Recibimos con responsabilidad las voces que del exterior y de toda la geografía colombiana, nos animan a seguir en los actuales diálogos de paz.
En reiteradas ocasiones tanto las Fuerzas Armadas Revolucionarios de Colombia como nosotros, el Ejército de Liberación Nacional, hemos expresado la necesidad de acordar con el gobierno, un cese bilateral de fuegos y hostilidades, para desacelerar el conflicto y aliviar a los millones de pobladores, quienes a diario soportan las gigantescas operaciones antiguerrilleras en las zonas de conflicto, realizadas por las Fuerzas Armadas estatales, en coordinación con las bandas paramilitares.
La opinión conoce los argumentos del gobierno, quien dice que “la victoria militar es la paz”, que es una imposición de los sectores más guerreristas del régimen, los que se oponen a pactar un cese bilateral con la insurgencia.
En medio de las presiones que existen contra los procesos de diálogo entre el gobierno de Santos y la insurgencia, y luego de prolongadas y difíciles discusiones, como ELN mantenemos las conversaciones exploratorias confidenciales, para completar la Agenda de negociaciones, con la que se iniciaría una fase pública de diálogo.
El propósito de "construir un país en paz y equidad" enfrenta dos visiones del conflicto y de su solución. Una cosa son los alcances de la paz que plantea la insurgencia, que recoge el sentir de las mayorías y otra distinta es la que concibe el gobierno y la elite en el poder.
El Conflicto que vivimos en Colombia es de naturaleza política y su origen es la negación del camino democrático a las mayorías, por tanto un proceso de paz real, sería la demostración que ya no serían necesarias las armas para resistir y luchar por los derechos de las mayorías, y que se puedan adelantar las luchas por los cauces democráticos, con garantías de que no se asesina ni desplaza ni se obliga al exilio, a los líderes opositores y de la protesta social.
El pueblo como Constituyente Primario no solamente es una figura, que se cita de vez en cuando durante los comicios electorales, sino que significa una actividad permanente de ejercicio democrático por parte de la sociedad. Comenzando por tratar los conflictos sociales por medio del diálogo, para que no desemboquen en la confrontación armada.
La actividad democrática sólo pueden desarrollarla las mayorías y por eso deben ser ellas, las que en su vida y luchas diarias la desarrollen en el proceso de paz, mediante su participación directa. No hay otra manera de garantizar la paz. Si lo anterior no se concreta, cualquier acuerdo será una ilusión. Un proceso de paz real es aquel que construye la sociedad misma y no la que se pueda construir en otros escenarios, sin negar los aportes de estos.
Con la organización hermana de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia hemos realizado importantes encuentros, en los que acordamos buscar la confluencia de los dos procesos de diálogo, siendo conscientes que hay desiguales desarrollos, diferentes énfasis y enfoques particulares; aun así, levantamos el lema de adelantar “dos procesos y un solo objetivo”, teniendo claro que la paz de Colombia es una sola.
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