MÉXICO EN SU LABERINTO Y EL PRAGMATISMO DEL GANAR-GANAR
"En el caso especial de México, el Taller de Desarrollo de Estrategias para América Latina, celebrado en el Pentágono en 1990, halló que las relaciones Estados Unidos-México eran extraordinariamente positivas, y que no las perturbaba ni el robo de elecciones ni la violencia de Estado ni la tortura o el escandaloso trato dado a obreros y campesinos, ni otros detalles menores. Los participantes en el taller sí vieron una nube en el horizonte: la amenaza de una apertura a la democracia en México, la cual, temían, podría poner en el cargo a un gobierno más interesado en desafiar a Estados Unidos sobre bases económicas y nacionalistas. La cura recomendada fue un Tratado Estados Unidos-México que encerrara al vecino en su interior y proponerle las reformas neoliberales de la década de 1980 que ataran de manos a los actuales y futuros gobiernos mexicanos en materia de políticas económicas. En resumen, el TLC impuesto puntualmente por el poder ejecutivo en oposición a la voluntad popular, y al momento en que el TLC entraba en vigor en 1994, el presidente Clinton instituía también la Operación Guardián, que militarizó la frontera mexicana. Él la explicó así: «No entregaremos nuestras fronteras a quienes desean explotar nuestra Historia de Compasión y Justicia». No menciona nada acerca de la compasión y la justicia que inspiró la imposición de tales fronteras; explicó cómo el Gran Sacerdote de la Globalización Neoliberal entendía la observación de Adam Smith, de que la libre circulación de mano de obra es la piedra fundamental del libre comercio [...] Los analistas racionales anticiparon que abrir México a una avalancha de exportaciones agroindustriales altamente subsidiadas, tarde o temprano socavarían la agricultura mexicana y que las empresas mexicanas no aguantarían la competencia con las enormes corporaciones apoyadas por el Estado [norteamericano], que conforme al Tratado deberían operar libremente en México."
Noam Chomsky, El momento unipolar y la era Obama, Conferencia dictada el 21 de septiembre de 2009 en la Sala Nezahualcoyotl del Centro Cultural Universitario de la UNAM.
En el año 2002, el economista Ha-Joon Chang, nacido en Corea del Sur, egresado de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, publicó el libro Kicking Away the Ladder: Development Strategy in Historical Perspective (Pateando la escalera: Estrategia de desarrollo en la perspectiva histórica). Este libro es muy interesante porque demuestra con lujo de detalle cómo los países desarrollados nunca siguieron ni han seguido las pautas económicas que desde años atrás impusieron a los países en desarrollo. Para ser precisos hablamos del Consenso de Washington, una serie de “recomendaciones” con un marcado carácter económico, administrativo y educativo que configuran lo que se conoce comúnmente como “Neoliberalismo”.
Hoy vemos que para los países que adoptaron esas “recomendaciones” los resultados fueron y han sido catastróficos, sobre todo en el plano de la desigualdad económica y social.
Por otro lado, en 2010, el investigador colombiano José Luis Cadena Montenegro publicó su ensayo Geopolítica del narcotráfico. México y Colombia: la equivocación en el empleo de las fuerzas militares. En este libro podemos ver con toda claridad el mismo fenómeno mencionado en los párrafos anteriores: los países desarrollados nunca siguieron ni han seguido las pautas que impusieron e imponen a los países en desarrollo.
En el caso de la lucha contra el narcotráfico encontramos una terrible agudización del problema que supuestamente se pretendió atacar con los Planes Colombia y Mérida.
Cabe decir que el Plan Mérida, no contempla sólo a México sino también a Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá. En ningún caso, el Plan Mérida trajo consigo, por sí mismo, alguna mejora en ninguno de esos países; al contrario, agudizó los problemas. No damos las cifras que lo demuestran para no extendernos.
Ahora bien, si enfocamos mejor nuestra atención encontraremos causas y efectos, tácticas y estrategias; causas tácticas que nos trajeron efectos estratégicos…
Entre las causas encontramos un origen común: tanto el llamado Consenso de Washington, así como el Plan Colombia y el Plan Mérida provienen de un plan más ambicioso y complejo en materia de seguridad nacional que pertenece a los Estados Unidos de América.
En lo que respecta a México existe todavía en algunos sectores la tendencia a hablar de “colombianización” como un fenómeno en ciernes, naciente, incluso futuro, que se corre el riesgo de vivir si no se adecúan las políticas de lucha contra el narcotráfico. Nosotros, por el contrario, podemos afirmar que lo que se llama “colombianización” es ya un hecho CONSUMADO en México. Se consumó precisamente con la puesta en operación del Plan Mérida. Este plan es un fenómeno dentro de un proceso más largo y peligroso, proceso del cual trataremos de hablar en párrafos posteriores. El Plan Mérida es un fenómeno-proceso que tiene miles de hilos de realimentación; por lo tanto, sus efectos ya no son inmediatamente reversibles, pues se nutren ellos mismos de su propia putrefacción o descomposición. Precisamente en este aspecto radica el hecho de que un problema de salud y seguridad pública, como lo es el consumo de drogas junto con sus problemas correlativos, se haya convertido en México en un problema de seguridad nacional.
Lo mismo sucede con los efectos del neoliberalismo, es decir del Consenso de Washington. Son miles los hilos de realimentación del que se nutre ese proceso de descomposición económica nacional. Sus efectos se miran en el campo, en las ciudades, en las paupérrimas condiciones laborales de los trabajadores, en las aulas escolares, etc. Pero es, al mismo tiempo, un asunto de marcado carácter ideológico, en el que grandes sectores de alumnos, maestros, padres de familia, trabajadores, profesionistas y en general en todos los sectores de la sociedad mexicana se pliegan a un peonaje moderno que los investigadores Mats Alvesson y André Spicer han descrito con ojo clínico en su estudio A Stupidity-Based Theory of Organizations (Una Teoría de las Organizaciones basada en la estupidez).
Aquí el problema fue, evidentemente, convertir una economía nacional, con cierto grado de independencia, en una economía exportadora de algunas cuantas materias primas y algunos bienes sin valor agregado, y al mismo tiempo subordinarla a los vaivenes financieros de una potencia decadente, subordinada a su vez a los caprichos especulativos y corporativos de unos cuantos hombres que controlan los destinos del mundo.
Todo lo anterior nos hace llegar a algunas conclusiones muy interesantes:
1.- Hay un sector bastante grande de la sociedad mexicana que avala y convalida todo lo que acontece en México. Son los históricos sectores conservadores del país. Los que apoyaron la invasión norteamericana de 1847, los que colaboraron con los imperialistas franceses entre 1862 y 1867, los que ahora sueñan con ser tratados como “socios” por los actuales dirigentes de los Estados Unidos de América.
2.- Lo que para Estados Unidos son simples tácticas de una estrategia global suya, el gobierno mexicano las asumió como estrategias nacionales en nuestro país. Pero lo estratégico para Estados Unidos es conservar su seguridad nacional, cosa que pasa por reforzar su presencia militar global, garantizar su seguridad energética y continuar su dominación económica y política en el mundo; jamás pasa por priorizar la lucha contra el narcotráfico ni por fomentar el desarrollo económico y por lo tanto la independencia económica y política de otro país, por muy vecino suyo que sea, precisamente porque son objetivos contrapuestos a sus intereses estratégicos.
De lo anterior se deduce que se están perfilando ya con toda claridad las posturas finales que se confrontarán en una cruenta guerra civil en México y que muy probablemente originará la balcanización del país. Esto último lo que consideramos casi seguro. Si se quiere balcanizar un país, es decir fragmentarlo, dividirlo, hacerlo pedazos, lo primero que debe balcanizarse son su sociedad y sus instituciones nacionales. El Consenso de Washington ha hecho muy eficazmente ese trabajo económico e ideológico de división cultural y nacional. El Plan Mérida ha agregado la virulencia a tal división. La reforma energética del actual gobierno significa en los hechos la desintegración de la Nación, como concepto que integra una población con intereses comunes, un territorio con sus riquezas, un conjunto de idiomas integradores, una identidad cultural, un marco jurídico y político que los engloba, etcétera.
3.- Para nadie que esté bien informado es un secreto la grave división que impera en las organizaciones de seguridad nacional mexicanas. Entre las múltiples divisiones existentes encontramos tres principales: una obedece ya al gobierno de los Estados Unidos, a través de la CIA, de la DEA y de otras de sus múltiples instituciones de intervención política; otra se mantiene leal al gobierno mexicano, pero no por un patriotismo o un nacionalismo sinceros sino porque es beneficiaria del actual estado de cosas, donde subyace por parte del gobierno mexicano una visión semifeudal respecto del país: en esa visión ellos se reconocen como parte de los estamentos superiores, los “señores”, y al resto de la sociedad la miran como los “siervos”. Esta división es sumamente rica de analizar, porque en ella adquiere explicación científica el comportamiento de sectores reaccionarios como el de los panistas: su deseo ferviente de ser tratados como “socios” por otros “señores” de otros “feudos”, y ya no sólo como simples “siervos”. En realidad, en esos sectores ultra reaccionarios aflora una ideología colonizada, una mente saturada de un sentimiento de auto inferioridad vergonzante, llena de prejuicios sociales y racistas que los convierte en vulgares caricaturas de esas famosas canciones sociales que hablan de la “Marcha de Juan Pamuceno” o del “El negro Manuel Antonio”.
Finalmente, hay una división en el seno de las fuerzas de seguridad federales que tiene un carácter patriótico sincero, pero que es impotente por ser poco significativo en cantidad.
Revísese con atención la suspicaz poca efectividad de la Marina Armada de México en la confiscación de drogas en su ámbito de competencia. Estúdiese su fiel y exclusivo acompañamiento a la DEA en algunos de los operativos antinarcóticos más sonados. Confróntese dicho actuar con la participación de la Policía Federal en el caso de los atentados en contra de funcionarios de la embajada de Estados Unidos, hace ya varios años. Obsérvense la impunidad y unilateralidad con la que ha operado de manera criminal y desde hace ya varios años atrás el ejército federal en la región coahuilense. Analícese el caos delincuencial permanente en toda la región tamaulipeca, donde sin embargo, circulan, con relativa “seguridad”, desde el puerto michoacano de Lázaro Cárdenas, infinidad de mercancías de importación y exportación, nacionales y extranjeras, a través de la vía ferroviaria que se conecta a los Estados Unidos. Mírese con ojo desconfiado la muy peligrosa “calma” en Nuevo León. Y aúnese a este hecho el recientemente anunciado nuevo cuartel de la Policía Militar en el municipio de Escobedo, en ese mismo estado. Compárese el resurgimiento separatista en Baja California Sur con el que se presentó en Ucrania (Cien mil ucranianos daban a conocer una carta dirigida al gobierno de los Estados Unidos en la que le solicitaban su integración como un nuevo estado de la Unión Americana) sólo unos cuantos meses antes de que tuvieran lugar los acontecimientos en la Plaza Maidán (Al tiempo pudo comprobarse que algunos de los responsables de puestos clave de la seguridad nacional de ese país actuaban ya bajo las órdenes directas de los funcionarios de la Embajada de Estados Unidos en Ucrania y del Departamento de Estado de ese primer país). Ahora recuérdense los alarmantes reportajes que la revista Proceso publicó hace unos años y en los que se documentaba la enorme colaboración en materia de información táctica y estratégica que prestaban y siguen prestando cientos, miles de mexicanos, a las embajadas y consulados de Estados Unidos en todo el país.
No hay margen para imaginar otros escenarios, objetivamente no es posible. La sociedad mexicana y muchas de las instituciones organizativas del país están balcanizadas.
Y es esto sobre lo que queremos llamar su atención. No se preocupen por la “colombianización” mexicana, preocúpense por su balcanización, por su libianizacion, es decir por su futuro cada vez más parecido al del actual escenario libio.
La cabeza de playa del separatismo puede venir desde la Baja California, sí; pero nosotros consideramos que Nuevo León también puede ser la Bengazi mexicana. No es nada extraño que persista desde Coahuila hasta el norte veracruzano, pasando por la región tamaulipeca, una violencia permanente, constante pero “soterrada”, casi silenciosa. Eso apesta a separatismo clandestino y a guerra tribal al estilo Afganistán, es decir entre los “señores de la guerra” mexicanos, esto es, de los cárteles del narcotráfico al servicio de la DEA. Hoy son “pequeños” cárteles de narcotraficantes, pero mañana, unidos, se llamarán Ejército Libre Mexicano; serán la versión mexicana de lo que es en Siria el Ejército Libre Sirio. Y Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas mañana serán los Alepo, Bengazi y Raqqa mexicanos. Bastará que les llegue una orden de la CIA, para que de narcotraficantes insignificantes pasen a ser “insurgentes” por la libertad y la independencia regional, y serán los baluartes armados que defenderán los recursos energéticos hoy entregados en bandeja de plata por Peña Nieto a los Estados Unidos de América.
Hace unos meses, el jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, presumía en Rusia los beneficios de su política “ganar-ganar” en su relación con el gobierno federal. Unos días después se conocería el brutal incremento en el precio del boleto del metro y ahora se tiene más claridad sobre su política de seguridad pública. Se trata en realidad de la política de “perder-perder” para la población capitalina.
Por su parte, hace unos días, el señor Peña Nieto se ufanaba en China de sus reformas estructurales logradas gracias al “pragmatismo”, así lo presumió. Días después, el presidente de Rusia, Vladimir Putin se mostraba sorprendido, no con poco sarcasmo, de la existencia de gobernantes que dañaban los intereses de sus propios países y pueblos por subordinarse y defender las más irracionales políticas de los Estados Unidos de América.
En Irak, Afganistán, Ucrania, Libia, Puerto Rico y en otros muchos países más, los Estados Unidos obtienen de mil maneras beneficios en los planos militar, político, económico, etcétera; es decir, obtienen dividendos variados y ni siquiera necesitan preocuparse por el desarrollo económico de esos países.
Eso mismo sucede y sucederá con México. Si se suman los estados del norte del país mexicano a los Estados Unidos de América, nuestro vecino GANA. Si no se le suman esos estados pero logra obtener el gas de esquisto de esa región norte de México, GANA. Si logra mantener a México dentro del Acuerdo de Asociación Transpacífico, GANA. Si se divide México en mil pedazos, GANA, porque le será más fácil establecer relaciones de todo tipo con pequeños Estados “independientes”. Si la Marina Armada de México se le subordina, GANA. Si el general Cienfuegos, como “jefe” del Ejército Federal, actúa en contra de la población mexicana, GANA. Si logra colarse oficialmente como “asesor técnico” al gobierno mexicano en el caso Ayotzinapa, GANA. Si obtiene información estratégica de México, GANA. Si la DEA continúa dirigiendo a los cárteles “mexicanos” del narcotráfico, GANA… De mil maneras GANA. Esa es la verdadera visión ESTRATÉGICA del “Ganar-Ganar”.
En cambio, la política del Ganar-Ganar de Miguel Ángel Mancera y la del Pragmatismo de Peña Nieto, son las políticas del Perder-Perder para el pueblo mexicano, son el Pragmatismo sin Principios ni Estrategia, son la cretina política de creerse más astutos que la Historia, son en suma la Maestría en Estupidez convertida en Ejercicio Profesional de Carrera dentro de las instituciones de gobierno del país.
Oaxaca de Juárez, 26 de noviembre de 2014.
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