LOS INDÍGENAS Y LA ESTRATEGIA DE GUERRA POPULAR PROLONGADA EN GUATEMALA: EL CASO DEL MRP IXIM
ENTREVISTA A MARIO ROBERTO MORALES
Por Ángel Rodolfo Palma Cruz
1. ¿Cuál es su opinión respecto a las posturas ideológicas de la organización revolucionaria Nuestro Movimiento (NM), que después se convirtió en Movimiento Revolucionario del Pueblo IXIM (MRP-IXIM), en cuanto a la participación de los indígenas en la lucha revolucionaria de Guatemala durante los años 1976-1982?
Respuesta: Yo mismo tuve a mi cargo la redacción de un documento que se llamó Línea de masas del MRP-Ixim, en el que la organización definía la incorporación de los indígenas a la guerra popular bajo criterios de clase social y no sólo de etnia. En esto diferimos de los documentos Racismo I y II, de la ORPA que, junto al MRP (aunque estos nombres aún no existían), había constituido la Regional de Occidente de las FAR, la cual se fragmentó en estas dos facciones en 1976, debido a diferencias que tuvieron que ver con esta concepción del indígena como sujeto revolucionario, con terminar la fase militar de acumulación de fuerzas y no esperar a que el EGP se desgastara (que era el criterio de la ORPA) y con una política de autonomía de los movimientos de masas respecto de la dirigencia guerrillera, con la que creíamos que debía haber coordinación y no subordinación.
2. ¿Cómo considera que conceptualizaron los indígenas su participación en la lucha revolucionaria durante los años 1976-1982?
Respuesta: En el caso del EGP, los indígenas de vincularon a las guerrillas por medio de Acción Católica e inspirados en nociones de la Teología de la liberación. En el caso de la ORPA, lo hicieron por medio de nociones indianistas que se parecían demasiado a las de Sendero Luminoso, influidas por el libro de Carlos Guzmán Bökler y Jean-Loup Herbert, Guatemala una interpretación político-social. Y en el caso del MRP, se intentó reclutarlos por medio de una conciencia de clase para-sí, por lo cual nosotros nos centramos en formar cuadros (indígenas) y no tanto en organizar poblaciones civiles (indígenas) de apoyo a los guerrilleros ladinos, como hicieron las otras organizaciones, para luego dejarlas desprotegidas (debido a su renuencia a movilizar a la población civil junto a los guerrilleros) frente al ejército cuando éste aplicaba su táctica de “quitarle el agua al pez”.
3. ¿Cómo se contrasta la conceptualización anterior con la de los indígenas que participaron en la lucha armada en los años 60 y hasta 1975?
Respuesta: La lucha armada de los 60 se ubicó geográficamente en la capital y el oriente, en donde la población indígena no era significativa. La gran excepción a la militancia ladina de estas guerrillas, fue la llamada Columna cachiquel, que organizó Turcios Lima, al mando de Román López “Pascual”, de sonadas acciones guerrilleras rurales en oriente. Además, la estrategia fue foquista, y consecuentemente se pensó que las masas apoyarían a los guerrilleros como había ocurrido en Cuba. La influencia nociva de la esquematización que Régis Debray hizo de la experiencia cubana en ¿Revolución en la revolución? llevó a suponer que se podía obviar “el análisis concreto de la situación concreta”.
4. ¿Cómo percibe que fue la receptividad de los indígenas respecto al discurso y propuesta ideológica de la ORPA, NM y MRP-IXIM?
Respuesta: Fue escasa. La incorporación masiva de indígenas que desbordó al EGP en el campo fue hecha por Acción Católica, la cual se aseguraba del apoyo de un Principal, y con él se iba la aldea entera. La consecuencia fue que la guerrilla no pudo armar ni entrenar ni movilizar a tanta gente y por eso la dejó desprotegida ante el ejército. Además, cuando la primera columna del EGP atrajo al ejército a la zona del Ixcán a principios de los 70, ajusticiando al “Tigre de Ixcán”, los indígenas se vieron obligados a optar por la guerrilla o por el ejército, según fuera su situación, su ubicación y su circunstancia inmediata. Eso polarizó a los indígenas en la zona y los llevó a matarse entre sí mediante Patrullas de Autodefensa Civil, guerrillas y soldados regulares.
5. ¿Cuál fue la concepción revolucionaria o postura ideológica de Édgar Palma Lau acerca de la participación de los indígenas en la lucha revolucionaria, en el contexto del debate interétnico surgido en esos años dentro de la Universidad de San Carlos y dentro de algunos grupos guerrilleros (ORPA, NM, MRP-IXIM) o movimientos revolucionarios estudiantiles en los cuales él participó?
Respuesta: Debate interétnico no hubo en Guatemala sino hasta los años 90. Lo de la USAC fue un debate ideológico-académico entre los seguidores de Severo Martínez y su La patria del criollo, y el libro de Bökler y Herbert. Edgar estuvo muy influido por las concepciones de estos dos últimos, las cuales eran indianistas y culturalistas, inspiradas en las inquietudes antropológicas francesas de la época, en relación a las luchas de liberación de los países africanos bajo el colonialismo francés, como fue el caso de Argelia y las correspondientes teorizaciones de Frantz Fanon (un intelectual nacido en la Martinica y, por tanto, latinoamericano). Después, Edgar evolucionó a posturas más remitidas a la clase social y a los criterios de organización económica, por encima de las consideraciones culturales y de etnia “a la francesa”. Pero ya no vio el fruto de esta discusión, pues cayó en combate antes de yo terminara la Línea de masas.
6. ¿Cuáles fueron las diferencias teóricas e ideológicas en la ORPA que provocaron su escisión y que dio origen a NM y MRP-IXIM?
Respuesta: Chicho (Edgar Palma) y Efraín (Carlos Enrique Rodríguez Agreda) fueron a entrenarse militarmente a Cuba por 6 meses y cuando volvieron, Rodrigo Asturias, quien había renunciado a su puesto de gerente de ventas de la Editorial Siglo XXI, en México, y había entrado a Guatemala para ubicarse en la Regional de Occidente, se había apoderado de buena parte de la organización. Esto provocó una lucha de poder entre los seguidores de Palma Lau y los de Asturias, la cual estuvo impregnada de diferencias de concepción revolucionaria: el criterio para incorporar a los indígenas a la guerra, el criterio para la vinculación y coordinación entre las organizaciones de masas (y sus acciones) y la dirigencia guerrillera, y el dilema de si se debía esperar o no a que el EGP se desgastara por haber iniciado antes las hostilidades contra el ejército. Los que seríamos de NM y el MRP pesábamos que con el indígena había que aplicar un criterio de clase y no de etnia, que con las masas había que coordinarse y no subordinarlas, y que había que iniciar acciones militares ya y no esperar a que el EGP se desgastara para surgir nosotros, pues se trataba de una competencia desleal que a la postre nos desgastaría a todos. Por eso se partió la Regional de Occidente, y la ORPA surgió en 1979 y el MRP-IXIM en 1983. Este último no es –como reza la falsa versión de la URNG– una escisión de la ORPA, sino el resultado (al igual que la OPA misma) de la partición de la Regional de Occidente de las FAR.
7. ¿Cuál es su opinión frente a la dicotomía etnias o masas, la cual se debatió dentro de las organizaciones guerrilleras y dentro de la USAC, sobre la forma de participación de los indígenas en la lucha armada en Guatemala? ¿Existe otra posición aparte de esta dicotomía?
Respuesta: Lo de “etnias o masas” tiene que ver con la postura de NM y el MRP sobre que a las etnias había que tratarlas como masas desde una perspectiva clasista, y que los militantes guerrilleros indígenas se incorporarían a la acción militar como cualquier otro combatiente. En cuanto a las comunidades y organizaciones indígenas de masas, el tratamiento sería también clasista y no étnico. Este era nuestro criterio. El criterio culturalista-etnicista era de la ORPA. Las FAR no se pronunciaban al respecto. Y el PGT seguía hablando de una vanguardista “clase obrera”, como si Guatemala fuera un país industrializado, y del indio como un lastre para la revolución socialista.
8. ¿Qué piensa usted sobre la necesidad de la participación o no de los indígenas en el movimiento armado?
Respuesta: Su participación era fundamental en la estrategia de guerra popular prolongada. El debate no era si incorporarlos o no, sino cómo hacerlo. Indagando el “cómo” me llevó a mí a estudiar las religiosidades precolombinas para poder escribir los cinco documentos del IXIM: El Libro azul, la Línea de masas, El estilo de trabajo y El trabajo internacional (de los que no pude conservar copia alguna). Esa experiencia constituyó un enorme proceso de formación para mí.
9. ¿Y qué pasó con los indígenas después del fracaso del movimiento armado?
Respuesta: Pues ocurrió que cuando las guerrillas del EGP y la ORPA fueron derrotadas, los indígenas se sintieron manipulados por los guerrilleros y por el ejército, y eso provocó una espontánea reacción antiladina que fue el caldo de cultivo para que las iglesias evangélicas, las universidades gringas y la cooperación internacional, cooptaran el potencial de movilización indígena y domesticaran su movimiento hasta convertirlo en una miríada atomizada de grupos culturalistas “políticamente correctos”, subalternistas y poscolonialistas que viven de la cooperación internacional y no organizan a sus masas en torno a reivindicaciones económicas (como sí lo hizo y lo hace Evo Morales), sino que se regodean en la reivindicación identitaria y el reconocimiento de la diferencia cultural, dándose a sí mismos el atractivo nombre de “mayas”.
10. ¿Y Rigoberta Menchú?
Respuesta: Pues aquel fue también el caldo de cultivo para el surgimiento de una figura tan nefasta para el movimiento indígena como Rigoberta Menchú, máxima exponente de la puesta en escena de la “otredad” para donantes europeos torturados por la culpa de la aventura colonial de sus países en los siglos XV al XIX, y del culturalismo inmovilista del movimiento “maya”. El descalabro del prestigio que alguna vez tuvo Menchú como símbolo de los pueblos indígenas está a la vista, expuesto en sus garrafales y jamás admitidos errores de todos conocidos, como sus mentiras sobre haber sido testigo ocular de las atrocidades de la contrainsurgencia, sus fallidas y tortuosas incursiones en el mundo de la industria farmacéutica de productos genéricos, sus desafortunados silencios de agradecimiento a Francia en relación con sus pruebas nucleares en Mururoa, y a México respecto del movimiento zapatista; sus líos con la justicia por anomalías en sus cuentas bancarias guatemaltecas y, sobre todo, su cínica explicación de que la sonora derrota electoral que sufrió por abrazar fundamentalismos etnicistas con su racista (porque sólo admite “mayas”) partido Winak, se debió a que ella es mujer e indígena, lo cual constituye una estafa para los indígenas y ladinos (no para los criollos ni extranjeros) que la apoyaron.
11. ¿Volverá Menchú a competir por la presidencia y seguirá vivo el fundamentalismo “maya”?
Respuesta: Por supuesto. Mientras haya cooperación internacional, habrá puesta en escena de sociedad civil y de otras realidades que, en Guatemala, no son sino meros simulacros auspiciados por aquélla, la cual es el brazo ideológico y cultural del capitalismo corporativo transnacional, bajo el que se impulsan las fraudulentas olas privatizadoras y prosperan los grupos paralelos de un país que no gasta lo que produce sino las remesas de sus ilegales, y cuyo sistema financiero prospera del lavado de narco dinero. Esta es la Guatemala “de la paz”. La de la victoria de la derecha sobre una guerrilla claudicante, en la que el partido racista de Menchú prospera como cualquier oenegé.