El MRTA y la Revolución Peruana

EL MRTA Y LA REVOLUCIÓN PERUANA

Introducción

Nuestro pueblo, obreros, campesinos, empleados, estudiantes y todos aquellos que son marginados por el régimen, sufren una serie de problemas que imposibilitan el desarrollo normal del ser humano en el Perú. Estas lacras son principalmente el desempleo y el subempleo, el hambre y la miseria, la insalubridad la falta de techo y educación, la delincuencia y corrupción generalizadas. Pero no todos sufren desgracias como consecuencia de esta política económica, vemos también que en nuestro país existe un pequeño grupo de personas que se enriquecen a manos llenas como fruto de esa misma política, así como un conjunto de empresas extranjeras, principalmente norteamericanas, que explotan y depredan nuestros recursos naturales y la mano de obra barata de nuestro pueblo controlando a la vez toda la economía nacional a través de la gran banca transnacional, en beneficio exclusivo de empresas transnacionales que controlan parte importante de la economía mundial.

Esta situación no es como pretenden hacernos creer nuestros actuales gobernantes, producto principalmente de la llamada “crisis mundial de la economía” o “consecuencia del gobierno de facto anterior”. Esto no es así ya que como todos conocemos el actual presidente norteamericano Ronald Reagan ha sido reelecto este año gracias a que la economía yanqui ha tenido un crecimiento durante su período anterior, mientras que la economía de los países dependientes y atrasados como el nuestro ha seguido hundiéndose aún más. Por otro lado querer echarle la culpa de la profundidad de la crisis al régimen militar anterior (68-80) es un recurso falso que utiliza Belaúnde Terry para justificar la actual situación.

El Imperio de los Incas

El pueblo peruano es objeto de un largo proceso de dominación y explotación que se inició fundamentalmente cuando los conquistadores españoles arribaron a nuestras tierras e impusieron su dominio. En el Perú se venía desarrollando una cultura propia con sus particulares características, pero evidentemente en un grado de desarrollo técnico inferior que el de Europa, la sociedad Inca estaba llamada a jugar un papel importante en la conformación de la sociedad Americana. El Tahuantinsuyo se perfilaba como un mundo prometedor surgido de la profundidad de los valles andinos y las altas cumbres de la cordillera sudamericana, con sus propias leyes, simples pero inflexiblemente justas, raza, lengua y costumbres homogéneas, fuerza moral y material.

La planificación estatal, el trabajo obligatorio en las tierras del incanato, el servicio militar, el grado de desarrollo de las fuerzas productivas (en primer lugar de la agricultura), de la arquitectura, de la medicina, el arte, las comunicaciones y la ciencia militar, la satisfacción de las necesidades fundamentales de todo el pueblo, principalmente del trabajo y la alimentación, así como una organización social y jurídica, iban perfilando la estructura de una cultura que debía desempeñar un papel importante en el mundo, que como civilización propia y destacada no ha podido ser, evidentemente destruída hasta la actualidad.

No será motivo de este trabajo el caracterizar a la sociedad inca; aún reconociendo la existencia y desarrollo de las clases sociales y la lucha entre las mismas pensamos que además de los trabajos realizados por diversos historiadores sobre el tema, existen elementos específicos que no se ajustan necesariamente a los esquemas conocidos como “comunidad primitiva” “esclavitud”, etc. y que generaba una sociedad muy particular.

La Colonia inició la destrucción del Perú

La historia oficial, reaccionaria y anti patriótica, ha pretendido hacer creer que la conquista del Perú por los españoles fue un proceso fácil que culminó con el asesinato de Atahualpa. Pero la verdad es otra.

La guerra de resistencia inca podemos diferenciarla en tres etapas: la primera fue la resistencia encabezada por Calcuchimac y Quis Quis, que luego de numerosas batallas se replegó hacia el norte desatando una resistencia guerrillera que se diluyó por disputas internas; la segunda constituye la defensa del Cusco encabezada por Manco Inca, que casi retomó la vieja capital del imperio, así como Lima; y finalmente, la resistencia de la última capital del imperio Inca, Vilcabamba, encabezada inicialmente por Manco Inca y continuada por Sairi Tupac, Titu Cusi Yupanqui (hijo de Manco) y Tupac Amaru I, quien fuera derrotado recién en 1572.

Se equivocan quienes piensan que fue fundamentalmente la superioridad técnico-militar, o un modo de producción más avanzado, los que causaron y determinaron la derrota de los incas frente a los españoles. La experiencia mundial de los pueblos enseña que un pueblo en desventaja económica y técnica puede vencer a un enemigo más poderoso si es capaz de forjar la unidad más amplia y desarrollar una guerra de carácter popular. La división en el seno de la sociedad inca, acentuada en esos momentos por la lucha por el poder entre Huáscar y Atahualpa, fue la causa fundamental de la derrota incásica.

Durante toda la época colonial el Perú (1572-1824) fue laboratorio de instalación de diversos modos de producción y explotación todos los que sirvieran para el saqueo inmisericorde de sus riquezas naturales (en aquellos momentos el oro y la plata principalmente).

El modo de producción esclavista en las haciendas de la costa; primitivismo en las comunidades indígenas de la selva; feudalismo y/o esclavismo en las haciendas de la sierra, las minas y los obrajes; simultáneamente, el comercio con la metrópoli y en las ciudades estaba dominado por las relaciones capitalistas que ya se asentaban en las potencias europeas.

La Rebelión Tupacamarista

Durante toda la época colonial las masas explotadas y oprimidas no dejaron de luchar contra la despiadada dominación española; durante la conquista cayeron combatiendo los mejores hijos del pueblo inca, encabezados por Manco Inca. Luego de diezmar las fuerzas combativas del incanato, los conquistadores aplicaron una política de exterminio masivo, a la par de esclavización (o servílización) de las masas indígenas.

En más de 250 años de explotación colonial, durante los cuales la rebeldía indígena nunca cesó (rebelión de J. Santos Atahualpa, etc.) se fueron generando las condiciones para la independencia de España; dos niveles de contradicción se agudizaron para desencadenar el levantamiento dirigido por Túpac Amaru II. En primer lugar, la contradicción entre las masas explotadas (siervos, esclavos, artesanos) y los explotadores (realistas, nobles, terratenientes, comerciantes y alta jerarquía de la iglesia). En segundo lugar, la contradicción entre criollos que necesitaban de una mayor autonomía y libertad de comercio, así como de la modernización de las fuerzas productivas, y la Corona española que exigía el mantenimiento de la súper explotación (que beneficiaba principalmente a la metrópoli) y el aislamiento de la colonia del resto de Europa. Recordemos que en el transcurso del siglo XVIII el capitalismo se desarrollaba impetuosamente en países como: Inglaterra, Alemania, Francia, con su secuela de modernización en todos los órdenes de la vida social; de igual manera, en 1776 se declara la independencia de las trece colonias norteamericanas de Inglaterra, se difunde la Declaración de los Derechos Ciudadanos y se desarrolla la revolución Francesa de 1789.

La rebelión dirigida por Túpac Amaru en 1700 se constituyó en la revolución popular anticolonial más importante de América, creando las condiciones histórico-sociales para la lucha independentista dirigida posteriormente por los criollos, entre los que destacaron Bolívar, San Martín y Sucre.

La derrota de la rebelión tupacamarista no aplastó las aspiraciones libertarias de nuestro pueblo; los levantamientos encabezados por los hermanos Angulo, Zela, Pallardeli la de los indios de Huánuco, además del poderoso movimiento guerrillero desplegado a todo lo largo y ancho del país, fue desgastando y desmoralizando al más poderoso ejército español asentado en América. Es sobre la base de este movimiento popular anticolonial una de cuyas expresiones más notables es el pescador revolucionario José Olaya, y del internacionalismo consecuente de las fuerzas anticolonialistas de Latinoamérica, que se da el puntillazo final al coloniaje. La diferencia fundamental entre estos dos procesos libertarios, el dirigido por Túpac Amaru (serpiente resplandeciente) y el que desembocó en Ayacucho en 1924, fue que el primero tuvo carácter popular-revolucionario, que expresaba los intereses de los explotados (por la abolición de las mitas, obrajes y tributos) como plataforma táctica e inmediata, y nadie duda del contenido estratégico del movimiento planteado como la vuelta a la autoridad incaica (o rompimiento del dominio del conquistador español).

Por otro lado, la lucha independentista dirigida por los criollos si bien logró la expulsión de los virreyes y tropas realistas del Perú, luego de las glorias de Junín y Ayacucho (y el retiro de Bolívar de la escena nacional) fueron los herederos de los conquistadores, los hijos de los españoles propietarios de la tierra y del poder económico, los notables, quienes asumen la conducción del nuevo Estado republicano-oligárquico, donde las masas populares seguirán sufriendo la más vil explotación y marginación.

La oligarquía criolla: Clase dominante pero no dirigente

Expulsado el conquistador vinieron largos años de anarquía, guerras civiles entre diversos caudillos militares, que si bien expresaban dos grandes vertientes: la de los conservadores (feudales a ultranza, interesados en la mantención del esclavismo y la servidumbre) y los liberales (partidarios de la liberación y la abolición del esclavismo y el tributo indígena); en ambos casos tenían en común el espíritu de grupo caudillesco, la incapacidad política, su falta de visión nacional. Durante este período el pueblo peleó y murió tras uno y otro caudillo, hipotecaba su autonomía de clase e intereses propios.

La aparición del guano y su rentabilidad permitió que durante el gobierno de Castilla se consolidara el Estado oligárquico; el pueblo también radicaliza sus luchas y alzados contra Echenique golpean en el corazón de la oligarquía más reaccionaria, Castilla se incorpora hábilmente a este movimiento y decreta la abolición de la esclavitud y del tributo indígena, que pocos años después se repondría, y los coolíes reemplazarían a los anteriores esclavos.

La riqueza generada por el guano y el salitre se derrochó pagando deudas propias y ajenas, en gigantescas defraudaciones al fisco y en el desbordante lujo de la oligarquía que pretendía superar a la ya fenecida nobleza Europea. Consolidados económicamente crearon el Partido Civilista y luego de mover sus hilos para el brutal asesinato de los últimos exponentes del viejo militarismo (los hermanos Gutiérrez), copó el poder y en poquísimos años fracasó como opción política, conduciendo al país a una situación económica, social y política catastrófica en la que se produciría la guerra del Pacífico.

En estas condiciones es que las masas populares, por entonces en su gran mayoría campesinas, retomaran sus viejas banderas y con ellas el camino de la violencia revolucionaria de masas. En 1876 los campesinos de Huancané encabezan una gran rebelión que llegará a ocupar transitoriamente Puno y sólo será aplastada luego de una brutal masacre.

La Guerra con Chile: Termómetro para la sociedad peruana

Asolada por una aguda crisis en su economía, empujada y apoyada económica, política y militarmente por el imperialismo inglés, la oligarquía chilena preparó en detalle su expansión hacia el norte. En cambio la oligarquía peruana, carente del más elemental sentido nacional se sumió en la más absoluta imprevisión. Los resultados de la guerra tendrían efectos desastrosos y traumáticos para el Perú.

Una economía quebrada por el dispendio y el entreguismo, una oligarquía que no estaba dispuesta a sacrificarse económicamente para sustentar la guerra, dirigentes políticos más preocupados en sus propios intereses y conspiraciones de grupo antes que las necesidades nacionales, eran incapaces de llevar adelante una guerra victoriosa; un ejército donde sus soldados eran extraídos de sus tierras por la fuerza para servir a una patria a la que no conocían y no comprendían, porque sencillamente esta no correspondía a sus intereses concretos, no podían luchar con la fuerza necesaria para vencer. Los actos de traición y la falta de mística patriótica también fueron razones que permitieron la invasión de los chilenos, pese a la entrega y el heroísmo de los sectores auténticamente patrióticos y nacionalistas representados por Bolognesi y por Grau.

Cuando se produjo la invasión chilena, las condiciones se fueron modificando sustancialmente, el ejército del invasor violentó brutalmente el propio hogar del poblador peruano, convirtiendo la guerra en un hecho absolutamente comprensible para el movimiento popular, fundamentalmente indígena. Por ello fue posible que Andrés Avelino Cáceres levantara un nuevo ejército popular, guerrillero, basado exclusivamente en la capacidad creativa de las masas, que luchan con todo lo que tienen a su alcance para expulsar al enemigo. El fin de la guerra con la capitulación de las clases dominantes nativas trajo como consecuencia no sólo la cercenación de gran parte de nuestro territorio, sino principalmente la sumisión de nuestra economía a la penetración a fondo del gran capital imperialista inglés, justamente de aquel que apoyó hasta las últimas consecuencias al invasor chileno.

El ingreso del capital inglés durante las últimas décadas del siglo pasado y la penetración del gran capital transnacional yanqui durante el presente, han ido imponiendo un modo de producción, el capitalista, que finalmente ha terminado sometiendo al conjunto de la economía y la sociedad peruanas. Junto a la conformación del capitalismo en el Perú, deformado y dependiente desde sus primeros pasos, se fue forjando el proletariado peruano, la clase obrera, generando de esta manera la posibilidad real de dotar durante el presente siglo a todo el pueblo trabajador del Perú de una vanguardia revolucionaria, capaz de dirigir al conjunto de las masas explotadas y oprimidas hacia la transformación profunda y revolucionaria de la sociedad nacional, garantizando con su presencia y dirección la construcción de una sociedad democrática y revolucionaria, consecuentemente antimperialista, el socialismo.

La Clase Obrera: Vanguardia del Pueblo

Desde las luchas obreras por la jornada laboral de 8 horas y el abaratamiento de las subsistencias, en la segunda década del presente siglo, hasta la conformación de ella misma como clase social revolucionaria, ha transcurrido un largo proceso de maduración ideológica y política. En primer lugar, a partir de sus propias luchas reivindicativas, en la creación de sus primigenias organizaciones gremiales: la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) y la Federación de Campesinos y Yanaconas del Perú, bajo la orientación ideológica y política de José Carlos Mariátegui.

Cuando apenas habían nacido estas organizaciones de clase, populares, el Perú fue sacudido por una violenta crisis económica, social y política, la de los años 30. La agudeza de esta crisis empujó a las masas al hambre y la miseria de una manera extraordinaria; la respuesta radical de las masas y las pugnas violentas en el seno de las clases dominantes, crearon las condiciones de una crisis revolucionaria, los combates populares se sucedieron uno tras otro, los mineros del centro, la CGTP en Lima dirigió paros y barricadas, la marinería se declaró en rebeldía, los pueblos de La Libertad y Ancash se insurreccionaron encabezados por las bases apristas revolucionarias y son ahogados en sangre, además de traicionados por la dirección partidaria. La temprana muerte de Mariátegui, en 1930, y la falta de consecuencia y claridad política de las direcciones del movimiento popular, frenó la construcción de una vanguardia política esclarecida, faltando al movimiento popular una clara estrategia de poder, carencia más acentuada aún en el plano militar.

El heroísmo del combate popular fue derrotado por la más brutal represión, que luego de dos o tres años terminó en la práctica liquidación de las organizaciones populares. Vinieron largos años de contrarevolución, y luego de estabilización del dominio capitalista. Se sucedieron gobiernos pro fascistas como el de Benavides, proimperialistas como el de Prado y reformista de Bustamante, que será derrotado por el oligárquico dictatorial de Odría. Todos estos gobernaron aplicando draconianas medidas de represión antipopular. Antes de la caída de Bustamante, en medio de grandes conflictos sociales la madrugada del tres de Octubre de 1948 la marinería y las bases apristas intentaron un levantamiento revolucionario que será aplastado sangrientamente y una vez mas traicionados por la cúpula del Apra.

Las relaciones de producción semifeudales, bastante difundidas en nuestros campos, entraron en crisis a fines de la década del 50, lanzando a las masas campesinas a la lucha por la tierra y la libertad. El campesinado peruano ha sido protagonista de destacadas luchas desde comienzos de siglo: la rebelión de Rumi Maqui en Puno de 1914; los levantamientos campesinos del sur en el 20; a fines de la década del 50 e inicios de los 60 el movimiento campesino se levanta contra el régimen terrateniente y el gamonalismo, haciendo la reforma agraria con sus propias manos; las tomas de tierras se generalizan a partir de entonces en Chepén, Rancas, La Convención y Lares, Andahuavlas.

El calor de este movimiento de masas campesinas que constituían el grueso de la población popular, y la influencia de la gloriosa revolución Cubana el movimiento revolucionario recupera su vocación de poder. Nacen las primeras organizaciones que asumen la lucha armada y el inicio de la guerra de guerrillas en 1965 por el MIR, encabezado por destacados hijos del pueblo como Luís de la Puente, Guillermo Lobatón Milla, Máximo Velando y Victoria Navarro. La determinación de los compañeros del 65 por desarrollar la guerra revolucionaria, inspirado por la necesidad histórica de terminar con las brutales condiciones de explotación y marginación de que son objeto nuestros pueblos, produjo cambios importantes en la escena política nacional, además de ser aporte de suma trascendencia para el movimiento revolucionario de nuestra patria.

El golpe militar del año 68 y el intento de llevar adelante un proceso reformista y nacionalista, fracasado por la conspiración imperialista, la crisis del mismo sistema económico, y las limitaciones de clase de los militares encabezados por el general Velasco, fue precisamente un intento tibio por eliminar las raíces de la revolución. El fracaso de esta experiencia ha sido la demostración de que el capitalismo está condenado a muerte y no habrá fuerza reformista para salvarlo.

Tras la caída del Velasquismo, durante la dictadura del general Bermúdez y más recientemente con el segundo gobierno de Belaúnde, el imperialismo ha sometido a nuestro país al saqueo generalizado; el endeudamiento externo; las imposiciones del Fondo Monetario Internacional, así como el control de la economía por las subsidiarias de los monopolios imperialistas, han convertido a nuestro país en una típica semicolonia donde el propio Estado pierde la independencia formal, y donde el modelo económico está quebrando todo vestigio de economía nacional y sometiendo al pueblo a la más atroz situación de hambre, desocupación y desamparo hasta hoy conocidas.

Pero el pueblo peruano no se ha rendido, así lo ha demostrado en las heroicas jornadas libradas por nuestra clase obrera en los años 77-78, que obligaron a la dictadura del general Morales Bermúdez a convocar a elecciones generales. Nunca antes la clase obrera y el pueblo habían librado combates más encarnizados en defensa de sus conquistas y aspiraciones inmediatas, produciendo hechos que determinaron la política y la lucha de clases que adquirieron dimensiones históricas. Los paros nacionales, las tomas de fábrica, la participación de las masas organizadas en los frentes de defensa, han venido demostrando que los trabajadores y el pueblo peruano están adquiriendo la capacidad necesaria para ser el pilar fundamental sobre el cual ha de construirse la nueva sociedad peruana.

El MRTA

Las luchas reivindicativas y políticas de nuestro pueblo surgen como una necesidad frente al sistema de explotación y opresión al cual somos sometidos desde la colonización y durante toda esta época de república supuestamente democrática; sin embargo no basta la lucha misma si ésta no tiene un norte, un horizonte claramente definido. De la misma manera, no basta la lucha de las organizaciones naturales de las masas trabajadoras, como los sindicatos obreros, gremios campesinos y estudiantes y otras asociaciones reivindicativas del pueblo, para cambiar el orden establecido; es necesario contar para ello con organizaciones políticas y militares de esencia popular, que sirvan como instrumentos idóneos para la transformación revolucionaria de la sociedad peruana, y la construcción de una nueva sociedad basada en bienestar popular y la justicia social.

El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru -MRTA- ha nacido como una respuesta histórica a esta situación; el proletariado peruano y las masas trabajadoras de nuestra patria han madurado lo suficiente para alumbrar una organización de vanguardia como la nuestra, destinada a orientar y dirigir sus luchas, en todos los frentes de batalla contra los enemigos del pueblo. El MRTA es una organización de la clase obrera y las masas populares del Perú, que asume como propias las tradiciones revolucionarias del pueblo a través de su larga historia de luchas contra la explotación y la opresión y que pugna por conducir éstas hacia la definitiva liberación nacional y social, proceso que forma parte indudable del camino ininterrumpido al socialismo, tal como señalara el Amauta Mariátegui.

El socialismo tiene, indudablemente, una dimensión universal, común para todos los países por diferentes que sean entre sí, y una dimensión particular, propia de cada país históricamente determinada. Esta concepción precisa las dos grandes orientaciones de nuestra revolución: de un lado el internacionalismo revolucionario, que nos hace parte de la lucha revolucionaria por la construcción del socialismo a nivel mundial y, de otro lado, el carácter nacional de nuestra revolución que hace surgir de la forma particular en que se da la lucha de clases en nuestro país, orientada a liquidar las bases económicas y sociales que hacen dominante el modo de producción capitalista en el Perú.

Entendemos que la revolución nacional adquiere una dimensión continental, tal como sucediera con la rebelión de Túpac Amaru en 1780, lo cual nos liga indefectiblemente al proceso revolucionario latinoamericano. Igualmente, el imperialismo norteamericano tiene una estrategia global para toda Latinoamérica; la internacionalización del capital supera las dimensiones nacionales, las burguesías locales más poderosas integran sus intereses bajo la sombra del imperialismo. Por todo ello, la contradicción principal que afecta a la clase obrera y al pueblo peruano, es también similar para los otros pueblos latinoamericanos. En esa medida no puede concebirse la suerte de una revolución en un país latinoamericano sin considerar el conjunto de las luchas revolucionarias continentales.

Sin embargo, hacemos nuestra la posición de que el mayor aporte inmediato de un partido internacionalista como el nuestro es hacer su propia revolución.

De la misma manera, así como el imperialismo yanqui tiene una estrategia global en el terreno económico para su “patio trasero” latinoamericano, cuenta también con una concepción integral en los planos político y militar, Que se resumen principalmente en la llamada “Doctrina de la Contrainsurgencia” y cuyas expresiones locales son conocidas como la “Doctrina de la Seguridad Nacional”. En síntesis, esta política está orientada a impedir, por todos los medios necesarios, el avance de las fuerzas revolucionarias en todo el continente, considerando la rebelión de las masas populares en América Latina como parte de un complot dirigido desde el exterior, y negando de plano que la insurgencia revolucionaria de nuestros pueblos tenga sus raíces y causas fundamentales en las condiciones de hambre, miseria y represión en que vivimos.

Por ello también, no es casual que desde siglos atrás las luchas revolucionarias que se han librado a todo lo largo y ancho del continente latinoamericano, hayan tenido repercusiones y proyecciones internacionales; ha sido la necesidad de unir fuerzas contra el enemigo común. La sublevación de Túpac Amaru tuvo repercusiones continentales, y fue coordinada con la de Túpac Katari en Bolivia, generando además brotes revolucionarios en Argentina, Ecuador, y otros, el enemigo común era el imperio español. De igual manera, las luchas independentistas se internacionalizaron, siendo un ejército libertario conformado por peruanos, colombianos, chilenos, argentinos, venezolanos y bolivianos, quienes dieron la estocada mortal a las tropas realistas de España en la gloriosa batalla de Ayacucho en 1824; Simón Bolívar, como expresión de los sectores más avanzados de los criollos americanos comprendió la necesidad de juntar esfuerzos estratégicos planteando la conformación de una confederación de todos los países de habla hispana bajo el lema de la Patria Grande latinoamericana y para enfrentar el peligro que significaba para nuestros pueblos el desarrollo del imperio del norte.

La revolución cubana en el año 59, y más recientemente el triunfo de la revolución sandinista, han tenido extraordinarios efectos sobre los pueblos del continente y han reavivado a las fuerzas revolucionarias, mostrando el camino correcto para vencer; por otro lado, el derrocamiento sangriento y lamentable del gobierno constitucional de Salvador Allende en el 73 (Chile), mostró las debilidades y limitaciones de la estrategia reformista y electoralista para América Latina. El Comandante Ernesto Ché Guevara paradigma del revolucionario latinoamericano de este siglo, guerrillero, estadista, y constructor del hombre nuevo no se equivocó cuando planteó la necesidad de crear dos, tres, muchos Viet Nam en América Latina así como la coordinación de las fuerzas revolucionarias en armas, como el único camino viable, digno y necesario para lograr la victoria de las fuerzas populares en el continente. El MRTA hace suyas estas concepciones y se suma a la línea de combate que atraviesa los continentes subdesarrollados de Asia, África, América Latina y El Caribe.

El MRTA está dotado de una concepción científica que lo faculta para realizar un análisis concreto del desarrollo de la lucha de clases en nuestro país, y de sus perspectivas inmediatas y mediatas. Esa concepción corresponde a los intereses de la clase obrera y todos los desposeídos. Esa ideología científica es el marxismo-leninismo.

Así como las clases dominantes en nuestro país se han venido nutriendo del pensamiento mundial de los imperialistas y burgueses, así también los revolucionarios del Perú debemos aprender de las experiencias de otros pueblos, principalmente de los de nuestro continente y los países del tercer mundo, en su lucha contra el enemigo común, aplicando creadoramente aquellos aspectos que sirvan para el avance de la revolución peruana.

La Estrategia del MRTA

De la misma manera, así como nuestra organización debe contar con una definición ideológicamente clara y precisa, deberá también conducir a la clase obrera y al pueblo todo alrededor de una estrategia y tácticas claras que sirvan efectivamente a la meta más inmediata que es la conquista del poder político.

La estrategia que asume nuestro Movimiento, el MRTA, es la de la guerra revolucionaria del pueblo; es la definición integral que conducirá la acción revolucionaria del partido y orientará las luchas de los trabajadores y todo el pueblo hacia la victoria sobre el enemigo de clase. La guerra no es otra más que la práctica de la política a través de otros medios, concretamente en el uso de la violencia revolucionaria; teniendo en cuenta que se han agotado de manera fundamental los medios legales de lucha en la búsqueda de lograr satisfacer las necesidades esenciales del pueblo trabajador, y que la democracia formal se ha convertido en un círculo vicioso que envuelve y arrastra en su dinámica al conjunto de los partidos burgueses y reformistas perpetuando indefinidamente la explotación imperialista y la opresión de las masas populares, no queda otra cosa a los revolucionarios y al pueblo todo del Perú que rebelarse y desarrollar la lucha armada como principal forma de combatir por la liberación nacional y social.

La guerra no es un capricho de un grupo pequeño de extraviados y desesperados políticos, es la consecuencia natural que se deriva de cientos de años de explotación colonial y neocolonial, que no han permitido la satisfacción plena de las aspiraciones de vida de los trabajadores de nuestra patria, la guerra se ha convertido en una necesidad vital para las masas populares del país, ya que los niveles de vida en que nos encontramos no pueden descender más y que la protesta y los diferentes medios de lucha desarrollados hasta ahora en el plano legal, están siendo respondidas por el régimen con la prisión, las torturas, los cementerios clandestinos, los desaparecidos, los apaleamientos, las masacres y el alza constante y asfixiante de todos los artículos de primera necesidad, así como los despidos masivos y la destrucción de las esqueléticas fuerzas productivas nativas para favorecer a las empresas transnacionales.

La implementación de la llamada guerra sucia por las FF.AA., es la respuesta de las clases dominantes a las luchas del pueblo trabajador. Hay un solo camino para enfrentar la explotación y la guerra sucia es el único camino digno para un pueblo digno, la guerra revolucionaria.

La guerra adquiere el carácter de revolucionaria ya que es emprendida por los explotados y marginados, que son la mayoría de la población, y cuyo objetivo no negociable es conquistar el poder y construir sobre los escombros de la vieja e injusta sociedad, una patria libre y soberana, donde impere el bienestar popular y la justicia social.

Es la guerra revolucionaria del pueblo porque ha de ser todo el pueblo peruano, los obreros, campesinos pobres, los empleados, estudiantes y demás clases explotadas y oprimidas, los protagonistas de ella y los beneficiarios de la misma, la lucha intransigente por la revolución no será un proceso fácil ni cómodo, menos aún un camino alfombrado de flores, será un proceso difícil y duro, largo y lleno de sacrificios; sin embargo no queda otro camino para recuperar nuestra dignidad como pueblo y entregar a nuestros hijos, una sociedad donde puedan vivir como seres humanos y desarrollarse plenamente como tales.

Combinar todas las formas de lucha

La aplicación de esta estrategia de GRP a la lucha de clases en nuestro país implicará el desarrollo de variadas y múltiples formas de lucha, desde aquellas consideradas meramente reivindicativas, como son las sindicales y gremiales en general, las formas políticas abiertas por la defensa de las conquistas alcanzadas por las masas, por la defensa de las libertades públicas y democráticas, así como por la defensa de los Derechos Humanos y los tratados internacionales sobre la guerra, hasta la lucha armada de masas y de vanguardia. Lo importante y determinante de la combinación acertadas y justa de estas diversas formas de lucha, estará dada por la necesidad de que estas variadas formas de combatir estén articuladas por la forma principal que es la lucha armada.

Esta estrategia revolucionaria está definida por un objetivo principal que es la conquista del poder político, y que se alcanzará en un proceso más o menos prolongado de guerra revolucionaria. En consecuencia esta estrategia adquirirá diversas formas de acuerdo a la agudización de la lucha de clases en el país, y a las etapas propias de este tipo de guerra, surgidas acorde a la particular realidad nacional, donde se mezclarán y actuarán diferentes fuerzas y formas de lucha.

El objetivo de esta primera etapa de guerra revolucionaria que se desarrolla en nuestro país es el de la acumulación y desarrollo de fuerzas revolucionarias, ideológicas, políticas y militares; en primer lugar, en la construcción de una organización de vanguardia que sea capaz de fundirse con las masas trabajadoras y orientar sus luchas en la perspectiva general de la lucha por el poder, así como de dirigir la lucha armada e ir incorporando a la misma a las masas del pueblo trabajador.

En el plano político, y dentro del objetivo de la acumulación y desarrollo de fuerzas, nuestra finalidad será ganar la simpatía de las más amplias masas, convocándolas a la lucha decidida, justa y valerosa contra los enemigos de clase. Desenmascarando la esencia antipopular de los partidos burgueses, y dando respuesta oportuna y acertada a las agresiones económicas y represivas del régimen, buscando además generar el convencimiento a nivel de las amplias masas de que la solución de fondo de los graves problemas que nos aquejan sólo podrán ser resueltos como producto de un proceso revolucionario que transforme radicalmente nuestra sociedad.

Este proceso se desarrollará sobre la base de óptimas condiciones favorables para las fuerzas revolucionarias, teniendo en cuenta que las clases dominantes nativas se encuentran sumidas en la peor crisis económica y política de los últimos tiempos; y que el movimiento popular ha adquirido niveles muy importantes de organización y experiencia de lucha en diversos planos. Sin embargo la acumulación de fuerzas propiamente político-militar, se dará de lo pequeño a lo grande, donde el movimiento irá incorporando paulatinamente a los sectores más destacados de las masas populares a la lucha armada, hasta una etapa superior donde este crecimiento se volverá incontenible.

En ese mismo sentido, la propaganda armada es un factor de primera importancia en todo este proceso; la propagandización de la lucha armada y la guerra revolucionaria como una necesidad imperiosa que nuestro pueblo debe asumir con dignidad y valor, sin rehuir ese deber histórico, colocando siempre por delante los intereses de las grandes mayorías populares y de nuestra patria por sobre los intereses individuales o de grupo.

En el plano militar, el objetivo fundamental del presente será el de convertirnos en una fuerza militar indestructible que garantice la victoria sobre el enemigo. Objetivo que se logrará mediante el desarrollo de la guerra de guerrillas, la acumulación y desarrollo de las fuerzas propiamente militares, la organización de los destacamentos de guerrilla urbana, el impulso al desarrollo y organización de la autodefensa de masas y las milicias populares, así como la multiplicación de la guerra de guerrillas en el campo en la perspectiva del ejército popular.

El desarrollo de la guerra de guerrillas de lo simple a lo complejo, aportará la experiencia necesaria para avanzar en la conformación de destacamentos sólidos y fogueados en el combate. La dinámica propia de la guerrilla urbana la diferenciará en su forma y objetivos inmediatos a la guerrilla del campo, pero ambas actuarán en forma combinada y simultánea, bajo una misma dirección política y militar. La guerra de guerrillas generará en su propio movimiento la creación de un ejército popular poderoso capacitado para disputarle el poder al enemigo en el plano político, militar, territorial o geográfico.

Otro de los aspectos fundamentales del MRTA, son el uso más adecuado de la táctica política y las alianzas, la identificación del enemigo principal y la concentración de fuerzas para golpearlo, buscar e impulsar constantemente el mayor aislamiento político, social y militar de este enemigo y sus aliados estratégicos y/o eventuales. Unir en el transcurso de este proceso a los más amplios sectores de las masas contra el enemigo común, en la proyección de crear las condiciones para la posterior construcción del más amplio frente de liberación nacional y social.

La dinámica de la revolución peruana está ligada íntimamente al desarrollo de la lucha de los países latinoamericanos, tanto en el combate contra el imperialismo, como en la construcción de la Patria Grande, libre y soberana.

Asimismo, la solidaridad internacional con la revolución peruana se gestará y desarrollará en la medida de lo acertado de nuestra política de alianzas internacionales como lo avanzado de nuestra correlación de fuerzas, tanto en lo nacional como en lo internacional. Esta concepción integral, surgida del análisis de nuestra realidad y la historia de la lucha de nuestro pueblo, la que permite que hoy nuevamente se reinicie con perspectiva estratégica de victoria la guerra revolucionaria iniciada por nuestro pueblo hace más de 450 años y cuyas banderas de independencia nacional y justicia social se resumen hoy en la lucha contra el imperialismo y por el socialismo.

El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), ha resumido pues esta lucha en el lema: ¡CON LAS MASAS Y LAS ARMAS VENCEREMOS!

Perú, Mayo de 1985.