Con aires triunfalistas, el presidente Santos mantiene el inamovible, de desarrollar los diálogos con la insurgencia en medio del conflicto; en contraposición de lo planteado por la mayoría de la sociedad, que plantea la urgencia de adelantar dichos diálogos, ene medio de un cese bilateral verificable.
Quienes defienden este cese bilateral, argumentan que se crearía un ambiente en el país y entre las Partes contendientes, de confianza en el proceso de paz, además de dar alivio a millones de colombianos envueltos en el conflicto.
Para el Ejército de Liberación Nacional es claro que el presidente abre diálogos con la insurgencia y ofrece la paz, mientras busca debilitarla, por la vía de grandes operativos contra guerrilleros. De esa manera interpreta las voces de la oligarquía y los militares guerreristas, que se oponen a una salida política al conflicto.
El presidente Santos sabe que el plan de guerra institucional camina paralelo a los diálogos, que cuenta con acciones represivas ocultas y abiertas, propias del Terrorismo de Estado, que intimidan y persiguen a quienes no comparten su visión de pacificación.
Señor presidente, Usted que dice ser el autor intelectual de la definición de “hacer los diálogos en medio del conflicto”, ¿por qué entonces suspende los diálogos de paz, que se desarrollan en La Habana, ante la retención del general Alzate por parte de las Fuerzas Amadas Revolucionarias de Colombia?
Cuando las Fuerzas Armadas estatales capturan, matan, hieren o detiene jefes guerrilleros, ¿por qué no se interrumpen las conversaciones de paz?
Dentro de este confuso panorama, se pierde el equilibrio de la información y los grandes medios de comunicación manipulan la opinión, escondiendo que en este proceso paz se cumple la Ley del Embudo, donde lo ancho es para el Estado.
El Ejército estatal ha vendido una imagen de sus “hombres de acero”, como súper héroes, invulnerables y disciplinados; por esto muchos se preguntan, ¿qué hacía un general en una zona de conflicto, violando los más elementales medidas de seguridad?
¿Se le olvidó al general Alzate que era el jefe de un teatro de operaciones, que Colombia está en conflicto y que el presidente de la república se niega a pactar un cese bilateral, para permita acuerdos de tránsito libre por el país, para que puedan moverse sin afectarse las fuerzas contendientes?
De nuevo aparece el ex presidente Uribe, filtrando información reservada de las Fuerzas militares, para crear espectáculos contradictorios, que hacen perder la confianza en el Estado, en torno a la seriedad que exige un verdadero proceso de paz.
Queda cuestionada la seriedad del gobierno y del Estado colombiano, que pacta unas reglas de juego para negociar con la guerrilla, pero en forma irresponsable viola los acuerdos y suspende los diálogos.
A la falta de seriedad hay que agregar la ausencia de una política de Paz de Estado, para garantizar que lo negociado no quede al capricho de los diferentes gobiernos. Si apenas en los diálogos iniciales, el gobierno de Santos incumple sus compromisos, ¿quién garantiza el cumplimiento de una firma sobre la Solución Política al Conflicto?
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