Es la decisión que nuevamente reiteramos los comunistas colombianos al analizar los recientes hechos políticos nacionales y en especial el acuerdo suscrito por las FARC-EP y el gobierno, en la Habana-Cuba, en el cual las partes se comprometen a discutir en los próximos meses una agenda de seis puntos con miras a dar fin al conflicto armado del país.
Consientes de las grandes limitaciones existentes en el país para la participación y desarrollo de un debate nacional frente al tema de la paz, saludamos las conversaciones que las FARC-EP y el gobierno iniciarán en el mes de octubre, como un paso adelante e importante en un debate que compromete a toda la sociedad colombiana, y frente al cual no seremos inferiores en la presentación de nuestros puntos de vista, propuestas y salidas de paz.
Comprometidos estamos con la noble causa de la paz y allí junto al pueblo, en todos los frentes de trabajo, en la huelga, el paro, la asamblea, la audiencia pública, la calle y en medio de la confrontación política persistiremos en desentrañar las verdaderas causas del conflicto, en denunciar las deformaciones estructurales del país, la dependencia y el atraso, las múltiples manifestaciones de sobreexplotación, despojo, desigualdad y exclusión política, así como las acuciantes demandas económicas, sociales y políticas de un pueblo que no desiste de su derecho de conquistar la paz con justicia social.
Participaremos de manera activa en el nuevo escenario político que se abre con el debate sobre la paz y el fin del conflicto, insistiendo en la movilización política, persuadiendo paso a paso a todos los luchadores populares, a los demócratas y a la izquierda, al pueblo y sus organizaciones de la necesidad de conquistar la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, de un amplio carácter y contenido democrático popular, en la que el pueblo como constituyente primario defina soberanamente una nueva Constitución Política, que establezca las bases de la paz con justicia social, en otras palabras un nuevo ordenamiento jurídico político que cierre las compuertas al neoliberalismo, la antidemocracia, la dependencia y la exclusión social y política, verdaderos genes de la guerra y el atraso del país.
En esa vía redoblaremos los esfuerzos por la construcción de un gran Frente Político de Masas, que como herramienta importante de los demócratas, los revolucionarios y la izquierda se oponga a la profundización de la guerra, a los bombardeos, a la práctica estatal de exterminio de la oposición política, a la criminalización de la protesta social y anime la lucha por un verdadero cambio social.
Estamos por una verdadera solución política al conflicto político, económico, social y armado en el país, asunto que ligamos estrechamente a la lucha del proletariado y el pueblo por cambios estructurales de fondo que eliminen las condiciones de sobreexplotación, despojo, desigualdad y exclusión. En ese sentido, con la existencia o no de las guerrillas, seguiremos reafirmando posiciones y salidas políticas que destaquen la inevitabilidad del uso de la violencia revolucionaria, la necesidad de preparar la insurrección popular armada y desarrollar nuestra línea militar para acumular fuerzas hacia el poder.
Destacando la posibilidad de alcanzar cambios, aún así sean parciales, en la situación de las masas y el país, esperamos que las conversaciones entre las FARC-EP y el gobierno aseguren debates de importancia para el pueblo y la nación, y abran espacio a las iniciativas planteadas por el ELN y el EPL sobre una eventual participación en estos diálogos. Valoramos las posibilidades de alcanzar un cese bilateral de fuegos -con verificación internacional de los acuerdos- para aliviar a las masas campesinas de los bombardeos indiscriminados y del asedio a los luchadores populares del campo y la ciudad, y permita afianzar la aplicación del DIH para frenar la degradación del conflicto.
Destacamos los esfuerzos que hoy realizan diversidad de organizaciones sociales y políticas en el desbroce y unificación de una agenda a presentar y discutir con el gobierno sobre la paz que necesita Colombia.
Marchamos buscando la objetividad y la identificación de las tendencias y contra-tendencias del cambio; por ende no nos hacemos ilusiones frente a los resultados de los nuevos acontecimientos. La experiencia nos ha demostrado que el conflicto no es un asunto fácil que se resuelve sólo con la buena voluntad de las partes, pues éste comprende y hace parte de la confrontación política y social que se desarrolla en el país.
En esos términos resulta obligatorio alertar al pueblo y todos los luchadores sobre los posibles alcances de la maniobra y los objetivos en que está empeñado este gobierno. Santos no es un demócrata porque aceptó los diálogos; tanto este gobierno como la burguesía que representa no han renunciado a la guerra anti popular, ni al terrorismo de Estado, como tampoco al proceso de fascistización como esencia del régimen autoritario y centralista vigente en Colombia. Por ende resulta importante advertir la existencia de cambios en la táctica y los métodos para confrontar al pueblo y todas las fuerzas democráticas y revolucionarias, en la vía de imponer el fascismo y desarrollar la contra revolución preventiva.
En otra perspectiva los esfuerzos de este gobierno no escapan a su interés de “sanear” el país para hacerlo más atractivo a los ojos de su locomotora minero energética, las grandes multinacionales e inversionistas extranjeros.
A pesar de ello, y siendo consecuentes con el momento histórico, los ideales e intereses de la clase obrera y el pueblo, los amantes del cambio afrontaremos este nuevo estadio de la lucha de clases presionando, y en medio de los diálogos gobierno-guerrilla, con la unidad del pueblo los cambios democráticos y antiimperialistas que por más de cincuenta años reclama la nación entera.
Comité Ejecutivo Central
Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista)