Lo saludo a la vez de felicitarlo por la laboriosa investigación y la amena exposición a la que nos tiene acostumbrados habitualmente en su columna, una de las más leídas y serias de la revista Semana por el uso profesional, que suele darle, a las fuentes de las que dispone.
En reciente artículo suyo titulado MADURO Y LAS FARC, basado en el más resistente computador antibombas que conozca la historia, supuestamente perteneciente al Comandante Raúl Reyes, presenta como de mi autoría unos inexistentes correos electrónicos que jamás escribí, donde presuntas opiniones vertidas por terceras personas involucrarían al hoy Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro y otros importantes dirigentes de la Revolución, en la patria del Libertador, en factores de corrupción.
No debe Usted desconocer el cúmulo de irregularidades cometidas por las autoridades colombianas en el manejo del “hallazgo” del computador, invalidado por los propios tribunales colombianos: no se respetó la cadena de custodia, inteligencia militar lo manipuló a su antojo, el “analista” Alfredo Rangel y Cia aconsejaron al Ministro de Defensa de la época, Juan Manuel Santos “intoxicar” (atosigarlo con información falsa y dañina), entre otras maniobras que desnudan la farsa y muestran la catadura moral de los que así actúan. (Véase, por ejemplo, un artículo del camarada Pablo Catatumbo al respecto, publicado en el año 2009, en: www.cedema.org/ver.php?id=3231).
No dejo de preguntarme: ¿qué se pretende con la extemporánea mención a Maduro y sus colegas, mucho más teniendo en cuenta que se publica a pocas horas del encuentro de los Presidentes de Colombia y Venezuela?
Debo reconocer que Usted da el beneficio de la duda: “las afirmaciones de los cabecillas de las FARC no están respaldadas por ninguna prueba. No sería justo asumir –automáticamente- como ciertos los señalamientos de esos correos electrónicos”.
Yo agregaría: ¿será justo y responsable asumir como ciertos y realmente existentes los correos de la citada fuente espuria?