Al pueblo de México.
A los pueblos del mundo.
Hermanas, hermanos.
No bastaron los civiles muertos que dejó el ataque norteamericano contra Afganistán, los niños, las mujeres, los ancianos que murieron, fueron heridos o quedaron lisiados.
¿Cuántos perdieron sus hogares, sus bienes, sus cosechas, su trabajo, la escuela, dejaron de sembrar, tuvieron que emigrar? Todavía no se pueden responder estas interrogantes con precisión y los terroristas norteamericanos ya van tras otro objetivo.
La guerra está a la vista. Una guerra que parece sin fin, que cuando termina en un lugar empieza en otro. El tiempo está marcado por la guerra, la recesión económica global y un nuevo orden mundial. Los señores del dinero con su afán de poder y de explotación así lo han decidido.
El pretexto, los atentados del 11 de septiembre, la lucha mundial contra el terrorismo.
Se definió un “eje del mal” para atacar a los Estados, procesos y organizaciones considerados hostiles a los intereses estadounidenses. Desde la “justificación de una mal llamada “alianza antiterrorista”, se extiende el terrorismo de estado.
El fondo, los EU están impulsando una guerra selectiva para tratar de consolidar el control de las fuentes energéticas existentes en varias regiones del mundo, garantizar la explotación que de los pueblos neocoloniales hacen las trasnacionales norteamericanas y eliminar o por lo menos, debilitar considerablemente, la resistencia que sus políticas neoliberales están enfrentando. Buscan la consolidación del poder norteamericano en el mundo.
La campaña mundial intensiva y masiva para “homogeneizar” el pensamiento no ha tenido los mejores resultados pero poco importa, siguen adelante.
Desde antes de la guerra, con la amenaza de esta se mueven las piezas de la estrategia política y diplomática, es posible obtener ventajas. Algunos gobernantes ahora parecen menos subordinados a los intereses norteamericanos. Tratan de “pintar su raya” obligados por las condiciones. Tienen miedo al terrorismo de George Bush II, pues sus consecuencias económicas, políticas y hasta militares pueden alcanzarlos. Los propios pueblos de sus países pueden pasarles la cuenta. Otros siguen siendo incondicionales.
La opción propagandística de “o apoyas a EU o apoyas al terrorismo” ha resultado menos eficaz. Y es que millones de personas en varias partes del mundo, han levantado su voz, han unido su pensamiento y sus corazones, se han expresado contra esta guerra.
La propaganda no hace desaparecer las crisis económicas.
El espectáculo de horror que presenciamos en Afganistán y el que se avecina es parte de la “válvula de escape” de la crisis de superproducción de los capitales. La crisis es una recesión global y ha desnudado los sueños y las mentiras de los intelectuales neoliberales; siguen existiendo las crisis recurrentes y las convulsiones sociales. Cada vez son menos los que creen el cuento de que los atentados en EU causaron la crisis del sistema, esta ya se veía venir. Su causa, la tendencia a la baja de la tasa de ganancia. El nivel de explotación de los trabajadores ya no le es suficiente a los capitalistas para reponer el capital invertido. Los atentados sólo vinieron a acelerar un proceso que estaba en marcha y que era inevitable.
El problema de la superproducción en la industria estadounidense no se resolvió con la desvalorización de las acciones ni con el corte de inversiones en el sector de la industria informática.
Es insostenible mantener permanentemente una extracción de grandes beneficios económicos sobre un determinando volumen de capital invertido en la producción. La realidad es clara, la crisis nace periódicamente de la forma en que se realiza la acumulación de la economía de mercado. El capital en su permanente búsqueda de beneficios y acumulación, crea las condiciones para estas crisis.
En Estados Unidos durante los años 90 se mantuvieron altos ritmos de crecimiento y bajos niveles de desocupación, fue resultado de la explotación hasta el límite de la fuerza de trabajo; inversiones masivas en máquinas y equipos; la utilización de la tecnología y de los equipos de informática; la incorporación de millones de nuevos trabajadores en diferentes países a su cadena productiva; la extracción de plusvalía del resto del mundo; el saqueo del Tercer mundo y la reconversión de Europa del Este; los precios cada vez más bajos de las materias primas; la utilización de salarios infames para los trabajadores de los países dependientes; los intereses de las deudas externas; las privatizaciones y fusiones a bajos precios de las riquezas y empresas de los países periféricos; la embriaguez consumista norteamericana, la especulación financiera que redujo a cero los ahorros personales y sobredimensionó las deudas de la mayor parte de la población, entre otros factores.
Al mismo tiempo el déficit comercial creció cada vez más.
Durante el año 2000 los síntomas de las crisis fueron evidentes y se fueron ampliando. Los principales índices bursátiles detuvieron su marcha ascendente, el Dow Jones se estancó y el Nasdaq empezó a declinar. Fue decayendo la producción y los beneficios industriales, los desocupados aumentaron su número.
En el año 2001 los beneficios de las 500 más grandes empresas norteamericanas cayeron un 30%. El FMI previó consecuencias económicas mundiales para el año 2001 como una contracción de –6% y una baja en el comercio mundial que después de haber crecido 12% en el 2000, caería hasta un 13%. Otros organismos privados plantearon que pare el 2002 la caída de las inversiones económicas a nivel mundial sería de entre 40% y 58%. Todos esperaban que las repercusiones en las economías dependientes de América Latina y Asia, fuera mayor y más visible. Antes del inicio de la guerra, la política anticrisis de los norteamericanos estuvo basada en el recorte de las tasas de interés, en la tentativa del gobierno de ampliar el recorte de los impuestos y en al aumento de los gastos militares.
Ahora, la agresión imperialista primero en los países asiáticos, después en otros, es un elemento fundamental en la dinámica de la crisis de la economía global. Es la forma con que la anarquía típica de la producción capitalista impone su lógica de salida de la crisis. Es Estado estadounidense interviene en beneficio de sus empresas. Es expresión de la profunda relación que hay entre imperialismo y militarismo.
La búsqueda de otro orden mundial.
Estados Unidos quiere controlar algunas regiones que le permitan consolidar su posición de líder mundial. En Asia le interesan algunos enclaves que le sirvan para controlar las fuentes energéticas, la mayor parte de la población mundial y grandes negocios como el de la droga. Le estorban los gobiernos de Irak y Corea del Norte. A otros como China, Rusia e Irán, cree que los puede controlar, por lo menos por el momento, sin necesidad de la guerra.
Así busca:
-En Medio oriente, controlar Egipto, Jordania, Siria y Palestina para dar estabilidad a la principal cuenca petrolera del mundo.
-En Asia Central, el control de Uzbekistán y Afganistán desde donde dominará la segunda mayor cuenca petrolera del mundo y grandes reservas de gas natural.
-En Asia del Sur, con India y Pakistán (previo arreglo de su conflicto) formar un bloque que sirva como dique de contención contra China a la que busca convertir en neocolonia, previa ruptura de su alianza con Rusia. China recientemente, firmó un acuerdo para privatizar sus empresas estatales y abrir sectores fundamentales de su economía.
-A Rusia le extienden la zanahoria de integrarse a la OTAN y a la Unión Europea y por lo pronto los acuerdos de Bush y Putin han hecho aliadas a las petroleras rusas y norteamericanas en el Caspio. Coreo del Norte, ¡ay!, es un dolor de cabeza. No se parece a Afganistán.
-Acelerar los acuerdos para el área de libre comercio en el Este de Asia.
-Que el poder armado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sustituya a la ONU, lo que así ha sido en algunos casos.
-La anexión de América Latina al sistema geopolítico norteamericano, por la vía de la profundización de las medidas neoliberales del TLCAN, de lo cual el Plan Puebla Panamá (PPP) es continuidad, el aceleramiento de los acuerdos que crean el Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA) y el Plan Colombia. 500 corporaciones están presionando para la puesta en marcha del ALCA, quieren que en el año 2003, América Latina sea un desahogo externo para la crisis de la economía norteamericana.
La tipificación de organizaciones revolucionarias como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), como grupo terrorista y narcotraficante, la inclusión del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) de Perú en una lista de organizaciones terroristas y hasta el golpe de estado contra el gobierno Bolivariano de Chávez, indican que su plan de guerra mira hacia nuestra América.
Pero no solo la acción imperialista marca el tiempo, también lo hacen la ola liberadora que avanza, que están presentes en las múltiples formas que adoptan mundialmente, la lucha urbana, callejera, campesina o indígena y que el imperialismo quiere evitar que se convierta en un mar de protestas, movimientos populares, rebeliones, gobiernos progresistas y revolucionarios. De Brasil, a Venezuela, de Colombia a México, de Perú a Centroamérica, de Argentina a Ecuador, de Seattle a Génova, en Europa, Asia y América, la rebeldía impacta a diferentes sectores y el imperialismo teme que se articule, que se extienda, que se radicalice más.
Ay México ¡no te rajes pueblo!
En México el gerente de turno, sigue repartiendo spots publicitarios, anunciando sus “productos políticos”, posando para la televisión, hablando del paraíso que existe en su verborrea y su demagogia. Lo cierto es que la economía mexicana permanece estancada a pesar de que crecieron sus exportaciones. El Tratado de Libre Comercio con EU y Canadá (TLCAN), tiene ganadores, unos pocos, ligados al sector exportador, pero principalmente tiene perdedores, millones de perdedores que han obtenido más marginación, olvido, miseria.
La economía mexicana entró con fanfarrias y porras, por la puerta de los dependientes a la economía mundial y allí se ha quedado, vendiendo materias primas y ensamblando, sin política industrial propia, sin desarrollo tecnológico, y con una apertura comercial indiscriminada, suspirando por crear empresas de diseño de componentes y redes de proveedores locales, que le permiten tener capacidades tecnológicas autónomas y obtener un valor agregado. Sin poder vincular comercio y desarrollo. El Plan Puebla Panamá, más bien el Plan EU-Panamá, es más subordinación a los intereses de los EU y sus socios, es un tentáculo más de la política imperialista. Su extensión hacia el sur de nuestra patria, tiene como sustento esencial explotar la mano de obra más barata, las más miserable, y desesperada tanto mexicana como centroamericana y contener los flujos migratorios que buscan la frontera norte. Es previsible que la economía mexicana perderá aún más capacidad de gestión y que la burguesía internacional tendrá mayor acceso a todos los sectores de la economía para lo cual buscan eliminar todas las barreras que puedan existir contra la entrada de sus mercancías, sus capitales, sus servicios y la extensión de la maquila hacia el sur.
La expansión del sistema maquilador vinculándolo a actividades ligadas con el petróleo, el gas natural, la electricidad y otras materias primas, interesa mucho a los círculos imperialistas de los EU. En esta coyuntura el gobierno mexicano, empujado por sus necesidades políticas internas se ha visto obligado a limitar su apoyo en la ONU a los Estados Unidos, a no favorecerlo tan abiertamente como en otras ocasiones. Y tronándose los dedos, el vaquero mexicano espera que la burguesía norteamericana le imponga alguna “sanción”, mira sus botas, baraja sus posibilidades, quizás rebajen aún más los precios de las materias primas, endurezcan más sus políticas migratorias, exijan un pago puntual de los adeudos, nieguen préstamos, se lleven totalmente los beneficios de sus inversiones, descobijen la corrupción y sus compromisos, exijan que se apliquen más aceleradamente los planes y políticas neoliberales... en fin, más de lo mismo, pero sin cuidar las formas. A ver si aguanta 15 minutos.
Y entre los vientos de guerra, la telenovela nacional sigue y la actual campaña electoral en el Estado de México, se torna cada vez más claramente en una abierta rebatinga por el poder, entre priístas y panistas, los otros hacen el ruedo, detienen las camisas, azuzan, gritan y también tiran alguno que otro golpe. El contenido de los mensajes, la agresión contra una funcionaria electoral así lo expresan. Hacen pensar a muchos que esta será la tónica en las próximas campañas electorales locales o federales.
Por lo pronto, Bernabé usó dinero de PEMEX, Burundanga lavó en la campaña, muchilanga vendió información, por que Burundanga hace proselitismo ¡mojina! La presencia del dinero del narcotráfico en la campaña de Fox, antes en la de Zedillo, en el gobierno de Salinas y en otros, la actitud de las instituciones legislativas y judiciales, respecto a esto, son expresión de la relación orgánica que el narcotráfico tiene y ha tenido con el poder económico y político. El gobierno del “cambio”, recompuso las relaciones políticas y económicas con estos señores, cambió de cartel. El estado de derecho sigue siendo otro cuento.
Cuanta impunidad se esconde detrás del secreto bancario, mientras unos 30 millones de mexicanos están en la miseria. Así, persiguen a los campesinos que por pobreza siembran o trabajan como peones en el cultivo de enervantes, detienen a los narcotraficantes que han perdido el poder y protegen al cártel favorecido en sus alianzas.
Mientras tanto, los campesinos, los indígenas y diversos productores resienten el efecto de las políticas neoliberales dictadas desde Washington e impuestas por sus representantes nacionales.
El gobierno está “negociando” con varias organizaciones campesinas para tratar de desactivar sus reivindicaciones básicas, de dividirlos, de desmovilizarlos. El llamado libre comercio cada vez deja más clara su esencia en la mente de nuestros trabajadores. Superexplotación y más miseria. El gobierno mexicano está al servicio de los intereses del gran capital, son empresarios que los representan en nuestra patria. Con acuerdos, sin acuerdos y a pesar de los acuerdos, los productores mexicanos tienen que enfrentarse desigualmente, al gran capital extranjero y a su aliado en turno, el gobierno foxista. Nos queda seguir resistiendo, a los gobernantes actuales y a los que vengan, hasta que como pueblo podamos tener el presente y futuro en nuestras manos.
Por el momento, el imperialismo no parece tener interés en usar medidas militares en nuestro territorio. Considera que sus aliados nacionales pueden controlar la situación política y que bastan las medidas diplomáticas y económicas. Su principal problema es como retomar el camino de la acumulación de capital. La resolución o la profundización de la crisis depende de los resultados de su ofensiva y de la profundización de la explotación de los pueblos y de sus propios trabajadores. Pero también de la resistencia que presentemos los que trabajamos y los pueblos. No tienen otra forma de superar la crisis que no sea la intensificación de la explotación de los trabajadores y de los países neocolonizados. Con guerra, amenaza de guerra o sin guerra, eso buscan.
Por eso, desde nuestra circunstancia, y capacidad:
Llamamos a nuestro pueblo, a los pueblos del mundo, a las organizaciones revolucionarias, a todo el que tenga un corazón honesto capaz de sentir la injusticia, a unir los esfuerzos, a luchar desde cualquier forma, desde donde pueda hacerlo, a no permitir el asesinato de inocentes, a seguir desenmascarando la guerra imperialista.
A intensificar su esfuerzo lo que ya se han expresado y luchan.
A dar nuestra solidaridad combativa a los pueblos y a los revolucionarios de nuestra América y de cualquier parte del mundo, cuando sean agredidos, de acuerdo a las capacidades.
A seguir resistiendo en nuestra patria, a desenmascarar los planes foxistas.
A parar la guerra sucia de hoy y esclarecer la de ayer para castigar a los culpables.
A no sacar de la memoria a los muertos, a seguir exigiendo el esclarecimiento de la muerte de Digna Ochoa y Plácido.
A seguir exigiendo la libertad de todos los luchadores sociales que hoy son presos políticos.
A no enterrar en el olvido a las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez.
Hay que continuar decididamente en la intención de unir nuestros esfuerzos al que ya realizan millones, buscando hacer posible otro mundo. Llevar hasta su fin último el esfuerzo político de la plena realización del hombre. Nuestro colectivo reafirma como el fin último de su lucha, el final de la explotación, la liberación del hombre.
¡RESISTIREMOS Y SEREMOS MILLONES!
¡GLOBALICEMOS LA SOLIDARIDAD Y LA FRATERNIDAD ENTRE LOS PUEBLOS!
Comité de Resistencia Popular del Valle de México
MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO LUCIO CABAÑAS BARRIENTOS