Sistema Informativo Patria Libre SINPAL
ELN de Colombia
En reiteradas ocasiones desde tiempo muy atrás, el ELN ha planteado con toda claridad y transparencia su visión sobre las causas del conflicto, propuesta para la paz y su disposición a buscar la salida política al conflicto social y armado que remonta el medio siglo. Lo ha dicho con firmeza y convicción.
Varios intentos ha hecho a favor de la paz, fallidos ante la falta de voluntad política de los gobiernos de turno, que han obstruido se abran caminos que confluyan y conduzcan a la paz; no han querido dar pasos frenados por sus convicciones y la condición de representantes de los intereses de la oligarquía y el imperialismo, distintos a los del pueblo que sí necesita y aboga por la paz real, estable y duradera.
Así los diálogos se convirtieron en una mesa destartalada de sordos, donde no se avanza porque se parte de conceptos y propósitos totalmente opuestos sobre la paz.
No hay necesidad de recurrir a la historia para corroborar la anterior afirmación. El gobierno de Juan Manuel Santos, continuista del uribismo, cuando habla de paz a la vez traza políticas que impiden el acercamiento y bloquea las posibilidades de caminar hacia ella.
Dentro de la lógica guerrerista de la oligarquía, la paz es sinónimo de aplastamiento de la oposición política y pacificación del país impuesta por las armas; es impedir que se supere las causas que originan y alimentan el conflicto diariamente; es sostener el régimen que permite que menos del uno por ciento sea propietario de más del 50 por ciento de la tierra y con libertad para continuar corriendo las cercas, que el reducido círculo de burgueses se apropie de la casi totalidad del ingreso nacional y que pueda seguir de lacaya, para disfrutar las migajas que el imperio le cede.
En la otra orilla la guerrilla tiene la postura opuesta, defendiendo y proclamando la paz como expresión de justicia social, de soberanía y apertura a los cambios que el país necesita para avanzar en la construcción de la paz real y el bienestar del pueblo.
En qué momento estamos?
El Presidente se acostumbró a recitar el estribillo, cuando se ve forzado a hablar de paz, "que la llave de la paz no la ha tirado al mar” y la tiene disponible para cuando la guerrilla de muestras de querer entregarse y deponer las armas.
Consecuente con esta posición tiene cerradas las puertas y ventanas a las facilitaciones, a los intentos de búsqueda hasta romper con la tradición de nombrar Comisionado de paz; pretende impedir que el pueblo se convoca para hablar de paz, como ocurrió con el reciente encuentro de Campesinos por la Paz en Barrancabermeja, contra el cual la casa de Nariño desplegó una campaña mediática perversa y peligrosa.
Persigue personalidades como la Doctora Piedad Córdoba, quien con hondo sentido humanitario trabaja desinteresadamente por la paz, obligadanola a abandonar el país amenazada de muerte por el terrorismo de Estado el cual sigue activo.
La oligarquía es tramposa y no tiene credibilidad.
Cuando las guerrillas liberales se desmovilizaron y entregaron las armas, sus jefes fueron asesinados y los combatientes abandonados a la suerte; cuando el M-19, el EPL y otros grupos menores se desmovilizaron y entregaron las armas, a los jefes les dieron unas cuantas becas y unos escaños en el Parlamento, y el país siguió peor; la oligarquía intensificó la guerra sucia y copó con el narcoparamilitarismo las zonas abandonadas por las guerrillas desmovilizadas.
En los procesos de diálogo con las guerrillas históricas, los gobiernos han jugado con cartas marcadas, que al no funcionarles porque la guerrilla no cayó en la trampa, tergiversaron los hechos un sartal de mentiras, orquestadas por su poder mediático, responsabilizando a la guerrilla del fracaso y señalandola como faltona, que se burla del país y es enemiga de la paz. Lo cual es totalmente falso.
Lo que no dicen los medios es que en los dos últimos diálogos, a la vez que el gobierno hablaba con las guerrillas, preparaba la profundización y degradación de la guerra, haciendo la reingeniería de su fuerza, aumentando el número de soldados, adquiriendo tecnología de punta y desplegando la fuerza narcoparamilitar por todo el país.
Santos habla de paz para despercudir su imagen de hombre de la guerra y de los “falsos positivos”, pero le apuesta a la intensificación de la guerra para doblegar la guerrilla y aplastar la oposición política, incómodas para el proyecto de acumulación de la oligarquía y los intereses imperialistas.
Condena las guerrillas retomando las calumnias orquestadas por los gobiernos anteriores y para justificar su adversión a la paz, pone como condición para abrir los diálogos que arranque por un imposible: la desmovilización y el desarme; estrategia tramposa que quiere imponer, sin dar señas de los cambios que el país requiere, por los que lucha la guerrilla y el pueblo.
A rescatar el derecho a la paz.
La élite dominante apropiada del poder durante los últimos doscientos años, se comporta como dueña del país y el derecho a definir por sí su destino a espaldas del pueblo, lo que ocurre con la paz secuestrada por los sucesivos gobiernos atada a los intereses de la oligarquía y el imperialismo.
Romper con aquella presunción y rescatar el derecho a decidir y diseñar su futuro, es la tarea que debe asumir el pueblo implantando la democracia participativa. Igual ocurre con el derecho a construir la paz real, estable y duradera, asumiendola como bandera y agitarla en todos los escenarios posibles de influir y organizar, hasta posesionarla en agenda del país, rescatándola del monopolio de los gobiernos que le apuestan a la guerra que produce mayores dividendos y poder a la oligarquía.
Con el gobierno de Santos la posibilidad de la paz esta atrancada y lejano el horizonte. Mientras que las guerrillas del ELN y la Farc manifiestan la disposición de avanzar hacia la paz real, que es la aspiración del pueblo.