CARTA ABIERTA A COLOMBIANOS Y COLOMBIANAS POR LA PAZ
Compatriota Piedad Córdoba y demás integrantes de Colombianas y Colombianos por la Paz.
Desde la esperanza y la común lucha por una Colombia en Paz con justicia social, reciban un fraterno saludo de las mujeres y los hombres que conformamos el Ejército de Liberación Nacional.
En días pasados recibimos el documento que Colombianas y Colombianos por la Paz dio a conocer titulado “La paz como rehén y la necesidad de un cambio urgente para lograrla”, difundido, un día después de que el Presidente Juan Manuel Santos diera a conocer que avanzaba un proceso de aproximación y acuerdos con las FARC–EP.
Es claro que un destinatario esencial de dicho documento es el conjunto del pueblo colombiano, que a través de sus organizaciones y movilizaciones será quien defina el rumbo del proceso entre las FARC y el Gobierno Santos y muy posiblemente con el ELN, el cual hemos saludado.
Es necesario llenar de propuestas el proceso de paz, sumando su energía al torrente de esperanza y dignidad que para las clases populares significa, pues son ellas las que merecen las mejores condiciones para que la paz no sea la de los cementerios, el hambre y la sumisión, sino la de los frutos generosos de un país de bienestar para las y los trabajadores, para los despojados y desplazados, para quienes han sufrido tanto en esta guerra de medio siglo.
Ustedes hacen una lectura, que compartimos, de lo que pasa en el país y el llamado de atención de las partes y de Colombia entera, en medio del escalofriante intento que, los sectores más retardatarios, hicieron para sembrar mayor impunidad y corrupción con la fracasada “Reforma a la Justicia”.
Tal reforma fue tan escandalosa que el propio gobierno que la patrocinó tuvo que contribuir a hundirla.
Plantean ustedes algo fundamental, regenerar la política; ello es elemental para construir espacios y medios para un proceso de paz sólido. Sin una mínima ética es imposible avanzar. No se nos escapa por eso, quiénes estaban detrás y siguen estando en la maquinación de todo cuanto conspire para que Colombia permanezca en el atraso, en la más aberrante injusticia, corrupción y en permanente conflicto interno, lo cual les proporciona grandes beneficios.
Compartimos que hay quienes proponen un marco que es par la guerra; y desgraciadamente la reforma constitucional que el Presidente Santos ha mostrado, como avance para un proceso de paz, no se desmarca de ese enfoque.
Dicho Marco Jurídico que es evidentemente contradictorio, no consultó la opinión de la insurgencia, parte natural en el desenvolvimiento de cualquier intento de paz, ni tuvo una verdadera discusión pública y además desconoce principios básicos de derecho y de trato político que deben ser tenidos en cuenta para reestablecer las mínimas condiciones hacia una solución racional, participativa, no represiva, ni denigrante.
El Marco Jurídico para la Paz abre la puerta a la impunidad de crímenes cometidos contra el pueblo por políticos, militares, policías y paramilitares; y no reconoce plenamente la realidad del delito político y del derecho internacional.
Pero a la vez prosigue la criminalización y persecución contra activistas y líderes, como en días pasados sucedió con miembros de la Marcha Patriótica y de otras expresiones, haciéndose también acusaciones contra Colombianas y Colombianos por la Paz.
Ustedes destacan que hay cambios en el presente Gobierno, lo cual quisiéramos nosotros fuera verdad y se viera reflejado en la toma de decisiones valientes para un verdadero proceso de paz. Pero no es así, es un escollo grave mantener una legislación represiva que no sólo va acompasada con operaciones militares y paramilitares contra la población y las zonas de presencia guerrillera, sino que se aplica contra quienes se movilizan a favor de propuestas sociales y políticas.
¿Es esa la voluntad que guía el Marco Jurídico para la Paz? ¿Es esa la voluntad para las normas que lo reglamentarán para favorecer el clima propicio de conversaciones para una solución política? ¿Es así como se recibe la construcción de propuestas ciudadanas que desean y tienen todo el derecho a participar en los diálogos de paz?
El documento que nos han hecho llegar y que esperamos lo haya leído el Presidente Santos y su Comisión negociadora, toca cuestiones esenciales como son la justicia transicional y el derecho humanitario, tema que está ausente del debate y que nosotros consideramos debe ser retomado, sin que signifique que no sea la aspiración máxima terminar el conflicto.
Hay que humanizarlo el conflicto mientras perdure, mucho más cuando el gobierno se niega a cesar el fuego y las hostilidades.
La humanización de la guerra es necesaria mientras se acaba con el conflicto, prepara condiciones para allanar obstáculos y generar confianzas en la salida política entre partes que asumen los derechos de la población respetándola y respetando los derechos de los combatientes caídos o capturados.
Sirva esta carta de respuesta a ustedes, para denunciar al mundo la terrible contradicción que se vive en estos momentos de esperanza en el proceso de diálogos. Mientras a las cárceles llega el eco de pasos para hablar de paz, desde las prisiones de Colombia nos llegan trágicas noticias de más muerte y desolación. ¿Se pude hablar de paz y de justicia y dejar morir presos políticos a los que se les niega la más elemental asistencia?
Se cuentan por decenas los casos de presas y presos políticos en condiciones degradantes, de crueldad y maltrato generalizado en los antros que son las cárceles en Colombia, en las que permanentemente se humilla y abandona al recluso.
Es hora de encarar la situación de las cárceles, la lógica del sistema penitenciario colombiano que envilece también a quien lo diseña y aplica; de tratar en especial el problema del delito político, cómo se encuentran y qué derechos tienen las presas y presos políticos. No pueden ser olvidados ni sacrificadas sus aspiraciones de libertad; sus derechos básicos tienen que ser respetados, incluso tras las rejas.
Es una cuestión de humanidad a la que no renunciamos. Este es uno de los puntos urgentes a ser retomado, cuando se busca la perspectiva de la paz.
Como ELN ratificamos la disposición a asumir con ustedes y otras organizaciones la discusión de medidas para la humanización de la guerra, quedando abiertos para escuchar y acoger sus observaciones críticas.
El espacio idóneo para encontrarnos es en torno a las mesas y espacios de conversaciones de paz, el cual concebimos como un proceso dinámico y abierto a toda la Nación, donde las aspiraciones de paz de las mayorías, superen las amenazas de una minoría decidida a obstaculizar cualquier fórmula de entendimiento y así prolongar la guerra.
Es indispensable reconocer que ni el gobierno ni la insurgencia pueden creerse con el derecho de reemplazar a la sociedad o definir por ella.
Es urgente que las organizaciones populares y sociales, entre ellas Colombianas y Colombianos por la Paz, se hagan partícipes y organicen sus agendas, estudios y asesorías a la mesa con sus representantes y delegados, con quienes han estado trabajando desde años atrás.
Les invitamos a que nos acompañen y acompañen al conjunto de los esfuerzos por la paz que se están desplegando y que lo hagan con las recomendaciones, investigaciones y facilitaciones que estimen más acertadas para el logro de este noble e ineludible objetivo que es la paz con justicia social.
Les animamos a desarrollar una labor diplomática, política y comunicacional que conlleve al acompañamiento internacional y a verdaderas garantías de seguridad y respeto a todos los que deben participar en el desarrollo de un proceso de paz para una Colombia en bienestar y con futuro de libertad.
Con sincero afecto y reconocimiento.
Colombia para los trabajadores.
Ni un paso atrás, Liberación o Muerte.
Desde las montañas colombianas, por el Comando Central del ELN