Rendimos hoy sentido homenaje al comandante Raúl Reyes, a los 20 combatientes de su guardia, caídos con él, y a los cuatro estudiantes mexicanos y un ciudadano ecuatoriano, muertos en el bombardeo de Sucumbíos, hace cinco años.
Honor y gloria a nuestros muertos, la mayoría rematados con tiros de gracia, como lo confirman los informes forenses.
El primero de marzo de 2008, violando la ley internacional y la soberanía de un país, el gobierno de Colombia bombardeó en territorio ecuatoriano, muy cerca de la línea fronteriza, un campamento de las FARC, provocando con el uso desproporcionado de la fuerza la muerte de los combatientes y sus visitantes.
Hemos solicitado oficialmente al gobierno al gobierno del Ecuador, basados en normas del Derecho Internacional Humanitario, la repatriación de los restos mortales de nuestros combatientes para que sus familiares y amigos puedan darles sepultura digna en la tierra que los vio nacer.
Denunciamos ante el mundo, como hecho degradante que desprecia los protocolos humanitarios, la actitud enfermiza del gobierno de Colombia de mantener todavía secuestrados, cinco años después, los restos del comandante Raúl Reyes.
Denunciamos la perfidia que representa este acto inhumano y cruel del Estado y señalamos como secuestrador de despojos mortales a nombre de ese Estado, al general Rodolfo Palomino de la Policía Nacional, hoy encargado de la policía de carreteras.
Exigimos a la CICR emprender una enérgica acción para obligar a los secuestradores de restos humanos, que devuelvan a los suyos los restos de Raúl Reyes.