Ha terminado la semana mayor, bajo el impacto del grave conflicto interno que estremece la patria, en medio de un baño de sangre, a causa de una violencia que ha desbordado todos los límites y que desde el Estado,directo responsable de ella, solo se busca contenerla por la vía de la represión, el incremento del pie de fuerza y las medidas coercitivas, camino sin fin que solo anuncia el aumento de la tragedia.
Sin embargo, las causas que originan dicha tragedia, tales como el desempleo, la carencia de servicios públicos para numerosas colectividades, los niveles de represión, la galopante impunidad para los burócratas, politiqueros y miembros de la Fuerza pública, el creciente número de desplazados que bordea los seis millones, los mas de 57 mil desaparecidos, los miles de afectados climáticos desamparados por el gobierno y la carencia de oportunidades para una vida digna, Etc., solo merecen retórica y demagogia del gobierno y de los empresarios.
Sin duda, la Iglesia católica, tiene una importante responsabilidad en la búsqueda de un camino de soluciones a tan graves males dentro de un proceso de paz para el futuro de Colombia.
Con preocupación debemos expresar, que las altas jerarquías eclesiásticas, armonizadas con la clase gobernante, presentan significativas limitaciones, para aportar en un verdadero apostolado que opte por el compromiso con los pobres del país.
De allí la urgencia para que los pastores auténticos dentro de la iglesia, se comprometan cada vez con más fuerza, por la paz del país, lo que implica continuar sus esfuerzos, en su amor al prójimo, como lo hiciera con profunda dedicación Monseñor Jaime Prieto Obispo de Barranca y Cúcuta respectivamente.
El ELN, recuerda con beneplácito, y a propósito de esta Semana Mayor que acaba de terminar, los esfuerzos que un importante número de pastores hicieron al acompañarnos, en esfuerzos por la paz, y con esa valiosa experiencia, seguiremos empeñados en nuevos esfuerzos, que la paz de Colombia requiere.