CARTA DE LA COMISIÓN POLÍTICA A TODOS LOS MILITANTES Y MIEMBROS DEL MIR
Compañeros del MIR:
Les escribimos con motivo de los recientes golpes represivos que ha sufrido nuestro Partido en Chile.
A causa de la ofensiva represiva que la dictadura ha lanzado sobre la Dirección del Partido, han caído en combate los compañeros Germán Cortez (miembro de la C.P.), Augusto Carmona (miembro de C.C.), Enrique López, Juan Ramón Ramírez, Nelson Espejo, Gabriel Rivera; y han sido detenidos los compañeros Sofía Donoso Quevedo, Sara Palma Donoso, Isidoro Liendo e Inés Naranjo.
Los golpes asestados por la dictadura causan graves pérdidas al MIR y a la Resistencia Popular: los camaradas que han muerto defendiendo heroicamente su libertad y la de nuestro pueblo, fueron dirigentes y militantes ejemplares que durante estos largos años de dictadura se entregaron por entero, día a día, a reconstruir nuestro Partido y a impulsar la lucha de Resistencia Popular, desde la clandestinidad. La caída de estos compañeros es un duro golpe para la Dirección del Partido, pues desarticula un sector importante del Secretariado Interior, provoca desconexiones de diversas estructuras regionales y locales, y significará un retroceso y retraso de diferentes tareas. Pero estos golpes represivos no han destruido, como pretende la afiebrada propaganda de la dictadura, ni a nuestra Dirección, ni a nuestro Partido. El grueso de nuestra organización y de nuestra Dirección en Chile ha logrado sortear la ofensiva gorila. Apoyados en la reciente reactivación del movimiento de masas y desarrollo de la lucha de Resistencia, lograremos reponernos de los golpes para avanzar en el fortalecimiento del Partido.
La actual ofensiva represiva se da dentro de un contexto político muy diferente a las anteriores embestidas que en los años pasados la dictadura lanzó contra nuestro Partido y la Resistencia. Las anteriores ofensivas de la dictadura (años 1974-1975) se dieron en los momentos en que el movimiento de masas estaba en su más profundo reflujo, los partidos y organizaciones trabajadoras en su mayor repliegue; la Resistencia Popular organizada era escasa y nuestro pueblo estaba aterrorizado por la sanguinaria violencia contrarrevolucionaria. Actualmente asistimos en Chile a una nueva situación política, a un punto de inflexión en la lucha de clases: las masas trabajadoras han abandonado el reflujo para iniciar el flujo en sus luchas; los partidos y organizaciones laborales dejan de replegarse y manifiestan una notable activación; en vastos sectores de las clases trabajadoras y de la pequeña burguesía es notoria una pérdida de temor y se desarrolla un clima de agitación de los sentimientos antidictatoriales.
Pero el elemento nuevo no es sólo la mayor activación del movimiento de masas, sino que también, a partir del paro del mineral de El Teniente, se comienza a dar un cambio cualitativo en las formas de lucha de la clase obrera: de la presión y el reclamo legal, se pasa al desarrollo de formas de lucha semilegales o ilegales abiertas, en una actitud de desafío a la represión dictatorial. Y ello se extiende a otros sectores trabajadores y del pueblo, a las movilizaciones de los portuarios, de los trabajadores de las conservas, a la organización semilegal de los cesantes, a la huelga de hambre de los familiares de los presos, a la agitación callejera como respuesta al plebiscito, a manifestaciones espontáneas frente a los comercios, en poblaciones, en reclamo contra el alza de los precios, etc.
Junto a la activación de masas, se da, durante el segundo semestre de 1977 un notable desarrollo de la Resistencia Popular clandestina, una extensión significativa de la propaganda clandestina y el creciente surgimiento de nuevos Comités de Resistencia. Y en la Resistencia también hay cambios cualitativos: el extraordinario fortalecimiento del espíritu de unidad por la base, los logros y avances de la convergencia entre sectores revolucionarios de la Izquierda, el desarrollo sostenido --desde mayo de 1977-- de las acciones de propaganda armada y de sabotaje --las cuales inició nuestro Partido, pero luego han comenzado a desarrollar también núcleos de Resistencia no conducidos orgánicamente por el MIR--. La incidencia de la Resistencia clandestina en la activación del movimiento de masas es importante. Lo ha sido en el paro de El Teniente --donde enfrentó y sobrepasó a los dirigentes sindicales conciliadores, desarrollando una amplia agitación y propaganda clandestina y acciones de sabotaje--; en el sector conservero y frutícola --agitación y propaganda clandestina, sabotaje a frigoríficos y líneas férreas--; celulosa --sabotajes--; en la agitación contra el plebiscito con propaganda clandestina y agitación callejera, colocación de bombas e intercepción de radio.
Vemos así que comienza a tomar fuerza una dinámica de lucha reivindicativa y antidictatorial de la clase obrera y el pueblo, que se escapa a la conducción de la oposición burguesa. En la propia Democracia Cristiana comienzan a manifestarse roces; sectores de la pequeña burguesía democrática, sindicales, cristianos de base, juventudes estudiantiles, adquieren cierta independencia de la conducción freísta. Frente a la actual ofensiva represiva, nuestro propio Partido recibe el apoyo solidario de núcleos de base de la DC (Democracia Cristiana).
Esta activación del movimiento de masas y de la Resistencia dificulta el proceso de «institucionalización» que impulsa la burguesía, que no es otra cosa que el intento de la burguesía monopólica de consolidar su proceso contrarrevolucionario; consolidar la economía monopólica dependiente, basada en la super explotación de los trabajadores y consolidar la dominación de la burguesía monopólica. Como la burguesía monopólica y el imperialismo saben que no pueden dominar basados sólo en la fuerza de la represión, intentan el llamado proceso de institucionalización que, demagógicamente presentan como una vuelta a la democracia, pero que no es otra cosa que la institucionalización del actual estado de excepción --con la legalización de la dictadura, el establecimiento definitivo del Estado monopolice, el Estado represivo, el Estado servil al gran capital criollo e imperialista.
Toda la gran burguesía, desde Frei a Pinochet, está de acuerdo en que es necesario impulsar este proceso de transición hasta el Estado monopolice definitivo, tomando la forma ofensiva represiva: contra la DC --relegación y detención temporal de dirigentes DC-- para limitar a la oposición burguesa; contra dirigentes sindicales --relegaciones-- para intentar encuadrar el movimiento obrero; y una brutal acción contra la Resistencia y sus vanguardias en un desesperado intento de aniquilarla y atemorizar a las masas. Pero esta arremetida represiva de la dictadura --como hemos visto-- encuentra hoy al movimiento de masas y a la Resistencia en una situación diferente, en una fase de activación y desarrollo de sus luchas.
Esta situación política es lo que hace que la táctica del MIR ante la actual ofensiva represiva debe ser diversa a la desplegada frente a las anteriores. En 1974 y 1975, el Partido debió replegarse orgánica y políticamente ante las ofensivas represivas de la dictadura, pues no sólo el Partido estaba muy debilitado, sino que el profundo reflujo del movimiento de masas hacía difícil enfrentar la represión y reponerse de los golpes. Hoy podemos enfrentar con éxito la represión, justamente si nuestro Partido no se repliega, si acrecentamos nuestros esfuerzos por enraizamos y conducir el movimiento de masas en activación, si impulsamos con más fuerza el desarrollo de la Resistencia clandestina, si fortalecemos la unidad por la base y seguimos avanzando en la convergencia revolucionaria. Sólo así podremos cubrirnos mejor frente a las ofensivas represivas y obtener la fuerza que nos permita reponernos de los golpes y seguir ampliando la lucha de Resistencia.
El Partido y la Resistencia, las organizaciones trabajadoras y el movimiento de masas, debemos resguardar siempre al máximo nuestras fuerzas, procurando sortear la represión y evitar golpes. Pero los revolucionarios sabemos que la dictadura militar de los patrones recurrirá siempre a ella para detener el avance de la lucha de la clase obrera y el pueblo. La única forma de vencer la represión es que la Resistencia y sus vanguardias no retrocedan en su lucha antidictatorial, impulsando una activación cada vez mayor de las masas y el paso de éstas a formas superiores de lucha. Esta es la dinámica que muestra hoy el flujo del movimiento de masas en Chile. Sobre esa dinámica debemos montarnos, los combatientes, para vencer la violencia dictatorial.
Cuando decimos que el Partido no debe replegarse,- nos referimos a las estructuras regionales y locales de nuestro Partido que no han sido golpeadas por la ofensiva represiva. Estas estructuras y bases deben mantener en pleno desarrollo su actividad hacia los sectores de vanguardia proletaria y hacia los sectores más activados del movimiento de masas. Intensificar nuestros esfuerzos de reclutamiento y organización del Partido en los frentes de masas. La política de unidad por la base y la creación de Comités de Resistencia. El desarrollo creciente de la propaganda clandestina. El impulso de la lucha reivindicativa y antidictatorial legal, semilegal e ilegal. El desarrollo por parte del Partido y la Resistencia organizada de acciones de propaganda armada, sabotaje menor y acciones directas, pues estas acciones tienen el importante efecto de demostración ante las masas de que la brutal represión no es capaz de destruir al Partido y la Resistencia.
Aquellos sectores del Partido golpeados por la ofensiva represiva, deben, en cambio, replegarse profundamente, centrando sus esfuerzos en resguardarse de la embestida enemiga, fortaleciendo su seguridad y clandestinidad. Especial resguardo debe tener la Dirección del Partido en Chile, pues los aparatos represivos de la dictadura concentran sus fuegos sobre sus miembros. Para permitir el resguardo de la Dirección del Partido, las estructuras regionales y locales, las bases y miembros del Partido, deben hoy, más que nunca, fortalecer su autosuficiencia, desarrollar su iniciativa, implementar con audacia la táctica partidaria evitando recargar de tareas, comunicaciones y contactos a la Dirección Central. En coyunturas como estas, las estructuras y bases del Partido no deben buscar el apoyo de las direcciones, sino que más bien, deben prestar su apoyo para el resguardo de esas direcciones.
La actual ofensiva represiva es la respuesta de la dictadura al fortalecimiento de la organización y lucha del Partido, de la Resistencia y del movimiento de masas. Ello nos explica la represión, pero no nos explica por qué nuestro Partido ha recibido estos duros golpes. Es también dentro de nuestro propio Partido y en nuestro propio desempeño partidario donde podemos encontrar factores que han facilitado los golpes.
Los revolucionarios no nos equivocamos cuando decimos que la activación del movimiento de masas y el desarrollo de la Resistencia clandestina organizada, en los sectores de vanguardia proletaria favorecen el fortalecimiento del Partido y su lucha contra la represión. Esto es así, pues al activarse las masas y desarrollarse la Resistencia crece también la confianza en las masas y la disposición de los trabajadores de vanguardia de incorporarse a la lucha y apoyar al Partido. Pero esta --que es una ley fundamental de la lucha revolucionaria-- no debemos entenderla mecánicamente, pues resulta que la traducción de esta activación de las masas y la Resistencia en fortalecimiento orgánico del Partido, en más recursos de infraestructura y mayor capacidad clandestina del Partido, es siempre más lenta que la propia activación de las masas y la Resistencia, y por lo tanto presenta un flanco débil ante la represión. Esto será siempre así en una fase de lucha como la actual, en que la contrarrevolución y la dictadura son aún fuertes, y en que si bien las masas, la Resistencia y sus vanguardias aceleran y acrecientan su lucha, todavía no adquieren la fortaleza suficiente como para poder dificultar, limitar y entrabar la represión militar. Es por ello que en una fase como la actual adquiere tanta importancia el secreto, las medidas de seguridad, la compartimentación, la rigurosidad en los estilos de trabajo clandestinos, y en general, las medidas defensivas ante la represión. Respecto a esto, debemos señalar que nuestro Partido, incluidos cuadros de nuestra Dirección, mantuvo una excesiva confianza --subvaloración del enemigo y relajamiento de medidas de seguridad--, producto de que por cerca de dos años el MIR no recibiera ningún gran golpe represivo. Aunque para ser exactos hay que visualizar que influyó también de manera importante en el debilitamiento del resguardo de las direcciones, la gran concentración que éstas han tenido por falta de un mayor número de cuadros experimentados en el Partido, y de los recursos económicos necesarios para apoyar el fortalecimiento de la infraestructura clandestina.
La actual ofensiva represiva de la dictadura plantea como cuestión de vital importancia a las organizaciones de masas, a los partidos de izquierda y sectores antidictatoriales de la Democracia Cristiana, y a la Resistencia clandestina la urgente necesidad de conjugar esfuerzos en el desarrollo de una táctica antirrepresiva ofensiva. Todas las fuerzas opositoras a la Junta Militar estamos conscientes de que a todo avance de la lucha contra la dictadura, de que a toda movilización en favor de las reivindicaciones y libertad del pueblo, Pinochet y sus esbirros recurrirán a la violencia represiva para intentar detener la agitación popular, atemorizar a las masas y aniquilar a sus vanguardias. Con una política solamente de defensiva y de denuncia, no podemos hacer frente efectivamente a la represión. Hoy la activación del movimiento de masas y el desarrollo de la Resistencia han creado las condiciones iniciales para comenzar a impulsar una táctica ofensiva contra la represión. Para impulsar la agitación de masas abierta contra la represión, para comenzar a golpear también con las armas a la represión, para coordinar más estrechamente la lucha interior contra la represión, con la denuncia y la presión internacional. Sólo así podremos retomar la iniciativa, comenzar a entrabar y limitar el accionar represivo de la dictadura. El éxito de esta táctica no se logrará de un día para otro, pero ya debemos comenzar a hacer conciencia de su necesidad, a agitarla, a impulsarla, a practicarla avanzando de lo pequeño a lo grande.
Influye al Partido y a la Resistencia clandestina el no poder aprovechar la activación del movimiento de masas para fortalecerse más aceleradamente en lo orgánico y resguardarse mejor frente a la represión, algunas limitaciones de nuestra táctica y trabajo hacia el propio movimiento de masas. Nuestro Partido y la -Resistencia clandestina han logrado desde fines de 1976 un significativo y sostenido crecimiento organizativo en núcleos del proletariado de vanguardia de diversos frentes obreros y campesinos, en poblaciones, entre el estudiantado. Las bases del Partido, en su mayoría, realizan con éxito un trabajo permanente en los frentes de masas, de reclutamiento, de construcción de Partido y de organización de Comités de Resistencia. Nuestra correcta política de unidad por la base, de convergencia con los sectores revolucionarios y unidad amplia con todos los partidos de izquierda y las fuerzas antidictatoriales, han ido dando crecientes resultados; favorecen nuestra ligazón con el movimiento de masas. También se ha demostrado correcta nuestra línea de apoyo irrestricto a la lucha reivindicativa de las masas, de impulso de las formas de organización y lucha legales, semilegales e ilegales. Pero siendo adecuados estos aspectos centrales de nuestra táctica de masas, resulta que nuestro Partido manifiesta aún algunas insuficiencias importantes en su implantación.
Una debilidad importante en la aplicación de nuestra táctica de masas, es el insuficiente aprovechamiento del campo de actividad legal y semilegal del movimiento de masas. Ocurre que la represión dictatorial en nuestro país, no opera de igual forma frente a todas las actividades sociales y de lucha del movimiento de masas. Contra la Resistencia clandestina y sus vanguardias políticas, la represión dictatorial tiene una línea de persecución total --buscando su aniquilamiento--, pero frente a las organizaciones legales o ilegales de masas, la dictadura deja un campo de actividad gremial y social semipermitido, reprimiendo sus excesos, sus manifestaciones de lucha independiente y democrática, pero aún así, la represión es más suave: recurre a las relegaciones, a las detenciones temporales. Este campo de actividad gremial y social semipermitido, por estrecho que sea, es para los revolucionarios un campo de actividad política de resistencia muy importante. Nos permite llegar con más facilidad a muchas organizaciones legales o semilegales de masas, tales como sindicatos, organizaciones comunitarias y vecinales, Comités de Cesantes, Cooperativas, Asociaciones de familias de presos y desaparecidos, centros educacionales. Asociaciones culturales y deportivas, etcétera, participar en ellas y llegar a conducir sus luchas. Naturalmente a ese campo de actividad abierta, no podemos llegar como Partido o Resistencia, no podemos hacer agitación antidictatorial descubierta, ni esperar que esas organizaciones se lancen hoy a un enfrentamiento frontal contra el gobierno militar. Pero sí podemos hacer una vasta labor organizativa en los frentes de masas, alrededor de actividades de apoyo mutuo, de solidaridad social, culturales y gremiales; conducir una lucha reivindicativa económica en favor de las libertades sindicales y gremiales que van en creciente ascenso. Esta especie de frente legal o semilegal de lucha, facilita la penetración del Partido y la Resistencia clandestina en los frentes de masas y nos permite encubrir nuestra actividad clandestina: allí podemos reclutar, organizar el Partido y la Resistencia clandestina, ganar más aceleradamente el apoyo necesario para fortalecernos frente a la represión, creando una especie de colchón orgánico de masas, que sostenga y resguarde la lucha clandestina frontal contra la dictadura. Además, este es un campo fundamental para el impulso y conducción de la activación del movimiento de masas, pues hoy es en este tipo de organizaciones y de actividad legal y semilegal, donde se convoca y agrupa a los sectores más amplios del movimiento de masas organizado. La mayor parte de los miembros de nuestro Partido y la Resistencia Popular son cuadros legales y pueden, por tanto, desarrollar un vasto trabajo en este campo de actividad: ello debe ser tarea principal de todas las estructuras locales y bases del Partido y de todos los Comités de Resistencia.
El impulso y desarrollo de la actividad abierta legal y semilegal de masas, con mayor fuerza, nos ayudará también a articular mejor las formas de lucha clandestinas con el movimiento de masas, elevándolas cualitativamente y superando insuficiencias: así lo demuestra nuestra propia experiencia partidaria y de Resistencia clandestina organizada. Son las bases del Partido y los Comités de Resistencia que están inmersos en las organizaciones de masas legales y semilegales, las que con más éxito han podido impulsar nuestra política de unidad por la base, encontrando alrededor de esas actividades y lucha de masas un amplio campo de acción común con otros sectores antidictatoriales. También han podido implementar correctamente la política de creación de Comités de Resistencia amplios, unitarios, que desarrollan una rica actividad dentro de los frentes y organizaciones de masas y que se han constituido efectivamente en núcleos de vanguardia proletaria organizados, capaces de conducir una lucha reivindicativa y democrática independiente de los trabajadores. Por último, son estas bases del Partido, ligadas o inmersas en los frentes u organizaciones de masas, las que han podido pasar de la propaganda general contra la dictadura, a una agitación que rescata también los problemas específicos de los frentes de masas a que está dirigida; es esta AGP --que a partir de los problemas económicos, sociales y políticos concretos de frentes de masas determinados, llama a la lucha contra la dictadura--, la que más éxito tiene en el impulso de la Resistencia.
El desarrollo sostenido durante el año pasado de las acciones de propaganda armada y sabotaje menor, tanto como la postura de bombas de ruido y planfleteras, sabotaje a la producción, miguelitos, rayados murales con apoyo armado, voladura de rieles, etc., ha tenido una excelente recepción en las clases trabajadoras, no sólo generando una mayor simpatía y apoyo hacia la Resistencia clandestina y el Partido, sino elevando la moral y combatividad del movimiento de masas. El desarrollo de la propaganda armada en forma coincidente con el inicio del flujo del movimiento de masas, se ha demostrado una forma correcta y exitosa de lucha de Resistencia, a la cual nuestro Partido y la Resistencia deben dar mayor impulso cada vez. También en este campo de lucha armada contra la dictadura es necesario articular más estrechamente nuestras acciones con la lucha de los frentes de masas y las coyunturas políticas. La campaña de postura de bombas en los días de la farsa plebiscitaria de Pinochet es un magnífico ejemplo de cómo debemos ligar la propaganda armada con las coyunturas políticas nacionales. Las acciones de sabotaje en apoyo al paro de los obreros de El Teniente, en apoyo de los obreros frutícolas y de las conserveras, contra los despidos de ferrocarriles, las demandas salariales de los obreros del papel, son ejemplos excelentes de cómo la Resistencia debe ligar la lucha armada a la lucha de los frentes de masas. Debemos procurar siempre que cada acción armada esté profundamente ligada a los intereses concretos de los frentes de masas --reflejo de las aspiraciones más sentidas de los trabajadores-- y sea precedida y seguida de un gran esfuerzo de propaganda clandestina que explique muy claramente a las masas por qué la Resistencia hace esa acción, educando a las masas en lo que deben hacer, evitando reemplazar a las masas en sus posibilidades de acción, impulsando y motivando la lucha de masas abierta y golpeando duramente a los enemigos de clase que las masas visualicen como tales. Son estas las líneas de propaganda armada y las acciones de apoyo directo --armado y sabotaje-- a la lucha de masas que el Partido debe aplicar con creciente fuerza e impulsar su masificación por la Resistencia clandestina.
Cuando el MIR logró reponerse de los duros golpes recibidos en 1975, se lanzó en un gran esfuerzo --desde mediados de 1976-- de reconstrucción del Partido y organización de la Resistencia en los sectores de vanguardia proletaria, de la clase obrera urbana y rural y en particular de sus sectores sindicalizados más avanzados. Esta fue y sigue siendo una línea correcta, porque la práctica misma de la lucha de clases nos demuestra --a diferencia de la década pasada-- que son estos los sectores sociales que están a la cabeza del proceso de reactivación de masas en nuestro país. La lucha reivindicativa por el aumento de salarios, por la seguridad laboral, contra la cesantía, por el derecho a la negociación colectiva, por el derecho a huelga, por la restitución de libertades sindicales y libre elección de dirigentes como parte integrante de la resistencia sindical contra la dictadura, es el eje fundamental del proceso de activación de las masas trabajadoras chilenas. Es, por tanto, aquí donde nuestro Partido y la Resistencia Popular deben centrar su principal esfuerzo de lucha, utilizando todas las formas de lucha legales, semilegales e ilegales, abiertas y clandestinas, armadas y pacíficas a las que recientemente nos hemos referido.
Pero la Resistencia Popular no debe restringir sus esfuerzos al campo de lucha reivindicativa sindical. La propia realidad ha comenzado a mostrarnos que hay otras dinámicas de lucha que están adquiriendo también mucha importancia en la activación del movimiento de masas y el enfrentamiento a la dictadura. Nuestro Partido, sus estructuras y bases, deben ser capaces de detectar estas dinámicas más avanzadas del movimiento de masas, insertándonos con fuerza en ellas, practicando y enriqueciendo nuestra táctica de masas.
Una de estas dinámicas muy importantes, en la cual nuestro Partido viene participando, es la lucha por la libertad de los presos y desaparecidos. Esta lucha constituye uno de los puntos críticos para la Junta Militar, pues permite alinear y expresar los sentimientos antidictatoriales de amplios sectores de trabajadores y pequeña burguesía. También es esta una dinámica de lucha que abre un campo de acción común con los demás partidos de la izquierda, sectores de la DC, de la Iglesia, organizaciones sindicales y de masas. La reciente experiencia de la lucha por la libertad de los presos en Bolivia, nos muestra los importantes alcances que puede adquirir esta lucha democrática y nos enseña que durante el presente año uno de los objetivos principales de la Resistencia y el movimiento de masas debe ser la lucha por la amnistía general, el esclarecimiento de la situación de los desaparecidos y contra la utilización, por parte de la dictadura, del encarcelamiento por delitos comunes para encubrir la represión política. En esta lucha, a través de los presos y familiares, nuestro Partido puede tener una importante incidencia, impulsando la acción común de todas las fuerzas antidictatoriales, impulsando la realización de huelgas de hambre coordinadas en Chile y el exterior, buscando el apoyo de las organizaciones sindicales.
Igual importancia adquiere la dinámica de lucha contra el hambre y la cesantía. Es conocido que la organización de comedores populares y Comités de Cesantes han adquirido extensión como forma de solidaridad y ayuda mutua, bajo el impulso principal de sectores cristianos. Pero la solidaridad no puede resolver esta dramática realidad de nuestro pueblo y han comenzado a repetirse manifestaciones de agitación espontánea contra la carestía, el hambre y la cesantía. En poblaciones populares, frente a supermercados y comercios, grupos de mujeres protestan a viva voz contra la carestía. En industrias ha habido agitaciones espontáneas contra despidos y cesantía. En mercados, se ha insultado a uniformados que están comprando. Incluso, para el 24 de diciembre último, en algunos barrios populares de Santiago, hubo puntualmente ruido de cacerolas. Todas éstas son formas de protesta iniciales, espontáneas, pero que nos indican hacia donde se canaliza una agitación y lucha de masas muy importante. La tarea de la Resistencia Popular y sus vanguardias es detectar esta dinámica espontánea de lucha contra el hambre y la carestía, impulsarla y convertirla en una lucha de masas organizada. Estos reclamos y manifestaciones espontáneas deben canalizarse hacia actividades de lucha que inicialmente eviten el enfrentamiento contra la dictadura, de modo de sortear la represión en los momentos en que esta lucha no ha adquirido la suficiente masividad y fuerza. Pero sí puede impulsarse la movilización de grupos masivos de mujeres, niños y cesantes para ir a las Municipalidades e Intendencias a reclamar del gobierno la solución del problema del hambre y la cesantía, llevando las cacerolas vacías. Similares manifestaciones de reclamo contra los altos precios y especulación de los grandes empresarios pueden impulsarse para ser realizadas frente a los centros comerciales; impulsar la coordinación de esta lucha con las organizaciones sindicales y otras organizaciones de masas --Centros de Vecinos, Comedores Populares, Comités de Cesantes, Cooperativas, etc.--; impulsar la realización en los barrios de ruidos de cacerolas durante la noche y fines de semana; asistir a misas parroquiales con cacerolas vacías, etc. La movilización contra el hambre y la cesantía abre también un importante campo para que la Resistencia Popular impulse y apoye esta lucha de masas con el desarrollo de propaganda clandestina en barrios populares; propaganda armada --bombas en locales comerciales de la burguesía y locales de gobierno--; acciones directas --expropiación y repartición de bienes--; sabotaje contra grandes empresas comerciales, etc.
Otro sector social que muestra desde hace algunos meses una creciente activación, es el sector juvenil y estudiantil. La lucha por el derecho a la educación y el alto costo de ésta, contra la militarización de la enseñanza, por el rescate de las libertades del movimiento estudiantil y en general, la lucha democrática y antidictatorial, constituyen una dinámica que comienza a apuntar con fuerza en ámbitos juveniles y estudiantiles. Tratan hoy de canalizar esta dinámica los sectores juveniles de la DC, pero este es un campo en que la izquierda y la Resistencia Popular pueden ejercer una extraordinaria incidencia, extendiendo esta dinámica hacia los sectores juveniles obreros y populares. En el campo de actividad abierta los sectores juveniles y estudiantiles cuentan con una gama amplia de organizaciones educacionales sociales, culturales y recreativas, legales y semilegales que permiten agrupar a los jóvenes y desde ellas impulsar las luchas reivindicativas: la lucha contra el alto costo de las matrículas, que tomará gran importancia con el inicio del próximo año escolar: por becas estudiantiles; la agitación por la carestía, por la desocupación juvenil: reclamo por el derecho a la cultura y la recreación, etc. También la lucha estudiantil y juvenil abre un campo excelente de articulación de la lucha de masas abierta con la Resistencia clandestina: propaganda clandestina en centros educacionales y sectores juveniles de barrios populares; acciones de propaganda armada contra interventores militares y autoridades educacionales reaccionarias; acciones de castigo y advertencia contra soplones y agentes de la represión en centros educacionales, etc. Las experiencias de las luchas antidictatoriales en nuestro país --contra la dictadura de Ibáñez-- y en América Latina, nos enseñan que siempre los sectores juveniles han jugado un papel muy importante, destacándose por su combatividad tanto en la lucha abierta de masas, como en la lucha clandestina y armada.
Estas y otras constituyen las dinámicas de lucha que la activación del movimiento de masas va perfilando y que la táctica y que los revolucionarios deben ir detectando y canalizando. Son estas dinámicas de la lucha de clases las que irán desarrollando y fortaleciendo la fuerza social popular que derrocará a la dictadura. El Partido y la Resistencia clandestina debe insertarse firmemente en estas dinámicas de masas, no sólo porque lo requerimos para fortalecernos y resguardarnos contra la represión, sino porque es la consolidación de la conducción revolucionaria en ella, lo único que puede asegurar el alineamiento de las diversas clases y sectores en alternativa de lucha democrática de la clase obrera y el pueblo.
Hoy, cuando asistimos a una creciente activación de masas, toma más importancia que nunca el levantamiento de una plataforma de lucha de la Resistencia que sea un «programa del pueblo» en el actual período, que unifique y oriente objetivos de lucha de los diversos sectores de la clase obrera y el pueblo. Este debe ser un programa que recoja los intereses y reivindicaciones de los sectores obreros, campesinos, pobladores, empleados públicos, cesantes, jóvenes y estudiantes, intelectuales, etc. Un programa que se levante desde las organizaciones de masas y desde los Comités de Resistencia; que se discuta y se impulse en conjunto por las organizaciones revolucionarias en convergencia, por los partidos de la izquierda y demás fuerzas antidictatoriales.
Un programa del pueblo debe levantar las banderas de lucha por el derrocamiento de la dictadura y el establecimiento de un gobierno revolucionario, popular y democrático. Debe responder al proceso de institucionalización de la burguesía monopólica, exigiendo la legalización de todos los partidos políticos; la libertad de prensa, expresión y reunión para todos los partidos políticos y organizaciones de masas; la elección por voto libre, directo y universal --sin proscripciones de ningún tipo-- de una Asamblea Constituyente del pueblo. El programa del pueblo debe exigir el enjuiciamiento de Pinochet y todos los oficiales responsables del golpismo y la represión, la reincorporación de los militares democráticos, la democratización de las Fuerzas Armadas. Debe plantear la libertad inmediata de todos los presos políticos y desaparecidos, y la amnistía general; la liquidación de todos los aparatos represivos y el castigo a todos los represores, torturadores y asesinos. Debe rescatar el derecho a que se restituyan todas las libertades sindicales; derecho a huelga, a petición y negociación colectiva y legalización de la CUT. Debe levantar la lucha por el reajuste salarial automático de acuerdo al alza del costo de la vida; el subsidio a los cesantes; control de precios de productos de consumo popular y de arriendos; inamovilidad laboral y un programa de emergencia contra la desocupación. Debe exigir la restitución a los campesinos de los fundos expropiados hasta septiembre de 1973; programas crediticios y asistencia técnica estatal para los pequeños propietarios agrícolas; fijación de precios justos al productor agrícola. Debe levantar la lucha por el término de las intervenciones militares en las universidades y la restitución de la autonomía universitaria; libre elección de autoridades académicas y representantes estudiantiles; no pago de matrículas y subvención estatal de la educación de los estudiantes sin recursos; libertad de docencia, investigación, cultura, arte. Debe levantar las banderas de la protección de las riquezas nacionales y la industria nacional; la derogación del estatuto del inversionista extranjero; la nacionalización de los grandes monopolios nacionales y extranjeros. Estas constituyen las bases generales para que orientemos la discusión y agitación de un programa del pueblo. La tarea del MIR y la Resistencia es impulsar que ese programa surja y rescate las aspiraciones de todos los sectores del pueblo y de la Resistencia antidictatorial.
Nuestro Partido puede plantearse enfrentar la ofensiva represiva de la dictadura sin replegarse no solamente porque existe hoy en Chile una nueva situación de la lucha de clases como resultado de la activación del movimiento de masas. Podemos plantearnos no replegarnos porque también en este último año ha comenzado a generarse en nuestro país una nueva situación entre las fuerzas políticas del movimiento obrero y popular. Junto con la recomposición y el desarrollo del movimiento de masas, han comenzado también a reactivarse crecientes núcleos de partidos de izquierda, a participar en actividades de masas y de la Resistencia clandestina, a cobrar una mayor presencia propagandística en las filas del pueblo. Pero lo más importante es que ello se da bajo un nuevo signo, el del notable fortalecimiento del espíritu unitario de las bases.
Es este nuevo espíritu lo que ha hecho posible que durante el año pasado haya tenido un importante avance la constitución de Comités de Resistencia unitarios.
La correcta y exitosa política de convergencia revolucionaria que el Mapu, el MIR y la Coordinadora de Regionales Socialista hemos impulsado, ha favorecido enormemente este espíritu nuevo de unidad traduciéndose en el establecimiento de pactos de coordinación en la lucha común contra la dictadura. Entre estas fuerzas políticas existe una mayor coincidencia en aspectos importantes de la concepción de la lucha antidictatorial revolucionaria, pero el camino escogido de coordinar más estrechamente la lucha común contra la dictadura constituye una política abierta a todas las fuerzas antidictatoriales, que refleja nuestra firme convicción de que la unidad entre los partidos de la izquierda chilena debe constituir el pilar de la lucha de Resistencia Popular. Estos acuerdos de acción común que se han materializado en campañas conjuntas de propaganda clandestina, en el impulso conjunto de creación de Comités de Resistencia, en el impulso de la lucha reivindicativa y democrática independiente de las masas trabajadoras --lo que nos ha permitido multiplicar la actividad de Resistencia--, muestran un resultado muy positivo, que creemos debe ser tomado como ejemplo práctico de que el camino que nos permitirá avanzar en la lucha de Resistencia, no son las grandes declaraciones, sino la unidad concreta en la lucha.
Consideramos que el acuerdo unitario establecido entre la UP y el MIR en el exterior, ha jugado también un papel decisivo. En el exterior ha reafirmado una correcta línea de unidad en las tareas de solidaridad, que la izquierda debe fortalecer aún más. Al interior del país este acuerdo ha facilitado la linea de unidad que en las bases de la izquierda aumenta espontáneamente y que nuestro Partido impulsa con entusiasmo. Creemos, sin embargo, que dicho acuerdo es un primer paso que, a estas alturas, la activación del movimiento de masas y el desarrollo de la Resistencia, nos demuestra insuficiente. El MIR seguirá insistiendo con decisión a la UP, y a cada partido de la izquierda, acerca de la necesidad de avanzar hacia un nuevo acuerdo entre las direcciones que reafirme lo que las bases ya han comenzado a hacer: la unidad y coordinación de la lucha de Resistencia en los frentes de masas, el desarrollo conjunto de la propaganda clandestina, la organización unitaria de Comités de Resistencia, la unidad en las cárceles. En resumen, el impulso unido de la izquierda por una alternativa democrática independiente, de la clase obrera y el pueblo.
Un elemento importante de la actual situación política nacional es el endurecimiento de la lucha antidictatorial de sectores sindicales, juveniles y de la pequeña burguesía democrática del PDC, con rasgos de independencia de la conducción freísta de ese partido. La política del MIR es llamar a esos sectores (hoy golpeados también por la represión dictatorial) y a todos los sectores democráticos y populares de ese partido a luchar junto a la Resistencia Popular y a la izquierda, a establecer acuerdos de lucha contra la dictadura. En una sola frase, nuestra política es: «Sí a los acuerdos con la DC, pero sin Frei». Esto no lo planteamos por sectarismo, sino porque creemos que la clase obrera debe deslindar aguas del señor Frei y los sectores burgueses del PDC que antes y después están al servicio de los grandes monopolios y el imperialismo. Estamos seguros de que aquellos grandes sectores de la DC que son parte del pueblo y tienen convicciones antidictatoriales y antiimperialistas terminarán por convencerse de que su lugar está junto a la lucha democrática independiente de la clase obrera y el pueblo.
Compañeros del MIR: los recientes golpes recibidos por nuestro Partido y la Resistencia son duros. La experiencia de las luchas revolucionarias --y de nuestro propio Partido-- nos enseña que estos golpes pocas veces son casuales y que las más de las veces ocurren porque cometemos errores, o tenemos debilidades e insuficiencias en nuestro accionar que los permiten. La actitud de los revolucionarios, de los marxistas leninistas, es aprender de estos errores, detectar esas debilidades e insuficiencias para superarlas sin detenernos en nuestra lucha. Esa actitud ha sido la que en las situaciones políticas más difíciles, ha permitido a nuestro partido vencer los propósitos del enemigo, recobrarse de los golpes y seguir avanzando. Hoy contamos con un partido que está, desde hace dos años, en un proceso de reorganización y fortalecimiento, y que durante el último año ha logrado imprimir un importante desarrollo a la lucha de Resistencia. En este lapso las políticas y la táctica de nuestro Partido se han demostrado correctas en lo fundamental, aunque, como hemos señalado, también hay en ellas aspectos débiles e insuficiencias que debemos superar. Es tarea del conjunto del Partido, de sus direcciones y de sus bases, encarando como revolucionarios profesionales nuestro quehacer, esforzándonos por estudiar científicamente nuestra táctica, aprendiendo de la práctica y de las masas, elaborando y enriqueciendo colectivamente nuestra política en los organismos partidarios, ejerciendo el instrumento de la crítica y la autocrítica, y fortaleciéndonos en la experiencia de la lucha, corregir nuestras falencias para poder enfrentar mejor a nuestros enemigos de clase.
La tarea de las estructuras y bases del Partido es no replegarse. Debemos parapetarnos de la represión gorila en un fortalecimiento de nuestro trabajo de masas: para ello debemos aprender y utilizar todo el campo que nos ofrece la organización y lucha legal y semilegal de masas, extender la propaganda clandestina y elevar las formas de lucha armada de la Resistencia, articulándolas con las dinámicas más avanzadas de la lucha de masas. Esto exigirá un inmenso esfuerzo del Partido, pues nuestros cuadros más experimentados se hacen poco para los requerimientos de las tareas que el Partido enfrenta; la formación política y militar de los militantes del Partido, el reclutamiento y preparación de nuevos miembros para el Partido, el reforzamiento del carácter colectivo de las direcciones y núcleos de base, el estudio y la planificación realista de las tareas, el desarrollo de la iniciativa y autosuficiencia en la implementación de la táctica del Partido, se vuelven más que nunca cuestiones fundamentales para lograr el éxito de nuestra lucha. Por último, el reforzamiento de nuestros métodos de trabajo clandestinos y el combate a las expresiones de relajamiento de las medidas de seguridad, constituyen también una tarea fundamental.
A los militantes y miembros de la sección exterior les corresponde un importante papel a jugar en el apoyo al Partido en Chile, frente a la ofensiva dictatorial. Hemos visto que la falta de recursos económicos es uno de los factores que han incidido de manera importante en facilitar los golpes represivos sobre el Partido: es obligación de la retaguardia, una necesidad de la lucha y una exigencia moral revolucionaria, que los miembros del Partido exterior realicen hoy un gigantesco esfuerzo para recaudar mayores fondos con que podamos apoyar a los camaradas que luchan en el frente. La reciente reunión del Comité exterior del Comité Central, ha llamado a la sección exterior del Partido a dar un gran salto adelante, aprovechado los avances organizativos logrados durante el año pasado en el desarrollo de las tareas de apoyo directo al frente. El desarrollo de la Resistencia y la activación de masas en Chile crean condiciones más favorables, pero también mayores exigencias al Partido interior. Debemos por ello impulsar con más fuerza el retorno de cuadros al frente, las tareas de apoyo técnico y material, las tareas de solidaridad, de agitación contra la represión y por la libertad de presos y desaparecidos, la propaganda postal hacia el frente, y todas las tareas de apoyo a la lucha en Chile que la retaguardia exterior lleva a cabo.
Sabemos que el derrocamiento de la dictadura costará grandes sacrificios a nuestro Partido, a la Resistencia, a la clase obrera y al pueblo. Sabemos que la vida de más hijos del pueblo es el tributo que tenemos que pagar por la libertad. Sabemos que nuestros enemigos defenderán con brutal violencia los privilegios de la tiranía y del poder burgués. Pero sabemos también la extraordinaria capacidad que nuestro Partido y la Resistencia proletaria tienen. Fuimos capaces de resistir y pasar nuestro Partido a la clandestinidad bajo el más sangriento golpe militar en 1973. Fuimos capaces durante largos años, en la etapa de más reflujo de las masas y sufriendo las más brutales embestidas represivas, mantener en alto la llama de los más duros golpes, avanzar reconstruyendo nuestro Partido y lograr impulsar un importante desarrollo de la Resistencia clandestina. Fuimos capaces de alimentar ese nuevo espíritu de unidad en la lucha que hoy resurge en las bases del movimiento obrero. Y si fuimos capaces de ello, hoy, cuando la Resistencia del pueblo crece, cuando el movimiento de masas se reactiva y avanza nuevamente en sus luchas, somos capaces también de vencer las nuevas ofensivas represivas de la dictadura. Venceremos porque sabemos que al triunfar sobre la actual ofensiva de la dictadura abriremos las puertas a una nueva etapa, una etapa superior de la lucha democrática de las masas trabajadoras y de la Resistencia Popular.
Pan, trabajo y libertad.
La Resistencia crece.
La Resistencia Popular triunfará