La Habana, República de Cuba. Octubre 26 de 2012.
Sede de los diálogos por la paz con justicia social para Colombia.
COMUNICADO
REFLEXIONES SOBRE LA AGENDA DE LA HABANA
Luego de un período intenso de discusiones sobre la realidad de injusticias que padece Colombia, se ha instalado la Mesa de Diálogos por la paz en Oslo, capital del Reino de Noruega.
Desde que el gobierno de Juan Manuel Santos buscó los acercamientos, las FARC-EP reiteraron claramente ante sus representantes las razones de orden social y político que tiene el alzamiento armado indicando de manera transparente la necesidad de instaurar la plena justicia como base para fundar una paz estable y duradera. Por ello precisamente se insistió en la inclusión de un preámbulo vinculante que encabeza el conjunto del llamado “Acuerdo General”.
En la breve introducción, está nada más ni nada menos que el espíritu y el sentido que ha de dársele al conjunto del documento que se suscribió entre las partes, para iniciar las discusiones en la Habana.
Necesario es que al hacer una interpretación de la Agenda o del conjunto del Acuerdo, con paciencia y acudiendo siempre al factor de inspiración que son los anhelos de justicia y reconciliación del pueblo colombiano, optemos por no descontextualizar y no delimitar insertando visiones personales del asunto. Nítidamente, por ejemplo, está planteado en el Acuerdo la posibilidad de que otros actores de la confrontación política y social puedan confluir al proceso en un momento determinado, y claro es también que intrascendental asunto como es el de víctimas, no puede dejar de lado la literalidad misma del compromiso suscrito en la capital de Cuba, la cual incluye indefectiblemente el deber de abordar el terrorismo de Estado como factor causal, esencial, del fenómeno.
Ojalá, antes del 15 de noviembre, que es la fecha en que se inician las sesiones de la Mesa, quienes estuvieron durante la elaboración del Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, tengan tiempo y manera de darle una explicación objetiva del documento al conjunto de sus equipos de trabajo. Esto es fundamental para que comencemos con buen entendimiento y para evitar que desde las vocerías de las partes surjan mensajes que generen confusión en el seno de la población que se apresta a participar en los diálogos con sus múltiples iniciativas.
Por el momento además de la claridad de los voceros respecto a la Agenda, se requeriría también que la gran prensa haga un esfuerzo por entender que estamos tratando de emprender un camino de búsqueda conjunta de soluciones a un conflicto que se ha prolongado por décadas, y que aunque sea contra su naturaleza metalizada, monetizada, mercantilizada y sumisa a los intereses de las trasnacionales, deberán procurar colocar equilibrio y veracidad a sus elaboraciones que hasta el momento, generalmente, se han reducido a “informar” descontextualizando, a marchar tras la búsqueda sensacionalista y a cualquier costo, de la chiva y la primicia, a editar con ánimo de censura y distorsión respecto al actor insurgente.
El cubrimiento del evento de instalación por parte de la Cadena Radial Colombiana Caracol y de la Radio Cadena Nacional RCN, en Colombia, es una muestra nauseabunda de lo que son estas empresas de difusión, que actúan en favor no de los intereses sociales sino de los intereses capitalistas empresariales. Sobre un proceso que es de interés nacional, se actuó impidiendo que el país escuchara los puntos de vista de la insurgencia en la misma dimensión en que lo permitió al gobierno.
Podemos observar, también, un lamentable contraste de participación de la agenda que habría que superar con urgencia: de 140 medios de comunicación que acudieron al evento, solamente dos eran alternativos colombianos. La dirigencia de las FARC saludó el esfuerzo de estos y expresó su determinación por contribuir a que en adelante sean atendidos de manera prioritaria.
Urge abrir un espacio verás, eficiente y oportuno, el canal público y los medios democráticos, que permitan que Colombia tenga un conocimiento cierto de los desarrollos del proceso; es decir lo que transcurra en la Habana entre gobierno e insurgencia, como el desenvolvimiento de la participación popular, especialmente.
La Agenda de la Habana es breve pero profunda; sus propósitos no son formales, plantea objetivos de fondo. En el discurso de instalación de las FARC-EP en Oslo, los aspectos tocados están estrictamente enmarcados en ella. No hay agendas paralelas ni ocultas por parte de la insurgencia. Así las cosas, terminado el momento de la confidencialidad y la reserva propia de la exploración, comienza el de la participación ciudadana, el de los intercambios francos de cara al país en una ruta en la que discreción no puede ser sinónimo de secreto.