Señoras y señores de las FFAA colombianas, los saludo.
Del documento del Ejército Nacional “Guía de planeamiento estratégico 2012- 2014”, he tomado tres principios allí consignados, que me permiten algunas reflexiones.
1- Respetaré los Derechos Humanos y acataré el Derecho Internacional Humanitario, en el marco de la obligación que establecen las normas y el precepto que los rigen.
2- Mi comportamiento militar se caracterizará por actuaciones bajo los mandatos morales, acompañado de los valores y virtudes militares.
3- Mi ser y hacer se deberán al honor militar, como obligación del soldado en su obrar de manera recta e irreprochable, asumiré con orgullo y respeto la investidura militar con la que fui privilegiado.
Los anteriores principios son guía importante para todos los ejércitos del mundo. Sean cuales sean los gobiernos que dichos ejércitos defiendan. De distinta manera se entienden dichos principios, si los gobiernos explotan, expolian y oprimen a sus pueblos, como es el caso de Colombia, o si por el contrario los gobiernos representan a sus pueblos y están a su servicio.
Para el caso colombiano, el Ejército en los años de la lucha de Independencia guiado por el Libertador Simón Bolívar, cumplió una misión independentista y antiimperialista, con sentido patriótico e internacionalista y estrecha relación con el pueblo.
Las luctuosas batallas de la llamada Guerra de los mil días (1899-1902) sólo han dejado vergüenza. A partir de entonces, ha sido asfixiante la incidencia de los gobiernos de los Estados Unidos en los destinos de Colombia, imponiendo su doctrina militar y manteniendo bases militares en territorio colombiano, en función de asegurar la explotación de bienes nacionales, por parte de las empresas norteamericanas.
Las fechorías de una sola empresa gringa en suelo patrio, demuestran la función de protección a intereses extranjeros, que realiza el ejército colombiano. La United Fruit Company masacró más de 3 mil trabajadores bananeros en la huelga de 1928, usando al coronel Cortés Vargas; 70 años después, la misma empresa, pero con el nuevo nombre de Chiquita Brands, comandó la guerra sucia contra el pueblo de Urabá, usando para ello a paramilitares y militares de la Brigada 17.
El magnicidio, perpetrado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), del líder Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, es otro episodio de intervención norteamericana, que marcan los destinos de Colombia, en asocio con la minoría gobernante.
Si la institución militar tiene la misión de velar por la soberanía de la patria, ¿por qué no se opone a la intervención norteamericana?
Otra conducta mantuvo el Libertador Simón Bolívar, quien a los 15 años ya era teniente del batallón de milicias de los Blancos de Aragua, pero abandonó el ejército realista, para construir y liderar al ejército patriota, con el que logró la independencia de cinco repúblicas.
Cuando el general Rafael Uribe Uribe (12 de abril de 1859-15 de octubre de 1914) tuvo que alzarse en armas, pidió la baja de la institución militar, para luchar contra la oligarquía reaccionaria; para no afectar la institución renunció a ella para asumir su responsabilidad patriótica, como un militar auténtico y de principios.
“El mandar y el obedecer estará siempre dentro de las atribuciones del superior y las obligaciones del subalterno”. Según este concepto de disciplina militar, acatarla significa defender la soberanía, servir a la patria y a su pueblo, cumplir la Constitución nacional y no dejarse convertir en instrumento de quienes las violan.
No desconozco que en las Fuerzas Armadas existen oficiales, suboficiales y tropas que cuentan con un alto sentido patriótico, pero el conjunto de la institución militar no lo posee.
En mi experiencia personal de más de medio siglo de ser guerrillero, he sorteado centenares de operaciones contra guerrilleras y en todas ellas el Ejército ha descargado su furia contra la población indefensa; debido a las órdenes que reciben los oficiales, que les enseñan que los pobladores de las zonas apartadas, son los responsables de la existencia de las guerrillas y por tanto merecedores de represalias. ¡Que desafuero más grave!
Esta conducta ha convertido al Ejército en un aparato represor y fuerza de ocupación en las zonas donde opera la insurgencia y de esa manera ha roto su condición de servidor de la patria y defensor de las comunidades, ya que la población en ningún caso puede ser un objetivo del accionar militar de las estructuras armadas estatales y paraestatales.
Por esa razón, Colombia está caracterizada como el país donde con más frecuencia se violan los Derechos Humanos y un alto número de dichos delitos y crímenes los cometen agentes del Estado.
Hoy se abre camino, un esfuerzo de muchos compatriotas por la paz de Colombia, que debe incluir a las Fuerzas Armadas, ya que ellas han llevado el peso de la confrontación con la insurgencia.
Se trata entonces de escucharnos, reflexionar, deponer odios y entender la guerra como un acontecimiento, que fue impuesto por intereses ajenos a los humildes que resultamos involucrados en ella, por lo que se hace necesario estudiar cuáles son los verdaderos enemigos de la paz, los que con toda certeza no hacen parte del pueblo llano.