A los explotados, inconformes, rebeldes, descontentos, incrédulos y cuestionadores.
Los movimientos sociales, que no existen en los programas del futuro,
brincan por todos lados,
y entonces toda la lógica del gobierno se dirige a destruirlos.
Ojarasca en La Jornada del 10 abril de 2000.
El movimiento armado revolucionario es un resultado lógico –inevitable– de la miseria, de la marginación y en estos tiempos, del neoliberalismo.
Es un grito de inconformidad y rebeldía popular. Los pueblos se rebelan antes que dejarse matar de hambre, o esclavizarse. Esa es una vieja historia que en nuestro país inicia con la llegada de los españoles y las guerras de resistencia de los pueblos indios.
Todas las revoluciones que nuestro pueblo ha realizado desde entonces han sido acusadas, en su momento, de ser movimientos ajenos a las causas que les dan origen: la injusticia y opresión.
De diabólicos y herejes, acusaron a los insurgentes que pelearon junto a Hidalgo y Morelos; asesinos, enemigos de la religión e incivilizados, fueron los epítetos contra los liberales juaristas que combatieron contra la reacción y enfrentaron la invasión francesa; robavacas, saqueadores, violadores y demás fueron los adjetivos con los que la prensa porfirista diariamente descalificaba a Zapata y Villa.
A Lucio Cabañas y Genaro Vázquez los acusaron de peligrosos agentes del comunismo internacional, y la guerrilla de los 70’s fue tachada de mercenaria y apátrida. Al EZLN el decrépito mental Luis Pazos lo acusa de estar financiado por Salinas.
Pero no solo los rebeldes que toman un arma para responderle al enemigo son descalificados por los poderosos, dueños de la Banca y de todos los negocios turbios y por ende también dueños de los calificativos. Basta que un movimiento social salte al escenario de la inconformidad con el status neoliberal para que se le acuse de cualquier cosa a cual mas inverosímil y hasta risible.
Ya sabíamos que de algo se nos iba a acusar y por eso no nos sorprende ver como coinciden la Policía Federal Preventiva (PFP), el gallo (o mas bien gallina) priísta, Francisco Labastida Ochoa, los diputados tricolores y blanquiazules, expertos militares y polis de la SPP en acusarnos de ser un montaje propagandístico que tiene intención de generar miedo entre la ciudadanía.
A ellos solo les decimos: ladran, síntoma de que avanzamos.
Otra acusación, lamentablemente hecha por un ex guerrillero de los 70’s es de que somos una creación oficial para infundirle miedo a la gente para revivir el contexto de 1994 y justificar ante la sociedad la existencia de la policía federal preventiva.
A este señor, que nos imaginamos ya mayorcito, lo invitamos a reflexionar y analizar bien las cosas antes de precipitarse a hablar de lo que desconoce porque su ex militancia en un grupo no implica conocimiento de todos los movimientos y mucho menos de los nuevos.
Muy distinto es el caso, completamente legítimo y hasta obligatorio, si a la ética profesional y personal nos atenemos, de sentir y expresar las dudas sobre nuestra razón de ser y hacer.
Dudas entendibles perfectamente en estos tiempos de maniobras perversas.
Para ustedes van estas palabras:
Es cierto que nuestro accionar repercute en los procesos electorales, nuestra intención no es obstruirlos sino corresponder a la esperanza y expectativas de un creciente sector de la población que ya no le apuesta a la vía electoral como medio para lograr democratizar la vida política ni para cambiar el modelo económico por otro menos desigual, mas justo.
Son factores ajenos a nosotros los que influyen positiva o negativamente en la campaña de cada candidato.
En cuanto a la inquietud respecto a que nuestra aparición no es positiva en este momento debido a que el país vive delicadas y confusas circunstancias.
Nosotros entendemos el momento político que vive el país, la falta de voluntad del gobierno para resolver el problema universitario y de Chiapas, la creciente represión y militarización, la agudización de la crisis económica, las campañas de desinformación y descrédito contra el gobierno capitalino, la ofensiva general contra el movimiento social y político, la falta de credibilidad y penetración de las campañas electorales.
Es precisamente este contexto lo que anima a las organizaciones revolucionarias a tener un papel mas activo en el acontecer nacional, porque partimos de la visión de que no es suficiente la lucha legal y pacífica para lograr el cambio revolucionario, es la combinación de todas las formas de lucha la que podrá derribar al gobierno neoliberal.
Efectivamente al gobierno la conviene generar confusión y promover el voto del miedo, haciendo un manejo, manipulando e intentando desvirtuar el sentido político de nuestras acciones y en eso coinciden la PFP, el ejército, algunos panistas y Labastida Ochoa.
Estamos de acuerdo en que el gobierno realiza una campaña de terror colocando explosivos en diferentes lugares públicos del DF, buscando alarmar a la población y presentar como incompetente al gobierno capitalino y por tanto generar el voto del miedo contra el PRD, tanto en los comicios distritenses como en los nacionales.
Pero también sabemos que en el actual contexto electoral, nuestra presencia revolucionaria no induce al voto del miedo sino promueve la participación activa y consciente de las masas en la lucha por el cambio democrático.
El movimiento revolucionario armado plantea alternativas concretas para enfrentar la política neoliberal. Concebimos el papel transformador de la izquierda como el arte de hacer posible en el futuro lo que hoy apenas se avizora, construir una fuerza social antisistema por eso sería lamentable que personalidades de izquierda cayeran en la posición tendenciosa del Estado al considerarnos como problema judicial que afecta la estabilidad del país, al que hay que perseguir y aniquilar.
Sabemos que las organizaciones armadas revolucionarias no generan miedo en el pueblo, generan simpatía en un país donde predomina la impunidad, la injusticia y la represión.
Lo sabemos muy bien porque llevamos en el corazón la encomienda y la esperanza de nuestro pueblo. Donde aparecemos nos piden que regresemos, que no los dejemos solos, cuando hablamos la población nos entiende porque somos ellos y ellos son nosotros.
Solo muestran temor y rechazo cuando aparecen el ejército, la PFP, judiciales o los paramilitares.
La guerrilla no genera miedo, lo genera el manejo de los voceros gubernamentales para inducir confusión para tratar de desvirtuar un movimiento legítimo.
La guerrilla no genera miedo en el pueblo, en la oligarquía si.
Aunque, quizá, retomando la experiencia contrainsurgente contra otros pueblos, la inteligencia mexicana se proponga crear, si no es que ya lo ha hecho, organizaciones armadas que se hagan pasar por revolucionarias, para golpear, desde dentro a la verdadera organización popular, para generar miedo en la población con acciones de guerra sicológica y para intentar aislar a los verdaderos revolucionarios. En estos casos todos debemos estar alerta para no ser sorprendidos.
Porque sabemos de lo que es capaz el gobierno en su afán de golpearnos, los felicitamos por sus dudas y cautela.
Es cierto que el Estado intentará crear un clima de incertidumbre que favorezca la represión que tradicionalmente ejerce, los gobiernos antipopulares necesitan toda la fuerza del Estado para mantenerse en el poder, la represión es una razón de Estado y para ejercerla le favorece el clima de confusión y temor, por eso intenta crearlo.
Pero también es cierto que cada vez mas sectores de nuestro pueblo nos organizamos en diferentes formas de lucha y tipo de organizaciones.
Que sean los hechos, nuestra práctica concreta y nuestros planteamientos los que hablen por nosotros y aclaren las dudas.
Finalmente queremos decirles que dijo una vez un sabio (que por cierto era rockero) que todo aquel que tuviera en sus manos un altavoz debía utilizarlo para gritar todos los males que aquejan a la humanidad. Nosotros tenemos el nuestro que es lucha guerrillera que se nutre y sostiene del apoyo de la población civil.
La nuestra es solo una forma de lucha que junto con, la movilización de masas, las células autogestivas, las insurrecciones y la combinación de todas las formas de lucha logrará vencer al sistema neoliberal que se aferra al poder.
Levantamos nuestras armas contra el enemigo porque ha sido y es una verdad muy grande que los pueblos se levantan antes que someterse. Vivimos tiempos de rebeliones, no de sometimientos.
Ustedes hablan de tiempos de confusiones, es cierto pero no es todo, también son tiempos de lucha y de esperanza.
Un saludo guerrillero y fraternal:
¡Contra la globalización económica neoliberal! ¡La mundialización de la solidaridad!
Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP).