Enterados de la marcha nacional de oración que proyecta la iglesia en respaldo al proceso de paz, queremos expresarle, a nombre de la Delegación de Paz que dialoga con el gobierno en La Habana, nuestro beneplácito frente a esta iniciativa de la jerarquía católica.
Desde luego valoramos la persistente prédica de los obispos desde los púlpitos en pro del fin del conflicto armado y su planteamiento al presidente de la República sobre la necesidad de humanizar la guerra ante la negativa incomprensible a un acuerdo en torno a un cese bilateral de fuegos.
De acuerdo, no es una actitud humana ni cristiana interponer obstáculos como lo hacen ciertos opositores llenos de odio y sin razón, a un proceso que nos ha llenado de esperanzas. Como bien lo puntualiza usted "una guerra no se termina con el exterminio del enemigo, se termina con un tratado. Pretender lo contrario es un sinsentido, en particular porque todos la hemos sufrido y tenemos heridas abiertas".
Queremos reiterarle, monseñor, que hemos venido a La Habana en busca de la paz para Colombia, sobre la base, como lo plantearon al presidente Santos los 86 obispos congregados, de reducir las desigualdades sociales que perviven en el país.
Muy comedidamente, le extendemos a los obispos, desde La Habana, nuestra invitación a conversar sobre la guerra y la paz, y las ideas que pudieran llevarnos a una solución menos cruenta a este largo conflicto social y armado que enfrenta a los colombianos. Por la paz tenemos que hacer hasta lo imposible.
Cordial saludo
Iván Márquez
Jefe de la Delegación de Paz de las FARC-EP