Señoras y señores miembros de las FF.AA. del Estado colombiano, les hago llegar un saludo respetuoso.
Sigo convencido que una comunicación con Ustedes es productiva, porque independientemente de las posturas políticas que tengamos -que nos colocan en orillas distintas de la vida del país-, todas y todos los colombianos queremos un futuro feliz para nuestra patria, que sea de paz, justicia social, soberanía y felicidad, aun buscando maneras distintas para llegar allí.
Ustedes miembros de las FF.AA. de Colombia y nosotros insurgentes colombianos, somos en su inmensa mayoría, mujeres y hombres de cuna humilde, hijos y sangre de un mismo pueblo y no tengo duda que un día nos daremos la mano con una sonrisa, sintiendo que esta guerra que hoy nos separa y nos enfrenta, a la que nos empujaron los dueños del poder y no elegimos nosotros, será por fortuna, un asunto del pasado.
El pasado 19 de mayo, fue relevado de su cargo, el ministro de defensa, señor J. C. Pinzón. Esperemos que su reemplazo, el señor L. C. Villegas, sea una persona más afecta al proceso de paz, que Pinzón.
Me refiero a la conducta de Pinzón que exacerbó los ánimos, negó sin fundamento los esfuerzos por la paz, sostuvo posturas pendencieras y un vocabulario agresivo, carente del respeto elemental que merece todo contradictor político.
Además, el señor Pinzón llevado por la soberbia, hizo afirmaciones temerarias carentes de verdad, que no son propias de una persona de su investidura, más aún si tales afirmaciones se hacen con intencionalidad política.
Usar las mentiras aprovechando las ventajas del poder constituye perfidia, lo que no tiene cabida en los cánones del Honor Militar.
Para corroborar lo anterior, coloco como ejemplo el último episodio, del 6 de mayo, cuando Pinzón calumnió, insultó y amenazó al Ejército de Liberación Nacional; por un ataque del que no tuvimos ninguna responsabilidad, como lo hemos demostrado; verdad que estamos dispuestos a sostener, cada vez que sea necesario.
La vida enseña que "con la verdad es suficiente", principio que debe asimilar este ex ministro.
A las personas que tenemos como actividad central, conducir a otras, se nos exige una alta responsabilidad ante el país y frente a quienes conducimos y orientamos, toda vez que para ellos somos referentes, lo cual requiere de altruismo, responsabilidad e inteligencia.
Desde 2002, con la justificación de haberse producido el doloroso acontecimiento del ataque a las Torres Gemelas en EE.UU, esa superpotencia decidió calificar a los revolucionarios del mundo de terroristas. De inmediato los señores del poder en Colombia, comenzaron a usar este calificativo contra todos los que nos oponemos a este régimen anti democrático y represivo.
Sabemos que el ex ministro de defensa, actúa dentro de una línea, que le han enseñado desde el ministerio de guerra de EE.UU. (Pentágono). Ojalá su reemplazo actúe con una mayor dosis de patriotismo.
Debo resaltar una sentencia de este mes, del Consejo de Estado colombiano, donde establece que:
"No resulta jurídicamente riguroso, ni respetuoso de la disposiciones del mismo Derecho Internacional Humanitario, catalogar sin matices a las agrupaciones guerrilleras, que toman parte en el conflicto armado, como terroristas".
Considero necesario expresar estas reflexiones, pensando en el futuro de la paz de Colombia, más que para hacer referencia a un adversario.
Me despido hasta una próxima oportunidad. Su compatriota.