La Habana, Cuba, sede de los diálogos de paz, julio 3 de 2015
CONCRETEMOS UN NUEVO ACUERDO
Nos encontramos una vez más quienes representamos a las FARC-EP en los diálogos de paz de La Habana, con los plenipotenciarios del gobierno de Colombia. El propósito de ahora es continuar atendiendo nuestro compromiso con la reconciliación nacional, con la verdad, con las víctimas y su reparación integral, y llegar también a la formalización de acuerdos de no repetición. Se trata, de continuar la marcha hacia la paz.
Todos conocen el por qué de nuestra presencia en Cuba. Tras décadas de guerra ninguna de las partes del conflicto logró derrotar a la otra; es decir que ninguna ha sido vencida. En pie de igualdad y frente a unas mismas obligaciones y deberes que surgen del Acuerdo General para la Terminación del Conflicto suscrito el 26 de agosto de 2012, los contendientes, debemos seguir firmes y resueltos a dar cumplimiento a La Agenda de Conversaciones ampliamente conocida.
El ambiente sin embargo está cargado de nubarrones que han venido oscureciendo el camino que nos resta por andar para llegar sin más contratiempos a la meta ya diseñada. Lo deploramos.
Pero, no fuimos los responsables de la terminación del cese al fuego unilateral e indefinido declarado por nosotros el día 17 de diciembre de 2014. Durante más de cinco meses lo mantuvimos con disciplina, gesto que condujo a la reducción de por lo menos el noventa por ciento de las acciones de guerra.
Aunque este resultado es reconocido por propios y extraños, lo cierto es que pudo más el carácter pendenciero de quien como Ministro de Defensa, consideró que el éxito de la tregua era su derrota.
De tal manera que so pretexto de una acción defensiva de las FARC- EP sucedida el 14 de mayo del presente año en Buenos Aires, Cauca, –de la cual hasta ahora comienza a aflorar la verdad de los hechos-, lanzó la salvaje retaliación que ocasionó la masacre de decenas de guerrilleros que permanecían en sus campamentos atendiendo la orden de alto al fuego.
Jairo Martínez y Emiro Jiménez, dos de nuestros negociadores en La Habana destacados para realizar labores de pedagogía de paz entre nuestros combatientes, y que habían sido puestos en tierra colombiana en desarrollo de protocolos convenidos con el gobierno, cayeron abatidos en Cauca y en Chocó mientras realizaban su tarea. Junto a ellos murieron otros valiosos combatientes y también Román Ruiz, comandante del 18 Frente e integrante del Estado Mayor Central de Las FARC-EP.
No nos extrañe entonces que hoy nos encontremos en un punto de recrudecimiento de la confrontación por decisión de una contraparte que frente a nuestro gesto de paz, amplificó su grito de guerra. Estamos donde quiso colocarnos el gobierno, a sabiendas de las consecuencias: en esta contienda armada asimétrica y absurda, ciertamente, no nos íbamos a dejar matar.
Pero tenemos además el infortunio, de que en este contexto no deseado por nosotros, muchos hechos se le atribuyen a las FARC, aunque no lo sean, pareciéndose más a una pesca en río revuelto de una extrema derecha, que no quiere el progreso de los diálogos porque le teme más a la verdad que a la cárcel.
No obstante lo anterior, al finalizar la ronda que hoy inicia, aparte de nuestra disposición de desescalar el conflicto, comenzando porque nadie se deje contagiar del lenguaje guerrerista del anterior ministro de defensa, que nada resuelve, tenemos la aspiración de darle buenas noticias a nuestro país y al mundo, alrededor del tema de víctimas y la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición-si la contraparte muestra igual determinación-, para concretar el texto de un nuevo acuerdo. El Cese al Fuego Bilateral, que es vida para el proceso, no puede seguir siendo represado con argumentos inconsistentes.