Ernesto Che Guevara (Cf. LATINOAMERICA 20). Con el título de Latinoamérica, la revolución necesaria, publicamos una Carta dirigida a su compatriota Ernesto Sábato, así como dos pequeños trabajos sobre la Revolución Cubana y la solidaridad que debe guardar ésta con pueblos de otras regiones de la tierra. A Sábato le explica el sentido que para él y para quienes le siguieron tiene la Revolución Cubana. Se trata de una revolución que se distingue de los reformismos que solo aspiran a cambios que no afectan los intereses de las oligarquías o los del neocolonialismo. Revolución, la cubana, que lleva a sus últimas consecuencias los cambios que se ha propuesto. La revolución fue como algo necesario para romper fin a injusticias y corrupciones y para elevar metas de vida de sus pueblos. No parte de una ideología, de un programa abstracto. El programa y la ideología se encuentran en la marcha de la Revolución. La Revolución cubana no surge por ello de un proyecto marxista. La Revolución se hizo marxista cuando se hicieron evidentes sus verdades en la marcha de la misma.
El marxismo no es una meta, sino un instrumento para el logro de un mundo más justo. Este ayuda a explicar la realidad sobre la cual hay que actuar. No se sigue ciegamente al Marx y al Engels que condenaron a Bolívar y aplaudieron la intervención de los Estados Unidos en México en 1847, partiendo de equivocadas tesis racistas. Los hombres se equivocan, pero sobre ellos están las verdades que han encontrado y que pueden servir al hombre mismo. Verdades que sirven para enfrentar la injusticia y la explotación, no sólo en América, sino en otras muchas partes del mundo. El Che Guevara hace suyas las banderas solidarias de Bolívar y Martí. Nuevas formas de solidaridad deben ser intentadas hasta el logro de una integración que no descanse ya en la explotación. En este sentido la Revolución en América es más que un proyecto, es una necesidad ineludible
───────────────────
LATINOAMERICA: LA REVOLUCION NECESARIA
Ernesto Che Guevara
La Habana, 12 de abril de 1960
“Año de la Reforma Agraria”
Sr. Ernesto Sábato
Santos Lugares
Argentina
Estimado compatriota:
Hace ya quizás unos quince años, cuando conocí a un hijo suyo, que ya debe estar cerca de los veinte, y a su mujer, por aquel lugar creo que llamado “Cabalando”, en Carlos Paz, y después, cuando leí su libro Uno y el universo, que me fascinó, no pensaba que fuera usted –poseedor de lo que para mi era lo más sagrado del mundo, el título de escritor- quien me pidiera con el andar del tiempo una definición, una tarea de reencuentro, como Ud. llama, en base a una autoridad abonada por algunos hechos y muchos fenómenos subjetivos.
Fijaba esos relatos preliminares solamente para recordarle que pertenezco, a pesar de todo, a la tierra donde nací y que aún soy capaz de sentir profundamente, todas sus alegrías, todas sus esperanzas y también sus decepciones. Sería difícil explicarle por qué “esto” no es Revolución Libertadora; quizás tendría que decirle que le vi las comillas a las palabras que usted denuncia en los mismos días de iniciarse, y yo identifique aquella palabra con lo mismo que había acontecido en una Guatemala que había de abandonar, vencido y casi decepcionado. Y, como yo, éramos todos los que tuvimos participación primera en esta aventura extraña y los que fuimos profundizando nuestro sentido revolucionario en contacto con las masas campesinas, en una honda interrelación, durante dos años de luchas crueles y de trabajos realmente grandes.
No podíamos ser “libertadora” porque no éramos parte de un ejército plutocrático sino éramos un nuevo ejército popular, levantado en armas para destruir al viejo; y no podíamos ser “libertadora” porque nuestra bandera de combate no era una vaca sino, en todo caso, un alambre de cerca latifundaria destrozado por un tractor, como es hoy la insignia de nuestra INRA. No podía ser “libertadora” porque nuestras sirvientitas lloraron de alegría el día que Batista se fue y entramos en La Habana y hoy continúan dando datos de todas las manifestaciones y todas las ingenuas conspiraciones de la gente “Country Club” que es la misma gente “Country Club” que usted conociera allá y que fueran a veces sus compañeros de odio contra el peronismo.
Aquí la forma de sumisión de la intelectualidad tomó un aspecto mucho menos sutil que en la Argentina. Aquí la intelectualidad era esclava a secas, no disfrazada de indiferente como allá, y mucho menos disfrazada de inteligente; era una esclavitud sencilla puesta al servicio de una causa de oprobio, sin complicaciones; vociferaban, simplemente. Pero todo esto es nada más que literatura. Remitirlo a usted, como usted lo hiciera conmigo, a un libro sobre la ideología cubana, es remitirlo a un plazo de un año adelante; hoy puedo mostrar apenas, como un intento de teorización de esta Revolución, primer intento serio, quizás, pero sumamente práctico, como son todas nuestras cosas de empíricos inveterados, este libro sobre la Guerra de Guerrillas. Es casi como un exponente pueril de que sé colocar una palabra detrás de otra; no tiene la pretensión de explicar las grandes cosas que a usted inquietan y quizás tampoco pudieran explicarlas este segundo libro que pienso publicar, si las circunstancias nacionales e internacionales no me obligan nuevamente a empuñar un fusil (tarea que desdeño como gobernante pero que me entusiasma como hombre gozoso de la aventura). Anticipándole aquello que puede venir o no (el libro), puedo decirle tratando de sintetizar, que esta Revolución es la más genuina creación de la improvisación.
En la Sierra maestra, un dirigente comunista que nos visitara, admirado de tanta improvisación y de cómo se ajustaban todos los resortes que funcionaban por su cuenta a una organización central, decía que era el caos más perfectamente organizado del universo. Y esta Revolución es así porque caminó mucho más rápido que su ideología anterior. Al fin y al cabo Fidel Castro era un aspirante a diputado por un partido burgués y tan respetable como podía ser el partido radical en la Argentina; que seguía las huellas de un líder desaparecido, Eduardo Chibás, de unas características que pudiéramos hallar parecidas a las del mismo Irigoyen; y nosotros, que lo seguíamos, éramos un grupo de hombres con poca preparación política, solamente una carga de buena voluntad y una ingénita honradez. Así venimos gritando: “en el año 56 seremos héroes o mártires”. Un poco antes habíamos gritado o, mejor dicho, había gritado Fidel: “vergüenza contra dinero”. Sintetizábamos en frases simples nuestra actitud simple también.
La guerra nos revolucionó. No hay experiencia más profunda para un revolucionario que el acto de la guerra; no el hecho aislado de matar, ni el de portar un fusil o el de establecer una lucha de tal o cual tipo, es el total del hecho guerrero, el saber que un hombre armado vale como unidad combatiente, y vale igual que cualquier hombre armado, y puede ya no temerle a otros hombres armados. Ir explicando nosotros, los dirigentes, a los campesinos indefensos, cómo podían tomar un fusil y demostrarle a esos soldados que un campesino armado valía tanto como el mejor de ellos; e ir también aprendiendo cómo la fuerza de uno no vale nada si no está rodeada de la fuerza de todos; e ir aprendiendo, asimismo, cómo las consignas revolucionarias tienen que responder a palpitantes anhelos del pueblo; e ir aprendiendo a conocer del pueblo sus anhelos más hondos y convertirlos en banderas de agitación política. Eso lo fuimos haciendo todos nosotros y comprendimos que el ansia del campesino por la tierra era el más fuerte estímulo de lucha que se podía encontrar en Cuba. Fidel entendió muchas cosas más; se desarrolló como el extraordinario conductor de hombres que es hoy y como el gigantesco poder aglutinante de nuestro pueblo. Porque Fidel, por sobre todas las cosas, es el aglutinante por excelencia, el conductor indiscutido que suprime todas las divergencias y destruye con su desaprobación. Utilizado muchas veces, desafiado otras, por dinero o ambición, es temido siempre por sus adversarios. Así nació esta Revolución, así se fueron creando sus consignas y así se fue, poco a poco, teorizando sobre hechos para crear una ideología que venía a la zaga de los acontecimientos. Cuando nosotros lanzamos nuestra Ley de Reforma Agraria en la Sierra maestra, ya hacía tiempo se habían hecho repartos de tierra en el mismo lugar. Después de comprender en la práctica una serie de factores, expusimos nuestra primera tímida ley, que no se aventuraba con lo más fundamental como era la supresión de los latifundistas.
Nosotros no fuimos nada malo para la prensa continental por dos causas: la primera, porque Fidel Castro es un extraordinario político que nunca mostró sus intenciones más allá de ciertos límites y supo conquistarse la admiración de reporteros de grandes empresas que simpatizaban con él y utilizan el camino fácil en la crónica de tipo sensacional; la otra simplemente porque los norteamericanos, que son los grandes constructores de tets y de raseros para medirlo todo, aplicaron uno de sus raseros, sacaron su puntuación y lo encasillaron. Según sus hojas de testificación, donde decía: “nacionalizaremos los servicios públicos”, debía leerse: “evitaremos que eso suceda si recibimos un razonable apoyo”; donde decía “liquidaremos el latifundio”, debía leerse: “utilizaremos el latifundio como una buena base para sacar dinero para nuestra campaña política, o para nuestro bolsillo personal”, y así sucesivamente. Nunca les pasó por la cabeza que lo que Fidel Castro y nuestro Movimiento dijeran tan ingenua y drásticamente fuera la verdad de lo que pensábamos hacer; constituimos para ellos la gran estafa de este medio siglo, dijimos la verdad aparentando tergiversarla. Eisenhower dice que traicionamos nuestros principios, es parte de su verdad; traicionamos la imagen que ellos se hicieron de nosotros, como en el cuento del pastorcito mentiroso, pero al revés, tampoco se nos creyó. Así estamos hablando ahora un lenguaje que es también nuevo, porque seguimos caminando mucho más rápido que lo que podemos pensar y estructurar nuestro pensamiento, estamos en un movimiento continuo y la teoría va caminando muy lentamente, tan lentamente que después de escribir en los poquísimos ratos que tengo este manual que aquí le envío, encontré que para Cuba no sirve casi; para nuestro país, en cambio, puede servir; solamente que hay que usarlo con inteligencia, sin apresuramiento ni embelecos. Por eso tengo miedo de tratar de describir la ideología del movimiento; cuando fuera a publicarla, todo el mundo pensaría que es una obra escrita muchos años antes.
Mientras se van agudizando las situaciones externas y la tensión internacional aumenta, nuestra Revolución, por necesidad de subsistencia, debe agudizarse y, cada vez que se agudiza la Revolución, aumenta la tensión y debe agudizarse una vez más ésta, es un circulo vicioso que parece indicado a ir estrechándose y estrechándose cada vez más hasta romperse; veremos entonces cómo salimos del atolladero. Lo que si puedo asegurarle es que este pueblo es fuerte, porque ha luchado y ha vencido y sabe el valor de la victoria, conoce el sabor de las balas y de las bombas y también el sabor de la opresión. Sabrá luchar con una entereza ejemplar. Al mismo tiempo le aseguro que en aquel momento, a pesar de que ahora hago algún tímido intento en tal sentido, habremos teorizado muy poco y los acontecimientos deberemos resolverlos con la agilidad que la vida guerrillera nos ha dado. Sé que ese día su arma de intelectual honrado disparará hacia donde está el enemigo, y que podemos tenerlo allá, presente y luchando junto a nosotros. Esta carta ha sido un poco larga y no esta exenta de una pequeña cantidad de pose que a la gente tan sencilla como nosotros le impone, sin embargo, el tratar de demostrar ante un pensador que somos también eso que no somos: pensadores. De todas maneras, estoy a su disposición.
Cordialmente,
Ernesto Che Guevara
───────────────────
La firmeza ideológica de liberación del Che ejemplo de verdadero REVOLUCIONARIO. Hoy es urgente plasmarlo como lo fue un HOMBRE NUEVO del Siglo 21, cuyo socialismo de hace en la práctica diaria con los humildes de la patria, no como el populismo del siglo 21 al que representa, este gobierno que se hace llamar de izquierda, cuya práctica es la misma y la explotación continúa acelerando las ganancias de otra oligarquía que hace ricos a los mismos y forja nuevos ricos con el nombre sagrado de la revolución. Los Alfarista derrotaremos a la oligarquía de siempre o moriremos en el intento……
Desde selvas ecuatorianas 8 de Octubre Día del Guerrillero Heroico
ALFARO VIVE CARAJO….
Dirección Nacional Alfarista
Movimiento Revolucionario Alfarista