretar las supuestas “bondades” del actual mandatario, qué hay detrás de algunas de sus “audaces” propuestas de gobierno y, en definitiva, cuál es su verdadera filiación política.

Esta reflexión sobre lo que hay detrás de toda esta parafernalia de conciliación e integración montada por el gobierno Santos se remonta a su extenso pasado trasfugista. Siendo de cuna liberal fue ministro de comercio exterior en el gobierno de Cesar Gaviria Trujillo, años después no sólo estuvo en el gobierno conservador de Andrés Pastrana como su ministro de hacienda, sino que además orquestó, junto al conservador Álvaro Gómez Hurtado, un golpe de Estado contra el gobierno liberal del presidente Ernesto Samper Pizano. En el más reciente capítulo de su historia se convirtió en Uribista, ocupando en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez el ministerio de defensa, desde el que no escatimó esfuerzo para mostrarse como Uribista fiel, haciéndose al respaldo y los favores políticos del Ubérrimo por encima incluso de Uribistas “pura sangre”. El premio, además del aval papal, fue acrecentar su “acumulado político”, dirigir el partido de la U, e iniciar su camino seguro hacia la casa de Nariño.

En el último tiempo, Santos pasó de ser Uribista a ultranza a profeso conciliador y amigo de los enemigos acérrimos de su antecesor y de él mismo. En un principio nada tendría esto de extraordinario, ya que su Visceral antecesor solía cazar inútiles peleas para obtener sus propósitos en Colombia y en el exterior. Sin embargo, estas puertas no se cerraran para Santos gracias al aparente cambio de rumbo en el manejo de las relaciones con los demás poderes, evitando las continuas y constantes peleas que su camorrero aliado le heredo, pero persiguiendo intereses inclusos más ambiciosos y perjudiciales para el país que los de su predecesor.

En una mirada a la actualidad política del país, se evidencia que después de ganar las elecciones presidenciales del 2010, Santos ha dado un cambio en su discurso que lo aleja del Uribismo. Pero sobretodo de Uribe. Sorprendió con los proyectos de la ley de víctimas y la ley de tierras que tienen con los pelos de punta al mismísimo Uribe; restableció las relaciones con los vecinos, tan ampliamente atacados por él mismo; concilió con las cortes, a las que otrora denominara incapaces en el manejo de la justicia; puso de ministro del interior y de justica a otro prófugo y odiado proscrito de las huestes Uribistas, German Vargas Lleras y, como si fuera poco, cambió la terna para elegir el nuevo fiscal, estocada profunda al corazón de Uribe.

Ni el más sereno y positivo analista político en el país pudo prever este cambio de 180 grados que dio Santos en tan sólo cien días de gobierno. Aunque mucho se ha especulado sobre cuánto tiempo podría durar la luna de miel entre Uribe y Santos, nadie pudo atinar que este idilio de conveniencias podría durar tan poco, ni siquiera el mismo
Uribe.

Álvaro Uribe enfrenta un panorama nada agradable ante la traición de su protegido y “supuesto” aliado político. Y no es para menos, después de entregarle los “huevitos de la seguridad democrática”, su maquinaria política, los miles de millones de pesos del presupuesto nacional para su campaña, el caudal y acumulado politiquero, su predecesor dio un paso al costado, quebró los huevos y le dio una patada en el trasero a Uribe con todas las decisiones que ha tomado.

Al respecto los medios de comunicación oficialistas señalan estos hechos como Independencia del nuevo gobierno frente al gobierno Uribista. No existe ninguna independencia. Santos es el más camaleónico de los políticos en Colombia, sólo responde a unos intereses, los suyos. Sin ruborizarse pasa de un partido a otro, de una orilla ideológica a otra, sólo atiende los intereses políticos del sector de la oligarquía en Colombia del cual hace parte y con el que a su antojo da rumbo al país. ¿Por qué tendría que rendirle fidelidad política a un matón politiquero de provincia? Santos se usufructuó de todo lo que Uribe pudo darle, lo utilizó y luego lo desechó como una jugada más dentro de su trayectoria política.

No importa el legado Uribista ni el partido de la U ni el pensamiento caudillista de Uribe ni la visión dictatorial, represiva e intolerante impuesta durante los ocho años de Álvaro Uribe en el poder. Por encima de esa “mesiánica doctrina política e ideológica llamada Uribismo”, impuesta por la fuerza en Colombia, están los intereses gringos, de las multinacionales y de la oligarquía criolla, en resumidas cuentas, el poder del Capital. El Uribismo no desaparecerá como partido, es muy probable que sigan apareciendo como la primera fuerza política del país, lo que desaparecerá es el legado de Uribe; es el ocaso de su poder, de su intolerante forma de hacer política, de gobernar y relacionarse con el mundo. Poco a poco se irá diluyendo la descolorida estela del partido de la U. frente a los ojos de su inspirador. De a poco irán saltando el charco sus camaleónicos representantes politiqueros para no hundirse en el barco Uribista. Muchos de estos seguirán en el Santismo mientras esté en el gobierno, luego migraran hacia el gobernante de turno que les garantice compartir las mieles del poder.

Lo que no le quedará fácil a Santos es deshacerse de Uribe, como era de esperar el contra ataque del capataz no tardaría. Ya informó a su partido que se pondrá las botas y saldrá a apoyar las campañas politiqueras de los Uribistas que aspiran ganar las elecciones de gobernaciones y alcaldías el próximo año. También envió mensajes a sus escuderos en el congreso para torpedear las iniciativas del gobierno, impidiendo la conciliación en los proyectos de ley que cursan en el senado y cámara.

En un corto período de tiempo veremos la agudización de las contradicciones y el fin de la luna de miel entre Santos y Uribe. Pero nada de esto beneficiará al país. No será un cambio en las políticas de gobierno, mucho menos significará que el país se libre de los costos y perjuicios de la seguridad democrática; por el contrario, los próximos 8 años del gobierno de Santos serán mucho más severos y represivos con el pueblo colombiano, menos empleo, pérdida de los derechos fundamentales con la reforma a la justicia, una oposición reprimida mediante la desaparición física -que ya cuenta con 22 defensores de derechos humanos asesinados en los primeros 75 días de su gobierno-, y la penalización y criminalización de la sociedad. La diferencia es que lo harán con la cara amable, con la cara de la unidad nacional, con la cara de la bondad del presidente camaleón Juan Manuel Santos.

COLOMBIA PARA LOS TRABAJADORES
NI UN PASÓ ATRÁS LIBERACIÓN O MUERTE

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Dirección Frente de Guerra Central
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Noviembre de 2010