Tupamaros: germen de la lucha armada en Uruguay

TUPAMAROS: GERMEN DE LUCHA ARMADA EN URUGUAY

Las cosas insólitas pueden ser realidad. Mucho se está polemizando con respecto a la táctica y estrategia revolucionaria, y sobre la existencia de países con condiciones objetivas para un proceso de lucha armada y otros en los que estas condiciones no están dadas, por lo que no admitirían las tácticas de guerra en el camino hacia la liberación.

Uruguay es un país que desde hace algunos años produce noticias que obligan continuamente a revisar conceptos básicos que por su historia ya se consideraban consolidados. Nos referimos a las bases de su vida institucional, a sus formas de convivencia, a su nivel de desarrollo y a esa paz social de "isla europea" que le caracterizó.

Ahora sabemos que su economía se ha dete¬riorado sistemáticamente en el juego del sistema capitalista; que su moneda —ejemplo de solidez en los primeros cincuenta años de este siglo— ha perdido significación, que la inflación está empobreciendo a la gran estructura de la clase media hasta ahora predominante en número, y que se están destruyendo las bases de su sistema de seguridad social que fue ejemplo y avanzada reformista por muchos años en América Latina.

Sabemos también, y en varios artículos de PUNTO FINAL lo hemos comentado, que su tradicional sistema de democracia política se ha resentido hasta el punto que, al mejor estilo de la dictadura argentina, brasileña, paraguaya y de tantos otros lugares de este continente, ya tiene prensa y organizaciones políticas clausuradas.

Tal proceso de deterioro del Uruguay, como "país-empresa" y de su sistema socio-político, no conlleva teóricamente a suponer que pueda llegar a ser un país clave en el proceso de la lucha armada revolucionaria. Se estima que su población —predominantemente clase media—, en un setenta por ciento urbana y en la que está arraigada una costumbre política electoralista de coparticipación entre partidos de derecha e izquierda, no tendría capacidad para salir de su crisis por el camino de la violencia revolucionaria. Tampoco se supone que, por su condición y posición geográfica en medio de Argentina y Brasil, un proceso armado triunfante en forma aislada pudiera adquirir madurez y consolidarse antes que el aparato del imperialismo le destruyera.

Sin embargo, también desde hace algunos años, los cables, notas periodísticas, publicaciones de izquierda y diversos otros canales de noticias han ido informando del desarrollo en Uruguay de formas de lucha en el método de la "acción directa". La repetición pe¬riódica y sistemática de acciones de este tipo demostró bien luego que eran fruto de una organización. Su continuidad, sin que el sistema represivo pudiera controlarla, fue mostrando, a la vez, que esa organización tenía eficiencia en su sistema de acción y contaba con algún tipo de apoyo y cobertura que ga-rantizaba su seguridad.

A través de un lento proceso de aclaración pública entre las versiones policiales, por un lado, y el convencimiento en los sectores de la izquierda del sentido político y revolucionario de esos acontecimientos, por el otro, se fue conociendo en Uruguay a los tupamaros.

Desde 1963 hasta ahora han venido actuando en función de un plan y una táctica política que, sin duda, aun se considera inadecuado para Uruguay por la gran mayoría del pueblo uruguayo. No obstante ello, el movimiento perdura, y debe ubicársele en el contexto de las diversas organizaciones para la lucha armada en el proceso de la revolución de América Latina. En este proceso, que ya muy pocos conciben fraccionado para el continente, no puede ignorarse ninguno de los esfuerzos revolucionarios que se realizan en todos y cada uno de los países, cualquiera sea la etapa en que se encuentren y la magnitud de los mismos.

Entendemos que esto es válido aun en aquellos casos en que las opiniones de los "dentistas" del pensamiento revolucionario nieguen sus posibilidades o lo que es peor, nieguen los propios hechos ya acontecidos.

¿QUIENES SON LOS TUPAMAROS?

Para ubicar este particular movimiento político, es significativo partir señalando que el propio nombre con el que se les conoce, tiene raíces de rebeldía. Tupac Amaruc, el cacique de los incas, murió quemado en la plaza pú¬blica y quedó como símbolo de resistencia frente al Imperio de España. Los intereses reaccionarios de aquella época de la dominación española, y en especial los del Río de la Plata, llamaron desde entonces tupamaros a todos los movimientos de rebeldía que sucedieron a la muerte del heroico inca. En Uruguay, varios años después de la derrota militar de Artigas, los diarios oligárquicos registran la continuación de incidentes en el medio rural atribuidos a bandas de maleantes "tupamaros" que asolaban con robos y asaltos las haciendas y las propiedades de los terratenientes. Realmente se trataba de los últimos síntomas de resistencia del diezmado ejército de gauchos patriotas de Artigas, que procuraban la recuperación del proceso revolucionario derrotado por el acuerdo militar de Portugal y Argentina. El nombre de "Tupamaro" está, pues, ubicado en los orígenes de la rebeldía indoamericana. No es caprichoso, entonces, que el actual movimiento —germinado desde fines de los años 50 en el campo uruguayo— haya sido denominado en sus inicios con tal nombre.

RAICES DEL MOVIMIENTO TUPAMARO

El proceso de industrialización y la gran concentración urbana que caracterizó al Uruguay de post guerra, mantuvo por muchos años distraída la atención de los grupos de izquierda y el esfuerzo de sindicalización fuera de los asuntos rurales del país. Ello fue ayudado por las características de la explotación agropecuaria del Uruguay, que ocupa muy poca mano de obra y la mantiene desparramada en medio de las haciendas latifundiarias o que tiene características minifundiarias en las zonas agrícolas. En esas circunstancias, nunca resultó fácil ni se consideró urgente ni importante la politización y organización de cuadros rurales.

Sin embargo, cuando después del año 1955 empezaron a aparecer los primeros síntomas de la crisis endémica del país, también llegaron índices de condiciones conflictuales en algunas zonas de producción agrícola. Se trataba de problemas en "islas" proletarias de mayor concentración poblacional que se daban en la zona arrocera, en las plantaciones de remolacha azucarera, en las de caña de azúcar del norte del país y también en el sector de trabajadores rurales vinculados a! sistema de tambos de la cuenca lechera de Montevideo. Numéricamente, la masa de trabajadores de esas zonas no tenía ni tiene aún mucha significación en el total de la población ocupada del país, pero la forma en que se daba su explotación y las condiciones de vida de los trabajadores y sus familias, reclamaba antes como ahora el trabajo y el apoyo de las organizaciones revolucionarias.

Por esa época el Partido Comunista promovió la organización y el trabajo político entre los trabajadores de los tambos, y el Partido Socialista radicó cuadros militantes para apoyar a remolacheros, cañeros y arroceros.
Raúl Sendic, en esa época militante y dirigente del Partido Socialista, tomó la responsabilidad de orientar, asesorar, organizar y movilizar en primer término a los trabajadores remolacheros del departamento de Paysandú (ubicado en el noroeste de Uruguay frente a la provincia de Entre Ríos de Argentina), y, mas adelante, a los trabajadores de las plantaciones de caña de azúcar abastecedoras de la empresa estatal ANCAP en el departamento de Salto, y de las empresas norteamericanas CAINSA y AZUCARLITO en el departamento de Artigas, limítrofe con Brasil y Argentina, en el norte.

En el trabajo de liderazgo, primero sindical y después político de Sendic, en dicho medio proletario rural, y particularmente en el movimiento cañero, se encuentran las raíces de! actual Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros).

EL PROCESO DE PROFUNDIZACIÓN POLÍTICA DE UNA LUCHA SINDICAL

La tarea ejemplar y de sacrificio del militante socialista, Raúl Sendic, principalmente basada en un paciente trabajo de ambientación e integración al medio laboral, tuvo una respuesta positiva en la organización del sin¬dicato cañero (Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas, UTAA), y en las reivindicaciones laborales. Por primera vez en la historia, una organización sindical rural logró la efectiva aplicación de las leyes laborales de horario, descanso semanal y reivindicaciones salariales, superando la persecución empresarial y policial, en especial esta última que, en el campo, actúa en desembozada y clara convivencia con los patrones.

Ese avance laboral significó ejemplares luchas y sacrificios. La miseria del campo y de la explotación agrícola en medios como el de los cañeros, eran hechos desconocidos en la ciudad. Los cañeros, orientados por Sendic, hicieron conocer sus problemas y su lucha laboral a la ciudad en una marcha de 600 kilómetros a pie, con sus familias, hasta Montevideo. En esa primera experiencia de 1962 la ciudad conoció el problema cañero y los cañeros conocieron la ciudad: su policía, sus dirigentes sindicales, los políticos de derecha e izquierda, las luchas de tendencias y los intentos de aprovechamiento sectario de su movimiento. Vieron también correr por primera vez sangre inocente cuando a raíz de una provocación de dirigentes de la Confederación Sindical del Uruguay (pseudo central financiada por Washington) fue baleado el grupo de cañeros y herida mortalmente una señora que pasaba por el lugar.

Esa primera etapa de lucha, fundamentalmente de tipo laboral, no fue insensible ni indiferente al proceso político nacional —agudizado en sus contradicciones por la crisis del sistema— y mucho menos a los acontecimientos revolucionarios del continente.

Tanto Sendic como los restantes dirigentes y cuadros avanzaron en la dinámica del propio proceso, profundizando paulatinamente sus planteos. El gremio cañero apreció así, a su manera, que las fluctuaciones de la rentabilidad empresarial derivadas de la cambiante situación económica del país se volcaban en el sector trabajador con cierres periódicos de la actividad, desocupación parcial y ningún tipo de garantías para los espacios vacíos entre zafra y zafra. No alcanzaba con las supuestas garantías de la legislación laboral para los períodos de trabajo cuando el desamparo tenía raíces en el sistema mismo de explotación. Fue asomando así la conciencia política en los cuadros dirigentes y en las bases del gremio, y en esta maduración fue fundamental el ejemplo del triunfo revolucionario en Cuba y los primeros pasos del proceso de construcción socialista que encaminó el gobierno de Fidel Castro. Los trabajadores cañeros "vieron" entonces que vivían en una "isla de explotación agrícola en el medio de un mar de latifundios ganaderos mal explotados, desperdiciados y desolados".

La reivindicación de la población de cañeros se pro¬yectó políticamente al reclamo de expropiación de tierras para los cañeros. Tierras para trabajar, para producir y para generar alimentos para sus familias. La UTAA encaminó su reivindicación a términos concretos: identificó 30.000 hectáreas de campo cuyas dueñas, viudas y solteronas que vivían en la ciudad, las tenían abandonadas, y encaminó al Poder Legislativo el requerimiento de una ley de expropiación de esa tierra y su entrega a los trabajadores cañeros y sus familias.

El gremio se estrelló entonces —en 1963 y 1964— con la oposición del sistema burgués, con la indiferencia aliada a la oligarquía del sistema parlamentario y con una estéril adhesión periodística, parlamentarla y gremial de las organizaciones y partidos de izquierda. No hubo tierra para los cañeros a pesar de la permanente denuncia del gremio, materializada en la prosecución de su lucha y en la reiteración de sus heroicas marchas sobre Montevideo. En 1964 y en 1965 la población cañera volvió sobre Montevideo, planteó nuevamente su drama de miseria y hambre, acampando alrededor del Palacio Legislativo, y su militancia y su gente regresó una y otra vez a sus pagos cada vez con un poco más de claridad y conciencia política.

La UTAA sigue aun hoy organizada como trinchera sindical y con sus banderas de lucha enarboladas bajo la consigna de "Por la tierra y con Sendic".

En la reciente concentración de trabajadores que se realizó en Montevideo con motivo del 1º de mayo, estaba la columna de cañeros que culminó nuevamente en 1968 su pertinaz esfuerzo de atravesar el país a pie para denunciar su explotación y miseria. La crisis del país muestra a los cañeros que la situación del proletariado urbano cada vez es más parecida a la de ellos mismos y el proletariado urbano ya conoce y entiende a sus compañeros cañeros.

Esta crónica informativa no puede tener rigor cronológico. La organización política que inició sus actividades entre 1962 y 1963, y que se autodenominó inicialmente "Tupamaros" es clandestina. Muchas cosas se le han atribuido en las páginas policiales para ligarlo ante la opinión pública con el concepto de delincuencia. Es ese, por otra parte, un método tradicional de las fuerzas represivas durante el desarrollo de un proceso de lucha armada. Muchas otras acciones han quedado quizás ocultas en las noticias diversas.

APARICIÓN Y EVOLUCIÓN DEL MOVIMIENTO TUPAMARO

La punta más notoria de la madeja de sus actividades, y que dejó desde entonces a Sendic y a otros militantes en calidad de perseguidos por la justicia burguesa, fue la apropiación de armas de un club de tiro del interior del país, en julio de 1963.

Después de eso y desde que la dirigencia del Movimiento quedó definitivamente en la clandestinidad, hasta ahora, una larga lista de acontecimientos se le atribuye entre las versiones oficiales de la represión y los rumores de las bases de Izquierda: Un atentado contra las instalaciones de la Radio Curve y Voz del Aire por su permanente difamación de la revolución cubana; otro en perjuicio del City Bank y otras empresas norteamericanas cuando el gobierno de Uruguay, en obsecuencia ante la OEA, rompió relaciones con Cuba; la explosión de bombas en los domicilios de los miembros del entonces Consejo de Gobierno; el incendio de omnibuses y micros urbanos cuando las empresas privadas obtuvieron el aumento de tarifas; la incautación de dos camiones de un almacén de comestibles y el reparto de los víveres entre las familias en huelga de los frigoríficos; la explosión de una bomba en el domicilio del jefe de policía, coronel Aguerrondo, en respuesta al apaleo que éste ordenó contra los trabajadores de los frigoríficos durante una huelga; el atentado contra la empresa Bayer cuando internacionalmente se denunció que esta firma abastecía de gases tóxicos al ejército norteamericano para la guerra en Vietnam; diversas incautaciones de armas y dinamita; varios asaltos o "expropiaciones" a bancos y empresas, para el financiamiento de sus actividades; y otros acontecimientos que en la indagación quedan —para el cronista— en el campo de la imaginación y el misterio.

En la realidad parece ser que la organización en sus inicios partió con un esquema limitado al concepto de "brazo armado" de la izquierda política e inicialmente convencida —por su génesis y por la traslación esquemática de la experiencia cubana— de la necesi¬dad de su desarrollo fundamental en el medio rural. En su proyección posterior, el grupo evolucionó hasta organizarse como movimiento político revolucionario integral al que la experiencia ha llevado a operar en todo el territorio y a balancear las actividades urbanas y rurales en función de la realidad objetiva de un país en el cual el 70% de la población es urbana y el 45% —además— está concentrada en Montevideo. En ese proceso la organización ha crecido y ha diversificado sus cuadros. Al núcleo inicial de militantes políticos socialistas —Sendic y otros—, y cuadros trabajadores rurales, se han incorporado cuadros de extracción proletaria urbana, estudiantes, trabajadores bancarios, etcétera, cuyo origen en lo que se refiere a tendencias políticas de izquierda, no ha sido precisamente homogéneo. Alguien ha explicado que el nucleamiento alrededor de procesos como el de los Tupamaros —y como fue en su época la aventura del "Granma"— no responde a ningún esfuerzo orientado, sino a condiciones subjetivas espontáneas de cuadros revolucionarios que superan por un lado los esquemas ideológicos de su formación política inicial y por otro el arraigo a la forma de vida habitual en el marco de la familia, el trabajo las actividades políticas rutinarias.

Así el Movimiento Tupamaro evolucionó al actual Movimiento de Liberación Nacional como organización política revolucionaria que basa en la acción directa —como semilla para la formación de cuadros y como guía para la toma de conciencia y politización de las masas— su táctica para poder desarrollar el proceso de la lucha armada en Uruguay, cuando la coyuntura de la lucha por la liberación socialista de América Latina así lo permita y exija.

LOS TUPAMAROS Y LOS PARTIDOS DE LA IZQUIERDA TRADICIONAL

Por razones que han quedado implícitas en todo lo anterior, los nexos del grupo de acción directa han sido siempre especialmente fuertes con el Partido Socialista. La dinámica del proceso del Movimiento Tupamaro y los problemas políticos que atravesó el partido Socialista desde 1959 hasta el presente en su tránsito de la línea socialdemócrata a su actual postura marxista-leninista con adhesión a los acuerdos y declaraciones de OLAS, fueron gradualmente independizando la acción de los dirigentes y cuadros socialistas que participaron desde el inicio en la organización del grupo Tupamaro y dando autonomía al movimiento como tal, ya que como se indicó antes, creció y se organizó además con cuadros de otras tendencias políticas. El Partido Socialista, en su proceso de radicalización de línea, no tuvo capacidad para adecuar su organización y forma de actuar, y dar al mismo tiempo la batalla ideológica con las distintas tendencias fraccionalistas que fue expulsando y que por métodos divisionistas intentaron predominar en la conducción del partido en esos años. Haciendo un balance de las opiniones recogidas para esta recopilación, se puede afirmar que mientras los grupos escindidos del Partido Socialista en los últimos ocho añas han ido desapareciendo del panorama político, el núcleo que generó el Movimiento Tupamaro ha sido el único que se ha consolidado, organizado y fortalecido. Hablando en favor del PS, se puede decir que tal núcleo fue el único que en sus inicios fue impulsado orgánicamente por el partido de acuerdo a la línea política que año a año fueron radicalizando los sucesivos congresos de su militancia. A su vez, en posición crítica del partido está claro que la posibilidad de mantener una vinculación orgánica con el aparato para la acción directa desarrollada, superó la capacidad de conducción de su dirigencia política. En lo que se refiere al Partido Comunista, los primeros años de las actividades parecen haber sido de relaciones prescindentes, cuando no encontradas. En ello influyeron, según parece, las características comunes del trabajo de todos los PC en América Latina: actividad que no controlan no es a priori aceptable. También la problemática interna de la izquierda de Uruguay en la cual nunca se logró conciliación de los partidos marxistas; Sendic era hombre del PS, sus nexos mayores los tenía con el PS, por lo tanto el avance de su movimiento no era apoyable. Por último, lo fundamental, siembre existió contradicción con el PC en lo que se refiere al planteo y a la forma de la lucha sindical de los cañeros —en una primera etapa—, y a la línea y táctica revolucionaria de la acción política en la etapa de desarrollo y consolidación del Movimiento Tupamaro. La concreción práctica que este Movimiento ha encaminado de los acuerdos y los alcances de la declaración de OLAS, se contradice con la posición de los PC del continente sobre el camino de la revolución. En este sentido tanto Sendic como todo el Movimiento han sido repetidas veces acusados de "aventurerísmo revolucionario" por dirigentes y teóricos del PC y por sus órganos de prensa e información.

En la actualidad el Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) existe para todos, y se podría decir que su trabajo es fraternalmente considerado por el Partido Socialista, por el MRO (Movimiento Revolucionario Oriental), por la FAU (Federación Anarquista del Uruguay) y respetuosamente tratado por el Partido Comunista.

SANGRE Y PRISIÓN DE TUPAMAROS EN SUS AÑOS DE LUCHA

La opción por la "acción directa" tiene su precio de sacrificio y el sacrificio puede llegar hasta la muerte, aun en Uruguay. El grupo Tupamaro desarrolla una actividad diariamente sacrificada en lo que significa la vida de marginación y clandestinidad de sus cuadros, y el trabajo silencioso, no aparente, de los militantes de cobertura del trabajo revolucionario.

Hasta lo que puede llegar la imaginación sobre la realidad del sacrificio, va mucho de subjetivo de quien escribe la crónica y de quien la lea. Sin embargo, en la lucha revolucionaria —desde lo que cuentan los relatos de Guevara, pasando por el recuento de las etapas de la revolución china, o los elementos de los dolorosos reveses de la guerrilla en Bolivia, o las experiencias de la guerra urbana de Santo Domingo, o la acción clandestina urbana de las FAR de Guatemala o el MIR en Venezuela— todas las etapas son de sacrificio y riesgo, aun el incipiente proceso formativo de cuadros y conciencia que están impulsando en Uruguay los Tupamaros.

En dos oportunidades los Tupamaros tuvieron encuentros frontales con la policía, y en ambas ocasiones fueron hechos fortuitos —totalmente ajenos a ninguna acción concreta—, los que motivaron esos encuentros.

En diciembre de 1966, la organización vivió el momento más crítico de su existencia. Circunstancias casuales, vinculadas al robo de una camioneta cuando un grupo de la organización estaba cambiando su local de ope-raciones, les hizo verse perseguidos por un patrullero policial con el que se produjo un tiroteo en el que resultó muerto el militante Carlos Flores. Los elementos que la policía obtuvo de la camioneta abandonada y averiguaciones resultantes de ese acontecimiento, llevaron a la ubicación de algunos locales de trabajo en los días siguientes. Así, en uno de ellos se produjo un nuevo encuentro entre policías y Tupamaros del que resultó muerto el militante Mario Robaina y un comisario, y fue apresado un peón rural que la policía consideró vinculado al Movimiento.

En noviembre de 1967, cuando un grupo policial estaba investigando en un barrio bal¬neario a 30 kilómetros de Montevideo con motivo de un robo común, fortuitamente llegó a una casa-refugio de un núcleo Tupamaro y en la etapa de identificación se desencadenó una balacera de la que quedó herido un policía y también —según la crónica policial— un Tupamaro cuando huía junto con otros militantes que le protegieron.

Esos hechos, más la prisión y condena de tres dirigentes cañeros a raíz de un frustrado asalto a un banco en el intento de avenir fondos para alimentar a los compañeros y familias durante la marcha de 1965, constituyen evidentemente las primeras entregas de honor y sacrificio en la revolución socialista del Uruguay.
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Fuente: Suplemento a la edición Nº 58 de Punto Final. Santiago de Chile, 2 de julio de 1968.