¡HONOR Y GLORIA A LOS HÉROES DEL PUEBLO Y LA GUERRA POPULAR!
Nuestro pueblo es heroico y el proletariado lo es más, desde que existen combaten cotidianamente la opresión y explotación de las clases dominantes derrochando heroísmo masivo. Precisamente, un 19 de junio de hace 27 años, la rebelión de los prisioneros de guerra del Partido Comunista del Perú, enfrentando y derrotando el siniestro genocidio del Estado peruano, estampó un hito imperecedero de heroicidad dentro de la más gran epopeya del pueblo peruano: la guerra popular 1980 a 1992.
Vale la ocasión para recordar brevemente el contexto histórico de los hechos.
En 1980, las masas populares hartas de la opresión y explotación de una sociedad hundida en la semifeudalidad, la semicolonialidad y el capitalismo burocrático pusieron a la orden del día la cuestión del Poder; y un Partido Comunista del Perú preparado para dirigirlas hacia la conquista del poder mediante la guerra popular, sujeta y guiada por el marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento gonzalo, para construir la República Popular de Nueva Democracia. Esto en un contexto internacional todavía favorable a la revolución. Así el 17 de mayo de 1980 se inició con el rechazo a las elecciones reaccionarias del momento, el levantamiento de cosechas por los propios campesinos y los guerrilleros y con sabotaje eléctrico a las empresas mineras. La incorporación de las masas campesinas y de la juventud tanto masculina como femenina fue significativa siendo el teatro principal de la acción guerrillera el campo y la ciudad complemento. Dos años después, derrotadas las fuerzas policiales militarizadas, surgió el Nuevo Poder, por primera vez en el Perú las masas pobres comandaban su propio poder.
Por su parte el Estado peruano siguiendo la política del imperialismo norteamericano desde Reagan calificó de terrorismo a la revolución y de terroristas a los revolucionarios con el objetivo de desprestigiarlos y defender su sistema opresor y explotador. Desde un inicio desató la represión sangrienta, y al ser derrotadas los cuerpos policiales militarizados y surgir el Nuevo Poder, ordenó el ingreso de las Fuerzas Armadas para combatir al Nuevo Estado recién surgido. Estos fueron los años más cruentos. Aplicando una línea genocida de exterminio declaró el estado de emergencia en Ayacucho, Huancavelica y Apurímac que concentraban 1 millón de peruanos, a los que puso bajo un Comando Político-Militar con carta blanca para “quemar todo, robar todo y matar a todos”, pertrechados hasta los dientes con fusiles, cañones, bombas aéreas, helicópteros artillados, hasta NAPALM, orugas y tanques de guerra desaparecieron pueblos enteros, asesinaron miles de campesinos, quemaron sus tierras y despojaron de sus cosechas.
Pero la sangre no ahoga la revolución sino la riega, y muestra la trascendencia del proceso de guerra popular capaz de sobrepasar el genocidio masivo y se expandió a casi todo el país. Los guerrilleros compuestos prioritariamente por las propias masas del lugar se hicieron combatientes del Ejército Guerrillero Popular dirigido por el Partido bajo la consigna de “¡UNIR A LOS POBRES! ¡EL PUEBLO NUNCA CONTRA EL PUEBLO!” y se enfrentaron con lo que tenían en su trabajo cotidiano a las Fuerzas Armadas genocidas y no sólo defendieron el Nuevo Poder sino que lo desarrollaron Conquistando las Bases de Apoyo, médula del camino de cercar las ciudades desde el campo.
En 1985, Alan García, más hambreador y más genocida que su antecesor, asume la dirección del viejo Estado. Ante el pujante desarrollo de la guerra popular pretendieron contenerla extendiendo su genocidio del campo a las cárceles de la ciudad; no les bastó una guerra sin prisioneros, pasaron a exterminar a los prisioneros desarmados, comenzaron con 34 quemados vivos en el Pabellón británico de Lurigancho el 4 de octubre de 1985 y se dispuso a infligir un golpe decisivo desatando su furia homicida contra los prisioneros de guerra de El Frontón, Lurigancho y El Callao.
El 19 de junio de 1986, los prisioneros de guerra se rebelaron contra el genocidio en marcha planteando una demanda de 26 puntos muy justa y razonable. García Pérez y su Consejo de Ministros, con la complicidad de las diversas fuerzas políticas reaccionarias y la entonces “Izquierda Unida” encabezada por Barrantes, ordenó aplicarles “eficaz y rápidamente” la misma política contrasubversiva del Estado peruano contra los combatientes y las masas campesinas, exterminarlos a todos. Nuestro país y el mundo entero se estremecieron por la monstruosa y premeditada matanza de 250 prisioneros en un solo día: en Lurigancho asesinaron a todos uno por uno con un tiro a la cabeza, en El Frontón la mayoría fueron volados por el ataque alevoso con cargas de demolición y en El Callao se ensañaron contra las prisioneras donde también asesinaron. El pretendido golpe devastador acabó cayendo sobre la cabeza de quienes lo engendraron que se sumieron en su mayor crisis política de la que jamás salieron, mientras que nuestros compañeros prisioneros de guerra, combatientes de la guerra popular arrancaron con su resistencia a las balas, los bombardeos y los explosivos el ¡Día de la Heroicidad!, defendiendo los intereses de la clase y el pueblo a costa de su propia vida, obteniendo un triunfo político, militar y moral que potenció la guerra popular.
Y la guerra popular desarrolló las Bases de Apoyo conquistando en 1990 el Equilibrio Estratégico. El gobierno de Fujimori prosiguió esa línea genocida del Estado peruano perpetrando múltiples acciones genocidas en campo y ciudad, y un nuevo hecho de exterminio masivo contra los prisioneros de guerra del Penal Miguel Castro Castro asesinando 51 prisioneros en mayo 1992. Una vez más la guerra popular siguió potenciándose y llegó a su punto más alto en julio 1992; hecho histórico reconocido por el propio imperialismo norteamericano en uno de sus informes como el de la Rand Corporation que indicó que el PCP estaba próximo a la toma del poder en el Perú, habiéndose convertido en un problema serio de seguridad para el imperialismo norteamericano y mal ejemplo en su traspatio de América Latina.
Sin embargo, las condiciones internacionales desde fines de la década se complejizaron para el campo de la revolución mundial y la propia perspectiva mediata de la conquista del poder en el Perú. El imperialismo norteamericano comandó una ofensiva general contra la revolución atacando al marxismo de caduco y a la meta de utopía, generando una opinión pública desfavorable a la revolución. Conjunto de cambios que variaron la correlación de fuerzas a nivel mundial en desmedro de la revolución y que exigían a los comunistas la solución de muchos problemas nuevos. Lamentablemente en el Perú, en setiembre del 92 se produjo la detención de la Jefatura y Dirección Central del PCP. Así el PCP vivió un problema de dirección en un momento en que nuevos, complejos y muy serios problemas se tenían que resolver. La reacción peruana por vez primera pasó a tener la iniciativa, así cifras más cifras menos, mientras que en el campo se presionaba con más genocidios, en la ciudad alrededor de 15 mil personas fueron detenidas. Nos aplicaron un régimen de encierro de 23 horas y media, aislamiento unicelular, dispersión en cárceles de todo el país y a los máximos dirigentes los llevaron a apartadas islas, separándolos de todo contacto social, pero su sagacidad política los llevó a proponer conversaciones con el régimen de turno, conversaciones de paz para poner término a la guerra iniciada en 1980. Acción política que en las nuevas condiciones de la lucha de clases servía a los intereses del pueblo pero no a los de sus enemigos por lo que fue vilipendiada por unos y tergiversada por otros.
Desde ahí el Jefe del PCP, el doctor Guzmán propuso terminar la guerra con o sin acuerdo para entrar a un momento de paz como necesidad del pueblo, la nación y la sociedad peruana en su conjunto. Y ¿quiénes se opusieron a la paz? Los que quisieron que la guerra prosiguiera con su costo en vidas y otros perjuicios: los reaccionarios burgueses pro imperialistas, la izquierda burguesa, los jefes de los organismos de derechos humanos (los agentes después de la CVR) para no darle “ninguna ventaja a Guzmán” como dijeron y la prosiguen hoy los mercenarios antipueblo de VRAE. Han transcurrido 21 años desde que el PCP decidió terminar la guerra y durante todo ese tiempo los prisioneros políticos nos hemos desenvuelto en lucha política sin armas. Creyeron que nos habían cambiado la cabeza, pero no es así, porque precisamente ha sido nuestra ideología la que nos ha permitido enfrentar las inicuas condiciones de aislamiento, encierro y larga carcelería, pues la ideología es una decisión libre y voluntaria que adoptan las personas en determinado momento de su vida y nadie, ni con ley o sin ley te la puede arrebatar porque se trata de una manera de concebir el mundo.
Precisamente a partir de la ideología del proletariado universal, el marxismo-leninismo-maoísmo y su aplicación creadora a nuestra realidad, el pensamiento gonzalo es que analizamos la realidad desde el punto de vista de los intereses de las mayorías. ¿Cuál es hoy la realidad? La sociedad peruana actual es capitalista, dependiente del imperialismo y con rezagos semifeudales subsistentes. Sobre este carácter se desenvuelve el sistema económico, el que se sustenta en la explotación y opresión, en la creciente concentración del capital y en una nueva acumulación originaria. El gobierno de derecha de Ollanta Humala mantiene, defiende y desarrolla este sistema de explotación capitalista al servicio de la gran burguesía y el imperialismo promoviendo la militarización del régimen. La lucha por el poder no está a la orden del día, las masas del pueblo luchan por sus reivindicaciones, derechos y libertades democráticas arrebatadas por la dictadura fujimorista y sus continuadores Toledo, García y Humala quienes para imponer el neoliberalismo y desenvolver su plan de nueva acumulación originaria niegan derechos, despellejan al pueblo y quitan sus recursos naturales. El pueblo peruano no tiene paz ni democracia ni desarrollo: centenares de hijos del pueblo han sido asesinados en las protestas sociales, se criminaliza la lucha popular, se fortalece la legislación antiterrorista y aplica el derecho penal del enemigo, el ciclo de crecimiento de la economía peruana sólo ha beneficiado a un puñado de grandes burgueses y sus amos imperialistas acumulando cuantiosas ganancias a costa de míseros salarios, desocupación y el hambre de los de abajo. Todo esto dentro de un contexto internacional signado por la más grande y grave crisis del sistema capitalista que prosigue y tiende a agravarse, intensificando la lucha de clases internacional y potenciando las contradicciones fundamentales; crisis que prueba que el sistema capitalista es un sistema caduco y que jamás va a resolver los problemas de la clase y los pueblos del mundo, así mismo prueba la vigencia y validez del marxismo-leninismo-maoísmo y la necesidad de la revolución y de partidos comunistas marxista-leninista-maoístas que dirijan las luchas del proletariado y el pueblo en el mundo y el país para plasmarla.
La matanza de 335 prisioneros que la reacción tenía en sus garras es prueba incontrastable de la política reaccionaria que el Estado peruano aplicó contra los prisioneros políticos, dentro de su siniestra política contrasubversiva genocida, cruel y vesánica contra los pueblos más atrasados del Perú, para desaparecerlos por ser pobres, como en Umaru, Bellavista, Accomarca, Cayara, Huambo, Huambalpa, Putis, Los Cabitos, Estudiantes De La Universidad Del Centro, La Cantuta, El Mantaro, El Santa, El Río Huallaga, entre muchos otros con miles de muertos y miles de desaparecidos, que los reaccionarios con la complicidad de los organismos de derechos humanos, que jamás defendieron a los prisioneros políticos y de guerra del Partido Comunista del Perú, porque para ellos no somos humanos, no somos ciudadanos, no somos personas. Hoy, quedamos 300 prisioneros políticos y de guerra, quedan sus aberrantes leyes de excepción, rotuladas antiterroristas, propia de dictaduras abiertas, y que hoy lo siguen usando como arma de guerra contrasubversiva y, a pesar de que la guerra terminó hace 21 años, han profundizado el aislamiento del doctor Guzmán y la profesora Iparraguirre, siguen fortaleciendo su legislación antiterrorista dando leyes para sepultarnos de por vida en prisión, quitan beneficios penitenciarios, emiten leyes para impedirnos trabajar y perseguirnos de por vida si obtenemos la libertad y proyectan las leyes de negacionismo y modificaciones a la de apología para amordazarnos e impedir que la verdad histórica de la guerra popular quede establecida e imponer la verdad reaccionaria. Pero la guerra popular está grabada en el lomo de los cerros y el alma de los pobres, tiempo al tiempo sus grandiosos logros iluminarán las futuras jornadas por venir y a las generaciones venideras.
Y a todo esto, los responsables políticos directos de la barbarie genocida, política general del Estado peruano a lo largo de su guerra contrarrevolucionaria, contra los campesinos, los obreros, las mujeres, los estudiantes: el arquitecto Fernando Belaúnde, de 1980 a 1985; el señor Alan García, del 85 al 90; y Alberto Fujimori del 90 para adelante ¿han asumido su responsabilidad ante el país o ante los tribunales? Nunca, ninguno, ni siquiera se les ha acusado de estos crímenes contra ciudadanos peruanos, hasta se dicen “demócratas” cuando no son sino defensores del viejo orden, representantes de la sanguinaria dictadura del gran capital.
En este Día De La Heroicidad, al rendir solemne homenaje a nuestros héroes, hito en el heroísmo masivo de nuestro pueblo, nos comprometemos a seguir su luminoso ejemplo de entregar la vida luchando por los intereses del proletariado, y del pueblo. Persistimos en solución política, amnistía general y reconciliación nacional. Llamamos al proletariado y al pueblo peruanos a desarrollar la lucha por la libertad de los presos políticos y prisioneros de guerra como parte indesligable de la lucha de la clase y el pueblo contra el sistema capitalista opresor y explotador.
Finalmente decimos que no somos terroristas, somos revolucionarios, somos comunistas, somos marxista-leninista-maoístas, pensamiento gonzalo, el doctor Guzmán no es terrorista, es el Presidente Gonzalo, la más alta expresión del proletariado, el más grande marxista-leninista-maoísta viviente, en cuya Jefatura y todopoderoso pensamiento nos reafirmamos pues sólo así seguiremos sirviendo al pueblo de todo corazón fundidos en sus luchas en función de la revolución socialista al servicio de la revolución mundial bregando indoblegablemente por nuestra meta comunista.
¡GLORIA A LOS HÉROES DEL PUEBLO!
¡COMPAÑEROS DE EL FRONTÓN, LURIGANCHO Y EL CALLAO, PRESENTE!
¡SOLUCIÓN POLÍTICA, AMNISTÍA GENERAL Y RECONCILIACIÓN NACIONAL!
¡PRESOS POLÍTICOS LIBERTAD!
¡VIVAN LAS LUCHAS DEL PUEBLO!
¡VIVA LA REVOLUCIÓN!
Perú, 19 de junio 2013
Comité Nacional de Prisioneros Políticos y de Guerra del Perú