HOMENAJE AL HOMBRE, EL GUERRILLERO, EL TRANSFORMADOR, EL VISIONARIO ELOY ALFARO
El bautizo en armas, para José Eloy, fue el 5 de junio de 1864, victoria que paradójicamente también supuso su primera derrota, por la traición de dirigentes urbinistas, quienes dejaron en libertad al apresado conservador Gobernador de Manabí, Francisco J. Salazar, el cual, inmediatamente, respondió deteniendo a sus captores
De junio se dice que es un mes floreciente, de siembra y de cosecha, en él Alfaro labró su victoriosa vida, venció obstáculos, vivió traiciones y pasajeras victorias. También estuvo en las entrañas de la entonces retrógrada la Iglesia, estudiándola, no la abrazó, sino que le dio mayor razón a sus saberes y vigorosas convicciones libertarias, concretadas en luchas sin cuartel contra los ultramontanos, contra el clero corrupto y corruptor de gobiernos conservadores, “restauradores y progresistas”.
Sus primeras letras las obtuvo en su pueblo natal, la secundaria, fue de uno y otro lado. El 14 de junio de 1849, se recibió como Doctor en Jurisprudencia Canónica, en la Universidad Central del Ecuador y, tres días después, como Doctor en Jurisprudencia, en la misma casa de estudios
Alfaro solo es recordado por sus jefaturas supremas, encargado del Poder y presidencias constitucionales, pero no por otras representaciones políticas: En 1869 concurrió al Congreso, como Senador por Manabí. Residente en Guayaquil, por varias ocasiones, fue consejero provincial y concejal de Guayaquil.
Alfaro no fue orador convencional, pero escribió con sobrada ilustración, con sumo criterio, con estilo correcto y elegante. No gustaba de figuras literarias: fue claro, conciso y trató todos los problemas a fondo y con elegancia. Fue ajeno a la intriga y al comadrear del pueblo. Elegante y elevado en su pensamiento y en su expresión.
Hay suprema falsía en quien hoy pretende erigirse en sucesor del “Viejo Luchador”, porque se encuentra extremadamente lejano del pensamiento alfarista, el cual llevó su vida política frontal, sin cuartel, porque como dijo su compañera, Ana Paredes de Alfaro, “Al General Alfaro no se lo busca debajo de las camas, sino en los campos de batalla” y su vida política irradió al pueblo teniendo en cuenta que “quien desea hacerse agradable a todo el mundo, termina por hacerse despreciable a los ojos de sus propios favorecidos”.
El proceso revolucionario no estuvo exento de debilidades y caprichos de sus adjuntos; por ello, más de una vez les imprecó que ellas “son hermanas gemelas, que conducen a la degradación o a la desgracia material”, consecuentemente “las primeras víctimas de la desmoralización política son la libertad y prosperidad públicas”.
Parodiando la frase de Alfaro, quien aseguró que “No me infunden temor los conservadores sino los falsos liberales”, decimos que no nos infunden temor los oligarcas ni demás opresores del pueblo, sino los falsos revolucionarios, parapetados en la autodenominada “Revolución Ciudadana”.
Una de los resultados más notorios de la adversidad se produjo 1878, año en el que se pensó que el liberalismo había triunfado, puesto que la Constituyente dirigida por José María Urbina asentó en la Carta Magna los Derechos del Hombre, como base y objeto de las instituciones sociales; declaró que no hay ni habrá esclavos en la República, prohibió el reclutamiento forzoso, estableció que no habría censura o calificación previa de los escritos, abolió la pena de azotes; en general, afirmó normas liberales.
Pero ayer como hoy, todo fue farsa, se engañó y se engaña al pueblo. Alfaro fue recluido en el “infiernillo”, por lo cual Juan Montalvo publicó “Los Grillos Perpetuos” el 18 de enero de 1879, diciendo que la “Constitución vigente prohíbe los grillos y el suplicio corporal; Veintenilla está matando con los grillos al individual que le debe su fortuna, por la mayor parte (…) y en el tormento está sin sentencia…”. Alfaro y Montalvo lucharon contra la ignominia, el oscurantismo y la opresión.
Cuando en 1895 la Cuba de Martí y Maceo luchaba por la independencia de España, Alfaro no solo abogó por esa independencia del pueblo antillano, sino que no se inmutó para expresar a la Reina María Cristina: “Nuestra historia recuerda que, durante quince largos años, lidió Colombia por su independencia y la conquistó a costa de doscientas mil vidas, de la casi total extinción de su riqueza pública y privada y de un legado, en deuda flotante, de doscientos millones de pesos.
“España perdió casi todo su comercio con América, no obstante que, a raíz de obtenida la Independencia, Colombia permitió la admisión de la bandera española en sus puertos y que los españoles eran acogidos en ellos como hermanos”.
El internacionalismo de Alfaro fue más allá: Insigne protagonista de la gestación del Derecho Internacional Americano, al convocar, el 26 de diciembre de 1895, a los Cancilleres del Continente, a una reunión, cuya agenda incluyó definir normas para el comercio y de la industria en bien de la armonía y comprensión del mismo.
Con la revolución en marcha, desde 1985, Alfaro proyectó y realizó cambios extremos, para el momento: “En lo sustancial se echó un tajo al peligroso problema de la libertad de conciencia, desarmando al clero y deshaciendo el Concordato; devolvió el individuo al Estado, sacándole del Poder de la Iglesia, con el Registro y el Matrimonio Civil; la instrucción laica, la secularización de los cementerios; la abolición de los derechos parroquiales y, más que todo con la irrestricta garantía a cuantas son las manifestaciones del pensamiento –ciencias, letras, artes, etc.-.. y al arrojar al cura de los empeños de la vida civil, no le echamos a Dios, como dicen los interesados, sino que suprimimos un elemento extraño y disociador, que no puede ser otra cosa que rémora y talanquera a la natural expresión de la vida humana; pero, claro está, resta complementarla con la transformación económica, para lo que primero hay que abolir el reformismo de Correa Delgado e impulsar la auténtica reforma agraria e impulsar encadenamientos productivos y comercializadores, desechando el correísmo pauperizadoR del pueblo, quien pretende eliminar la capacidad combativa, sobre la base de filantropías, subsidios y limosnas.
Alfaro no es un símbolo de las oligarquías, ni de falso revolucionarios que toman su figura rebelde y revolucionario para aprovecharse de estas elecciones pretendiéndose comparar , Correa no se parece ni las patas al caminante visionario como lo fue ELOY ALFARO , su muerte en la HOGUERA BARBARA es la luz para nosotros los verdaderos ALFARISTAS REVOLUCIONARIOS , por eso ¡ALFARO VIVE CARAJO¡ el día de su cruel muerte el 28 de enero de 1912.
Mateo Santini
Y sepan los nacidos y los que están por nacer, que nacimos para vencer y no para ser vencido…peor vivir de rodillas…
Selvas del Ecuador