La Habana, Cuba, sede de los diálogos de paz, Marzo 23 de 2015
PONIENDO EN CLARO LAS COSAS
Las conversaciones de paz en La Habana avanzan y se han concretado acuerdos importantes que permitirían atacar las causas de la confrontación de más de medio siglo que padece Colombia y se han expuesto visiones que serán útiles para los desarrollos futuros en favor de la reconciliación. Pero en lenguaje sencillo y coloquial, podemos decir que hemos avanzado como nunca, pero aún hay mucha tela por cortar, comenzando por recordar, que tanto hay temas cruciales en los puntos 5 y 3 que se están discutiendo, como los hay en el conjunto de las 28 salvedades que permanecen en el congelador, esperando el momento para que se vuelva por ellos. Seguramente, si se quiere acelerar la marcha, ya va siendo hora de hacerlo.
Somos optimistas, es cierto que hemos avanzado, es cierto que hemos abordado tres puntos de la Agenda del Acuerdo General en materia de desarrollo rural, de participación ciudadana y de nueva política antidrogas y estamos andando a paso ligero sobre el punto referido a víctimas, con iniciativas innovadoras y al mismo tiempo adelantamos criterios sobre asuntos cruciales como el cese del fuego, e incluso hemos puesto sobre la Mesa visiones sobre temas no menos trascendentales como el de la dejación de armas, el cual entraña compromisos de ambas partes en torno a la decisión de retirarlas de la actividad política. Pero, paralelo a eso, está andando una intensa campaña mediática desde diversos flancos institucionales que da la sensación de que el acuerdo está a la vuelta de la esquina.
Montar la matriz de la irreversibilidad, no es conveniente si se considera que elevar las expectativas hacia la cumbre de lo irreal, podría llevarnos al terreno de las frustraciones, más cuando se pretende imponer fórmulas jurídicas de sometimiento a la guerrilla, de tal manera que si no las admite se le pueda acusar de intransigencia y de obstruir el avance del proceso.
En estos asuntos de la guerra y la paz, que congregan tantas complicaciones y sensibilidades, pero también tantas ilusiones, se vale anhelar y soñar; sobre todo se vale ser creativos en busca de soluciones a los problemas de miseria, desigualdad y falta de democracia que causaron y mantienen el conflicto; pero esto, hay que hacerlo con los pies bien puestos sobre la tierra.
En resumen, hay mucho por transitar y muchas más voluntades que sumar, antes de expresar que YA CASI TODO ESTÁ LISTO. Faltan por abordar temas sumamente complejos como, la definición de la comisión del esclarecimiento de la verdad y no repetición, el cese al fuego bilateral, la ya mencionada dejación de armas, el esclarecimiento del fenómeno del paramilitarismo y la guerra sucia, la urgencia de que las Fuerzas Armadas se aparten de la criminal Doctrina de la Seguridad Nacional y de la concepción del enemigo interno; o está el caso de que si no se resuelve el problema del latifundio y si no se frena la extranjerización de la tierra, que atropella los intereses de los campesinos y lesiona la soberanía nacional, sencillamente demoraríamos más la concreción del acuerdo.
De todas maneras, el deber de quienes anhelamos una Colombia sin más conflicto y victimizaciones, no puede ser otro que persistir y empeñar todos los esfuerzos en derrotar a los guerreristas para sacar adelante cada uno de los mencionados propósitos, que es la forma de sacar juntos hasta buen puerto el proceso de diálogos. Por eso las FARC-EP insistimos en convocar a todo el país para que se apoye cada iniciativa y se le dé impulso a una constituyente que le abra camino a la justicia social como base sobre la cual podamos fundar la Nueva Colombia en la que impere el buen vivir y la esperanza.
Otro asunto es que el acuerdo de limpieza de explosivos de los campos colombianos, es presentado por la prensa como si hubiera solamente el compromiso exclusivo de la insurgencia, es tema que compromete también al gobierno como responsable de la contaminación del territorio con estos letales artefactos de guerra que constituyen peligro para las comunidades. Este es un acuerdo bilateral, de recíprocas obligaciones, el cual aspiramos a que dentro de un cese bilateral de fuegos, se pueda extender a todo el país.