[El 1 de febrero, al iniciarse el cese al fuego en El Salvador, se instaló la COPAZ. En la solemne ceremonia, el comandante Joaquín Villalobos habló en nombre del FMLN. Estas palabras, ovacionadas en 20 ocasiones, fueron la primera presentación oficial y pública del FMLN ante la sociedad salvadoreña]
El conflicto que hasta el día de ayer vivió nuestra patria no tiene precedentes históricos en América Latina. Sorprendimos al mundo en la capacidad de hacer la guerra con una resistencia propia, de nosotros los salvadoreños. Miles de compatriotas emigraron y se convirtieron en héroes del trabajo, al mantener la economía del país con sus remesas familiares.
Nuevamente estamos sorprendiendo al mundo, al concluir una guerra que parecía interminable. La forma en que le hemos dado fin al conflicto y los cambios que se producirán en el país son, sin lugar a duda, algo de lo que nos debemos de sentir orgullosos todos los salvadoreños.
El pasado ha sido cruento, doloroso, difícil, y no es ni será fácil olvidarlo. Pero si realmente cumplimos los compromisos adquiridos, más temprano que tarde el pasado será historia y tocará a las futuras generaciones emitir su juicio sobre éste. Son los cambios los que harán posible avanzar al futuro superando el pasado.
Una guerra entre salvadoreños, estaba condenada a ser perdida por todos o ha ser ganada por todos. Con los acuerdos hemos ganado todos. Por ello, muy a pesar de que la transición no será fácil, es incorrecto pensar que estamos cerrando la guerra militar para abrir una guerra política o que los acuerdos son la continuación de la guerra por otros medios.
Los que después de 11 años de guerra, 70 mil muertos, un millón de desplazados y un país dividido, piensan que no ganaron por falta de tiempo o creen que ya casi ganaban, no han aprendido la lección y deben abandonar la tentación de jugar con fuego alentado de palabra y con hechos la confrontación. Esta es la hora de la paz y la reconciliación.
Los acuerdos conducirán a la modernización política y económica del país y establecen la concertación como piedra angular, no sólo para dirimir conflictos, sino para establecer nuevas políticas en un mundo cambiante y en una realidad económica social tan compleja. Quien crea tener la verdad absoluta y el modelo perfecto, aferrándose a dogmas, está equivocado. La única verdad y la salida correcta la da la concertación. El camino contrario a la concertación es la confrontación y eso ya aprendimos a lo que conduce.
Modernización política implica una profunda revolución que debe poner fin a todo vestigio de imposición, de unilateralidad en los órganos del Estado, implica neutralidad y verdadera independencia de los poderes. Esta es la base del cambio que nos llevará a dirimir los conflictos por la vía cívica y la concertación. En este contexto, la política debe dejar de ser el arte de engañar y de hacer demagogia y debe convertirse en una verdadera acción de servicio a la sociedad y no a la inversa.
Modernización económica implica poner fin al atraso casi feudal en el campo. Sin cambios profundos en la tenencia de la tierra, no habrá desarrollo en otros sectores de la economía ni habrá estabilidad. El plan de reconstrucción no debe ser para reconstruir un pasado que engendró guerra, sino para construir un futuro que nos garantice paz.
De que el Frente ha defendido y defiende los intereses de los pobres, después de todos estos años de lucha no puede quedar ninguna duda. La gran pregunta de muchos se hacen es: ¿qué pensamos de los que tienen riqueza? Creemos en el derecho al enriquecimiento lícito, basado en el esfuerzo del trabajo, creemos en la libertad individual, pero consideramos que si no hay sensibilidad social, la riqueza, en vez de ser motor de desarrollo, se convierte en generadora de conflictos.
El concepto de justicia social no puede ser desterrado de la economía. No creemos en el monopolio de la riqueza y del poder político en el que hemos vivido. El problema no es que hayan ricos, sino que sean tan pocos y que la mayoría de los salvadoreños sean extremadamente pobres. Como lo dijo nuestro recordado Guillermo Manuel Ungo, debemos avanzar a una democracia con menos hambre y a partir de ahí, podremos alcanzar una democracia sin hambre.
Con el fin de la guerra, asistimos a la primera revolución que no divide sino que une a una nación y que nace insertada y aprobada por todo el mundo. Hemos construido las bases de un proyecto nacional en el que creemos todos. Dentro de este proyecto, dejamos de ser enemigos y pasamos a ser adversarios políticos, para que de nuestras contradicciones no surjan conflictos antagónicos sino nuevas ideas y desarrollo nacional.
No ignoramos que hay fuerzas que se oponen a los acuerdos, a la paz y la reconciliación. A nombre de los muertos de todos, y de los sacrificios hechos por todos, en esta guerra que hoy termina, el FMLN se une a la nación y al mundo y llama a estos sectores a que como salvadoreños reflexionen, a que se unan a los cambios que también les beneficiarán a ellos y a sus hijos.
Las futuras generaciones se lo agradecerán. La transición requerirá mucha paciencia y tolerancia para educarnos en la cultura democrática y acabar con la cultura de la prepotencia y la confrontación. Debemos aprender a usar la palabra contra la palabra, y no balas o mordazas contra las ideas.
Esta guerra fue difícil y nuestro Frente demostró disciplina, creatividad, mística, sensibilidad, visión de futuro y nos sentimos orgullosos de nuestro papel en las transformaciones del país. Pero también estamos conscientes que cometimos errores, que no fuimos infalibles y que éste es el momento de decirle a la nación, con humildad, que lo reconocemos.
No nos importa si los errores de otros fueron mayores o menores que los nuestros, o si lo reconocerán algún día, nosotros estamos convencidos que sin verdad y sin justicia no habrá reconciliación y paz. En nuestra amada patria está muriendo el miedo y vamos a comenzar a vivir la alegría de decir la verdad. El Frente pondrá todas sus capacidades, todas sus energías y toda su mística en ayudar a formar las nuevas instituciones, en la reconstrucción del país y en su conformación como fuerza política de nuevo tipo, de base popular y de amplia representación social y nacional.
Vamos a defender los acuerdos junto a todos los que creemos en la paz. Vamos a unirnos a todos para construir un futuro digno con el que soñaron nuestros próceres y todos los mártires y héroes de esta guerra. Esta es la más noble causa de nuestra historia. Por ella ha valido la pena morir peleando, por ella ha valido la pena hacer la paz. Como reza nuestro himno nacional, conservar esta paz será nuestra gloria mayor.
Los salvadoreños somos excepcionales y hemos pasado bien la más dura prueba de nuestra historia. Dalton, en su "Poema de Amor" describe muy bien a los salvadoreños como "los hacelotodo, los comelotodo, los vendelotodo", lancémonos a trabajar por el futuro para dejar de "ser los tristes más tristes del mundo" y comenzar a vivir con felicidad la paz.
Pedimos a todos los compatriotas que ya no están entre nosotros que aboguen ante Dios para que hagamos posible el milagro de la democracia, la justicia y la paz. Manos a la obra, hermanos salvadoreños."