(Documento dado a conocer públicamente en diciembre de 1970)
1) Durante estos últimos tres años, la dictadura de los oligarcas ha clausurado diarios, ha disuelto partidos políticos, ha rebajado a palos el sueldo de los trabajadores, ha metido en la cárcel y en los cuarteles a miles de orientales, ha apaleado y asesinado a mansalva a estudiantes y obreros, ha instalado la tortura como procedimiento común y corriente, ha censurado diarios, audiciones y frases de Artigas y ha prohibido palabras y canciones. Ha perseguido a la enseñanza y a todas las formas de cultura, derechos individuales y colectivos, ha vendido miserablemente el país al extranjero, ha cerrada sindicatos y ha prohibido, de hecho, la actividad sindical. Lo ha hecho en nombre de un orden, de su orden, del orden de los privilegiados para el latifundio, la banca, el gran comercio. Al servicio de ese orden están las fuerzas represivas, mercenarias de la oligarquía.
Cada vez que una huelga obrera por modestas mejoras sociales o por aumentos de salarios afectaba el orden de los privilegiados, la respuesta de la oligarquía fue una sola: represión. Y a la violencia del régimen, el pueblo respondió con su violencia: la violencia de los estudiantes y los trabajadores en sus movilizaciones de masas, en sus enfrentamientos callejeros, en sus ocupaciones de fábricas, y la violencia del aparato armado del MLN. Esta radicalización de la lucha de clases se producía cuando los trabajadores reclamaban modestos aumentos a sus menguados ingresos. ¿Qué ocurrirá cuando ese mismo pueblo se proponga cambiar las estructuras, arrancar las tierras al latifundio, erradicar los capitales monopolistas de la banca, la industria y el comercio?
¿Qué ocurrirá cuando el pueblo se proponga liquidar, y no reducir el porcentaje de sus dividendos mal habidos? ¿Qué ocurrirá cuando el pueblo se proponga sustituir el poder de los opresores por el poder de los oprimidos? ¿Qué ocurrirá cuando el pueblo se proponga tomar el poder y no influir en el poder? ¿Acaso esta oligarquía, que por defender sus dividendos encarcela, tortura y mata, cederá sus tierras y sus bancos sin dar batalla? No. Los oprimidos conquistarán el poder solo a través de la lucha armada.
2) Por lo tanto, no creemos, honestamente, que en el Uruguay, hoy, se pueda llegar a la revolución por las elecciones. No es válido trasladar las experiencias de otros países.
En el Uruguay de hoy, la radio, la televisión y el 90% de la prensa escrita están el poder de los capitalistas, y el 100% está censurada. El gobierno determina lo que se puede informar y lo que no.
Los oligarcas son los que detentan los ingentes medios económicos para financiar las costosas campañas electorales; los que desde los altos cargos públicos pueden decidir el destino de miles de aspirantes a la jubilación y de otros tantos empleos públicos ; los que con la ley de lemas burlan la voluntad popular. Todo esto impide que se pueda hablar de una libre expresión de los ciudadanos y de libertad de votos.
3) Los gobernantes actuales, que no han tenido escrúpulos en apalear y matar a hombres del pueblo, que han violado la Constitución cientos de veces, que han encarcelado a más de cinco mil trabajadores en un año porque estos ejercían sus derechos, no van a entregar pasivamente el gobierno a esos trabajadores en caso de que triunfen en la elección. La dictadura está dispuesta a conceder elecciones para revitalizar un régimen desprestigiado, incluso aceptarán hacer un cambio de guardia entre los oligarcas de turno, pero dudamos que se avengan a entregar pasivamente el gobierno a sus prisioneros y torturados de ayer.
4) El Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) entiende positivo que se forje una unión de fuerzas populares tan importantes, aunque lamenta que esa unión se haya dado precisamente con motivo de las elecciones y no antes.
Hace tiempo que las luchas reprimidas, los luchadores destituidos, presos y torturados, y los entrañables militantes asesinados por buscar una misma justicia social debieron habernos unido en un mismo frente contra un mismo enemigo común. Porque ellos fueron heridos por las mismas balas de la misma policía y sufrieron los mismos calabozos. Y también su hambre fue la misma. Y la sagrada rebelión contra el régimen fue común. Pero aunque la lucha ha sido dramática como nunca, lamentablemente han habido diferencias metodológicas y hemos presentado un frente desunido.
Hoy muchas fuerzas de izquierda y progresistas parecen haber superado estas diferencias, o algunas de ellas, y se han unido a este frente que, aunque no constituye una integración total de las fuerzas populares es ya una de las preocupaciones de la reacción.
5) Mantenemos nuestras diferencias de métodos con las organizaciones que forman en frente y con la valoración táctica del evidente objetivo inmediato del mismo: las elecciones. Sin embargo, consideramos conveniente plantear nuestro apoyo al Frente Amplio.
El hecho de que éste tenga por objetivo inmediato las elecciones, no nos hace olvidar que constituye un importante intento de unir a las fuerzas que luchan contra la oligarquía y el capital extranjero. El Frente puede constituir una corriente popular capaz de movilizar un importante sector de trabajadores en los meses próximos y después de las elecciones. Es, o puede ser, un instrumento poderoso de movilización, de lucha por un programa nacional y popular, por la libertad de los presos políticos y sindicales, por la restitución de los despedidos, por el levantamiento total de las medidas de seguridad y de los decretos dictados bajo su amparo.
Al apoyar al Frente Amplio entonces, lo hacemos en el entendido de que su tarea principal debe ser la movilización de las masas trabajadoras y de que su labor dentro de las mismas no empieza ni termina con las elecciones.
6) Los problemas del país serán solucionados cuando la tierra esté al servicio de la sociedad y no de un puñado de privilegiados; cuando produzca las riquezas que debe producir y esas riquezas pasen a servir las necesidades del pueblo; cuando la tierra sea y esté al servicio de los más infelices, como quiso Artigas hace 150 años. Cuando sean erradicados los capitales monopólicos del seno de la banca, la industria y el comercio, y esos tres sectores claves de la economía estén al servicio de los trabajadores y del pueblo. Cuando sean rotos los lazos indignos que nos atan a la explotación extranjera y desarrollemos una política exterior patriótica y verdaderamente independiente. Cuando se haga realidad el derecho de todos a la cultura, al techo, a la salud, y al trabajo, cosa que será palpable a poco que se inviertan en ello las riquezas que ahora van a parar al extranjero, al lujo, a la especulación, a las actividades improductivas. Cuando les sean devueltos al pueblo y a la patria, todos los dineros estafados por las grandes componendas políticas y económicas, y sean castigados los culpables de estos delitos; cuando los trabajadores puedan cumplir realmente el papel que por derecho les corresponde en la conducción de su propio destino y del país.
7) La lucha armada y clandestina de los tupamaros no se detiene. Por los que han caído y por los que están presos. Por los que fueron torturados y humillados. Por los explotados y por los más infelices. Por los marginados en su propia nación, por los que la construyen y no la poseen. Por los orientales despojados, por los sin tierra, por los sin trabajo, por los que no tienen nada que perder y todo a conquistar decimos: