Comisión Política del MIR (Abril de 1978)

A La Clase Obrera y al Pueblo de Chile
A Las Direcciones y Militantes de la Izquierda
A Las Fuerzas Antidictatoriales
A Los Trabajadores y Pueblos del Mundo

1. El régimen dictatorial y el gobierno militar encabezado por Pinochet han dado nuevos pasos en el proceso de institucionalización del estado monopolice y en la normalización jurídica del régimen de excepción. Tal es el significado de la reorganización del gabinete ministerial, el anuncio de una amnistía que beneficia a algunos de los detenidos, condenados y expulsados del país por delitos políticos, como las adecuaciones al plan general de institucionalización anunciado por Pinochet.

2. Estas medidas se inscriben en el marco de una nueva fase del proceso contrarrevolucionario que El Mercurio describe como la etapa que corresponde a «la necesidad impostergable e ineludible de una estrategia y acción propiamente política», del régimen y gobierno de excepción. Las medidas corresponden a las respuestas del régimen militar para acelerar el proceso de institucionalización como consecuencia de tres órdenes de problemas:

- Las diferencias de intereses de los grupos monopolices que dinamizan la lucha por el control del Estado y los sectores más rentables de la economía. Ellos plantean la necesidad de definir un marco jurídico político que estructure, organice y regule el campo permitido a la lucha interburguesa, posibilitando un acuerdo mínimo entre los grupos monopolices que les permita dirimir sus diferencias.

- La política del imperialismo, de la administración Cárter, orientada a dar una mayor estabilidad y consistencia a la forma de dominación política en América Latina y Chile, lo que exige actuar hacia acelerar la estructuración del nuevo estado monopolice y de la contrainsurgencia, dar un marco jurídico mínimo a los regímenes y gobiernos de excepción responsables de llevar a cabo la fase de transición, buscando ampliar su base de sustentación burguesa y neutralizar al movimiento de masas y la izquierda.

- La creciente actividad del movimiento de masas y la lucha de la Resistencia, que perfilándose como fuerza autónoma se erigen en obstáculo a cualquier cambio formal que pueda producirse en el régimen de excepción, y en amenaza creciente para el gobierno y el régimen.

Ello exige al capital monopolice y a las Fuerzas Armadas maniobrar en el campo político, buscando generar en la conciencia de las masas la ilusión de la existencia de una tendencia natural hacia un cambio gradual del carácter del régimen, hacia la «ampliación del espacio político y el restablecimiento de la democracia».

3. En este contexto el nuevo gabinete ministerial muestra, por una parte, un mayor grado de acuerdo entre los principales grupos monopolices y la creciente integración al ejercicio del gobierno de representantes directos de dichos grupos, al tiempo que señala el mayor peso que pasa a jugar en esta etapa la tecnocracia y las cúspides empresariales, junto con la alta oficialidad de las Fuerzas Armadas.

El freísmo DC, como aparato político del gran capital, que pugna por convertirse en alternativa civil de la contrarrevolución y regañar la confianza de los grupos monopólicos, es mantenido al margen del gobierno. Sin embargo, se le hace concesiones que le otorgan un margen de acción política, al tiempo que se le permite el regreso legal a Chile a sus cuadros en el exterior.

4. Luego de conocidas las últimas medidas de la dictadura, han continuado las voces discrepantes al interior de la propia Junta y entre los representantes de los grupos monopolices, como el propio Frei y la DC. Es preciso entender tales contradicciones como diferencias y disputas naturales en el seno de las fracciones y grupos dominantes, en su lucha por ocupar posiciones de privilegio en el usufructo del aparato estatal, en el saqueo de la economía nacional y la superexplotación de los trabajadores. Tales diferencias y pugnas se dan sobre la base de un acuerdo general en el modelo de acumulación, la forma de explotación de la clase obrera y los trabajadores, el tipo de régimen político y de Estado que requiere hoy, el capitalismo chileno.

5. Asimismo, la llamada amnistía general de los prisioneros políticos, los condenados y expulsados del país, no deja de ser una medida propagandística orientada a entregar al Departamento de Estado norteamericano, elementos que le permitan reconocer «medidas positivas en el régimen militar chileno» y al mismo tiempo disminuir la presión y las condenas internacionales contra la dictadura.

Sin embargo, la llamada amnistía general se aplica sólo a algunos de los detenidos, condenados y expulsados del país, estableciendo formas inaceptables para el retorno a Chile de exiliados, ya que implica la renuncia a los derechos políticos y legitima la dictadura.

Del mismo modo la amnistía deja fuera a varios centenares de presos políticos que llenan las cárceles de Chile, y que se encuentran procesados por «delitos comunes». En esta situación se encuentra la casi totalidad de los detenidos por desarrollar la lucha de Resistencia, desde fines de 1976 hasta la fecha. Este fenómeno corresponde al llamado proceso de normalización jurídica del régimen de excepción, que requiere legalizar la represión y descaracterizar la lucha política contra el Estado. Así, el gobierno dictatorial hace aparecer las actividades de la Resistencia como «delitos comunes». En esto hay acuerdo en todos los sectores burgueses, incluyendo al freísmo DC y al sector mayoritario de la propia Iglesia católica. Todas las acciones contra el Estado y el régimen militar son consideradas «delitos comunes».

Por otra parte, la amnistía general no hace referencia a los 2.500 desaparecidos en garras de la SIFA, DINA, SICAR, el SIM, el CNI, y de cuya situación la Junta Militar no ha dado respuesta hasta el día de hoy.

6. El ascenso de la lucha de masas y la creciente actividad política de la juventud, el movimiento sindical y campesino, los empleados públicos, los pobladores, sectores cristianos, las mujeres, los prisioneros políticos y sus familiares, han favorecido un proceso de diferenciación política y radicalización de amplios sectores populares y de la juventud de la DC, que tienden a alejarse de la conducción freísta y a coincidir en la lucha concreta con la izquierda y la Resistencia.

7. Los cambios y readecuaciones que impulsan el capital monopolice, el imperialismo y el gobierno militar, como los roces y contradicciones que se gestan en este proceso, crean brechas y generan condiciones políticas favorables para la lucha de la clase obrera, los trabajadores y todas las fuerzas consecuentemente democráticas y antidictatoriales.

Es preciso aprovechar dichas contradicciones para fortalecer la unidad de la izquierda y las fuerzas antidictatoriales, para fortalecer la lucha de las masas y la lucha de la Resistencia, para avanzar y conquistar posiciones contra la tiranía y el régimen contrarrevolucionario. Hay condiciones para librar importantes combates sobre la base de la unidad de todos los que están contra la dictadura.

8. En la escena política se definen hoy cuestiones funda- mentales para el pueblo, para el futuro de la lucha de los trabajadores y de la Resistencia, para la continuidad de la lucha por la democracia política y el socialismo. Está en juego:

- El fortalecimiento de la lucha independiente de la clase obrera, los trabajadores y todas las fuerzas consecuentemente democráticas y antidictatoriales; la lucha por el derrocamiento de la dictadura y el establecimiento de un gobierno democrático, popular y revolucionario.

O bien:

- El fortalecimiento de la contrarrevolución y la dominación del capital monopolice y del imperialismo, bajo la forma del Estado monopolice y de la contrainsurgencia, de la democracia restringida y vigilada --que hoy toma la forma de la institucionalización y de las readecuaciones del régimen militar.

9. En el campo del pueblo y de las fuerzas antidictatoriales hay quienes sostienen, en aras de un supuesto «realismo político», basado en un análisis estático y contemplativo de las correlaciones de fuerzas para una lucha autónoma y en que el enemigo principal es Pinochet, que su sola sustitución --de Pinochet-- y del régimen militar por otro, representaría una victoria del pueblo y de todos los «no fascistas», la cual abriría paso a profundos cambios en el Estado, la economía y la sociedad chilena.

Se trabaja con una concepción gradualista del restablecimiento progresivo de la democracia, en lo cual estarían interesadas las propias fuerzas burguesas y los sectores «no fascistas» del mismo capital monopolice y la oficialidad de las Fuerzas Armadas. Se cierra los ojos ante el hecho evidente de que Pinochet no es hoy más que la cabeza visible, la personificación temporal de un proceso orgánico y estructural en que está comprometido el capital monopolista, el imperialismo y todas las fracciones de la burguesía y de las Fuerzas Armadas como institución. Pinochet puede desaparecer sin que se altere la esencia del régimen y del gobierno, sin que cambie la naturaleza de las formas de explotación económica y opresión política sobre los trabajadores y el pueblo.

10. Optar por esta línea entreguista es entrar en el juego que hoy se traen entre manos el capital monopolista, los altos mandos de las Fuerzas Armadas, y el Departamento de Estado de EE.UU., en un intento de neutralizar a las fuerzas populares, al movimiento de masas y reabsorber su energía revolucionaria. Este paso significa la luz verde --desde el campo del pueblo-- a la legitimación del estado monopolice, del nuevo régimen de dominación política del gran capital, que hoy busca consolidarse en Chile y América Latina, basándose en una «democracia autoritaria», «viable», «restringida», «vigilada», permanente, con las Fuerzas Armadas transformadas en pilar y guardián del Estado del régimen y del gobierno.

11. Hoy en día, cuando en Chile la recuperación del movimiento de masas se extiende y profundiza, cuando la clase obrera y las masas trabajadoras ganan confianza en sus propias fuerzas, cuando la Resistencia se perfila como fuerza autónoma en la política nacional, cuando sectores crecientes de la DC, e independientes, están con la Resistencia, aumentando el caudal de fuerzas que luchan contra la dictadura, hay que cerrar el paso a las tergiversaciones oportunistas y conciliadoras que se plantean el desarme de las fuerzas populares y la Resistencia, aceptando los cantos de sirena del capital monopolista y la «oposición burguesa» y su ofrecimiento de una democracia «restringida y vigilada». La política de la clase obrera, de los trabajadores, de la izquierda y de todas las fuerzas democráticas y antidictatoriales, no puede basarse en el «realismo» de buscar un entendimiento con el estado monopolice. Es preciso resistir ahora y conquistar posiciones que permitan abrir paso al derrocamiento de la dictadura, o que impidan, al menos, que el nuevo régimen de dominación política se instaure sobre la base de una derrota global, ideológica, política de la clase obrera, los trabajadores y las fuerzas democráticas y antidictatoriales. Sólo ello permitirá desplegar todas las potencialidades de la lucha del pueblo en el período actual, y asegurará mejores condiciones políticas para la lucha futura.

12. Para enfrentar la presente etapa es preciso fortalecer el movimiento de Resistencia Popular y elevar su capacidad en todos los frentes.

Se hace necesario impulsar y ampliar las formas de lucha legales, semilegales, clandestinas; las formas de lucha pacíficas, violentas; fortalecer la organización clandestina del movimiento de Resistencia, multiplicando los Comités de Resistencia, comisiones de fábrica, etc.

Resulta urgente desarrollar la fuerza militar de la Resistencia y su iniciativa político militar. Se confunden quienes piensan y pregonan que la lucha por la democracia política y el derrocamiento de la dictadura debe ingresar en una etapa de desarrollo puramente pacífico, basado en una acumulación de fuerza social y política restringida al terreno legal e institucional.

Es necesario avanzar hoy en el desarrollo de la fuerza militar de la Resistencia, apoyada en el desarrollo de las fuerzas propias y el trabajo político en el seno de las Fuerzas Armadas. Desarrollar y multiplicar la propaganda armada para apoyar las reivindicaciones del pueblo, es un derecho irrenunciable de los trabajadores.

13. Llamamos a fortalecer y ampliar la unidad de la izquierda, la unidad de acción entre el MIR y la UP, como también fortalecer la convergencia y la acción conjunta de los sectores revolucionarios, a fin de reforzar la línea independiente de la clase obrera y el pueblo y de las fuerzas democráticas y antidictatoriales en la lucha contra la dictadura.

Llamamos a fortalecer la organización clandestina de los partidos. A no desarmarse frente a los ofrecimientos de legalización de la dictadura.

14. Llamamos a los sectores juveniles, sindicales, campesinos, a todos los sectores consecuentemente antidictatoriales de la DC, a sumar fuerzas en la lucha por la democracia política y el derrocamiento del régimen militar.

15. Llamamos a los países socialistas, a los gobiernos progresistas y a todas las fuerzas democráticas y revolucionarias, a mantener y precisar las presiones sobre la dictadura militar, al boicot económico, la lucha diplomática, la defensa de los presos políticos y desaparecidos.

16. Conscientes de que sólo la lucha independiente de la clase obrera y el pueblo, de todas las fuerzas consecuentemente democráticas y antidictatoriales podrán derribar al régimen dictatorial contrarrevolucionario y abrir paso a un gobierno democrático, popular y revolucionario, llamamos a desarrollar las fuerzas y capacidad de combate del pueblo, impulsando la lucha inmediata por:

- La defensa de los derechos humanos; la libertad de todos los presos políticos condenados por delitos comunes; la amnistía general y la libertad de regresar al país --sin condiciones-- a todos los expulsados por la dictadura.

- La disolución de la Central Nacional de Inteligencia --CNI-- y el castigo de sus crímenes.

- La consecución de un reajuste extraordinario que permita recuperar la capacidad adquisitiva de los sueldos y salarios y la adopción de medidas especiales para absorber la cesantía.

- El restablecimiento de los derechos sindicales; el derecho a reunión, a organizarse, a elecciones libres, a petición y a huelga. La derogación del decreto 198.

- El restablecimiento de la libertad de expresión, de los derechos políticos y de la libertad de prensa.

- El respeto a la autonomía de todas las organizaciones del pueblo; la autonomía universitaria; la libertad de organización, reunión y opinión de los estudiantes.

En la lucha contra la dictadura se pone en marcha y crece, día a día, un amplio movimiento de Resistencia Popular, que representa la única alternativa real a los grupos monopólicos en la lucha por la democracia política; en la lucha por el pan, por el trabajo y la libertad; en la lucha por establecer un gobierno democrático, popular y revolucionario.

La sangre y el ejemplo de los miles de caídos en los combates contra el capital monopolice y la dictadura, crean un barranco de sangre entre el pueblo y sus verdugos, galvanizando el espíritu de millares de chilenos que luchan en las trincheras de la Resistencia, seguros de que la Resistencia Popular triunfará.

LA RESISTENCIA POPULAR TRIUNFARÁ

Comisión Política del MIR
Abril 1978
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