SALUDO A TODAS LAS MUJERES HUMILDES Y LUCHADORAS DE COLOMBIA Y EL MUNDO
Por Nicolás Rodríguez Bautista
En este sistema de salvaje capitalismo, de injusticia y opresión que recorre el mundo, estamos de acuerdo con todas ustedes, sobre el futuro de paz y justicia social que soñamos y nos merecemos todas y todos, cobijados por este mismo planeta que nos prohíja la existencia.
Ante todas ustedes que desafían las dificultades de la vida, con firmeza, profunda ternura, tesón y amor, no puede ser más justo y razonable, que les exprese hoy su grandeza.
Abuelas, Madres, hermanas, hijas, esposas, amigas y compañeras de lucha de mi patria, ésta es una magnífica oportunidad para reconocer en ustedes, todo el sacrificio acumulado, a lo largo de la dolorosa historia de Colombia, desde el mismo momento en que hace más de 5 siglos, pisaran nuestras tierras, los pies del extranjero, con propósitos mezquinos y de lucro.
Las mujeres aborígenes y después las negras, padecieron como jamás nadie, los rigores de la invasión y la conquista.
Hoy estamos a más de 500 años de todo ese sacrificio y aunque la humanidad ha vivido profundos cambios y transformaciones sociales, los sufrimientos, siguen siendo inenarrables y ustedes las mujeres colombianas, batalladoras de la vida y la esperanza, siguen imbatibles, buscando junto a los hombres, en ardua lucha, los caminos de la paz y la felicidad, metas tan esquivas pero indispensables por las que vale la pena todo el esfuerzo que sea necesario.
Muchas heroínas en su mayoría anónimas, están presentes en las páginas de la historia y ustedes hoy, las representan, hoy les tributamos el homenaje que ellas se merecen.
En los últimos 50 años, mis ojos han visto, mi corazón ha palpitado y mis sentimientos se han estremecido, con terribles dolores que han padecido las mujeres humildes y luchadoras, a lo largo y ancho de la geografía nacional, por defender ideales de lucha y futuro.
Por ello es indispensable hacerles a ustedes este reconocimiento, que sintetiza un sentir profundo de todos los hombres agrupados en el Ejército de Liberación Nacional de Colombia.
Ustedes han podido soportar la tragedia de este terrible conflicto social y armado, escalado sin reato por los señores del poder, donde la violencia generalizada golpea cada hogar.
Muy a pesar de ello ustedes luchan y viven alegres porque también cuentan con una extraordinaria capacidad de disfrutar los momentos de amor, felicidad y gratitud que a pesar de todo, ofrece la vida.
En estos casi 50 años de vida guerrillera, he tenido la oportunidad de construir caminos, compartir sueños y esperanzas, con miles de extraordinarias mujeres luchadoras: guerrilleras, indígenas, negras campesinas y de las ciudades. Sus valores humanistas y revolucionarios me han dado fortaleza para seguir la lucha y esa fuerza supera los niveles individuales para transformarse en dinámica colectiva, en esta fuerza insurgente y revolucionaria.
Ustedes, mujeres humildes colombianas, que han parido la fuerza de trabajo para producir las riquezas del país, las que son así mismo fuerza de trabajo, las que amamantan sus hijos e hijas para que continúen los siclos de la vida y de la sociedad.
Ustedes hacen posible que la lucha popular y revolucionaria exista y se fortalezca, le dan luz y belleza a esta patria oscurecida por quienes detentan el poder y se han ganado el más alto y merecido lugar en un proceso político y de lucha que hoy camina en Colombia, convertido en palabra, acción, compromiso y fortaleza, resumido en organización, unidad y esperanza de paz, para todos los colombianos y las colombianas.
Inteligentes, amorosas, fraternas, tiernas maternales, valientes y rebeldes, seguirán siendo ustedes, ejemplo de grandeza, para proseguir la lucha que un día vea a Colombia convertida en una patria para todos.
Con un nuevo gobierno que asuma los derechos de todas y todos los que nos cobijemos en su suelo y en su cielo, en armonía con la naturaleza, en unión fraterna con los procesos democráticos y revolucionarios que recorren el continente americano, desde el Río Bravo hasta la Patagonia.
Un gobierno que represente la igualdad y unidad de género, que abrase a toda la nación, que esté basado en la justicia y equidad social, la democracia y la soberanía y cuyo máximo objetivo sea la reconciliación y la paz auténtica, que se abre camino cuando se van resolviendo los grandes problemas y contradicciones que originaron el conflicto social y armado que hoy padecemos.
Mención especial quiero hacer a miles de mujeres humildes, detenidas en las cárceles colombianas, que pagan penas injustas por el delito de tener dignidad y luchar por derechos que se les niegan. Para ellas todo mi reconocimiento y solidaridad.
Desde algún lugar de esta Colombia herida y mancillada por los dueños del poder oligárquico, quiero reiterarles a todas, que solo nos queda el camino de la lucha incesante por alcanzar la paz, en sólida unidad de los pueblos indígenas negros y mestizos, en esta Colombia multiétnica y pluricultural que definitivamente se merece un futuro y un destino mejor.
Vivan las mujeres humildes de Colombia, el continente y el mundo.