La Habana, República de Cuba, sede de los diálogos por la paz con justicia social para Colombia. Mayo 22 de 2013.
UN GOBIERNO PARA LA PAZ
Estamos dispuestos a entendernos con cualquier presidente que tenga el propósito de sacar adelante el proceso de paz.
Esta semana algunos medios de comunicación, no de mala fe, quizás por malas interpretaciones o falta de comunicación, han dicho que desde las FARC-EP se admitió que estaríamos apoyando la candidatura presidencial de Juan Manuel Santos. Pero no; lo que hemos dicho es que el presidente está en su derecho de presentar su candidatura, y que lo más importante es que exista continuidad del proceso de paz.
En reiteradas ocasiones expresamos que por el compromiso que tenemos de sacar adelante un proceso de diálogos serio, que conduzca a la paz, nuestro papel es llevar a la mesa un proyecto de país inspirados en los anhelos de las pobrerías de Colombia. Así ha sido durante la discusión del primer punto de la Agenda del Acuerdo General de la Habana. Siempre actuando a la luz del preámbulo que invita a reflexionar sobre los profundos problemas y causas socio-históricas que generaron la confrontación.
De esta forma, nuestras cien primeras propuestas para el Desarrollo Rural y Agrario para la Democratización y la Paz con Justicia Social para Colombia, recogen nuestros lineamientos históricos en defensa del campesinado colombiano, de las poblaciones rurales marginadas, y las reivindicaciones de las organizaciones sociales y políticas que han sido presentadas en los diversos foros y encuentros programados desde la Mesa de la Habana o a iniciativa ciudadana.
Ahora nos aprestamos a complementar este proyecto con las propuestas referidas al segundo punto de la agenda que tiene que ver con la participación política ciudadana, con la democracia en general y otros aspectos nodales para sostener un mundo en condiciones de justicia y libertad.
En todo caso, desde antes y más ahora, frente a los desenvolvimientos que van teniendo las actividades del parlamento y el proceso electoral, hemos guardado distancia más que suficiente diciendo que un entendimiento de paz no puede supeditarse a presiones de tiempos legislativos ni mucho menos a campañas electorales. Para nosotros, el proceso de paz debe constituir un propósito nacional superior, incluyente, cuyo actor principal sea el pueblo colombiano, con sus sueños y sus esperanzas. A eso no se le puede negar tiempo.
Reiteramos la necesidad de mantener los diálogos, contra viento y marea, aspirando obviamente a que en vez de que en Colombia se desarrolle un proceso electoral en el que los candidatos se sacan "los trapos al sol" brindando espectáculos que se despreocupan de la miseria y el atraso que padecen las mayorías, surjan las iniciativas y los programas de cambio que requiere nuestro país para comenzar a andar la senda de la justicia y la verdadera democracia.
Bien es sabido que nosotros cuestionamos el sistema político colombiano, y dentro de él, la corrompida y excluyente mecánica electoral. Precisamente de esos asuntos y de la necesidad de instaurar la verdadera democracia en Colombia, es que trata el segundo punto de la Agenda que estamos ad portas de abordar. No obstante, cualquiera de los candidatos sería bienvenido si estableciera un compromiso definitivo en proseguir la búsqueda de la reconciliación, a partir de un tratado de paz que le brinde bienestar a todos.