Mucho movimiento sobre el tema de victimas, muchas reacciones de la burguesía y sus secuaces en estos días para lograr cautivar a lo que llaman opinión publica.
Los medios como siempre jugando su papel clasista al lado de los criminales, tergiversando la historia y dejando en la retina de la audiencia que la violencia solo se ha ensañado contra los miembros de las fuerzas represivas y sus familias; que los únicos victimarios son las guerrillas y que los que merecen que les pidan perdón son ellos.
Como van las cosas, el bloque de poder dominante en Colombia terminar· pidiendo indemnizaciones y desagravios públicos. La infamia no tiene limites. Esta, la colombiana, es una burguesía tan cínica que no solo tiene en la miseria a su pueblo sino que ha logrado socavar la conciencia social y política de los humildes y acabar con su capacidad de enjuiciar la realidad; los convence que la pobreza, la violencia y el conflicto son su responsabilidad y que en vez de victimas son victimarios.
Los más recientes programas periodísticos muestran, entrevistan y opinan en favor de las victimas de la guerrilla; se han atrevido a negar como lo hizo Salud Hernández, que la guerrilla o la izquierda tenga victimas. En los ˙últimos foros sobre victimas, hacen fila para entrar a los auditorios y ser reconocidos como victimas las facciones de ultraderecha, los neonazis, los reporteros reaccionarios como Erwin Hoyos y las abogadas de los paramilitares y militares implicados en masacres. Lloran lagrimas de cocodrilo y a gritos piden justicia por sus victimas, no existen para ellos los humildes, los desplazados, los despojados, los desaparecidos, las victimas de la UP, de las masacres de Mapiripan, Macyepo, El Salado, El Aro, La Granja y otros sitios, en donde está· probada la participación u omisión de los militares del gobierno. Todos son inventos, diría el propio Uribe Vélez.
Las cifras más conservadoras reconocen que el mayor victimario es el Estado. A todos nos ha tocado ver al Estado pidiendo perdón, claro que obligados por la justicia internacional, por crímenes de lesa humanidad. Los paramilitares son mencionados como otro victimario independiente pero está· demostrado que en la mayoría de sus crímenes actuaron con la participación, complacencia u omisión de los militares y las fuerzas de seguridad e inteligencia militar.
En un informe de la mesa de trabajo de ejecuciones extrajudiciales, presentado en un foro impulsado por las Naciones Unidas, se informó, entre otras, que: las ejecuciones extrajudiciales son una practica de vieja data, o sea los crímenes de Estado no son nuevos; Que se incrementaron en el gobierno de 8 años de Uribe; que durante su gobierno fueron asesinadas de manera aleve y grotesca 5763 personas, en lo que eufemísticamente llamaron falsos positivos, y en los 4 años de Santos otras 267 corrieron la misma suerte.
También dice el informe, que en 2009 vino un señor de Naciones Unidas y constató que los miembros de las fuerzas militares son los principales responsables de estas ejecuciones. Lo peor es que no hay justicia, a pesar de que están identificados más de 4173 militares, entre los cuales se destacan 401 oficiales. Los que están en las cárceles pueden salir de ellas a pasear por los centros comerciales como el que atentó contra Wilson Borja; o descansan plácidamente en los resorts de Tolemaida.
Según investigaciones académicas en los ˙últimos 60 años, han sido asesinados más de 220 mil personas y en la mayoría de casos los militares del gobierno y la alianza con grupos paramilitares son los responsables, así mismo de las desapariciones, de las que hoy nadie habló·, superan las 25 mil. Y las desapariciones son en su inmensa mayoría contra lideres comunitarios, campesinos, dirigentes de izquierda, indígenas, o sea contra el pueblo.
El Estado criminal ha vencido en la cabeza de los colombianos, su postura reaccionaria pareciera inocularse por las venas; lograron por ejemplo que se vea como igual una masacre paramilitar y una acción guerrillera. No hay estudios serios que en términos comparativos confronte en cantidad y detalle a la luz del derecho internacional humanitario, las acciones que han causado la muerte a tantos miles; no aceptamos ser comparados con los sanguinarios y carniceros, jamás hemos llevado a cabo masacres, nunca nos acompaña la sevicia, no cortamos en pedacitos a las victimas ni jugamos con sus cabezas y aunque no podemos soslayar la responsabilidad en muchas muertes, que nos avergüenzan porque somos revolucionarios y queremos un país en paz, no podemos aceptar que nuestra lucha se iguale en razones objetivas con la que impulsan los criminales oficialistas, los defensores de los terratenientes y ganaderos.
Es un gran reto para los demócratas y humanistas jugársela en serio por abordar este tipo de detalles que tienen mucho peso a la hora de un acuerdo para alcanzar un estado de avance hacia un país justo. No es lo mismo la violencia del que se defiende y lucha por la justicia y la igualdad social, que la del que ofende, agrede y asesina por mantener un estado de cosas injusta. Y aunque lo que esta por encima de todo es la vida, a la hora de un juicio democrático y popular hacia la reconciliación los detalles, la forma, las intensiones, los motivos si marcan una gran diferencia.
No olvidemos que estas falsas democracias que nos tocó padecer, están amparadas en la mentira, la desigualdad y todo arropado por la falsa idea de la democracia participativa. En el poder está· la corrupción, la maldad, el egoísmo, la inequidad, la trampa, el crimen y aunque la mayoría de los colombianos y las colombianas lo entendemos, muy poco hacemos por sacudirnos de tanta ignominia. Ojalá que algún día los pájaros le tiren a las escopetas.
Más fácil decir que lo mismo es un muerto a tiros que cortado con motosierra y ahí se acaba la discusión. Nadie ha hecho ni quiere hacer un análisis serio sobre las formas y los motivos de los crímenes que resultan del conflicto, porque la forma y el motivo si son importantes, son fundamentales para avanzar en la construcción de un país en paz y equidad, por lo cual hacer estos análisis y llegar al fondo de las causas del conflicto armado, desde sus raíces sociales, políticas y económicas debe ser para el conjunto de la sociedad un gran objetivo.