La Habana, Cuba, sede de los diálogos de paz, abril 8 de 2015
LA ESPERANZA DEL PORVENIR
Al Congreso constitutivo de la Juventud Rebelde, desde nuestras montañas y desde La Habana Cuba, donde converge la esperanza por una Colombia en paz, va nuestro saludo lleno de afecto y confianza en la fuerza transformadora de la juventud.
Entregar lo mejor de nuestra juventud a la bella causa de la emancipación de la humanidad, es lo más importante y sublime que puede haber en la vida de una persona. Hacerlo sin esperar a cambio nada diferente a la satisfacción del deber cumplido, manteniendo el deseo y el compromiso de la solidaridad, es lograr la gracia del amor al género y a la naturaleza, lo cual significa, además, alcanzar un grado de existencia imperecedera.
Por ello, la verdadera juventud está en transitar ese estado del alma que nos empuja siempre hacia nuevas utopías tomando como horizonte la libertad y la justicia.
No hay características más inherentes a la juventud que la rebeldía, el entusiasmo, la audacia y la esperanza. Y no hay combinación más creadora que la de ser joven y ser rebelde, que es lo mismo que hacer la mixtura de la determinación y la alegría de decir haciendo, y hacer actuando como se piensa; revolucionando el mundo, o al menos intentándolo, con la mirada puesta en la posibilidad de un estadio de vida en comunión y fraternidad, andando los caminos, por más difíciles que parezcan, con la flama de la fe encendida en nuestros corazones.
Un joven rebelde no debe temer a innovar, a cambiar esquemas, a poner alas a su imaginación, a sus deseos, a sus sueños, para echarlos a volar sin importar que las metas parezcan imposibles; pues, precisamente, esa es la razón de ser de su existencia; ese es su realismo maravilloso: hacer lo imposible, mientras -como diría nuestro Bolívar libertador,- de lo posible se encarguen los demás todos los días.
La juventud que lucha, la juventud que se sacrifica y se forma en la senda de la verdad y de la búsqueda del bien común, es la promesa cierta del mañana; y ese mañana tendrá exactamente la dimensión de sus pretensiones, las cuales no deberían ser cosa diferente al sol del nuevo amanecer, que brinda su calor y su luz en rayos de vida que no tienen dueño, que no tienen amo, sino abundancia de abrigo que no se niega a nadie.
Por ello la acción es el verbo que da vida a la juventud rebelde, y la pasividad es el sinónimo de su agonía; pero esa acción de plenitud debe ser al mismo tiempo conciencia de que no se es ni la primera ni la última generación en la historia, ni la presencia de cada quien debe primar conjugando el individualismo. Sí, se debe vivir intensamente, como si no hubiera día más importante que el que se está viviendo, y el individuo como tal no debe desaparecer, no; pero su mayor valor está en su ser social, pues la garantía de que todo tiempo venidero pueda ser mejor para cada generación que nos suceda, consiste en que estemos dispuestos a avanzar interpretando los intereses del colectivo, con la total determinación de hacerlo a contracorriente del llamado discurso políticamente correcto promulgado por aquellas vetustas hegemonías que nos imponen barreras de sumisión y miedos, para evitar que tomemos el cielo por asalto.
La juventud debe marchar con autenticidad, con intensidad, y sobre todo con la inteligencia que le permita organizarse y organizar, al punto que su presencia sea el imán que atraiga y jalone a las muchedumbres hacia el horizonte de la Colombia Nueva donde impere la paz con dignidad. Hacia estos propósitos la juventud debe avanzar con la convicción de que se es capaz de asumir la conducción del presente, guardando en la mente las experiencias del pasado y el mayor respeto por todos aquellos que nos antecedieron en esta larga jornada por la definitiva independencia.
Para quienes se han proclamado seguidores del Libertador, “debemos decir que, Bolívar es, sin duda, un modelo confiable para la juventud. La grandeza de Bolívar está en que se mantiene como un erguido ejemplo de fidelidad inconmovible a ideales supremos. Nadie lo ha sobrepasado en su decisión categórica de darse al sacrificio por la Patria, y de morir en el servicio a la libertad, la justicia y la democracia”. Ese es el compromiso, y dentro de ese camino, en manos de ustedes está la posibilidad de alcanzar la paz para Colombia.