República Mexicana, 15 de marzo de 2000

Que vivan los estudiantes
jardín de nuestra alegría,
son aves que no se asustan
de animal, ni policía.
***
Y no les asustan las balas
ni el ladrar de la jauría,
caramba y samba la cosa,
que viva la autonomía.


Al pueblo de México
A los pueblos del mundo


Han transcurrido treinta y ocho días de que las botas militares, camuflajeadas de Policía Federal Preventiva, volvieron a resonar en la UNAM para beneplácito de la clase política y las fuerzas vivas del régimen neoliberal.

Por segunda ocasión en 32 años, en Ciudad Universitaria el gobierno federal volvió a mostrar su verdadero rostro, recordándonos a todos los mexicanos en qué consisten las “bondades” del neoliberalismo y qué tipo de “soluciones” está dispuesto a instrumentar ante las grandes demandas sociales.

Pese a la versión oficialista sobre el supuesto carácter pacífico del rompimiento de la huelga en la UNAM, hay un dato que el gobierno federal, el CISEN y la SEDENA han cuidado celosamente de no divulgar, porque demuestra que el operativo represivo era mucho más vasto: desde varios días, previos a la entrada de la PFP en Ciudad Universitaria, fueron concentrados y acuartelados en el Campo Militar número uno y en la base aérea de Santa Lucía, cientos de paracaidistas pertenecientes a los Grupos Aerotransportados de Fuerzas Especiales (GAFES), traídos exprofeso de la región militar de Chihuahua y Nuevo León, con la finalidad de tomar por asalto Ciudad Universitaria, en caso de que los estudiantes hubieran opuesto resistencia a la invasión de la PFP. Obviamente, esta acción hubiera traído consecuencias aún más terribles de las que ya existen, tanto para los estudiantes, como para la sociedad entera. Y aún así, el gobierno federal tuvo preparado ese plan, sin importarle el costo sangriento que se iba a presentar.

Estamos convencidos de que algunos medios de comunicación, como las conocidas Televisa y TV Azteca ya estaban al tanto de estos planes criminales, porque la actitud que adoptaron desde los primeros días que inició la huelga, en abril de 1999, estuvo matizada por la histeria antiCGH, induciendo al aplastamiento militar policiaco de la huelga en la UNAM. Esta verdad la confirman dichos medios al ocultar con premeditación, alevosía y ventaja, la brutalidad con que los militares de la PFP y la PGR trataron a los centenares de jóvenes estudiantes al encarcelarlos, trato que continuaron haciendo después con torturas físicas y sicológicas, según las denuncias que varios estudiantes y padres de familia han hecho públicas.

También estamos convencidos de que la mayoría de los intelectuales que firmaron el desplegado oficialista del 3 de febrero, y que sirvieron de quinta columna para que la PFP rompiera la huelga en la UNAM, sabían que esa posibilidad criminal se pudiera presentar. Cualquier ciudadano, con una pizca de sentido común, entendería perfectamente que un comunicado con las características que avalaron con su firma los intelectuales mencionados, únicamente iba a servir de cobertura “ilustre” para que fuera reprimida militarmente la huelga en la universidad, como sucedió a los pocos días de haber sido publicado. Quizás este sea el reflejo más patético de las incongruencias y desatinos que el bombardeo ideológico del neoliberalismo globalizado le produce, en determinadas ocasiones, a algunos individuos.

Este golpe a los estudiantes de la UNAM, junto a los que han recibido los estudiantes de la normal rural de El Mexe, en Hidalgo, forma parte de la escalada represiva que el gobierno zedillista está realizando contra el conjunto de las luchas populares e insurgentes en todo el país, y son la demostración de la falta de voluntad del gobierno federal para resolver por la vía política los conflictos sociales. En lugar de eso, ha seguido apuntalando la vía militar como forma de solución a las crecientes demandas de justicia, democracia y libertad, que exige la gran mayoría de los mexicanos.

Que nadie se llame al engaño. Los discursos de “paz”, los llamados al “diálogo” y las supuestas buenas intenciones del gobierno federal, no son más que la otra cara de la moneda, la cara de la guerra sin cuartel que ha desatado contra todos los movimientos sociales y de inconformidad, invocando argucias legales que tienen como único sustento la razón de la fuerza, expresada en los tanques, las tanquetas, los camiones militares, los jeep artillados, los helicópteros y los aviones de combate, desplazándose en las carreteras, brechas y cielos de Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Hidalgo, Chihuahua y Valle de México; en la nueva fuerza contrainsurgente llamada PFP y en los miles de soldados que, fusil en mano, son enviados a tratar de abrirle paso a la razón de la sinrazón, a los opresores. Y que se expresan también en los cuerpos policiacos, los grupos paramilitares y los grupos de choque, que reprimen a los indígenas, a los campesinos, a los obreros y estudiantes en distintas partes del país.

La imposición de las políticas neoliberales, por encima del bienestar de la gran mayoría de mexicanos, está generando el repudio de amplios sectores sociales, que de diversas maneras manifiestan su inconformidad y se van incorporando a la lucha por un nuevo proyecto social, donde las grandes riquezas del país sirvan para el disfrute y bienestar de todos, y no para el servicio exclusivo de unas cuantas familias de la élite financiera nacional e internacional, como sucede hoy.

Por lo anterior, la lucha por la defensa de la educación gratuita, que hoy llevan a cabo con firmeza los estudiantes de la UNAM y de la normal rural de El Mexe, son un digno ejemplo de lucha contra el neoliberalismo. Una lucha que ha reavivado la llama del espíritu irredento e irreverente de la juventud estudiantil mexicana, que no está dispuesta a permitir que unos cuantos continúen despilfarrando impunemente los recursos que pertenecen a toda la sociedad, ni tampoco va a aceptar el paternalismo de “iluminados” demagogos, que groseramente pretenden autoerigirse en jueves de un movimiento que no corresponde a sus intereses. Una lucha que ha concitado contra sí las furias del interés privado, pero que no se arredra, ni se dobla, pese a las cárceles y las torturas. Una lucha que se insunfla con nuevos bríos el espíritu de rebelión que subyace latente en el corazón de cada mexicano, ante la opresión que aplican los globaliadictos, los poderosos que hoy ordenan romper huelgas universitarias y tratan de desaparecer normales rurales, pero que no pueden romper la determinación inquebrantable de los estudiantes en lucha, que, desde las cárceles del neoliberalismo, y en las calles, sostienen la bandera de las conquistas irrenunciables del pueblo mexicano, ni tampoco pueden amedrentar a una población que ha hecho suya a la causa de los estudiantes. Una lucha que hoy es retomada y apoyada por cientos de miles de ciudadanos inconformes, que manifiestan de inmediato su repudio a la invasión de la PFP en la universidad, con la marcha del 6 de febrero, y posteriormente, en la magna concentración estudiantil-popular, que se efectuó el 9 de febrero, en el Zócalo de la ciudad de México, al mismo tiempo que se realizan manifestaciones solidarias en otras ciudades del país. Una lucha como la de los estudiantes de El Mexe, que al ser brutalmente reprimida y agredir a los habitantes del municipio de Tepatepec, Hidalgo, generó la sublevación popular contra os cuerpos represivos, haciendo huir a más de cuatrocientos granaderos y capturando a sesenta de ellos, para canjearlos después por los 170 estudiantes y pobladores, que apenas horas antes habían sido encarcelados.

Este no es un caso aislado de ira popular que legítimamente arremete contra los cuerpos represivos. Es la manifestación del sentir de una sociedad civil que ya se puso en movimiento y no está dispuesta a permitir que los apologistas del neoliberalismo continúen sus demandas impunemente. Estas son las acciones ejemplares de lo que es la fuerza y el poder del pueblo contra los cuerpos represivos, con demostración contundente del ¡ya basta!, que está empezando a irrumpir inconteniblemente en todos los rincones del país, porque la cerrazón y estupidez represiva del gobierno federal no está dejando otra alternativa.

En contraste, el gobierno federal continúa aplicando un trato servil ante el gran capital, los de arriba, que dista mucho del que está llevando a la práctica contra los de abajo. Seguimos viviendo tiempos de infamia. Y si no ¿cómo llamarle a la actitud benevolente y protectora que ha tenido el gobierno zedillista para con los grandes empresarios y banqueros, a los que literalmente regaló la “fruslería” de setenta mil millones de dólares en el fraude del siglo llamado Fobaproa, que ahora se está reeditando en el IPAB? ¿Cómo llamarle a los rescates que realiza con los grandes bancos, mientras hunde en la miseria a la gran mayoría de los mexicanos? ¿Qué ha planeado hacer contra los responsables de hundir al país en la incertidumbre económica y social, que sistemáticamente están provocando daños a la salud, la educación, la vivienda, al trabajo y las condiciones de vida de la población? ¿Qué ha hecho con los asesinos de Estado, que con toda impunidad han perpetrado masacres de lesa humanidad contra campesinos, indígenas, estudiantes, colonos y obreros desarmados, en las últimas décadas? ¿Ya los piensa encarcelar? ¿Ya les va a mandar a la PFP, o ya les piensa hacer un desembarco aéreo con los GAFES, como pensaba hacerle con los estudiantes de la UNAM el 6 de febrero?

Con jueces de consigna decretó la cárcel para más de mil estudiantes en menos de una semana, acusándolos de “daños” a la universidad, “peligrosidad social” y retención de instalaciones universitarias por más de nueve meses, omitiendo mencionar el único delito principal por el que se los persigue y encarcela: luchar por defender la educación gratuita para todos los mexicanos. Y en contraste, ¿qué ha hecho con los que han dañado y saqueado al país desde hace 20 años, cuando empezó a aplicarse el modelo neoliberal? Nada está haciendo contra ellos, o mejor dicho, los sigue protegiendo.

Hoy, el gobierno y los medios de comunicación oficialistas continúan impulsando la campaña de desprestigio contra la lucha estudiantil-popular, y le apuesta a que el olvide y el desgaste mine los justos reclamos que amplios sectores sociales enarbolan por la libertad de los estudiantes presos y la defensa de la educación gratuita. Pero se equivocan los defensores del neoliberalismo. La lucha de los estudiantes es de toda la sociedad oprimida por el gran capital, es una lucha que abarca a todos los sectores en lucha contra el neoliberalismo. Por lo tanto, es una lucha que tiene el respaldo de millones de mexicanos que, utilizando las más diversas formas de lucha, pugnamos por un nuevo proyecto social donde todos los ciudadano tengamos verdaderamente asegurados el disfrute de la educación, la salud, el trabajo, la vivienda y la recreación; un proyecto social donde prevalezcan la justicia, la democracia y la libertad.

Por estas razones, nosotros, los combatientes y militares del Ejército Villista Revolucionario del Pueblo, hemos decidido realizar hostigamientos de desgaste contra el Ejército Federal y la PFP (que son lo mismo), para manifestar nuestro repudio a las acciones represivas que el gobierno federal está llevando a cabo contra las luchas estudiantiles y populares, y para brindar toda nuestra solidaridad revolucionaria a los estudiantes del CGH y de la normal rural de El Mexe, que hoy están sufriendo las medidas draconianas que decretó el gobierno zedillista.

Hoy, 15 de marzo, unidades de nuestro ejército realizaron dos hostigamientos. A las 2:00 horas fue atacada con granadas de mortero la base aérea número 1 de Santa Lucía, ubicada en el municipio de Tecámac, estado de México. A las 3:00 horas, realizamos el ataque, también con granadas de mortero, en la sede central de la PFP, ubicada en el Periférico Sur, en el Distrito Federal. Ignoramos si hubo bajas y la dimensión de los daños ocasionados en los dos hostigamientos, aunque en el segundo, además de la movilización militar policiaca, fue evidente la presencia de ambulancias.

Ya habíamos patentizado, en el primer comunicado público que dimos a conocer en diciembre de 1999, nuestra disposición a brindar la solidaridad incondicional con cualquier movimiento, organización o sector, que fuera atacado por las fuerzas represivas del gobierno. Hoy ponemos en práctica esa disposición de nuestra organización.

Aclaramos que somos los únicos responsables de esta acción que reivindicamos. Somos una fuerza revolucionaria, armada y clandestina, con presencia en varias entidades del país, que desde 1999 se separó del Ejército Popular Revolucionario, y decidió seguir su propio camino, después de haber agotado un proceso de lucha ideológica al interior de dicha organización.

Asumimos plenamente las consecuencias de estos hostigamientos, y deslindamos a cualquier ciudadano o persona ajena a nuestras estructuras político-militares, ya que es bien sabido el viejo método de los cuerpos militares y policiacos de pretender vincular a cualquier persona con las organizaciones que impulsamos la lucha armada revolucionaria, como una forma más de lucha, entre todas las que está utilizando legítimamente el pueblo.

Llamamos a los soldados y a los oficiales de tropa, tanto del Ejército federal, como de la PFP, así como a los policías y granaderos del Distrito Federal, y del estado de Hidalgo, a que desobedezcan las órdenes represivas que les dicten los mandos militares y policiacos. No están defendiendo al país, ni tampoco al pueblo mexicano, como tramposa y falazmente les hacen creen sus corruptos superiores. Es mil veces preferible desobedecer órdenes criminales y desertar de esos cuerpos, que tener las manos y la conciencia ensangrentadas y enfrentar la ira legítima del pueblo oprimido. Lo que les sucedió a los granaderos que reprimieron a los estudiantes de El Mexe, apenas es un aviso del sentimiento de indignación que permanece latente en el corazón de cada uno de los millones de mexicanos que estamos siendo golpeados y oprimidos por la barbarie neoliberal. Y ese sentimiento cada vez más está siendo orillado a desbordarse, y cuando eso suceda, ya no solamente van a ser recurrentes en varias partes del país las escenas de judiciales y granaderos sometidos ejemplarmente, encuerados y casi linchados por la población, sino que se presentarán los estallidos revolucionarios, que cundirán por todo el territorio nacional, y no habrá Ejército federal, ni PFP, ni cuerpo militar o policiaco capaz de impedirlos. Por ello, les pedimos que desde ahora se vayan definiendo por el lado que les corresponde, por el lado de los de abajo. Ustedes también están siendo oprimidos por los de arriba, los del neoliberalismo globalizado, para los que ustedes únicamente son instrumento desechable y reemplazable, son carne de cañón.

Reiteramos nuestra solidaridad revolucionaria con los estudiantes del CGH y de El Mexe, que hoy están sufriendo la prisión política en las mazmorras del neoliberalismo, y unimos nuestro grito al de la sociedad civil, exigiendo su liberación inmediata e incondicional.

¡¡Ante la represión, la movilización, la organización y la autodefensa!!
¡¡Por la liberación de todos los presos políticos!!



Que vivan los estudiantes
porque son la levadura
del pan que saldrá del horno
con toda su sabrosura.
***
Para la boca del pobre
que come con amargura
caramba y samba la cosa
viva la literatura.

¡Con la fuerza de la razón, por la nueva revolución!

Comando Central del Ejército Villista Revolucionario del Pueblo

República Mexicana, 15 de marzo de 2000