República Mexicana, 2 de octubre de 2002

AL PUEBLO DE MEXICO
A LOS PUEBLOS DEL MUNDO
A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN NACIONALES E INTERNACIONALES


Este 2 de octubre se cumplen 34 años de la masacre que realizó el Ejército Federal en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Desde entonces se ha mantenido la justa exigencia de la mayoría de los sectores sociales por el esclarecimiento de este genocidio y el castigo a los responsables intelectuales y materiales, que, de todos es sabido, van desde el presidente de la república, secretario de gobernación y regente del DF que fungían entonces, hasta los generales y oficiales militares y policíacos que dirigieron y ejecutaron el operativo criminal.

Y también desde esa fecha se ha impuesta un manto de impunidad, que ha estado encabezado por los sucesivos presidentes y funcionarios que se sucedieron al frente del gobierno federal, desde 1968 hasta la fecha, convirtiéndose prácticamente en cómplices de tan terrible crimen.

Todos los ex presidentes que siguieron después del nefasto Gustavo Días Ordaz no solamente cubrieron de impunidad y desinformación a los culpables de la masacre del 2 de octubre, sino que también aportaron su grano de arena en la obra criminal contra el pueblo de México: Luis Echeverría, además del papel que desempeñó como secretario de gobernación cuando se realizó la masacre de Tlatelolco, era presidente de la república cuando se llevó a cabo la masacre del 10 de junio de 1971, ejecutada por el grupo paramilitar Los halcones, además de la desaparición de centenares de personas en la guerra sucia que se llevó a cabo durante toda la década del 70; José López Portillo, avaló la actuación criminal de la Dirección Federal de Seguridad, que fue el principal instrumento de la contrainsurgencia, que se encargó de encarcelar, torturar y asesinar a numerosos luchadores sociales durante todo ese sexenio; Miguel de la Madrid, aparte de ser solapador de los crímenes políticos y sociales de sus antecesores, fue el encargado de inaugurar la aplicación del neoliberalismo en México, que ha dejado desolación, represión, miseria y muerte de la mayor parte de los mexicanos; Carlos Salinas de Gortari, acumuló durante su sexenio la macabra cifra de más de 650 asesinatos políticos contra el PRD, además de favorecer de manera escandalosa el saqueo de las riquezas del país por parte del capital financiero internacional, signado en el Tratado de Libre Comercio; Ernesto Zedillo, además de continuar la obra de su antecesor, en su período acumuló las masacres de Aguas Blancas, Acteal, El Bosque y El Charco.

Junto a los ex presidentes también se encuentra un numeroso grupo de individuos que tuvieron responsabilidades en los crímenes de Estado. Entre ellos figuran: Carlos Ulises Acosta Vázquez, Wilfrido Castro Contreras, Eliseo Jiménez Ruiz, Arturo Durazo Moreno, Francisco Sahagún Baca, José Salomón Tanús, Rafael Rocha Cordero, Jesús Miyazawa Alvarez, Obregón Lima y Solano Chagoya, Florentino Ventura, Javier García Paniagua, Fernando Gutiérrez Barrios, Arturo Acosta Chaparro, Francisco Quiróz Hermosillo, Miguel Nazar Haro e Ignacio Morales Lechuga. Algunos de ellos ya fallecieron. Otros viven su vida privada. Los menos están en la cárcel pero por delitos ligados al narcotráfico, o algún delito del fuero común, no por crímenes políticos.

En cuanto a Vicente Fox, en los casi dos años que lleva como presidente de la república n ha mostrado una diferencia de fondo con la obra de sus antecesores del PRI. Continúa solapando a los responsables principales de las masacres, asesinatos y desapariciones que han herido profundamente la conciencia nacional. Y como ya es costumbre en la historia presidencial, ya empezó también a acumular la ola de asesinatos políticos que se están cometiendo contra indígenas y campesinos y también contra defensores de los derechos humanos, como sucedió con la abogada Digna Ochoa. Asesinatos que, a la vieja usanza priísta, nadie sabe, nadie supo quien fue el autor intelectual, y a veces ni siquiera el autor material.

De poco o nada ha servido la apertura de archivos del CISEN y de la SEDENA y la creación de la gubernamental Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado que investiga los delitos de la guerra sucia, porque contienen información rasurada, en un caso, y, en el otro, es una fiscalía limitada y de ornamento, que simula investigar sobre los desaparecidos y asesinados políticos pero sin profundizar en encontrar la cantidad verdadera de los numerosos casos de víctimas de desaparición y asesinato, y eludiendo hallar a los verdaderos responsables de estos crímenes.

En gran medida esos pasos que ha dado el gobierno de Fox reflejan su doble discurso: por un lado, aparenta democratizar y transparentar la búsqueda de la verdad en el caso de la masacre del 68, pero imponiendo un marco de control que no debe ser rebasado en la investigación, por lo tanto, ésta resulta ser parcial e inducida a sacar conclusiones que en esencia van a dejar las cosas como estaban; por el otro, incorpora elementos de presión a la vieja clase política priísta, como recientemente lo hizo con el pemexgate, para orillarla a flexibilizar posturas que permitan la aprobación de las reformas que el Congreso le ha rechazado a Fox, además de apuntalar imagen publicitaria de cara a las elecciones federales del próximo año.

Dicha apertura está matizada por los rasgos contradictorios de las formas de gobernar que tiene Fox: 1) el pragmatismo político, como eje rector de sus posturas políticas e intereses empresariales, manifestado en la utilización desmedida de todo aquello que beneficie a su imagen, su rancho y los negocios que dirige su esposa (¿VAMOS MÉXICO, O VAMOS VICENTE?); 2) la gran incultura e ineptitud que lo ha llevado a desgobernar el país, provocándole inquietud a sus propios correligionarios de partido y de clase empresarial sobre si no se equivocaron con el triunfo que hegemonizaron el dos de julio del 2000, ya que en lugar de poner a un tipo capaz en la presidencia, colocaron a un auténtico inepto que les está dilapidando el capital político que ganaron en esa elección; 3) la incoherencia y ambigüedad como método de gobierno, demostrado en los constantes virajes que manifiesta en sus posturas políticas, afirmando un día una cosa y negándola olímpicamente al día siguiente; 4) un entreguismo al imperio norteamericano que raya en lo enfermizo representado en el secretario de relaciones exteriores, que ha tenido la gran capacidad de unificar a todos los mexicanos pero en su contra por el servilismo obsceno que profesa hacia Bush; 5) su obsesión por el uso de la mercadotecnia y la publicidad, que lo ha llevado a obtener enormes logros económicos y sociales pero de carácter virtual, que no tienen nada que ver con el mundo real de pobreza, marginación, represión y opresión en que vivimos la mayoría de los mexicanos.

El gobierno foxista, que tanto pregonó el cambio, no ha cambiado nada. A dos años de haber relevado al PRI en la presidencia ha demostrado que no tiene voluntad política para desmantelar el viejo sistema político que desangró durante 71 años al pueblo mexicano. El entreguismo y el servilismo al capital financiero internacional, el solapamiento a los malos gobernantes que se han enriquecido desde los puestos públicos, y la protección a los ex presidentes, generales y jefes policíacos que han sido responsables de practicar el terrorismo de Estado continúa siendo una realidad lacerante que nos lastima profundamente a todos.

El panorama social se ensombrece más ante el actual contexto internacional en el que la locura del imperialismo norteamericano amenaza con acrecentar la guerra en el Medio Oriente, colocando a Irak en la mira, bajo el pretexto de continuar aplicando el trillado y amañado slogan de “guerra contra el terrorismo”, que ya dejó como saldo macabro un Afganistán devastado y colocado a la fuerza en la órbita de los intereses de las grandes compañías petroleras norteamericanas pertenecientes a la familia Bush. Un conflicto que is llega a estallar, tendría una envergadura de carácter mundial porque involucraría directamente a Rusia, China, Alemania y Francia, por los importantes contratos económicos que ya tienen estas potencias con el gobierno de Irak. El hegemonismo unipolar del gobierno norteamericano no reconoce fronteras y continúa practicando la vieja tradición de bloquear, debilitar e intentar derrocar a los gobiernos que no convengan a sus intereses, independientemente del perfil nacionalista o tiránico que tengan dichos gobiernos, como sucede con Irak, Arabia Saudita y Palestina, en Medio Oriente. Mientras tanto en América Latina hace lo mismo con Cuba desde hace más de treinta años, y recientemente con el gobierno nacionalista de Venezuela, al que ya intentó derrocar en abril del presente año. Con el resto de los países latinoamericanos mantiene un avasallamiento que le permite contar con un importante traspatio en el continente americano para sostener sus aventuras bélicas de saqueo y agresión en todo el mundo.

La influencia que estos acontecimientos internacionales tienen en México es muy grande, debido al entreguismo y servilismo que le han profesado al imperialismo norteamericano los gobiernos de la república, desde Manuel Avila Camacho hasta Fox.

El terrorismo de Estado, que a escala internacional practica el gobierno norteamericano, es reproducido en el plano nacional por el Estado mexicano, con su secuela de persecuciones, encarcelamientos, torturas, desapariciones y asesinatos políticos.

Así es como funciona el sistema de reproducción de la sociedad capitalista, en la que las personas pierden su condición humana y adquieren la condición de simples mercancías, que pueden ser compradas o vendidas según sea la fluctuación de las leyes del mercado; y cuando estas personas toman conciencia de su humanidad y luchan por sus derechos son arrasadas sin contemplación, porque ponen en peligro la existencia del sistema que las oprime. Esa es la lógica implacable del capitalismo salvaje, que no puede reconocer la existencia de otra opción social porque se negaría a sí mismo. Y eso es imposible que suceda.

Y bajo la defensa de ese sistema, que hoy encarna en el neoliberalismo, es que se han cometido las masacres y los crímenes de lesa humanidad que han marcado para siempre la memoria del pueblo, una memoria que no puede ni debe olvidar ni perdonar a los criminales ni a las instituciones sociales que los han creado. Criminales que impunemente siguen disfrutando los privilegios sociales y económicos que robaron a la nación, y que sienten protegidas las espaldas por la benevolencia y protección que les brindan los gobernantes de turno, que a su vez avalan y perpetran nuevos crímenes políticos y sociales, sabedores que, en el futuro, sus relevos harán lo mismo.

Por esa razón, la lucha que hoy realizamos miles de mexicanos exigiendo el esclarecimiento de la masacre del 2 de octubre del 68 y el castigo a todos los funcionarios gubernamentales, militares y policías involucrados en el hecho, es a la vez la lucha contra el sistema político, social y económico que produce individuos enfermos de poder que no vacilan en masacrar y reprimir a movimientos y personas que luchan por una nueva sociedad, donde imperen realmente la justicia, la democracia y la libertad para todos.

De igual manera, unimos nuestro esfuerzo a la lucha que diversas organizaciones y personas están llevando a cabo por la liberación de todos los presos políticos que permanecen encarcelados en las cárceles de alta seguridad y en distintos reclusorios en el país. Estos presos, cuyo único delito ha sido el de disentir del sistema opresor que vivimos, son el testimonio concreto de la brutalidad de los métodos que utiliza el Estado para impartir la injusticia, la desigualdad y la antidemocracia, ya que a todos les ha impuesto confesiones por medio de torturas y amenazas de muerte.

También nos solidarizamos con la lucha que llevan a cabo los familiares de los desaparecidos por la guerra sucia de los 70. La desaparición forzada de centenares de mexicanos por parte de militares y cuerpos policíacos, constituyen crímenes de lesa humanidad, que no pueden prescribir, ni ser olvidados ni perdonados por el pueblo. Nos unimos a la exigencia de la presentación con vida de los desaparecidos y el castigo a los responsables.

Asimismo nos solidarizamos con la exigencia de los familiares de las mujeres desaparecidas y muertas en Ciudad Juárez, Chihuahua. También en esta tragedia el gobierno estatal y federal está mostrando la misma actitud que han tenido con los crímenes anteriormente mencionados: insensibilidad y falta de voluntad política para desarrollar las investigaciones con los recursos técnicos y logísticos que se requieren, encontrar a los verdaderos culpables y castigarlos.

Todos estos reclamos y exigencias justas y legítimas no están sujetas a coyunturas de ningún tipo ni se supeditan a los designios de ningún partido político o grupo de poder. Es una lucha del pueblo, que nunca ha olvidado a sus hijos, a los hombres y mujeres, que han sido encarcelados, torturados desaparecidos y asesinados en el proceso de lucha por un mundo nuevo.

Desde nuestra trinchera de lucha enviamos un saludo revolucionario a todas las organizaciones y movimientos que, utilizando las diversas formas de lucha, no se intimidan ni se dejan confundir por las burdas maniobras que utiliza el gobierno federal para tratar de tergiversar y desvirtuar la verdad sobre la masacre de Tlatelolco, las otras masacres, desapariciones forzadas y asesinatos, ni dejan de exigir castigo para los responsables intelectuales, ampliamente conocidos.

¡¡¡Dos de octubre no se olvida!!!
¡¡¡Castigo ejemplar para los asesinos del pueblo!!!
¡¡¡Libertad a todos los presos políticos del país!!!

¡CON LA FUERZA DE LA RAZON, POR LA NUEVA REVOLUCION!

COMANDO CENTRAL DEL
EJERCITO VILLISTA REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO

República mexicana, 2 de octubre de 2002