Sindicatos y tendencia

SINDICATOS Y TENDENCIA
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El documento que reproducimos extractado a continuación fue publicado originalmente por la Federación Anarquista Uruguaya (FAU) en 1970, en un contexto de agudización de la lucha de clases en el país y de bunkerización del régimen, que recurría a recortes de las libertades públicas y a dar mayor protagonismo al Ejército en la conducción política nacional para tratar de frenar el proceso de ascenso popular que, con base en el Plan de Lucha de la central sindical unitaria, la CNT (constituida unos años antes gracias al impulso, entre otras fuerzas, de la militancia anarquista en los sindicatos de Artes Gráficas y de FUNSA, una de las principales empresas de Uruguay), con su Tendencia combativa a la cabeza, amenazaba la hegemonía de la oligarquía y los sectores ligados al imperialismo (la "rosca"), poniendo en peligro las bases mismas, materiales e institucionales, de la acumulación capitalista en Uruguay.

La FAU, que cuando lanza este documento ya había sido puesta fuera de la ley por el gobierno, decidió dotarse de una tribuna de opinión semanal, "Cartas de FAU", para expresar los puntos de vista de la organización sobre la situación nacional y orientar sobre los métodos y las formas de lucha más adecuadas para afrontar la coyuntura por parte del movimiento obrero.

Hay que tener en cuenta, para no hacer extrapolaciones automáticas o precipitadas al contexto actual en el que nos movemos en el estado español y poder extraer enseñanzas útiles para nuestra labor aquí y ahora, la diferencia existente entre nuestros respectivos momentos históricos, tradiciones de lucha y estructuras sociales y el hecho importantísimo de que en Uruguay, como hemos señalado, los trabajadores habían conseguido, por iniciativa de los libertarios y otros sectores revolucionarios, la unidad del movimiento obrero, la unidad de clase, en torno a una central sindical unitaria.

Una organización sindical que tenía un carácter amplio y plural y como características, desde su constitución, una estructura federal, con democracia interna, revocabilidad de cargos y restricciones para la identificación del sindicato con una determinada corriente política o ideológica (parlamentaria o no). Era en el seno de esos sindicatos, pugnando por mantener y ampliar esta dinámica de participación popular amplia, donde los compañeros de FAU defendían, por aquellos años, la siguiente línea de actuación, con el objetivo de conseguir un pueblo fuerte capaz de hacer frente con posibilidades de éxito al capital y al poder represivo del Estado y abrir paso a una sociedad socialista y libertaria:
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El sindicato

En primer término conviene tener siempre presente que la organización de tendencia no equivale a organización gremial o sindical. El sindicato está abierto a todos. Entre sus miembros hay habitualmente las más diversas opiniones y orientaciones políticas e ideológicas y es correcto que así sea. Esas distintas opiniones se confrontan dentro de la vida sindical y si el gremio tiene – como debe ser – un tipo de organización que refleje con fidelidad la opinión de sus componentes, será la orientación mayoritaria la que refleje la opinión del sindicato. Es necesario y lógico que éstos se ocupen de temas que van más allá de la preocupación sólo salarial, de la lucha económica. Pero en la medida en que van – y ven – más allá surgen las discrepancias. Sobre métodos, sobre formas de actuar y, a veces, incluso sobre programas.

La tendencia

El sindicato no puede, por eso, ser un cimiento suficientemente sólido para construir, a partir de él, un movimiento revolucionario. Por eso, si se quiere llevar adelante una línea consecuente de acción combativa a nivel de masas, además de actuar sindicalmente, hay que agruparse como tendencia, lo que implica ya un primer grado de definición, mayor que el sindical. Participar de la tendencia supone aceptar un conjunto de definiciones que pueden ser compartidas por compañeros de diversas extracciones ideológicas pero que entrañan ya claramente ciertas exclusiones (como los reformistas, por ejemplo) imprescindibles si se procura lograr un mínimo de verdadera coherencia operativa. Aunque obvio, es necesario tenerlo presente, para no recaer en viejos errores, atribuyéndoles a las organizaciones sindicales cometidos de acción político-ideológica que el tiempo demostraría que no puede asumir consecuentemente.

¿Significa esto que hay que abandonar la actividad sindical? Por supuesto que no. En los gremios hay que seguir actuando, impulsando la lucha hasta donde sea legítimo y posible. Hay que llegar lo más lejos que se pueda, pero no tan lejos como para aislarse. No debemos frenar artificialmente las luchas como hace el reformismo, ni llevarlas para donde el gremio no quiere ir, como a veces hacen los que se enceguecen con sus propios deseos y no ven lo que la gente realmente quiere. Lo dicho no significa que el militante tenga que ser esclavo del espontaneísmo de las masas, que hay que esperar sentados a que a las masas se les ocurra moverse. La función del militante es promover la lucha activamente, que no es lo mismo que dejarse llevar por subjetivismos. Para promover realmente luchas, a nivel gremial hay que plantear cosas que sean realmente queridas por el gremio. La represión trata de convertir a los “pasivos” en asustados, a los que son combativos a veces, en “pasivos” y así aislar a los sectores más duros. A esos se golpeará entonces directamente. El reformismo juega en el mismo sentido y hablará contra los “aventureros” y pedirá “direcciones responsables” para intentar hacer base aprovechando las condiciones de retroceso, de “aflojada”, creadas por la represión.

La solidaridad y coordinación

Hay mucha gente en los barrios que no está comprendida en los cuadros sindicales pero que está dispuesta al combate, que se organiza para luchar. La tendencia no puede dar la espalda a esa realidad. Se debe concretar, realmente y operativamente, la coordinación de actividades entre grupos de tendencia que actúen en la misma zona, en el mismo barrio. Abriendo posibilidades concretas de que participen en la lucha todos los que estén dispuestos a ella. Estén o no afiliados a un sindicato. Trabajadores de fábricas o talleres no sindicalizados, estudiantes de la zona, desocupados, amas de casa deben tener la posibilidad de participar en el combate.

Se puede empezar por una reivindicación concreta, pero para que la acción no se agote y termine una vez solucionado el problema, hay que abrir el principio, una perspectiva más amplia. Mostrarle a la gente que moviéndose puede conseguir, no una, sino varias cosas, el agruparse, el luchar juntos da conciencia de la fuerza propia. Y al mismo tiempo demuestra, en los hechos que nunca mienten cuales son los obstáculos, e inclusive, los límites de la acción de masas. Porque no por realizarse en un nivel superior al sindical, la acción de tendencia deja de tener límites precisos, los que le fija la existencia del sistema. De ahí su invalorable y esclarecedor alcance político. Porque al igual que toda otra forma de acción de masas pone en claro la necesidad de una transformación de fondo. De una transformación que modifique los fundamentos mismos del sistema

La organización específica

Y eso es una tarea más compleja y difícil, que entraña un compromiso mayor, que exige métodos diferentes, niveles aún más elevados. Es una tarea ya definida y específicamente política que solo una organización política puede encarar. Los sindicatos significan un nivel, primario y general, de acción de masas. Las agrupaciones de tendencia coordinadas entre si y enraizadas en el conjunto de los sectores más combativos del pueblo, en los barrios, son un nivel superior al anterior. Pero la transformación de fondo del sistema solo puede lograrse en la medida en que exista una organización específicamente política, capaz de disputar a las clases dominantes el poder. Y para ello son necesarias formas de organización y métodos de acción que solo una organización ideológicamente homogénea y apta para actuar en todos los terrenos, puede darse.
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Fuente: "Cartas de FAU", abril y mayo de 1970.
Digitalización: Alasbarricadas.org