Señoras y señores miembros de las FF AA del Estado colombiano, reciban un saludo respetuoso.
Estoy convencido que aun cuando los medios de información, han cesado la difusión de todos los acontecimientos que rodearon la retención y posterior liberación del General Alzate, la huella de tal acontecimiento permanece en las filas de las FFAA del Estado.
Para las mayorías del país y para las mismos militares colombianos, la supuesta renuncia del General Alzate, fue en realidad una destitución fulminante, impuesta por intereses sombríos, que encubren problemas de la institución y sacrifican a un oficial, que dedicó su existencia a la carrera militar.
El propósito descalificador alcanzó su clímax, cuando desde varias esquinas de la prensa, la radio y la televisión, se fueron lanza en ristre contra el oficial, porque posó para una fotografía, en un abrazo con un comandante guerrillero.
¿Es un delito ese abrazo? ¿Por qué no lo fue, aquella famosa fotografía que le dio la vuelta al mundo, donde apareció el ex presidente Pastrana dando un abrazo al comandante Marulanda, durante los diálogos del Caguán?
¿Con qué lógica se elogia el abrazo de un comandante guerrillero con un presidente y se condena el de un general?
Señoras y señores de las FFAA estatales, esos críticos mordaces, son de la estirpe de quienes hace casi un siglo escogieron el camino de la guerra, pero no para asumirla en el campo de batalla sino para conducirla desde sus cómodas oficinas; mientras mandan a esa misma guerra, a miles de soldados y policías, convertidos en carne de cañón, a que se enfrenten a otra parte del mismo pueblo alzado en rebeldía, para resistir la ignominia expoliadora y explotadora de los poderosos.
Así, se riega la sangre del mismo pueblo humilde, que en esta guerra fratricida es materia desechable de la confrontación, mientras sus ideólogos desde el poder, multiplican sus riquezas, porque son indolentes con todas las secuelas de la confrontación armada.
Señores oficiales, suboficiales, soldados y policías, si algo enseña este largo medio siglo de confrontación armada, es que todos somos seres humanos, paridos en su inmensa mayoría por mujeres humildes del mismo pueblo al que pertenecemos, y no debemos dejarnos manipular de los guerreristas, que pretenden satanizar a la insurgencia, con el único fin de seguir sembrando resentimientos para que la guerra prosiga.
¡Qué lejos están esos señores de generar sensatez y un clima favorable para la paz¡ y cuán grande debe ser el esfuerzo de todos los amantes de esta -incluidos muchos miembros de las FFAA-, para que no sean ellos quienes determinen el destino de Colombia.
La obediencia debida, señoras y señores de las FFAA, no puede ser entendida como sumisión, luego de más de 50 años de enorme sacrificio. Es urgente preparar a las FFAA estatales para la paz con justicia y equidad social, que reclaman las mayorías de Colombia.
Me despido hasta una siguiente oportunidad. Su compatriota.