"(…) Los soldados gritaban:
—¡Ríndete Lucio Cabañas!
Pero el Comandante les contestaba gritando
sin que le temblara la voz:
—¡Aquí nadie se rinde! ¡Viva el Partido de los Pobres!
¡Viva México! ¡Hasta Vencer o Morir!”
Fragmento del libro Lucio Cabañas y el Partido de los Pobres.
Una experiencia guerrillera en México.
Al pueblo pobre de México:
Compañeros, el arduo e incesante trabajo que estamos desarrollando para la construcción y consolidación de bases de apoyo populares en diferentes Estados del país, no puede ser un obstáculo para no dedicar unas cuantas pero muy sentidas palabras al comandante Lucio Cabañas Barrientos, muerto en combate hace ya 30 años.
Al comandante Cabañas le tocó la enorme tarea de crear un Partido que aglutinara con sus demandas y soluciones al pueblo más pobre del país. Y lo logró, aunque no hubiera podido consolidarlo en todo el país. Hablamos de la creación del Partido de los Pobres, el PDLP, y de su Brigada Campesina de Ajusticiamiento.
Después de Rubén Jaramillo, del Grupo Popular Guerrillero, encabezado por el maestro Arturo Gámiz, de la guerrilla del joven estudiante Oscar González Hiriarte y de la Asociación Nacional Cívica Revolucionaria dirigida por el maestro Genaro Vázquez, no existió otra guerrilla tan arraigada al pueblo como la Brigada Campesina de Ajusticiamiento del Partido de los Pobres.
Lucio Cabañas, maestro muy querido por sus alumnos, por los padres y madres de éstos, y también respetado, aún de mal modo, por las autoridades gubernamentales, agotó todos los tipos de lucha legal posibles. Hasta que quisieron asesinarlo un 18 de mayo de 1967; hasta que atestiguó cómo ese maldito día el gobierno asesinaba a mansalva a algunos de los padres de familia que lo protegían con sus cuerpos; hasta que pudo observar cómo una vorágine de rabia popular lo defendía del gobierno; sólo entonces decidió subirse a las montañas, llevar adelante la vida clandestina y prepararse para la revolución. Es cierto, Lucio ya había empezado a crear desde antes redes clandestinas de trabajo político con el pueblo. Lucio lo hizo porque estaba convencido ya de que un cambio pacífico en México, en beneficio de todo el pueblo, era -como lo sigue siendo hoy- imposible. La matanza del 18 de mayo en Atoyac sólo vino a confirmarlo.
Lucio Cabañas no estuvo solo nunca. El pueblo lo respaldaba. Y cuando decimos que el pueblo lo respaldaba no exageramos. Lo que pasa es que cuando hablamos del pueblo no nos referimos a la ambivalente “sociedad civil” sino a la gente pobre y honesta que conserva, en palabras de José Martí, un mínimo de decoro, la suficiente dignidad que la hace indomable. El PDLP fue ni más ni menos que una de las expresiones populares organizadas más importantes del pueblo a lo largo de toda su historia. El pueblo, de manera independiente, dispuesto a luchar a muerte por sus justas reivindicaciones, eso era el PDLP.
Estamos seguros de que hasta antes de 1994, cuando reaparecen públicamente diversos ejércitos guerrilleros y otras agrupaciones armadas del pueblo, no se tuvo conocimiento de otra manifestación de rebeldía popular más importante y genuina como la del PDLP. Ciertamente, las FLN, el PROCUP y otras organizaciones político-militares no dejaron nunca de trabajar, pero lo siguieron haciendo desde la clandestinidad, dada la campaña generalizada de represión gubernamental en contra de toda manifestación social, política o política-militar del pueblo.
En ese sentido, sólo la estrategia de guerra sucia del parte del gobierno mexicano pudo evitar el crecimiento del PDLP y su triunfo definitivo en todo el país. Hoy el ejército federal puede contar entre sus “glorias militares” haber torturado, desaparecido y asesinado a cientos de mexicanos indefensos, sobre todo guerrerenses, antes de poder dar con Lucio Cabañas. Hoy que el gobierno y ejército federales se dicen tan abiertos al escrutinio y honestos, deberían hablar sin tapujos de la manera como negociaron, apoyados por el gobierno norteamericano, con Isabel y Anacleto Ramos Ramírez, connotados narcotraficantes de Guerrero, diversa información acerca de los movimientos tácticos de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento en la sierra de Guerrero.
A la mala, sólo a la mala pudieron con Lucio Cabañas. Ningún ejército debiera vanagloriar-se de una victoria militar obtenida por medio de alianzas con narcotraficantes y con torturas, desapariciones y asesinatos de gente civil. Jamás el honor militar de los antiguos militares mexicanos, sus grados más altos: águila, tigre, otomí, fueron obtenidos matando a adversarios indefensos. Por el contrario, esos grados se los ganaban combatiendo con valor y dignidad. En este sentido, el ejército federal mexicano se parece más a su equivalente norteamericano actual que al que, por ejemplo, combatió al ejército francés en el periodo de Benito Juárez. Desde que Carranza usó los métodos más bajos, incluido el de la traición, para aplastar a los zapatistas y villistas, el ejército federal no cuenta con campañas honorables. (Salvo, quizá, la defensa del puerto de Veracruz, hecha precisamente en contra del mismo ejército al que hoy cada vez está más subordinado.) Y esos mismos métodos fueron los que el ejército federal, comandado por un agente secreto de la CIA, Luis Echeverría Álvarez, utilizó en contra de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento.
Lucio Cabañas, hijo de revolucionarios zapatistas, vive, y es inmortal. En México, ninguna organización político-militar actual, por muy original, grande y exitosa que sea, puede menospreciar el legado histórico de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento del PDLP. Enormes enseñanzas se pueden obtener para la lucha actual a partir del estudio serio y pormenorizado de esa experiencia guerrillera. Podemos decir sin equívoco alguno que no se puede explicar el mejor desarrollo que en general tienen las organizaciones político-militares actuales del país, sin atender la experiencia de la guerrilla cabañista.
Lucio Cabañas y su Brigada Campesina de Ajusticiamiento, sin duda son parte de esos pa-triotas que fueron y son verdaderamente quienes obligaron y han obligado a abrir los pocos espacios relativamente democráticos que hoy existen en el país. Los cretinos y los oportunistas de siempre, cuyos nombres los omitimos porque ensuciarían este texto, siempre ignoran y desdeñan esta verdad.
Lucio Cabañas, las montañas te extrañan. Todos te extrañamos y trabajamos fuerte para que pronto puedas acompañarnos en el largo sendero que aún nos falta recorrer.
Por último, nosotros, como el comandante Lucio Cabañas, siempre nos hemos asumido de manera honesta y franca ante el pueblo como marxistas-leninistas. No somos comunistas vergonzantes. Luchamos, como el comandante Lucio Cabañas, por el socialismo. Y cuando alguien pueda acudir a una de nuestras bases de apoyo, encontrará que sus habitantes luchan por eso también, por el socialismo. Encontrarán gente sencilla del pueblo sin miedo a los “demonios” del socialismo, sin prejuicios absurdos. Encontrarán campesinos y obreros marxistas, leninistas, maoístas, zapatistas, villistas, magonistas, jaramillistas y, por supuesto, también cabañistas. Pero encontrarán compañeros socialistas más solidarios, más honestos, más humanos y más democráticos que cualquier dirigente, sin importar su nivel jerárquico, de cualesquiera de los partidos políticos con registro legal que existen en México.
Hoy las FARP también nos asumimos como cabañistas. Y declaramos estar muy orgullosos de ser guerrilleros que con todos nuestros defectos formamos parte de todos los luchadores sociales que dan continuidad concreta a la lucha inconclusa del Comandante Lucio Cabañas Barrientos.
¡Viva el Comandante Lucio Cabañas Barrientos!
¡Viva la Brigada Campesina de Ajusticiamiento!
¡Viva el Partido de los Pobres!
¡Viva el Pueblo en Armas!
¡Patria libre!
¡Y socialista!