Ejército Zapatista de Liberación Nacional,
México, 29 de agosto de 1996
A: Los combatientes y mandos del Ejército Popular Revolucionario.
De: Subcomandante Insurgente Marcos. Comandancia General del EZLN.
Les escribo en nombre de los hombres, mujeres, niños y ancianos de las bases de apoyo del EZLN, y de los hombres y mujeres combatientes, regulares e irregulares, del EZLN. Hemos conocido sendas entrevistas dadas recientemente por su dirigencia a dos medios de prensa nacional. Acusamos recibo del tono respetuoso que usan para referirse a nosotros. Nosotros respetamos a quien nos respeta. Por eso no respetamos al gobierno, porque no nos respeta.
Pero ahora sólo les escribo para una cuestión que señalan en sus declaraciones. En concreto me refiero a la parte en que declaran que “si surgiera un desaguisado que llevara al EZLN a abandonar el diálogo, tendrían nuestro modesto apoyo, como ya tienen nuestro respeto” (La Jornada, 27/VIII/96). Como ya se habrán enterado por la prensa, nuestros pueblos han decidido suspender su participación en un diálogo que está, de nuevo, en crisis. Las razones de esta decisión vienen en el comunicado respectivo y no las repetiré. Sólo quiero decirles que no queremos su apoyo. No lo necesitamos, no lo buscamos, no lo queremos. Nosotros tenemos nuestros recursos, modestos, es cierto, pero nuestros. Hasta ahora nos preciamos de no deberle nada a ninguna organización política, ni nacional ni extranjera. El apoyo que queremos, el que buscamos y necesitamos, es el de la sociedad civil nacional e internacional, y son movilizaciones pacíficas y civiles las que esperamos. No son armas, combatientes o acciones militares lo que necesitamos. De los primeros, armas y combatientes, tenemos suficientes. De las segundas, las acciones militares, tenemos la capacidad que tenemos y ésa nos basta. Lo que buscamos, lo que necesitamos y queremos es que toda esa gente sin partido ni organización se ponga de acuerdo en lo que no quiere y en lo que quiere y se organice para conseguirlo (de preferencia por vías civiles y pacíficas), no para tomar el poder sino para ejercerlo. Ya sé que dirán que es utópico y poco ortodoxo, pero así es el modo de los zapatistas. Ni modos.
Sigan ustedes su camino y déjenos seguir el nuestro. No nos salven ni nos rescaten. Cualquiera que sea nuestro destino, queremos que sea nuestro. Por nosotros no se preocupen. No los atacaremos. No hemos caído en el juego del poder dominante que promueve el enfrentamiento entre la guerrilla “buena” y la guerrilla “mala”. Ustedes no son nuestro enemigo ni nosotros lo seremos para ustedes. Tampoco los ubicamos como “rivales en la conducción de la lucha en México”, entre otras cosas porque nosotros no pretendemos conducir otra lucha que no sea la de nuestra dignidad. No suscribimos ninguno de los calificativos peyorativos que ahora les adjudican a ustedes (y que ayer fueron para nosotros).
Hacer insostenibles esos calificativos, volverlos inútiles, fue algo que nos costó, además de muertos, mucho trabajo y paciencia políticos. Nuestra legitimidad no la ganamos con las armas; la conseguimos con muchos años de trabajo político con quienes ahora son nuestros jefes: las comunidades indígenas, y con el diálogo (que hemos privilegiado aun a riesgo de nuestra seguridad, autonomía e independencia) con la sociedad civil nacional e internacional. A esto me refería yo cuando declaré que el EPR tenía que ganarse su legitimidad ante el pueblo de México. No a escatimárselas, sino a señalar que no son los dirigentes políticos (aunque sean guerrilleros) los que otorgan legitimidad a un movimiento, tampoco las declaraciones de funcionarios (que, es para reír, ayer se atropellaban para decir que éramos “terroristas” y que no teníamos base social y éramos producto de una “implantación” artificial de grupos radicales universitarios “con ideologías de los setentas” en medio de los indígenas. Ahora esos mismos se atropellan para decir que ustedes son “terroristas”; en cambio, el ezetaelene “sí tiene base social” auténtica).
Sin embargo, lo que sí hay que remarcar, y repetir, es que somos diferentes. Y la diferencia no está, como insisten ustedes y otros en ver, en que ustedes no dialogarán con el gobierno, que sí luchan por el poder y que no han declarado la guerra, y en cambio nosotros sí dialogamos (ojo: no sólo con el gobierno, también, y sobre todo y en proporción muy superior, con la sociedad civil nacional e internacional); no luchamos por el poder y sí le declaramos la guerra al Ejército federal (desafío que nunca nos perdonarán). La diferencia está en que nuestras propuestas políticas son diametralmente distintas y esto es evidente en el discurso y la práctica de las dos organizaciones. Gracias a su aparición de ustedes, ahora mucha gente podrá entender que lo que nos hace diferentes de las organizaciones políticas existentes no son las armas y los pasamontañas, sino la propuesta política. Nosotros nos hemos trazado un camino, nuevo y radical. Tan nuevo y radical que todas las corrientes políticas nos han criticado y nos ven con fastidio, ustedes incluidos. Somos incómodos. Ni modos, así es el modo de los zapatistas.
En los momentos en que redacto esta carta, escucho las noticias sobre sus operativos militares y de propaganda en Guerrero, Oaxaca y el estado de México. De ellos les digo que me parece que reúnen la sorpresa y la contundencia, y han exhibido, una vez más, que este gobierno construye realidades virtuales sobre las declaraciones de sus funcionarios y no sobre sus acciones. Sin embargo, el operativo propagandístico en Chiapas me pareció inútil y tonto en el mejor de los casos, y provocador en el peor. Ese acto vino a colocarse en el final de nuestra consulta interna y puso en peligro la vida y libertad de los dirigentes indígenas que, en estos días, recogían los resultados de la opinión de los pueblos. ¿Ignoraban ustedes que nosotros estábamos en consulta? ¿Para qué un operativo propagandístico en Chiapas si ya habían demostrado que tienen capacidad para moverse en muchas partes de México? ¿Para alardear que también tienen simpatizantes en las zonas donde se encuentra el EZLN? ¿Cayeron ustedes en la trampa del “juego de rivalidades” que les propuso el gobierno? Por lo pronto, el costo de la acción no lo van a pagar ustedes sino las comunidades indígenas zapatistas (que, se los recuerdo, llevan ya casi mil días resistiendo con su rebeldía armada... y con su poesía).
El Ejército federal ha aumentado la presión militar sobre los pueblos zapatistas y se están instalando ya cuarteles en el norte del estado. El gobierno “argumenta” que no está violando el espíritu de la ley para el diálogo, sino que estos operativos militares son “destinados al EPR”. Ni modos, así es, nosotros no hacemos drama. Ustedes han declarado que no buscan “interferir” en el diálogo del EZLN. Ya lo hicieron y ustedes lo sabían. ¿Por qué mentir diciendo que “no interferirán en el diálogo”? Nosotros no se los reclamamos, sólo les pedimos que sean consecuentes y no digan mentiras.
En fin, las demás consecuencias de sus operativos están por verse todavía. Es de esperarse que venga sobre ustedes una fuerte campaña acusándolos de “terroristas”, “delincuentes” y los etcéteras que, ahora escucho, ya llenan la boca de funcionarios y líderes empresariales, que el gobierno siga en su línea de “guerrilla buena versus guerrilla mala” y los comparen con nosotros (comparación que tratará de favorecernos y de perjudicarlos). Pero, ¿alguien olvida la patética imagen del señor Zedillo el 9 de febrero de 1995 cuando, con los mismos argumentos con los que ahora se lanzan en contra de ustedes desató la fallida ofensiva militar que buscaba nuestro asesinato? Tal vez lo olviden los funcionarios y los medios de comunicación que, todavía hasta hace poco, clamaban por nuestro aniquilamiento, y ahora resaltan nuestra “base social” y la “legitimidad” de nuestras demandas. Nosotros no olvidamos. Es de esperarse, también, que el gobierno endurezca todavía más su posición en contra nuestra y se decida ya a la solución militar. El escenario en la opinión pública está casi listo y no nos hacemos muchas ilusiones respecto a la voluntad negociadora. En fin, ni modos.
Ustedes luchan por la toma del poder. Nosotros por democracia, libertad y justicia. No es lo mismo. Aunque ustedes tengan éxito y conquisten el poder, nosotros seguiremos luchando por democracia, libertad y justicia. No importa quién esté en el poder, los zapatistas están y estarán luchando por democracia, libertad y justicia.
Es todo, por ahora. Les reiteramos nuestra solicitud de que no lleven a cabo ninguna acción militar de apoyo a nuestra causa o a la situación en la que nos encontramos. Estamos seguros de que ustedes sabrán entender el respeto y distancia que les pedimos.
Vale. Salud y un buen parapeto para lo que se viene.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Agosto de 1996.
PD.- En una de sus primeras apariciones en la prensa, algunos de sus dirigentes declararon, palabras más o menos, que el EZLN desconoció las acciones de su frente paracentral en enero de 1994. Les rogamos que, para saber la historia del EZLN, recurran a nosotros y no a los informes de desertores, del CISEN u otro organismo de “inteligencia”. Ya ven que sobre ustedes dicen muchas cosas y nosotros no hemos intentado siquiera hacer la “historia” del EPR. Gracias.