Trinchera Móvil (Edición Especial Septiembre de 2013)

A 40 AÑOS DEL GOLPE FASCISTA EN CHILE; ESAS "MALDITAS CONTRADICCIONES" QUE SE NIEGAN A MORIR

“Por ello preciso: en Chile no ha fracasado la izquierda, ni el socialismo, ni la revolución, ni los trabajadores. En Chile, ha finalizado trágicamente una ilusión reformista de modificar estructuras socioeconómicas y hacer revoluciones con la pasividad y el consentimiento de los afectados: las clases dominantes” (Miguel Enríquez (1973), Comandante de la Revolución Chilena)

A punto de cumplirse cuatro décadas de la asonada fascista en Chile, vemos con cierta crudeza, como esas viejas contradicciones de clase entre capital y trabajo, o entre las mismas fuerzas imperialistas, se hacen más patentes; pero con preocupación, también observamos que al interior de NUESTRAS FUERZAS, esas contradicciones también se hacen carne, con el agravante que es el mismo pueblo expectante que a la larga, siempre paga las consecuencias por los proyectos políticos impulsados desde orgánicas, que muchas veces, en lo menos que están pensando, es precisamente, en ese pueblo que dicen “representar”.

Lo anterior se establece a propósito que en nuestro país, proliferan todo tipo de análisis respecto a los culpables, a los que propiciaron la arremetida imperialista en septiembre de 1973, con las consecuencias socioeconómicas que vemos hasta nuestros días, y por sobre todo, el papel que en la actualidad, están jugando estos mismos actores.

Después de 40 años de historia, desde esta TRINCHERA observamos una irónica consecuencia del desarrollo de las distintas fuerzas que protagonizaron el proceso de avance social llevado a cabo desde mediados de la década del 60 del siglo pasado, hasta el golpe fascista de 1973 y la posterior resistencia a la Dictadura Militar; esa consecuencia se observa por ejemplo, en la existencia de un Partido organizado, estructurado, que dice llamarse Comunista, pero que en la práctica, adolece de lo más importante para una orgánica de este tipo; no tiene militantes en esencia Comunistas, pues la característica fundamental de éstos, es que obedecen a una lógica socialdemócrata, revisionista y reformista.

En tanto, entre los sectores revolucionarios, donde existen de verdad militantes con una característica marcadamente comunista, estos adolecen de una estructura orgánica que los aglutine, pues prevalece una exacerbada atomización y una falta de coherencia estratégico-táctica, que lo cierto, no dista mucho de lo acontecido hace cuatro décadas atrás, donde esta irónica contradicción existía entre NUESTRAS FUERZAS.

Al igual como lo estableciese Miguel Enríquez, Secretario General del MIR Chileno, apenas se produjo la asonada fascista de 1973, es preciso que el mundo en general y que los sectores revolucionarios en particular, aquilaten en su debida magnitud los acontecimientos y el proceso vivido por el pueblo chileno hace 40 años, pues es necesario recolectar esas enseñanzas que la experiencia chilena entregó, pues vemos como estos acontecimientos y vicios del pasado se vuelven a reeditar, lo cual sería nefasto para las nuevas generaciones, que encabezan los nuevos procesos, y del despertar de los sectores supuestamente derrotados y atomizados, que poco a poco comienzan a entender su rol histórico.

Al respecto, nuestra intención es contribuir al desarrollo de la lucha ideológica que surge nuevamente, en el ámbito de la izquierda mundial y que precisamente, era una de las representaciones más controversiales en la época del golpe de Estado en Chile, en la histórica disputa entre Reformismo y Revolución, que especialmente Rosa Luxemburgo y Lenin habían expuesto magistralmente, a principios del siglo XX. Antes de ello, es necesario contextualizar con una mirada crítica, el cómo se definían estas posturas al interior de la izquierda, los efectos de esto en la práctica de los conglomerados políticos y por cierto, las consecuencias que ello trajo para el futuro del pueblo.

Una mirada histórica

En honor a la claridad histórica y más allá de la nostalgia de utopías frustradas, es necesario establecer que la Unidad Popular era un proyecto reformista, es decir, con pretensión de producir ciertos avances en un contexto capitalista; si bien asentado en el seno del pueblo, en la práctica siempre se mostró temeroso de la real capacidad popular, confiando más en los sectores burgueses, por lo que se fue encarcelando en el orden burgués (en palabras del propio Miguel Enríquez). En ese sentido, la estrategia de la UP no tenía el propósito de implementar realmente, la Dictadura del Proletariado, es decir la toma real del poder por parte de la clase trabajadora en la lógica Marxista-Leninista, sino que su propuesta consistía en avanzar en algunas transformaciones sociales, impulsando un llamado “socialismo democrático”, apoyado en alianzas con sectores de una supuesta burguesía nacional, que incluía a sectores de las Fuerzas Armadas, pretendidamente constitucionalistas, pero que en la práctica nunca han perdido su esencia oligárquica y de clase.

Esta realidad planteada, en muchos militantes de los partidos que integraban la UP, a la luz de los hechos no estaba muy asumido; el MIR en cambio, lo entendía claramente, de ahí la implementación paralela de su estrategia y sus tácticas, respecto a nutrirse de la Fuerza Social Revolucionaria del pueblo, que fueran conformando el Poder Popular, entendido como Poder Dual al Estado Burgués, y no combatiendo al gobierno de la UP como el reformismo se ha encargado de transmitir por el mundo maliciosamente, colocando al MIR y sus militantes, como provocadores intransigentes, “ultraizquierdistas” y hasta como los principales causantes del Golpe fascista, lo que refleja una miopía propia de los revisionistas y reformistas.

Lo cierto es, que la lógica contradictoria, entre el realizar pequeñas reformas al Estado burgués, ocupando pequeños espacios de poder apoyándose en la burguesía, como lo vimos en la UP y como lo seguimos observando hoy, y por otro lado, el avanzar directamente, en términos transformadores o revolucionarios, son dos posiciones al interior de la izquierda que tienen un basamento ideológico y político claro. A la luz de los hechos históricos es conveniente recordar, sobre todo, para que los nuevos actores den cuenta de hechos objetivos y no asuman las antojadizas explicaciones del discurso hegemónico, que ha dominado a la izquierda y del cual muchos “intelectuales” hoy hacen eco.

La realidad histórica muestra que las disputas al interior del movimiento popular no son nuevas; sólo por refrescar la memoria, no podemos olvidar lo sucedido al interior de la Primera Internacional de Trabajadores entre los sectores que después pasaron a constituirse en Marxistas y Anarquistas; la posterior disputa en la Segunda Internacional contra el revisionismo que da origen a la conformación de los Partidos Comunistas en la lógica Marxista-Leninista, que viene a poner una tregua de un par de décadas tras el triunfo Bolchevique en Rusia, y la derrota del fascismo a manos del Ejército Rojo. Pero estas contradicciones internas, en el terreno de la izquierda no desaparecieron, se incubaron al interior de los principales PCs y vienen a resurgir, a sacar sus tentáculos en febrero de 1956, en el ya mítico XX Congreso del PCUS, donde el revisionismo moderno se articula, se robustece y viene a dirigir el derrotero de gran parte de los Partidos de izquierda del mundo, con algunas valerosas excepciones.

De ahí en adelante, se establece y tergiversa la idea de la coexistencia pacífica, que deriva en la lógica de transformar a los partidos comunistas en grandes frentes que lograran alianzas, bloques y coaliciones con la burguesía, con lo cual se venía a poner una lápida al partido del proletariado de nuevo tipo, esa organización de combate que buscaba la hegemonía del proletariado en el movimiento revolucionario, creado e impulsado por Lenin, en una no menos cruenta lucha con las corrientes reformistas y revisionistas de su época, que son precisamente las que se rearticulan a partir del XX Congreso del PCUS. Precisamente, el que los partidos comunistas renuncien “a la idea de la hegemonía, es la forma más burda de reformismo” lo había advertido Lenin, y esa fue la tesis que el revisionismo moderno, comenzó a hacer práctica, estableciendo que lo planteado por el revolucionario bolchevique era una postura envejecida, pues la lucha contra el enemigo de clase, debía ser policlasista y estar encabezada por un grupo de fuerzas políticas con la misma característica, que dieran cuenta de nuevos sujetos y actores sociales como las “pequeñas burguesías emergentes” de cada país.

En tanto, los sectores que seguían propiciando el Marxismo-Leninismo como idea fundante y guía del accionar político, establecían que en la época del imperialismo, como fase superior del capitalismo, el proletariado como clase, no podía renunciar a la idea de hegemonizar el movimiento popular, tarea en la que debía acompañarse del campesinado, de los pueblos originarios, “los pobres del campo y la ciudad” (como los califica de manera notable el MIR chileno), debían disputar y tener la dirección del proceso y no transformarse en comparsa de la burguesía.

Es en esa lógica, es donde se producen los principales avances de los pueblos del mundo, desde la década del 60 en adelante, pero también se originan las principales contradicciones y rompimientos al interior de los partidos de la izquierda tradicional y la consecuente conformación de nuevos referentes, no exentos muchos de ellos de los mismos vicios que el revisionismo había propagado y que se reflejaba en las diferentes tendencias al interior de estos grupos, que Miguel Enríquez por ejemplo, calificaba como “una bolsa de gatos”, que para poder avanzar debían ser necesariamente depurados. De ahí también, surge la necesidad planteada por el Che Guevara de crear los partidos revolucionarios como fuerzas militares desde el comienzo, pues estaba claro del nivel ideológico y político de los PCs que orbitaban en la lógica Jruchoviana y de lo nefasto que podía ser el accionar reformista, para nuestros pueblos.

Había un dicho muy comentado en gran parte de Latinoamérica, este decía que, “cuando llovía en Moscú, los comunistas locales salían con paraguas”, en el caso del partido comunista chileno, este dicho tiene mucho de verdad, pues en el periodo de la UP y de ahí en adelante el reformismo en Chile, tiene una limitante ideológica clara, sumado a un nulo sentido de autocrítica que se refleja por ejemplo, al momento de contextualizar el modo de producción en el periodo de la UP, señalando la existencia y predominio de un feudalismo agrario, mientras que el MIR establecía que “Chile es un país semi-colonial, de desarrollo capitalista atrasado, desigual y combinado, con un capitalismo industrial y minero desarrollado y con un capitalismo agrario atrasado”, análisis que claramente, se refleja en la estrategia y las tácticas de ambos sectores.

En la actualidad, esta contradicción también se observa, pues los “comunistas” chilenos, copiando los “designios externos” están “convencidos” que la contradicción principal de este periodo, está dada por el “neoliberalismo, versus democracia”, motivo por el cual, sus tácticas están orientadas a generar “más democracia, para derrotar al neoliberalismo”… Desde esta TRINCHERA al menos, hemos establecido que esta tesis, aparte de ser falsa es muy nefasta para el pueblo, pues se basa en supuestos que no son reales, dado que el pretendido “neoliberalismo”, es un engendro ideológico creado por la burguesía y del cual se hacen eco los economistas y analistas revisionistas, que se niegan a reconocer que estamos frente al estadio supremo de los monopolios, que es lo contrario al liberalismo económico y que por ello, estamos frente a un Estado monopolista, donde la reacción política o fascismo, es su lógica político-militar operativa.

En consecuencia, lo que no reconocen los revisionistas y reformistas actuales, es que en ese Estado donde quieren participar y son capaces de las negociaciones más perversas para alcanzar estos propósitos, es una institucionalidad reaccionaria contra los intereses del pueblo, por lo tanto ningún comunista que se precie de tal, puede siquiera pensar integrar y defender esos intereses, por ello han hecho suyo un cúmulo de teorías revisionistas, muy alejadas de la realidad concreta, lo mismo que vimos hace 40 años atrás.

…Y la Rueda de la Historia Sigue Girando…

Como vemos, estas son las dos almas que convivieron en el proceso de la UP en Chile y que desarrollaron sus estrategias; el reformismo que prefirió fortalecerse al interior del Estado burgués, y las fuerzas revolucionarias que aprovechando el alza de la lucha de clases, decidieron construir el Poder Dual. Desde la óptica del tiempo, podemos establecer que esta última postura, si bien acertaba en el análisis, no lo hacía de la misma manera en su coherencia táctico-estratégica y operativa, por cuanto también subvaloró el poder del enemigo y tampoco aquilató lo nefasto que puede ser el no detenerse a combatir de raíz las posturas revisionistas y reformistas enquistadas en el seno del movimiento popular, que llevaron al matadero la esperanza de un pueblo entero, y que en la actualidad vuelven a amenazar el avance del movimiento social, conviniendo y negociando pequeñas cuotas con los mismos que han sometido desde el Estado burgués a nuestro pueblo. Ante esa realidad, los revolucionarios actuales debemos reaccionar, salir del inmovilismo y reconocer que la lucha ideológica es la punta de lanza del combate contra nuestro enemigo de clase y contra el revisionismo y reformismo que pacta con él.

Hoy, cuando observamos la crisis planetaria de la FES Capitalista, de sus instituciones burguesas, vemos como de nuevo el revisionismo y el reformismo salen a su salvataje; ¡La lucha de clases ha regresado!, espetan preocupados los llamados progresistas, mientras que los revisionistas modernos nos dicen que esto es sólo una crisis “del neoliberalismo, del capitalismo salvaje” y de tantos “apellidos” que le han inventado al modo de producción capitalista, como una manera de velar su verdadera naturaleza.

Al respecto, desde esta TRINCHERA preguntamos; ¿es que alguna vez la lucha de clases se fue en retirada?, ¿es que de verdad la libre concurrencia (léase liberalismo económico) retornó al modo de producción capitalista?, o por el contrario, no será que la crisis ideológica que atravesó la izquierda, nos segó al extremo, de no dejarnos ver la realidad objetiva y tuvimos que creer en los apareceres, en los discursos de los iluminados revisionistas, los neomarxistas, los ciudadanistas, que impusieron su hegemónica mirada, no sin la desinteresada “ayuda” de nuestro enemigo de clase.

Pero el porfiado y viejo topo de la historia, nos vuelve lentamente a la cruda realidad; apurados y trastabillantes los “iluminados analistas económicos y sociales”, retornan a hojear a los clásicos barbudos y al pelado bolchevique que se niega a morir; “parece que de nuevo tenían razón”, dicen apesadumbrados; será que, por más paladas de tierra que intentaron tirarles, la loca rueda de la historia retorna hacia ellos; ¿por qué no previó esta crisis global la retórica neomarxista, si en el discurso progresista, eurocomunista, ciudadanista, que sustenta el revisionismo moderno todo estaba calzando preciso?; ya habían enterrado los “socialismos reales”, habían encontrado al gran culpable de todo: ese “georgiano campesino ignorante y vil, que osó pararse ante los iluminados intelectuales”; es más, ya estaban coincidiendo con el “fin de la historia”, habían diseñado la tercera vía, nos habían dicho que lo del capitalismo no era más que un problema de apellidos, pues sacábamos el de “salvaje” y colocábamos el de “humanizado” y “otro mundo era posible” como por arte de magia; esto seguía tal como antes, todos contentos y felices, con sus Estados de bienestar, subsidiadores, mixtos en el peor de los casos…

Pero como guion de película de misterio, a la vuelta de la esquina, de nuevo esas “malditas contradicciones” que se presumían enterradas, empujaban por aparecer. Y los maquillajes ya no están surtiendo efecto, por más elecciones, candidatos y circos burgueses que publiciten, igual aparecen, vuelven a la palestra porfiadamente, y lo que más les pesa a los revisionistas y reformistas modernos, es que esa difamada y poco entendida “dialéctica materialista” parece que tenía razón y se yergue como espada de Damocles, destruyendo toda la lógica revisionista. Regresa altiva y montada en un lindo corcel llamado “El Capital”, que por más que trataron de enterrarlo no se pudo, pues se fue a la clandestinidad por un tiempo, esperando “que maduraran las condiciones” para hacerse entendible, pero no se fue a descansar, por el contrario, comenzó a armar un Batallón que integraron otros supuestos enterrados: los “Manuscritos económicos y filosóficos”, “Manifiesto Comunista”, “Socialismo utópico y socialismo científico”, “¿Qué hacer?”, “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, “El Estado y la Revolución”, “Fundamentos del Leninismo”, “Sobre la Guerra Prolongada”, “Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria”, “Reforma o revolución”, “El fascismo es la guerra”, “Armar a las masas revolucionarias, construir el ejército popular”, “Pasajes de la guerra revolucionaria”, “Guerra de Guerrillas”, entre muchos otros “extremistas” que han logrado mantenerse y que se disponen a combatir en esta nueva fase de la lucha ideológica, que en manos y mentes de nuevos depositarios, se transformarán en el arma más poderosa de nuestra clase.

Sólo nos queda seguir insistiendo: Instrúyanse, porque necesitamos toda nuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitamos todo nuestro entusiasmo. Organícense, porque necesitamos de toda nuestra fuerza.

Con el PUEBLO, como Fuerza Principal Político-Militar,

Con la vanguardia, creando CONCIENCIA Revolucionaria y

Con el FUSIL, como guía de la lucha histórica y constante.

POR LA RAZON Y LA FUERZA, LOS TRABAJADORES AL PODER

SÓLO PODEMOS LA VÍA REVOLUCIONARIA

COMBATE O MUERTE

HUMANIDAD O MUERTE

Desde algún lugar de Chile, Septiembre de 2013

Movimiento de Izquierda Revolucionaria – Ejército Popular Revolucionario (Batallón Chile)