República Mexicana, 10 de marzo de 2001

A los pueblos y comunidades indígenas de México.
A las bases, combatientes y mandos del EZLN.
A la delegación del CCRI.
Al pueblo de México.
A los pueblos del mundo.


Hermanas y hermanos:


Con admiración y respeto los militantes, combatientes y sectores populares organizados en el PDPR-EPR-TDR, hemos seguido su recorrido por territorio nacional.

Paso a paso y día tras día hemos constatado el apoyo popular multitudinario que nacional e internacionalmente han suscitado con su andar digno, así como el miedo y el coraje que los poderosos experimentan ante su firmeza y claridad.

Su acción y su palabra han calado hondo. No hay ser humano digno ni sector popular que no se sienta identificado con la justeza de su lucha y que no esté dispuesto a unir esfuerzos para cristalizar los objetivos de democracia, justicia y libertad enarbolados por ustedes desde el 1 de enero de 1994. Tampoco existe organización social, política, partidaria o político-militar que pueda mantenerse al margen y sin definir una posición frente a su movimiento.

Esto espanta a los dueños del capital. En especial les da pánico la capacidad de convocatoria derivada de la radicalidad que han impreso a su lucha, al colocar al hombre (indígena y no indígena) en el centro de la preocupación y de la reflexión teórica y práctica. Así como al asumir al hombre como fin y no como medio de la actividad política, contribuyendo a redignificar la lucha revolucionaria.

Pero la mayor preocupación de los poderosos y su gobierno gerencial-foxista es la posibilidad real de que el pueblo mexicano, expoliado y empobrecido por sus políticas neoliberales y, sobre todo, tocado por el fuego de la lucha zapatista, se desborde en una explosión social incontenible, buscando aliviar sus penosas condiciones de existencia y restituir su dignidad.

De ahí la campaña desatada por el gobierno foxista orientada a difundir su visión empresarial sobre la paz, la democracia y la libertad. Pero se trata de una paz, de una democracia y de una libertad orientadas a mantener intacto el vínculo capitalista de dominio-subordinación que opone y confronta a poderosos y desposeídos en todo el mundo. Una paz en donde el poderoso siga oprimiendo y explotando al débil, una democracia donde sólo un puñado de ricos oligarcas siga decidiendo el futuro de la humanidad y una libertad donde leyes e instituciones se ajusten a las necesidades y a la mezquindad de unos cuantos capitalistas.

Por ello, la emancipación política y cultural de los pueblos indios, a la que apunta su reconocimiento constitucional como sujetos de derecho, será un paso adelante hacia la emancipación política de los demás sectores oprimidos y explotados, así como hacia la emancipación humana de toda la sociedad, pero sólo en la medida en que, desde ahora, una nueva conciencia y una nueva práctica social crítica, disruptiva y libertaria, se abra paso y sustituya el egoísmo, la discriminación, el autoritarismo, el individualismo, la intolerancia y el escepticismo de que se alimenta el capitalismo global totalitario. Precisamente, esa nueva conciencia y práctica social y humana es la que está surgiendo directamente de la visión y de la lucha de los pueblos y comunidades indígenas en lucha y, particularmente, de su organización revolucionaria.

México se encuentra en una nueva encrucijada histórica. Por un lado, se avizora un nuevo proyecto de Nación plural, incluyente y solidario; proyecto que sintetiza las aspiraciones del pueblo mexicano. Por el otro, se avizora la continuidad del proyecto y de la estrategia neoliberal y, por consiguiente, una nueva y más profunda espiral de violencia, de consecuencias imprevisibles en todo el país, ante la obcecación y mezquindad de los sectores industriales y financieros que detentan el poder.

En estas circunstancias, las fuerzas de izquierda que ocupan posiciones dentro del Estado bajo presión de su propia lucha y de la lucha democrática revolucionaria de todo el pueblo, así como el conjunto de fuerzas democráticas y progresistas del país están obligadas a apoyar de modo irrestricto las exigencias de los pueblos indios, así como a buscar soluciones dignas y justas a las causas que dieron origen el conflicto armado en nuestro país.

Por nuestra parte, nos solidarizamos plenamente con su lucha, haciendo nuestra la exigencia de reconocimiento constitucional de los pueblos indios como sujetos de derecho, así como las exigencias de democracia, de justicia y de libertad para el pueblo de México y los pueblos del mundo, deseando que la semilla que esparcieron por territorio nacional germine en un proyecto de Nación en el que nadie vuelva a sufrir discriminación ni pueda ser excluido.

Fraternalmente:


¡¡¡CONTRA EL NEOLIBERALISMO, EL PODER POPULAR¡¡¡

Consejo Político
del
PARTIDO DEMOCRÁTICO POPULAR REVOLUCIONARIO
EJERCITO POPULAR REVOLUCIONARIO
TENDENCIA DEMOCRÁTICA REVOLUCIONARIA
PDPR-EPR-TDR


República Mexicana, marzo 10 de 2001.