Lamento profundamente que la erudición histórica y política del autor de El ser guerrero del Libertador, que el camarada Jacobo Arenas valoró altamente y ordenó editar y reeditar como texto de estudio en nuestra organización revolucionaria armada, se desgaste al final de su vida en la pobreza de argumentos con los que me escribe para convidarme a la defección.
Si solicita usted al servicio de inteligencia militar la relación de los comunicados del Secretariado Nacional de las FARC en el último cuarto de siglo, encontrará fácilmente que el seudónimo que me atribuye nunca ha sido usado por mi parte. La guerra fría y su componente ideológico, La Doctrina de Seguridad Nacional, que usted tanto valora, lo dotaron de un anticomunismo tan rabioso, que mientras el Presidente Roosevelt y el primer ministro inglés Churchill recurrieron sin dudar a la Unión Soviética para poder salvar sus economías y países del totalitarismo nazi, usted la emprende contra los héroes del Ejército Rojo que hicieron posible tal hazaña.
Las FARC nos acercamos a los 48 años de lucha continua. Si eso nos convierte en caducos, qué no podría decirse de usted, que a fines de los años cincuenta ya intentaba hacer con Ciro Trujillo lo que hoy intenta conmigo. Nuestra plataforma para un nuevo gobierno de Reconciliación y Reconstrucción Nacional, producida en la Octava Conferencia Nacional en 1993 y adoptada como programa de lucha del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, contiene unas propuestas de país y sociedad que usted al parecer no conoce, y que le recomiendo estudiar para hablar con alguna propiedad acerca de nuestras concepciones e ideas.
Me permito, al igual que muchos millones y millones de colombianos, dudar de su objetividad acerca de los desarrollos de la guerra interna que se libra en Colombia, así como del reconocimiento que usted hace a siniestros personajes como Álvaro Uribe o los generales que menciona. Por muchos que sean los crímenes que usted intente enrostrarnos, jamás podrán oscurecer ante el país y el mundo la horrorosa hecatombe y el desastre sangriento que ha padecido nuestro país, por obra del militarismo y el paramilitarismo que hombres como usted han patrocinado toda la vida en privado y negado en público.
No deja de sorprenderme que una insurgencia en desbandada como la que usted describe, tenga que ser combatida con un presupuesto y un ejército tan grandes, que además se aumenta en recursos y pie de fuerza cada año. Ni que un Establecimiento tan bien atornillado al poder, con tan inmenso poder mediático de dominación, se vea obligado a apelar a veteranos momificados en vida como usted, para tratar de lograr lo que no consigue con sus operaciones militares. Cuando usted ordenó ocultar el cadáver del padre Camilo Torres, ni siquiera imaginaba que 45 años después, sus émulos ocultarían del mismo modo los de otros gigantescos comandantes guerrilleros. Los generales que ahora obran como usted, no tienen la menor idea de lo que este pueblo sufrido, empobrecido y perseguido, será capaz de conseguir en un mañana.
Soy consciente, señor general en uso de cómodo retiro, de la enorme responsabilidad ante el pueblo de Colombia, ante mis hombres, mi patria y la historia que significa asumir el mando de las FARC Ejército del Pueblo. Comprenderá entonces por qué no puedo menos que sonreír con pesar ante los cantos de sirena de traición que un antiguo hombre de armas se atreve a dirigirme.
Cordialmente,
Timoleón Jiménez
Comandante del Estado Mayor Central de las FARC-EP