EL EPR, LA COMED Y EL PRÓXIMO ESCENARIO
por JORGE LOFREDO
El primero de octubre pasado, la Comisión de Mediación (COMED) entre el Gobierno Federal y el Partido Democrático Popular Revolucionario—Ejército Popular Revolucionario (PDPR—EPR) dio a conocer su último comunicado como tal y, por lo tanto, la finalización de sus labores en la búsqueda del paradero de los dos eperristas desaparecidos desde 2007 en Oaxaca, Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya. De este cuadro surge la interrogante: ¿la disolución de la Comisión es el momento inmediato para que el EPR reanude su campaña político—militar?
Durante todo este lapso (desde abril de 2008 hasta octubre de 2012) la COMED actuó como el reaseguro de la tregua del eperrismo; sin embargo, establecer mecánicamente que su disolución abre el escenario para una vuelta a la coyuntura de acciones militares proviene tanto de acotar al grupo a una única y exclusiva dinámica —la militar— como así también de obviar las formas que viene expresando a través de sus actividades desde, al menos, el 2000—2001, fecha de la realización de su congreso nacional y definición de sus políticas tras las rupturas intestinas y cuya única interrupción han sido los ataques contra los ductos de PEMEX en 2007.
La incertidumbre de la hora se alimentó con el demorado pronunciamiento del grupo, que supuso generar un vacío para volver impredecible su próximo movimiento. No obstante, este espacio en blanco no pudo ser otra cosa que el preludio a una respuesta formal y pública, un posicionamiento político del grupo equivalente tanto a la solicitud que hiciera en su momento como así también de reconocimiento a las labores realizadas por la Comisión a lo largo de todo este tiempo. (Espacio en blanco en cuanto al tema en cuestión pues el grupo emitió tres comunicados estatales y un ejemplar de su periódico partidario, lugar donde se abordó indirectamente el tema de la COMED pero que, evidentemente, fue redactado antes de conocerse su texto final.)
En cuanto a la tregua político—militar, es de esperar que lo que comenzó con una declaración formal y luego se interrumpió también formalmente —en este caso por una tregua—, deba producirse un nuevo anuncio con las mismas características para su reanudación. En los hechos, vale recordar que la desaparición de los eperristas ocurrió un 25 de mayo y no fue sino hasta el 5 de julio siguiente que ocurrieron las primeras explosiones contra los ductos. Entre tanto, diversos anuncios fueron conociéndose públicamente desde distintos comités estatales acerca hasta el inicio de las acciones.
Pero el 6 y 8 de noviembre, el EPR dio a conocer sendos comunicados donde se expresan puntualmente sobre el tema; y aunque todavía no alcanza para evaluar la conclusión de la tregua como sinónimo de un probable reinicio de acciones militares con la sola mención en un comunicado, si parecen abrirse nuevamente los escenarios previos a los ataques de 2007.
A partir de una lectura apresurada se concedió que una de las menciones del grupo en el primero de estos textos (“Del curso que tomen los acontecimientos, el único responsable es el Estado mexicano y sus administradores en turno”) es equivalente a una suerte de declaratoria de guerra. Sin embargo, este argumento era previsible desde antes mismo del inicio de las labores de la COMED, al evaluar como una de las posibilidades que el resultado no fuese la aparición con vida de los eperristas, ni la ubicación de sus cuerpos o el juzgamiento de los responsables. Para el caso, el párrafo en cuestión no es monopolio de organización clandestina alguna sino vox populi: sirve tomar lectura del texto final de la COMED, donde declara que “Como fuera, el responsable resulta ser el Estado Mexicano, un Estado que hasta la fecha no ha enjuiciado ni declarado formalmente preso a un solo individuo por este delito lamentablemente ocurrido en muchos otros casos.”
Pero es de presumir que en el texto de la organización se declare el fin de la tregua (lo que no equivale a reinicio de las acciones militares) que se extendió mientras duró el trabajo de la COMED; y de hecho así parece desprenderse en algunas partes del segundo texto hecho público por el grupo, cuando se pregunta, no sin inocencia, “¿Qué hacer?”. Pero más interesante aún es el llamado que se realiza para coordinar diferentes formas de lucha, romper el anillo de terror y esbozar una embrionaria forma de consulta popular. Pero sobre el final, llegó la amenaza: “A nuestros militantes y combatientes cada uno en su trinchera, recogiendo el sentir popular y estar prestos a cualquier llamado de nuestra dirección nacional.”
¿Centrará el EPR todos sus esfuerzos en la reanudación de su campaña político—militar en torno a los desaparecidos? ¿O aunará este reclamo a otros diversos que se desarrollen a lo largo de todo México, sean éstos sociales, políticos, poselectorales, etc.? Es posible que nada ocurra en forma inmediata sino que, y debido a que se trata de una organización fundamentalmente política, transcurrirá un lapso donde asuman las nuevas autoridades. Pero ello ya es materia para otros análisis.
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[ Publicado en El Sur, Acapulco, 11 de noviembre de 2012, p. 16. ]