Muchos los llamados y pocos los escogidos. No somos los únicos. Todos estamos sujetos a la tempestad; el viento se lleva las hojas, pero va quedando el grano. En 1927 una gran tormenta y se cribó el PCCH. El Partido ha entrado a una gran tormenta, todo se va a incendiar; hace tiempo estamos por convertirnos en centro polar, ya comenzó la convergencia. Nuestro camino está bien; todos los problemas serán resueltos.
Hoy es el día de la jura de la bandera; pero, la nuestra es Bandera Roja, tiene un distintivo: la hoz y el martillo. Nuestra Bandera es absolutamente roja; siempre los que se levantan tienen banderas rojas.
La IX Sinfonía es expresión de triunfo de la burguesía, es larga y hermosa, es el canto de triunfo de la burguesía. Su autor amaba la libertad, pugnaba por ella; hizo la III Sinfonía para Napoleón, pero cuando su ídolo holló la libertad dijo ya no es más para él sino para la libertad.
La IX Sinfonía tiene una característica: un leve rumor creciente y se va forjando una luz hasta estallar en explosión musical. Entra la voz humana, la voz de la masa coral, es la tierra que se convierte en voz; sobre fondo de masa coral cantan cuatro individuos, la masa genera esas voces que cantan más alto, pero hay una voz que llega más alto aún, nunca antes nadie la pudo cantar, pero en este siglo se logró luego de muchos intentos y lo a imposible se consiguió. ¡Qué no haremos los hombres!.
Fueron banderas de la burguesía. Y en su época altas, pasadas están; hoy viene la nueva humanidad, la humanidad de la alegría. Hoy viene el proletariado, la única hoguera que jamás se agotará, un pedazo de su chispa somos nosotros. Somos parte de esa inmensa hoguera; somos humildes chispas pero no nos corresponde sino encenderlas, con tormentas las chispas se concentran. Que cada uno cumpla su jornada, dejen al proletariado lo que la historia le mandó hacer, la clase obrera definirá; nada podrá prevalecer contra la clase obrera, todo lo derrumbará y un mundo de luz aparecerá necesariamente. ¿Quién nos podrá contener? ¿qué somos?: chispas, ¿qué podemos temer? ¿puede el silencio apagar la tormenta de los cañones, puede una chispa levantarse contra la hoguera, pueden las espumas envejecidas querer permanecer en la tormenta? Muchas espumas se pudren en mares fenecidos. Nada podrán las burbujas que quieren detener el mar. ¿Cómo el silencio va acallar al estruendo? Las chispas no pueden detener las llamas; las tormentas se gestan en vórtice de fuego; nada las puede detener. El martillo lo enarbola la clase obrera, el yunque es la lucha; cada uno cumple su tarea. Necio es querer destruir la materia.
El silencio puede venir para las personas pero no para la clase. La clase engendra el Partido; el Partido se levantó y comenzó a andar, es hijo de la tormenta; el Partido nunca podrá ser aplastado ni destruido, el Partido triunfará necesariamente. Este Partido se forjó, Mariátegui lo puso a andar, hecho está; ¿cómo rehacer la historia?. Vino la Reconstitución; lo hecho, hecho está, no hay que volver atrás; nuestros ojos tienden a otras albas, otras cosas se levantan, ¿para qué mirar atrás?; hecho es hecho, no puede ser replanteado. ¿Vamos a revocar el tiempo escrito, el hecho estampado en materia?. Hacia otros rumbos debemos levantar el vuelo, pues, ya estamos en una cumbre, rematándola, culminándola.
Hay un viejo canto:
"¿Quién es aquélla que tiende sus miradas como el alba, bella como la luna, esclarecida como el Sol, imponente como ejércitos de banderas tremolantes?".
Para qué mirar atrás si ya está hecho el balance, hay que mirar adelante, ver el alba que amanece es el fuego de la revolución. La revolución. Haremos la lucha armada, eso es lo que hemos de hacer, repitámoslo: ¡eso haremos nosotros, eso haremos nosotros! ¡nosotros! y será hecho porque es necesario y nada nos puede detener, absolutamente nada puede detenernos. ¿Cómo los granos podrían detener a las ruedas del molino? serían hechos polvo.
Otro capítulo debe iniciarse; hay que tender la mirada hacia allá. Hemos de recomenzar de las faldas de otra montaña para escalar cumbres más brillantes, así será. Lejos de mí, lejos de todos el pesimismo y desarrollar el optimismo, si algún pesimismo tenemos es de la iniquidad de ese mundo.
Nuestra bandera nido de esperanza, bandera roja desplegada al viento; qué hay tras todo lo que digo.
Hace tiempo a nuestra línea la querían golpear en dos flancos y dijimos pasaremos por en medio y pasaremos con la frente alta, batiendo tambores y la vista soñando con el lejano porvenir. Los hechos te van martillando y tu mente se abre, van generando la idea. No estamos abandonando banderas como algún necio puede pensar; nuestras manos no se han hecho para arriar sino para enarbolar.
Nuestra bandera tuvo largo tiempo de flamear sobre una cumbre. Hay que dar un salto en el vacío pero no para destruirse; ya comenzamos a saltar, la bandera ya está plantada en una cumbre más alta, una neblina se interpone pero nuestras manos armadas se levantarán con las masas.
La Bandera ya está puesta en otra cumbre más alta, otra vez ha sido enarbolada, los tambores comienzan a sonar, el viento se agita. La Bandera es un grito hermoso, en rojo, a todos nos llama, ascenderemos. Roja Bandera flamea más alto aún, hacia esa bandera tenemos que ir; así será, nada más podemos hacer, llegar a la nueva cumbre y cuando lleguemos otra cumbre habrá que ascender. A la revolución nada la puede detener, ésa es la ley, el destino. ¿Por qué nuestro silencio?; son nuestras briznas, las quebradizas gotas, apagadas voces que se oponen; vemos sombrías chispas que quieren negar la hoguera, ¿por qué las chispas se van a revelar contra la hoguera?. Algunos qué poca fe tienen, qué poca caridad, qué poca esperanza, nuestras almas deben ser grandes. Hemos tomado las tres virtudes teologales para interpretarlas. Pablo dijo hombre de fe, esperanza y caridad. Uno no vale nada, la masa es todo, si algo hemos de ser será como parte de la masa; ¿a qué tanto hablar de nuestras glorias individuales? Nuestro amor, nuestra fe, nuestra esperanza es colectiva, son realizables, son tres en una sola bandera.
Hemos tenido un pequeño nubarrón y con el marxismo se lo barre; hay ojos que no ven, oídos sordos, corazones cerrados, que Uds. mismos lo cierran. ¿Qué quieren preservar, el silencio, la espuma envejecida?; aquí sólo hay algo que enarbolar, la bandera del Partido que está puesta en otra cumbre. Si hemos de ser izquierda tenemos que arder con pasión, porque de ese ardimiento vendrá la destrucción de esos saldos de los que se habla; la hoguera está incendiando; debemos quemar nuestros viejos ídolos, quemar todo lo que hemos adorado y enaltecer lo que hemos envilecido, ¿qué otra cosa podemos hacer, o queremos ser burbujas ensoberbecidas, diciéndole al cosmos detente que yo me desarrollaré? ¡imagínense que carcajada lanzaría!
Dicen que esta parte del cosmos se estructuró como Tierra quince mil millones de años lleva la Tierra para generar el comunismo, ¿cuánto dura un hombre?, mucho menos que el simple parpadeo de un sueño; no somos sino una pálida sombra y pretendemos levantarnos contra todo ese proceso de la materia; seremos un sueño a fenecer. Burbujas ensoberbecidas ¿eso queremos ser? ¿una parte infinitesimal que quiere levantarse contra quince mil millones de años?, ¡qué soberbia, qué putricción!, viejo mar envejecido, podrido por el tiempo, feudal, burgués, imperialista, aguas negras en descomposición. ¿Qué más es?: fetidez, ridículo. ¡Seamos pues materialistas! ¡Comunistas! demostrémoslo, eso es necesario y nadie puede enfrentarse a la necesidad.
Marx comprendió el nuevo camino a abrir; Lenin asumió encender la hoguera. Mao es Mao porque remontó como ninguno, ha tenido visión histórica, ha visto los siglos como nadie, en breves páginas nos muestra miles de años; tenía que cumplir su misión y cumplió su papel, dijo: he hecho la revolución, derrumbé a Chiang Kai-shek, hice la gran Revolución Cultural Proletaria, a nada más he servido; hemos avanzado menos de lo que pudimos hacer, quise alcanzar la cumbre definitiva y he fracasado; y dice a Chiang Ching: tú puedes hacerlo, si fracasas te despeñarás y si te despeñas habrá que hacer la guerra de guerrillas.
Y nosotros comunistas en formación, ¿queremos seguir otro rumbo, qué somos nosotros?, no somos nada salvo ser comunistas.
Es necesario que hoy mismo definamos el problema, a nosotros se nos presenta el problema que también se le presentó a la l.o.d. pero somos de izquierda. Aquí la derecha es subsidiaria, nuestro problema no es con ellos, si ellos quieren cumplir su papel que asuman su autocrítica. El problema es la izquierda porque ésta es el Partido, la sal de la tierra, el árbol vivo, los otros son parásitos. La izquierda debe quemar lo inútil, debe bañarse, lavarse, quedar limpia, limpiar el establo que tenemos, sacar las costras en forma franca, veraz, limpia honradamente; ése es nuestro problema y en cada uno es así. Uno responde por lo que al otro le pase, somos hijos de una misma causa; fácil es porque somos izquierda; que cada uno demuestre su condición de comunista, la revolución nos engendró como comunistas; lo que hemos hecho y somos es el Partido. Somos los incendiarios; la masa está lista, la masa nos espera, quieren luz no sombras, quieren espadas no mantequillas, fuego no hielo. La izquierda debe cumplir su papel; el problema es simple, incluso para los que tienen alma dura; el problema es abrir el corazón con resolución, es fácil hacerlo, lo demanda la revolución. Basta de podridas aguas individuales, estiércol abandonado. Nueva etapa: lavarnos el alma, lavarnos bien. Pensar en la revolución y en el Partido que implica el pueblo y la clase; la necesidad lo exige, vayamos al fondo de nuestros problemas pero sin envolver nuestros yoes, vayamos al fondo de nuestras posiciones para clavar en nuestras almas definitivamente la bandera del Partido.
Algunos sólo ven su persona, viven en casa de espejos; son comunistas, enarbolen el puño, estréllenlo y la sangre volverá a hervir, rompan el muro. Eso hay que hacer.
Problema es dos banderas en el alma, una negra y otra roja. Somos izquierda, hagamos holocausto con la bandera negra, fácil es que cada uno lo haga, de lo contrario los demás pasaremos a hacerlo.
La Bandera Roja prevalecerá, arranquemos la bandera negra, que cada uno demuestre su condición de comunista. La bandera flamea en otra cumbre más alta, muchos ya empiezan a reconocerla; otros vientos se gestan en nuestra patria; cada uno analice sus problemas dentro de la línea y enlode sus banderas raídas. Algo nos ayuda: la Bandera está más alta; ¡cómo no vamos a cumplir nuestro papel! Espero que lo cumplamos, espero.
(Del IX PLENO AMPLIADO DEL COMITE CENTRAL, 7 de junio de 1979).