La Habana, Cuba, sede de los diálogos de paz, febrero 10 de 2015
La Delegación de Paz de las FARC-EP recibe con beneplácito los informes presentados hoy por la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, y manifiesta su satisfacción por el paso que hemos dado en la búsqueda de la verdad en torno a los hechos que configuran el conflicto colombiano.
Hasta ahora, el Estado colombiano había venido sosteniendo un discurso unilateral sobre el origen del conflicto, sobre sus causas, sus responsables y sus consecuencias. Fruto de los esfuerzos de las partes en el actual proceso de Diálogos de Paz, por primera vez el pueblo colombiano dispone de un relato plural, aún en construcción, pero ya no unilateral, sino reflejo de las distintas visiones que mantenemos quienes hemos confrontado en este largo conflicto social y armado que ha desangrado a Colombia por más de 50 años. Saludamos este primer paso, impensable cuando empezamos estos diálogos, y manifestamos nuestra firme voluntad y compromiso de trabajar para que el pueblo colombiano continúe avanzando por la senda de la verdad histórica, a fin de que ésta nunca más pueda ser ocultada a los hijos e hijas de Colombia.
El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetir una y otra vez errores irreparables y de trágicas consecuencias. Por ello la Memoria Histórica es patrimonio inalienable de los pueblos libres y es nuestra obligación construirla entre todas y todos, negándonos a ocultar cuantas explicaciones resulten imprescindibles para la construcción de un futuro de paz y reconciliación. Las experiencias de otros pueblos demuestran que renunciar a construir colectivamente una Memoria Histórica, es un esfuerzo estéril que solo conduce a la incesante reapertura de heridas que necesariamente deben ser cerradas para alcanzar y mantener la paz. Porque no queremos que lo más trágico de nuestra historia se repita, porque es nuestra obligación superar décadas de guerra contra el pueblo colombiano, es por lo que las FARC EP nos empeñamos en este esfuerzo de construir un relato cierto de nuestra historia reciente, un relato de la historia y de las causas más profundas de este cruento conflicto que tanto dolor y daños nos ha causado a los colombianos.
Es cuestión unánime que los pobres, los humildes, los desposeídos, nunca han comenzado ni querido las guerras. La paz es condición previa indispensable para el progreso de los pueblos, para acabar con la pobreza, las desigualdades y la exclusión social, para emprender profundas transformaciones en beneficio de las mayorías y así poder construir una sociedad justa de hombres y mujeres libres e iguales. Por el contrario, cuando las clases dominantes se niegan a permitir los avances sociales, proscriben la igualdad, pervierten la justicia y niegan la democracia política y social, el pueblo, para simplemente poder vivir dignamente, se ve compelido a alzarse contra la tiranía recurriendo al sagrado derecho a la rebelión frente a la injusticia y la opresión. Quien niega los derechos fundamentales a todo un pueblo no puede a la vez hacerlo responsable del inmenso sacrificio que supone ejercer el derecho a la rebelión, ni puede criminalizarlo por el hecho de aspirar a construir una sociedad justa valiéndose del único recurso que ha quedado a su alcance cuando se le impide el ejercicio de la democracia, el recurso a las armas.
Mantenemos la afirmación de que el conflicto social y armado que padece Colombia, no ha sido causado por el alzamiento campesino que dio origen a las FARC-EP, ni por otros alzamientos rebeldes que se sitúan en el origen de las distintas expresiones de insurgencia que nuestra Colombia ha conocido a lo largo de su historia. Nadie puede hoy mantener con seriedad y mínima rigurosidad histórica que la puesta en marcha de un proyecto colectivo de vida por los campesinos de apenas cuatro veredas de la inmensa Colombia, diera lugar al surgimiento de una “república independiente” que amenazara la integridad de nuestro país o pusiera en peligro la propia existencia del Estado. La rebelión fue la consecuencia de una de las causas del conflicto: la agresión de las clases dominantes; la causa del conflicto fue la negación de derechos por los poderosos, por el establecimiento, a la mayoría del pueblo colombiano.
En el conflicto colombiano no ha habido vencedores ni vencidos. Sí ha habido, al igual que en todas las guerras, una víctima: el pueblo colombiano. Por ello afirmamos que carece de sentido que el Estado pretenda obtener en la Mesa de Diálogos una victoria que ha sido incapaz de obtener en los campos de batalla durante años, a pesar de la inmensa desproporción de medios y recursos, contando con ingentes fuerzas desplegadas para la guerra por el aparato del Estado y también por las potencias extranjeras que lo han apoyado. No estamos ante un proceso de sometimiento o sumisión, porque ninguna parte ha podido vencer a su adversario. Y es obligación de ambas partes en la Mesa de Diálogo construir un relato del conflicto y de sus causas que resulte creíble y riguroso por basarse en hechos objetivos, y que evite la tentación de presentar a una insurgencia que ha resistido en una guerra desigual, como la responsable de los crímenes perpetrados contra el pueblo, en cuya defensa se alzó. Por ello hemos rechazado y rechazaremos cuantas visiones pretendan presentar el actual proceso de búsqueda de una solución política para el conflicto colombiano, como un proceso de exclusiva presentación de cuentas ante la justicia. Rechazaremos igualmente cuantas propuestas se nos formulen exigiendo responsabilidades políticas o jurídicas unilateral y exclusivamente a la insurgencia, pretendiendo ocultar así que la mayor responsabilidad en el conflicto corresponde sin duda a un Estado y una clase dirigente que se apartaron hace años del buen gobierno que obliga a buscar el bien común, y que no dudaron en oprimir a todo un pueblo únicamente para preservar sus privilegios e impedir el justo reparto de las inmensas y comunes riquezas que contiene nuestra patria.
Hoy hemos escuchado distintas explicaciones sobre el origen del conflicto y sobre sus causas. Una primera conclusión ha de ser que la rigurosidad en el análisis histórico es incompatible con la visión unilateral de los privilegiados; es incompatible con el discurso único que ha regido e imperado en la Colombia de la violencia que queremos dejar atrás. Para superar ese análisis pernicioso y dañino para nuestro pueblo fue que las partes acordamos poner en marcha la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, cuyas conclusiones hoy se nos han expuesto. Estamos satisfechos porque creemos que se ha abierto otro camino hacia la paz. Creemos que entre todos hemos dado un paso histórico, un paso imprescindible y mil veces aplazado hasta ahora. Pero creemos que aún queda mucho más por hacer. La historia nos enseña que sin ponernos de acuerdo en un correlato histórico común, en una Memoria Histórica colectiva, no habrá verdadera reconciliación nacional y por tanto el fantasma de una nueva guerra en un futuro más o menos cercano o lejano, no podrá ser definitiva y eficazmente conjurado.
Es por tanto una necesidad, que al igual que las FARC-EP hemos venido asumiendo nuestras responsabilidades por las consecuencias y los efectos que nuestro accionar en el conflicto social y armado hayan podido tener, el Estado y el establecimiento asuman sus responsabilidades sobre las causas que originaron el conflicto, sobre las causas que hoy han sido aquí expuestas. Es imprescindible que las clases dominantes realicen un ejercicio de contrición y reconozcan que la negación de los derechos de todo un pueblo, la condena de éste a la miseria y la exclusión, la impúdica acumulación de inmensas riquezas en pocas manos y la usurpación al campesinado de tierras, sueños y futuro, se sitúan inequívocamente en el origen del largo conflicto social y armado que ahora entre todos estamos empeñados en superar. Solamente un firme compromiso para que dichas causas nunca más vuelvan a aparecer en nuestra patria, serán garantía para la sólida construcción de la nueva Colombia en paz que todas y todos queremos para nuestros descendientes.
Animamos al pueblo colombiano a debatir y desarrollar las conclusiones hoy aquí expuestas por esta Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, a construir entre todos y todas, ese relato histórico, imprescindible para la reconciliación y aún inacabado, sobre las causas del largo conflicto social y armad. Exhortamos a estudiar nuestra historia para conocerla y nunca más repetir los catastróficos errores cometidos, una y otra vez por unos malos gobernantes que no supieron dar a su pueblo el bienestar y la paz que todos, sin distinción de origen, clase o condición, merecemos.