Comunicado 9

COMUNICADO No. 9


"...El pueblo y más las futuras generaciones, no podrán vivir
esclavos y será entonces cuando de nueva cuenta nos pondremos en
marcha, y aunque estemos lejos los unos de los otros no nos
perderemos de vista y llegado el momento nos volveremos a reunir.
Guarden sus fusiles, cada cual donde lo pueda volver a tomar..."
(Rubén Jaramillo, 1918)



Al pueblo de Morelos.
Al pueblo de México.
A los pueblos del mundo.

Escoger el lugar, definir la hora, montar el operativo, cebar la carga y finalmente detonarla, son algunos de los pasos que acompañan, entre el deber y el hacer, al ritual de la palabra. Se trata de proyectar -montada en el estruendo- no la esquirla, no la metralla, sino la crítica iracunda, el desafío de los de abajo, para develar, una vez más, la prepotencia, la brutalidad y el cinismo de los poderosos. Se trata de lanzar la palabra en el instante preciso en que pueda ser escuchada, en el momento ulterior al estruendo, en el intervalo silencioso, de sobresalto y pasmo, que sucumbe fugaz bajo otro ruido más espantoso: el de la dura e insensible cotidianidad que vuelve para seguir estructurando y reproduciendo la vida humana bajo el peso parasitario del poder y del dinero.

Sin embargo, antes de lanzar con la onda expansiva el proyectil de la palabra, decidimos esperar el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), dejar que ésta exhibiera su impúdica parcialidad y su corrompido sentido de la justicia. Y no nos equivocamos. El fallo de la SCJN protegió a Sergio Estrada Cajigal y lo salvó, una vez más, de la atinada decisión del Congreso Estatal de retirarlo del cargo, por reiterada omisión y violación de la constitución morelense; aunque nadie, ni cuerpos represivos ni acarreados pudieron salvarlo del airado reclamo y del juicio político realizado por el pueblo, el mismo día en que -alegando falta de condiciones y seguridad- el menudo Rey del Narco morelense se negó cobardemente a rendir el quinto informe de su mal gobierno.

Sería equívoco pensar que el fallo espurio sólo podría atribuírsele a su tocayo y correligionario panista Sergio Salvador Aguirre Anguiano, habiendo otros seis magistrados (siete de diez), entre ellos, Mariano Azuela (el supremo corrupto), que fallaron -por convicción y consigna- a favor del frívolo señoritingo del poder local.

Sería equívoco, porque la responsabilidad de este hecho también recae en la presidencia de la república, así como en la red de complicidades tejida, al amparo del poder, por los flamantes ricachos y los capos del narcotráfico que, bajo la administración foxista, han penetrado como nunca antes todos los ámbitos y niveles de gobierno.

Por eso, ya no basta con denunciar la subordinación servil de las distintas instancias de gobierno al gran capital y al narcotráfico, como lo demuestra por enésima ocasión el espurio fallo de la SCJN, ahora en contra de la controversia interpuesta por los trabajadores a la reforma foxista-neoliberal al Régimen de Jubilaciones y Pensiones, así como en contra de su justa movilización. Insistimos, ya no basta con lloriquear, patalear y rasgarse las vestiduras para luego implorar justicia al poder -infecto e indecente- que sostiene a los de arriba.

Como pueblo trabajador organizado, hace falta señalar con índice de fuego y librar la más enérgica batalla contra la alianza mafiosa urdida entre los sectores más reaccionarios -políticos y empresariales- con el narcotráfico; en virtud del dominio que ésta mafia ha impuesto -por medio del terror y del dinero- dentro y fuera de las instituciones republicanas, de lo cual da cuenta palpable el helicopterazo que segara la vida de los principales mandos de la Secretaría Seguridad Pública federal (SSP) y de la Policía Federal Preventiva (PFP), Ramón Martín Huerta y Tomás Valencia Ángeles, respectivamente, y de sus más cercanos colaboradores. Hace falta cuestionar y superar efectivamente el proceso de desarticulación del estado-nación, que beneficia al gran capital -nacional y extranjero- y deteriora aun más la calidad de vida de todos los mexicanos. Y para eso, es necesario inventar y descubrir -colectiva y solidariamente- nuevos caminos y nuevas maneras de comportarnos como seres humanos libres, justos y solidarios.

El estado de Morelos es un claro ejemplo de la crítica situación que priva en el país. Basta con mirar nuestro entorno de otro modo, mirarlo críticamente, con la agudeza del imperativo ético y compasivo, para sentir en carne propia el despojo, la represión y el atropello de que han sido objeto, bajo el gobierno panista, la ciudadanía y sus movimientos de protesta, así como los pueblos y comunidades en lucha. Basta con mirar críticamente nuestra vida cotidiana para refutar y tratar de combatir la ingobernabilidad y el tráfico de influencias, el contubernio entre gobernantes y empresas extranjeras, la venta y el saqueo del patrimonio nacional, la destrucción del patrimonio cultural, la destrucción de los ecosistemas, la galopante devastación forestal, la afectación de los recursos hidrológicos, la contaminación de tierras agrícolas y mantos freáticos, así como la fatal escasez del agua; todo esto en el marco de la resistencia social a la irracional pretensión capitalista de negociar y especular con todo. Irracional pretensión que ha traído consigo altos índices de inequidad, represión, inseguridad, marginación, pobreza, enfermedad, analfabetismo, sometimiento, saqueo y emigración para el pueblo morelense.


El estado de Morelos es un claro ejemplo del México en el que siguen cohabitando la opulencia y la miseria, el abuso y la humillación, el privilegio y la exclusión. Un claro ejemplo de la traición de los gobiernos priistas y panistas a los ideales que movilizaron al pueblo en la independencia, la reforma y la revolución. Un claro ejemplo de la destrucción de los lazos comunitarios y del vaciamiento cultural que ha acelerado el oleaje neoliberal, desde hace treinta años. Un claro ejemplo del desmantelamiento de las industrias -textil y azucarera-, y de sus organismos sindicales y cooperativistas, en función de los intereses de las grandes empresas multinacionales, que han puesto su mirada voraz en nuestras áreas naturales protegidas, mismas que forman parte del colosal corredor biológico mesoamericano. Un claro ejemplo del desmantelamiento de los servicios -asistenciales, educativos y de salud- cada día más abandonados y puestos en venta por las administraciones gubernamentales. Un claro ejemplo del gran negocio en que devino la alternancia en el poder para la burguesía neoliberal y, principalmente, para su fracción ultraderechista. En fin, un claro ejemplo del cacareado "cambio" que nunca llegó y de cómo se reprodujeron y exacerbaron las mismas prácticas del priismo -expoliadoras, represivas, excluyentes y corruptas- que habían lastimado a la ciudadanía hasta el más grave hastío.

Y que baste un botón de muestra para ilustrar ésta insultante inequidad. Al estado de Morelos llegan a vivir (o a descansar) empresarios, políticos, militares, clérigos y diplomáticos del más alto nivel, provenientes de los lugares más apartados de México y el mundo. Llegan a vivir (o a descansar) a las mejores residencias, rodeados de los mayores lujos y con los servicios más sofisticados, incluido el de sus costosos dispositivos de seguridad. Estos conspicuos residentes (o visitantes) se divierten en los más exclusivos centros recreativos y nocturnos, hasta quedar exhaustos, atrapados en la pervertida embriagues de la posesión capitalista y en el desenfrenado afán de probar y consumirlo todo. En tanto, la mayoría del pueblo vive sumido en la mayor pobreza, sometimiento y exclusión, con la huella del trabajo extenuante y de la humillación en el rostro y, pese a ello, con la angustia de no tener con que satisfacer sus necesidades cotidianas más elementales.

Asimismo, al dirigir nuestra mirada crítica y compasiva hacia cualquier punto del mundo, nos llena de indignación y de coraje el criminal neoliberalismo de guerra que el imperialismo norteamericano ha impuesto, así como la ofensiva militar y policíaca desatada por los estados neoliberales, contra la vida y la dignidad de los pueblos del mundo. Basta citar, por ejemplo, la agresión militar estadounidense que sufren y resisten los pueblos de Palestina, Afganistán e Irak (por citar algunos países), la criminal deportación por el gobierno español de la hambrienta y desesperada población africana (tal y como sucede con nuestros compatriotas en la frontera estadounidense), la violencia policíaca de que son objeto los ciudadanos en cualquier ciudad del mundo, la inseguridad, el feminicidio y las interminables ejecuciones originadas por el narcotráfico y el crimen organizado, el desastre y la desgracia económica y social develada por los huracanes que azotan la geografía y los poblados de El Salvador, Guatemala, Chiapas, Veracruz, Puebla, Oaxaca, Guerrero, Tabasco, etc., el enorme caudal de sufrimiento, desolación y muerte que todos estos hechos han arrastrado consigo, la fingida preocupación de todos los gobiernos neoliberales e instituciones internacionales que medran a costa de la desgracia humana y, para rematar, la preocupante y cada vez mayor insensibilidad humana de la población mundial frente a esta lacerante situación.

Todo esto permite entender que el mayor problema nacional y mundial se encuentra en la injusta manera de producir y reproducir la vida humana y, por tanto, en la injusta manera de producir y distribuir la riqueza social impuesta por el actual orden imperial. Asimismo, nos permite entender que la solución a este problema no se encuentra sólo en el combate a la pobreza y a la corrupción, como ahora pregonan algunos políticos en plena campaña electoral, sino también en el combate a las condiciones económicas y políticas que permiten, entre otros eslabones de la dominación, la loca y grosera concentración y centralización de la riqueza social y del poder, como lo demuestra el remate a precio de ganga, de la cartera crediticia regenteada por el IPAB, en beneficio de los hijos de Marta Sahagún y de los empresarios más allegados al círculo presidencial.

Por lo pronto, en América Latina, ha quedando en claro que la alternancia en el poder -por el lado de las izquierdas socialdemócratas- no ha venido a constituir una alternativa al neoliberalismo. Antes al contrario, dicha alternancia en el poder ha significado una mejor administración de los intereses oligárquicos e imperialistas.

Otra situación muy distinta acontece con la lucha por la soberanía y la autodeterminación del pueblo venezolano bajo el Gobierno Bolivariano de Hugo Chávez. Y, desde luego, otra situación muy distinta sigue aconteciendo con el pueblo y el gobierno socialista de Cuba, pues ambas comunidades políticas estatales han logrado resistir la ofensiva imperialista y avanzar en sus respectivos proyectos de liberación nacional y, al mismo tiempo, proponer a los pueblos latinoamericanos alternativas de integración fraternas y solidarias, así como nuevos senderos de lucha antineoliberal y anticapitalista.

Por su parte, la nación mexicana, asiste al gran retroceso económico, político y social que ha significado la más grande contrarreforma neoliberal de nuestros tiempos. Asiste y contribuye a profundizar, cada vez con mayor conciencia y organización, la crisis de legitimidad del bloque gobernante que, inmerso en la lucha feroz por la presidencia de la república y el control del congreso, ha terminado por develar grotescamente los intereses espurios de cada uno de los grupos de poder que lo conforman.

Sin embargo, bajo colosal bombardeo mediático e ideológico, el grueso de la nación sigue pensando en la menos peor de las opciones electorales, con tal de paliar un poco su agobiante situación. Y no está mal si con ello se consigue impedir que los sectores más reaccionarios del capital nacional y extranjero (llámese PRI o PAN) sigan comandando y corrompiendo las instituciones republicanas. Y no esta mal si bajo la máscara ciudadana los de abajo avanzan en la articulación de un nuevo poder capaz de contrarrestar y deslegitimar, pasada la coyuntura electoral, el poder corporativo, clientelar, escalafonario, sistémico y corruptor que, desde arriba y desde el centro, se viene abriendo paso, para garantizar la eficaz administración de los intereses del gran capital.

Pero a la par de la campaña electoral, existen y se desarrollan muchas otras campañas. Algunas, nacidas en la mentira, la descalificación y el resentimiento de quienes se autoproclaman "verdaderos revolucionarios", a la par que, con su lógica patrimonialista e irracional, sirven al estado al poner en su mira a estructuras revolucionarias legales y clandestinas para que sean aniquiladas. Pero existen otras campañas, afortunadamente las más, nacidas en las luchas y los sueños de liberación popular y nacional, campañas que crecen y avanzan, con base en la honestidad y el respeto a los demás.

A estas últimas habrá que fortalecer, cada quien desde su circunstancia, siempre y cuando la estrella roja de cinco puntas siga ondeando y orientando honesta, firme y solidariamente los esfuerzos mancomunados de los pueblos indios y sectores sociales oprimidos, marginados y explotados, en la lucha por la realización de un nuevo proyecto de nación, digno y justo.

¡¡¡TIERRA Y LIBERTAD!!!
¡¡¡POR EL SOCIALISMO: VIVIR, LUCHAR, VENCER!!!

COMANDO JARAMILLISTA MORELENSE 23 DE MAYO
(CJM-23)

Campamento Revolucionario, estado de Morelos, a 23 de octubre de
2005