La Habana, Cuba, sede de los diálogos de paz, julio 4 de 2015
En esta ocasión queremos manifestar nuestra complacencia por la manera como, a pesar de las especulaciones surgidas desde algunos sectores de opinión, instancias del gobierno han comenzado a actuar con relación a los dolorosos acontecimientos que estremecieron en el día de ayer la capital de la República, optando por asumir en forma diligente y buscando la verdad sobre los hechos, acudiendo a procedimientos de investigación y no de prejuzgamiento.
Deploramos que no se hubiera procedido de la misma manera, con prudencia, y con el mismo apremio en relación a lo sucedido en Buenos Aires, Cauca, el día 14 de mayo de 2015.
¡Cuánto nos hubiéramos ahorrado en muertes, destrucción y tragedias! Hoy la oficialidad que comandaba dicha unidad militar se encuentra privada de la libertad.
Contra el deseo de avanzar en la construcción de confianza que abra el camino hacia la paz, a las FARC-EP le correspondió hacer uso del derecho de legítima defensa. Por ello nos parece un contrasentido que se insista en descalificarnos porque a las hostilidades respondemos como lo hacemos, ya que lo que imperó durante esos cinco meses fue el desconocimiento oficial de la tregua declarada por nosotros, sobre todo de parte de un anterior ministro de defensa irresponsable y vanidoso, que hizo uso de métodos impropios para tiempos de búsqueda de una paz perdurable.
La intransigencia de la contraparte haciendo eco a presiones de sectores de ultraderecha, condujo a situaciones que hoy padecemos todos, para luego dejar en manos de otros el trabajo de apagar el incendio provocado por sus conductas.
Porque queremos evitar todo tipo de destrucción de vidas y bienes, estamos dispuestos a buscarle una salida a la confrontación asimétrica a la que nos han llevado contra nuestra voluntad.
Solo aspiramos a que se le garantice al país que no se precipitarán de nuevo circunstancias que nos pudieran conducir a un escalamiento mayor de la confrontación. Porque, está claro que fueron fundamentalmente los ataques con tecnología de punta, el acoso contra nuestras unidades en tregua y el despliegue militar a lo largo y ancho del país, los que no solo afectaron a nuestros combatientes en rebelión sino también a la Mesa de Diálogos de La Habana, el detonante que condujo a la actual situación de guerra.
Como lo hemos reiterado en múltiples ocasiones, la sensatez indica, frente a la tragedia de la guerra, que avancemos ya hacia la firma de un cese bilateral de fuegos; es lo lógico, es lo sensato, es lo esperado. Iniciemos el camino hacia el logro de esa necesidad colectiva; realidad insoslayable. Lo contrario es decirnos mentiras a nosotros mismos y engañar a un país que merece no tener que amanecer todos los días con deplorables noticias.