"...El pueblo y más las futuras generaciones, no podrán vivir
esclavos y será entonces cuando de nueva cuenta nos pondremos en
marcha, y aunque estemos lejos los unos de los otros no nos
perderemos de vista y llegando el momento nos volveremos a reunir.
Guarden sus fusiles, cada cual donde lo pueda volver a tomar..."
(Rubén Jaramillo, 1918)
Al pueblo de Morelos.
Al pueblo de México.
A los pueblos del mundo.
Para honrar la memoria de Rubén Jaramillo Ménez, recordar el infame crimen de que fueron objeto él y toda su familia y rescatar del olvido su tenaz resistencia -civil y armada- contra la injusticia de los poderosos y del mal gobierno, un grupo de mujeres y hombres rebeldes decidimos dar a conocer, justo hace un año, la formación del Comando Jaramillista Morelense 23 de Mayo (CJM-23M), tomando como blanco de nuestra acción política y militar a tres sucursales bancarias del capital financiero transnacional, en Ciudad Industrial del Valle de Cuernavaca (CIVAC) Mor., manifestando así, nuestra más profunda indignación frente a la prepotencia, el cinismo, la estupidez, la mentira, la corrupción y la impunidad que caracteriza a los gobiernos panistas reaccionarios, oligárquicos y pro-imperialistas, que en nuestro estado y en el ámbito federal, encabezan servilmente Sergio Estrada Cajigal y Vicente Fox Quezada, respectivamente.
En el contexto de una enconada lucha por la sucesión presidencial y convencidos de que "al pueblo sólo se le hace caso cuando tiene las armas en mano", como acertadamente lo afirmara Jaramillo en el Plan de Cerro Prieto, nos propusimos llamar la atención sobre la profunda crisis política y el acelerado proceso de descomposición social que se vive en nuestro estado, exigiendo la salida de todos los políticos corruptos y, particularmente, de Sergio Estrada Cajigal, ampliamente conocido como el 'rey del narcomenudeo morelense'.
Nuestro accionar logró llamar la atención, pero nuestra exigencia no fructificó. El juicio político que el congreso estatal abriera contra Sergio Estrada Cajigal fue anulado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sin que tampoco el reprimido y debilitado movimiento social morelense pudiera evitarlo; poniéndose de manifiesto la subordinación del poder judicial a los intereses facciosos de la administración foxista, la subordinación de ésta a los intereses del gran capital, incluidos los de la execrable industria del narcotráfico, así como el escandaloso enriquecimiento de las cúpulas empresariales panistas y priistas; situación que no es privativa del estado de Morelos, sino característica generalizada de nuestra realidad nacional.
En efecto, la gestión neoliberal del capitalismo periférico y su crisis estructural, impuesta por el imperialismo estadounidense, ha metido deliberadamente en crisis al Estado y sometido aún más a la Nación, anulando jurídica y políticamente nuestra de por sí acotada soberanía nacional y popular.
La estrategia neoliberal ha dado lugar en nuestro país a una crisis social y política permanente y, en consecuencia, a una eterna y pretendida fase de transición de la que sólo se han beneficiado el capital transnacional, la oligarquía industrial-financiera y el bloque gobernante, integrado principalmente por el PRI, el PAN y, más recientemente, por el PRD.
Se trata de una crisis en la que destaca el estancamiento económico y la creciente polarización social, el acelerado desempleo y la emigración, así como los escándalos y las corruptelas en todos los ámbitos y niveles de gobierno, desde el impúdico enriquecimiento de la familia presidencial, hasta la socorrida 'mordida' con que completa su gasto el último policía de crucero; asimismo, se trata de una crisis en la que destaca la creciente inseguridad social, expresada en el feminicidio y en las ejecuciones que día con día son cometidas por paramilitares y 'narcos' a lo largo y ancho del territorio nacional, y en los que se han visto cada vez más inmiscuidos jefes y mandos de los cuerpos policíacos y militares.
En el marco de esta calamitosa crisis social y política, los de abajo sólo hemos asistido como convidados de piedra a las fiestas democráticas y luchas palaciegas del bloque gobernante. Y, precisamente, porque los explotados seguimos siendo los reprimidos y excluidos de siempre, porque nos ha sido negado el derecho a hablar y a ser escuchados, ya no se diga por los poderosos, sino también por líderes o partidos 'democráticos' que terminan imponiendo lo que ellos creen mejor para nosotros; porque hemos sido sometidos a las más variadas y sofisticadas estrategias de evasión adictiva y de persuasión intimidatoria; en una palabra, porque nuestra humanidad ha sido sistemáticamente negada, el bloque gobernante no nos ha dejado otro camino para afirmarnos como hombres y mujeres libres, conscientes y responsables, que el de la rebeldía armada, que el camino de la lucha clandestina popular, pero no para dar lugar a nuevas formas de dominación ni para reproducir las injusticias de que hoy somos víctimas, sino para construir relaciones sociales verdaderamente humanizadas, como fundamento del nuevo poder que se construye y articula desde abajo.
Este proceso de afirmación como fuerza rebelde se inscribe en la lucha de resistencia y autodefensa, desplegada hasta ahora por los sectores más organizados y consciente del pueblo mexicano. Asimismo, se inscribe en el contexto de la coyuntura política a la que ha dado lugar la lucha por la sucesión presidencial; coyuntura política caracterizada por los intentos jurídicos y mediáticos para eliminar de la contienda al todavía Jefe de Gobierno del Distrito Federal, así como por el endurecimiento y reposicionamiento de los sectores recalcitrantes de derecha.
No obstante, la histórica y potente movilización popular del pasado 24 de abril, abortó el golpe de estado maquinado y organizado por la oligarquía neoliberal derechista -representada por las cúpulas dirigentes del PRI y del PAN- contra AMLO y el limitado proceso democrático mexicano, determinando incluso la recomposición del gabinete foxista.
Pero la potencia de dicha movilización también hizo temer su posible desbordamiento, por lo que rápida y asépticamente sus organizadores optaron por el establecimiento de nuevos pactos y consensos, al nivel de la clase político-empresarial, así como por la inmediata desactivación del indignado movimiento antineoliberal; despejando, de este modo, el nerviosismo y el miedo que suscitó en los dueños del gran capital el posible despertar del México Bronco, del México Bárbaro, del México Insurgente.
Esto puso en claro que el juego permitido a la clase política por el gran capital es el de disputar posiciones, a condición de no incorporar al pueblo como sujeto político autónomo y activo en la lucha por una efectiva transformación de las relaciones sociales y de sus instituciones, incluyendo dentro de éstas al Estado y a la Nación. Mucho menos ahora, que el imperialismo militarista estadounidense pretende disolver o reducir a su mínima expresión a los estados nacionales (en los países periféricos), pues teme que dichos estados puedan constituir la última resistencia posible al proceso de expansión y reestructuración capitalista, tal y como acontece con la resistencia al saqueo imperialista del Estado Bolivariano que preside Hugo Chávez, dentro de la América Nuestra.
Pese a todo, no dejamos de reconocer la importancia que tuvo el llamado a la resistencia civil y pacífica, por cuanto esa forma de accionar contribuye a revelar que la violencia procede originaria y estructuralmente del sistema de dominio y apropiación de los poderosos. Pero una cosa fue el llamado a la resistencia civil y pacífica, y otra muy diferente la desactivación de la movilización y la protesta popular, para tranquilizar a los de arriba; pretendiendo ignorar que la derecha neoliberal prepara una brutal ofensiva, en caso de fallar la negociación política que, más allá del periodo sexenal, preserve su riqueza y garantice su impunidad.
Por consiguiente, frente a la embestida del gran capital, es necesario que el pueblo y las izquierdas podamos ubicar que nos encontramos en el portal de la última resistencia posible. Y que la clave de dicha resistencia se encuentra en la defensa y transformación democrática de las instituciones republicanas y, por consiguiente, en la reconstitución del Estado y de la Nación.
Es necesario que el pueblo y las izquierdas acabemos de definir, al menos en la presente coyuntura, la táctica y el proyecto de nación alternativo que dé sentido y dirección a nuestra actividad práctica transformadora. Proyecto que rompa y sustituya al modelo neoliberal y nos permita reconquistar nuestra independencia; que cancele la deuda externa e interna, garantice la defensa de los derechos de los trabajadores, reconozca los derechos y la cultura de los pueblos indios, radicalice la democracia y garantice el respeto a las libertades políticas en nuestro país.
Proyecto que permita articularnos ética, política y estratégicamente, pues de la articulación que hoy podamos construir depende la posibilidad de producir, con nuestra acción, una nueva coyuntura política y de imprimir a ésta el carácter democrático y revolucionario que requiere la realización de un verdadero proyecto de nación alternativo.
Es necesario que el pueblo y las izquierdas no bajemos la guardia y nos preparemos para resistir la embestida de la derecha neoliberal, impulsando la construcción de un nuevo bloque histórico y la realización de un nuevo constituyente, de modo de articular en una sola voluntad nacional, la lucha política y la autodefensa de todo el pueblo.
Hoy, a 43 años del nefando crimen de Rubén Jaramillo Ménez y su familia, los milicianos y combatientes de nuestro comando volvemos a rendir el más sentido homenaje al revolucionario morelense.
¡¡¡TIERRA Y LIBERTAD!!!
¡¡¡POR EL SOCIALISMO: VIVIR, LUCHAR, VENCER!!!
COMANDO JARAMILLISTA MORELENSE 23 DE MAYO
(CJM-23)
Campamento Revolucionario, estado de Morelos a 23 de mayo de 2005