Los asesinatos en Iguala los días 26 y 27 de septiembre y la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa es hasta el momento el más notorio de los crímenes que el Estado mafioso ha cometido para imponer, sin importar el dolor que ocasione, la mayor de las traiciones: la entrega de las aguas, el petróleo, la minería, las tierras, los bosques y las selvas al gran capital nacional y extranjero. Ahora intentan maniobrar para darle una salida tipo "Colombia" para que todo siga igual.
La violencia de los de arriba contra el pueblo tiene como único fin apropiarse de todo. Después de la Revolución Mexicana la burguesía usurpó el poder aunque tuvo que hacer concesiones como el reparto de tierras, impulsar la educación popular, la jornada laboral de ocho horas, el respeto al derecho de huelga y otras más que le sirvieron para calmar a los grandes movimientos populares.
Pero con el paso del tiempo, para ampliar el margen de ganancia de los poderosos nacionales y extranjeros nos fueron imponiendo el modelo neoliberal, lo que se agudizó aún más a partir de la privatización del ejido, la venta de paraestatales como TELMEX y la entrada al Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y Canadá.
El narcotráfico fue creciendo hasta convertirse en un pilar fundamental de la economía y la vida política y social del país. Poco a poco los narcos han ido abarcando otras actividades delictivas que les reditúan ganancias aún mayores como la trata de personas, el despojo de tierras, la minería a cielo abierto, el uso de trabajo esclavo, la explotación sexual, el secuestro, la extorsión, el cobro de piso y venta de protección, entre otras 22 actividades que convierten a la vida, tanto humana como del ecosistema, en una mercancía más, sujeta a las leyes del mercado.
Actualmente en México existen una economía criminal, una clase política delincuente y un estado mafioso que, mediante el terror, el cotidiano lavado cerebral televisivo, la coerción económica incluyendo despidos o despojos, los programas asistenciales como la cruzada contra el hambre y la represión selectiva, disfrazada de supuestos ajustes de cuentas entre malandros, habían logrado sembrar el miedo, el conformismo, la inacción. Pero los crímenes de Iguala y la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, con todo el dolor que entraña, logró encender una luz de rebeldía en gran parte de quienes antes eran espectadores.
Ante el auge de la insurgencia cívica popular y la reorganización y surgimiento de nuevas organizaciones revolucionarias clandestinas el estado enfila toda su fuerza en varias direcciones.
Mediante el bombardeo mediático intenta que la rebeldía de los de abajo adopte los puntos de vista de los de arriba. Promueve la no violencia y el pacifismo a ultranza pretendiendo que a la militarización de la vida nacional, a la criminalización de la protesta, a la infiltración y a la acción de los sicarios respondamos renunciando a las formas de lucha que nos heredaron nuestros antepasados cuando tuvieron que recurrir a la violencia de abajo para quitarse el yugo del cuello.
La guerra de cuarta generación tiene como elemento fundamental el bombardeo propagandístico, por eso los nazis regalaron receptores de radio en la segunda guerra mundial y ahora Peña Nieto obsequiará televisiones digitales. Los medios de comunicación vendidos le sirven al poder. Los radios, televisores y pantallas de plasma son armas con las que ejercen una violencia casi invisible pues les sirve para vacunar síquicamente contra la violencia y elevan la tolerancia a la crueldad, el individualismo y el conformismo.
Al mismo tiempo acusa de desestabilizadores y de ser parte de un complot a los periodistas honestos, comprometidos con la verdad.
Otro esfuerzo gubernamental consiste en descalificar y aislar a la violencia de abajo. Las protestas están permitidas mientras no parezcan protestas, mientras se mantengan dentro de un rango presuntamente civilizado. Exaltan a Gandhi y Luther King y hasta nos dicen que Mandela fue pacifista. Se olvidan de la Revolución francesa, de las guerras de independencia, empezando por la de Estados unidos y siguiendo con todas las de Latinoamérica. Los violentos de arriba han logrado que parte de los de abajo ajusten su inconformidad a las concepciones de los de arriba. El enemigo nos dice cómo debemos luchar de manera que no lo afectemos.
Además está el esfuerzo policiaco de inteligencia y guerra sicológica. Es cierto que algunos de los que ocultan el rostro son infiltrados. La máscara no hace al inconforme ni el pasamontañas, la capucha o el paliacate hacen al revolucionario. Estos métodos policiales plantean nuevos retos para el movimiento popular. Uno de ellos es identificar a los agentes gubernamentales disfrazados de activistas.
Los infiltrados, existen y han existido, tanto en las organizaciones de masas, en los sindicatos, en el movimiento estudiantil, por ejemplo, Graco Ramírez, el gobernador perredista de Morelos fue infiltrado en el 68. Algunos son "rojísimos" y otros "nadan de muertito". Las maniobras de infiltración han sido claves para dividir, encarcelar y cooptar al interior de diferentes organizaciones de masas y clandestinas.
La infiltración busca anular la efectividad política de las organizaciones de abajo, busca justificar la represión, busca desprestigiar a las diferentes formas de lucha popular y en el caso actual busca mantener las protestas dentro de límites controlables por el sistema. El gobierno estadunidense pide calma y nos exhorta a los mexicanos a no violentarnos. La embestida de las televisoras contra la combatividad popular es infame.
Efectivamente, tanto el primero de diciembre de 2012, como el día de la quema de la puerta de palacio nacional hubo agentes encubiertos y lo hicieron de manera notoria para luego, intentar hacer creer que la combatividad es indicadora de que se trata de infiltrados, provocadores y de esa manera sembrar desconfianza y desunión al interior de la insurgencia cívica-popular. Al interior del movimiento popular hay quienes inocentemente esgrimen el pacifismo tan conveniente al poder y califican de provocadores a todos los que no se limitan a la protesta pacífica permitida y hacen eco de los argumentos exaltantes de la no violencia de los de abajo. Estamos seguros de que la realidad les hará ver que los criminales y los agresores están del otro lado y que la violencia opresora también adopta diferentes formas como la manipulación informativa.
Tenemos que desarrollar la capacidad de detectar y desechar la infiltración, y desenmascarar las maniobras policiacas. La lucha también es de inteligencias. Por eso es válido enmascarar el rostro, usar técnicas conspirativas. No podemos ser ingenuos.
Actualmente estamos viendo otra maniobra de inteligencia: ante el inicio de nuestro accionar político-militar con la acción simbólica de la explosión en la tienda Soriana de Valle de Aragón, en Ecatepec, difundieron la versión gubernamental de que fue un accidente y que hasta una colilla de cigarro arrojada a la alcantarilla podría causar el estallido. Después, el 14 de noviembre, a través del Universal en línea le atribuyeron nuestra acción a otra organización sin que esa organización hubiera reivindicado la acción. Varios medios electrónicos e impresos retomaron y difundieron esa versión. Es una maniobra desinformadora que intenta ocultar el surgimiento de nuevas organizaciones político-militares.
Desde nuestra aparición se nos ha querido ligar o relacionar con otras organizaciones como el ERPI, el EZLN, el EPR y las FARP-LP, aclaramos no somos rama o parte de alguna de estas organizaciones u otra. Ni siquiera tenemos coordinación con ellas.
El Estado mafioso intenta ocultar el accionar de nuestra organización y a la vez monta escenas vandálicas con agentes infiltrados para justificar la represión. Viola la autonomía universitaria buscando guerrilleros mientras niega nuestra existencia. Todo es parte de la guerra asimétrica, contrainsurgente, de cuarta generación que tiene como ingrediente fundamental la manipulación propagandística.
La violencia desde abajo siempre ha sido respuesta necesaria cuando ya no queda de otra ante la violencia de los explotadores. Esta violencia no es un fin sino un medio, pasajero y que, dependiendo de la movilización popular organizada y combativa se convierte en un elemento menos importante aunque imprescindible en la resistencia anticapitalista.
Limitar la acción popular a vías electorales o legales le serviría a los dueños del mundo como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para darle una salida tipo Colombia a este momento en que la lucha popular está embrionaria. Pueden sacrificar a Osorio Chong, a Murillo Karam, a Peña Nieto, pueden retomar la exigencia de paz y obligar a los verdaderos capos como Salinas, Zedillo, los altos mandos del ejército, la marina y los grandes empresarios nacionales y trasnacionales a establecer límites, golpear a los cárteles pequeños para monopolizar y mantener el control de la violencia de arriba y repartirse el territorio, los rubros de negocios y las ganancias. Lo que no pueden permitir es que la insurgencia cívica popular desemboque en una revolución democrática popular porque tendrían que devolverle al pueblo lo que le han robado. No quieren otra Venezuela, ni otra Bolivia, ni otro Ecuador, mucho menos otra Cuba. No quieren renunciar al saqueo de nuestros recursos naturales ni a los grandes negocios mafiosos que cometen en nuestro país. No quieren que la mayoría de los mexicanos decidamos sobre la vida nacional porque ellos ya nos asignaron un papel exportador de capitales, materias primas, mano de obra barata, lugar de saqueo de los recursos naturales como el agua y la minería. Son asesinos y ecocidas, únicamente les interesa la acumulación capitalista, todo lo demás les vale.
El Tribunal Permanente de los Pueblos encontró que los crímenes de lesa humanidad y la constante violación a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales prevalecientes en México y que se ejemplifican en Ayotzinapa tienen como fin único el saqueo del país y los responsables son: El Estado mexicano, las empresas trasnacionales, los terceros estados de origen de las empresas y el sistema de la ONU a través de instituciones como el FMI, el Banco Mundial y la OMC.
Los sicarios están al servicio de los verdaderos responsables, las empresas ordenan el desalojo de pueblos enteros para robarles sus tierras, aguas, bosques y selvas. Las constructoras como Higa, son lavadoras de dinero a través de las concesiones de la obra pública y tienen pistoleros que asesinan a quienes no les venden los terrenos o les exigen que introduzcan servicios en los pueblos donde van a construir. Los sicarios son la mano ejecutora pero los responsables son los grandes ricos y su gobierno vendido.
Por esto reafirmamos
Estamos ante un Estado mafioso que creó, desarrolló y protege a su propia delincuencia organizada y la usa o desecha según las propias necesidades económicas y políticas del sistema explotador.
Hermanas y hermanos: Que nuestro dolor y rabia nos impulsen hacia la solidaridad, el colectivismo, la construcción de nosotros mismos como luchadores honestos, congruentes. Levantemos nuestras voces y nuestros esfuerzos, profundicemos esta labor hormiga de formarnos como mujeres y hombres nuevos mientras vamos construyendo el poder popular desde abajo y donde el mandar obedeciendo se nos vuelva costumbre.
Necesitamos formar organizaciones completamente independientes del gobierno, de los partidos y de los organismos vendidos que todo lo negocian. Construyamos en cada colonia, en cada pueblo, en cada barrio, en cada municipio la organización y la autodefensa popular para, en la lucha por hacer valer nuestros derechos vayamos levantando, desde abajo, el poder popular e identificando al enemigo y reconociendo a los amigos.
Que nuestro dolor y rabia nos impulsen hacia la solidaridad, el colectivismo, la construcción de nosotros mismos como luchadores honestos.
Este es el momento de enfrentar la militarización de la vida nacional con la movilización combativa y protesta popular nacional e internacional. Es el tiempo del trabajo silencioso de fortalecernos como organizaciones populares pero también es imposible guardar silencio ante tanto dolor.
Quieren engatusarnos diciéndonos que los 43 desaparecidos son cenizas que el agua se llevó. Lo que en verdad buscan diluir es nuestra indignación. Estén donde estén mantengámoslos vivos, sigamos buscándolos, hagamos que nuestro dolor y coraje se vuelvan lucha organizada, no abandonemos la movilización combativa de masas. Es el momento de arrancarle al Estado la liberación de todos los presos políticos del país y el respeto a las distintas formas de autodefensa con que los pueblos decidan enfrentar a la delincuencia organizada de Estado.
¡Fuera Peña! Sí, pero más importante aún es construir las fuerzas populares. Aportemos cada quien nuestro granito de arena.
Volvemos a reivindicar la acción realizada contra la empresa Soriana, en Valle de Aragón, en Ecatepec, el miércoles 12 de noviembre de 2014, a la que denominamos ¡26 de septiembre, vivos se los llevaron vivos los queremos! como una acción realizada por las Milicias Populares ¡Basta Ya!
Exigimos:
¡La presentación con vida de los 43 normalistas desaparecidos!
¡Deslinde de responsabilidades de los distintos niveles gubernamentales en los hechos de Iguala!
¡Castigo a los responsables!
¡Libertad a todos los detenidos durante las movilizaciones!
¡Libertad a todos los presos políticos del país!
¡Advertimos! De generalizarse la represión todas las empresas que hicieron posible el fraude electoral de Peña Nieto, las que saquean los recursos de nuestro pueblo y las que piden urgentemente la represión, pasarán a ser objetivos militares.
La noche no es eterna, hagamos posible el amanecer.