Los escollos de la paz

LOS ESCOLLOS DE LA PAZ*

Ya hemos expuesto las dificultades a superar, en un camino hacia la paz y ésta semana han abundado los ejemplos, no por ello, perdemos la confianza, por el contrario, reafirmamos nuestro compromiso en la monumental empresa.

Si hemos resistido medio siglo de guerra, continuar buscando la paz, sigue siendo nuestra apuesta. En ello nos animan millones de humildes de esta patria herida y mancillada, a quienes se les ha negado ese derecho, consagrado en la Constitución Nacional, hasta ahora como adorno.
En los días pasados, el presidente Santos, nos convocó públicamente a participar en el proceso de paz, y entendemos su llamado, como respuesta a nuestras reiteradas solicitudes y exigencias, para iniciar ese camino.

Señor Presidente, usted sabe que la paz que considera válida y sensata el ELN, es la que significa cambios estructurales para Colombia y ello se sintetiza en justicia y equidad social, democracia real y soberanía. Alcanzarla no es sencillo, ni es un acto, por el contrario, es bien difícil, pero es el único camino de futuro y compartimos con usted que debemos ser realistas comenzando por la manera como debemos iniciar el intercambio y establecer la agenda.

Luego de sus anuncios respecto de la mesa con los compañeros de las FARC, se han expresado los políticos, los gremios, los expertos, los militares y ex-militares principalmente, usted ha conformado con ellos, la delegación del gobierno en la mesa de diálogo. Del otro lado, están los negociadores de las FARC. La pregunta que muchos nos hacemos es: ¿en qué parte de la mesa se van a sentar los otros representantes de la sociedad colombiana que deben tener voz y voto para que la mesa no quede coja y la paz trunca? Nos referimos a los trabajadores, campesinos, estudiantes, académicos, maestros, intelectuales y el resto de fuerzas vivas de la sociedad. Solo con su inclusión, la paz será posible Usted planteó que era indispensable corregir los errores cometidos en las experiencias anteriores de diálogos, ese fue uno de ellos.

Es indispensable reconocer,que ni el gobierno ni la insurgencia puede abrogarse el derecho, de reemplazar la sociedad en la mesa y definir por ella. Por lo tanto expresamos la urgencia de que las organizaciones populares y sociales organicen sus agendas con sus representantes. Esta es una tarea en la que nadie puede remplazarlos y en la que sin ellos, el camino de la paz comienza equivocado.
El venidero mes de Octubre, histórica fecha de resistencia y lucha, el movimiento popular y social se expresará en las calles; sin duda en su agenda, la paz ocupará el lugar preponderante y nada más sensato que incorporarla como parte de la mesa, de manera integral y no delegada.

Estamos de acuerdo que el camino hacia la paz, implica apuntar a terminar el conflicto y no ha prolongarlo, ese conflicto es social y armado, solo abordándolo en sus dos componentes, la paz será real y posible.

Es contradictorio iniciar y mantener un dialogo en medio de la guerra, eso representa un peligro grave para el proceso de paz. ¿No son suficientes cinco décadas de guerra para quienes quieren contar la paz en montones de cadáveres y charcos de sangre? No hay duda que, es un mal precedente para comenzar y es indispensable cambiar la lógica.

Estamos obligados presidente Santos,a actuar con sensatez y escuchar los clamores de los colombianos y las colombianas que solicitan un cese al fuego bilateral,o una tregua bilateral,porque ellos están en medio del conflicto y son las víctimas.

No debe sorprender a nadie que las luchas venideras de las masas colombianas, abogarán por el cese bilateral del fuego y las hostilidades porque son las víctimas del conflicto, pero además, ese paso le dará certezas al proceso por la paz de Colombia.

No podemos dejar de mencionar, un serio escollo para alcanzar la paz, expresado en un reciente comunicado de los militares retirados, firmado por el Brigadier General Jaime Ruiz Barrera, allí se dice:

“La paz podría ser la victoria, pero, como bien se dice, para alcanzarla, hay que ganar la guerra. Ganar la guerra es quebrar la voluntad de acción de los terroristas. Es debilitarlos tanto como sea necesario para lograr que renuncien a sus aspiraciones y se sometan a las leyes de la República”….

“Debe modificarse la agenda, e imponer un cese al fuego unilateral que prohíba expresamente el accionar terrorista indiscriminado contra la población civil, el uso de campos minados, el desalojo de tierras, el secuestro, la extorsión, la comisión de otros delitos atroces y la utilización del movimiento “Marcha Patriótica” como brazo político de la organización terrorista. Este movimiento político deberá ser liquidado hasta tanto no se llegue a un acuerdo final de suspensión del conflicto armado”.

Para los representantes de esta corriente de pensamiento, no son suficientes 50 años de guerra con más de medio millón de muertos entre otras desgracias y sigue soñando con “ganar la guerra” acudiendo a exterminar las organizaciones populares, como es el caso de la amenaza a la Marcha Patriótica, lo cual merece la más enérgica condena porque son los métodos terroristas de Estado que llevaron a Colombia a esta encrucijada, una mesa defendiendo esas posiciones, deja demasiados sin sabores.

Toda Colombia debe pronunciarse sobre esta grave amenaza, lo mismo que la comunidad internacional, mucho más cuando existen los antecedentes del aniquilamiento de organizaciones de masas como La Unión Patriótica, A Luchar y el Frente popular, y particularmente ahora que se empieza a abrir, la posibilidad de un camino para la paz.

La paz nos exige grandeza, el conflicto no se supera con la vieja aspiración guerrerista de una insurgencia rendida y desmovilizada, ese es un camino fracasado, tampoco es como dicen algunos, hacer la revolución por contrato.

Solo la sensatez, racionalidad y arduo trabajo de todos los luchadores por la paz, sacará a Colombia del túnel donde los señores de la guerra la internaron. Blindar el proceso, es lograr que las mayorías marginadas de siempre, asuman el protagonismo de la paz. Ese es el reto, las organizaciones populares y las sociales, los patriotas y demócratas de Colombia tienen la palabra.
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* Editorial de la Revista Insurrección Nº 337.