Señoras y señores de las FF.AA colombianas, con motivo de este nuevo mensaje, les reitero mi saludo respetuoso.
En los días recientes, su Comandante en jefe, el presidente Santos, señaló que ustedes serían los encargados de brindar seguridad a una fuerza política que surja de un acuerdo exitoso que ponga fin al conflicto armado interno que padece Colombia.
Cabe preguntarnos todas y todos los colombianos, si ustedes de verdad están preparados para proteger a la oposición política ya que hoy esa no es la realidad.
Para motivar la reflexión, planteo varias preocupaciones.
A las Fuerzas Armadas colombianas se les ha instruido bajo la doctrina imperialista de la Seguridad Nacional, donde los principales enemigos a eliminar son la insurgencia armada y todo brote de inconformismo social. Para eso se implementó, el Terrorismo de Estado, que ha anegado de sangre el territorio colombiano, generando la crisis humanitaria que vivimos, con millones de víctimas. Esta tenebrosa doctrina es lo primero que se debe cambiar para poder hablar de paz.
A las FF.AA. no se les ha formado para comprender que la insurgencia colombiana son organizaciones de mujeres y hombres de origen popular en su gran mayoría, que ante un régimen de explotación, exclusión y represión contra el pueblo colombiano, asumió el derecho a la rebelión y ello los llevó al alzamiento armado.
Que dicho fenómeno data de más de medio siglo y no sólo se dio en Colombia, sino en casi todos los países latinoamericanos.
A ese alzamiento en armas, se sumaron prestigiosos dirigentes populares nacionales y extranjeros, cuya participación libertaria ha dejado huella en la historia patria.
En este más de medio siglo de alzamiento armado, junto a la persistencia tesonera, altruista, de altos niveles de sacrificio y significativos desarrollos políticos, ideológicos, filosóficos, económicos y sociales de los que se dotaron dichas fuerzas guerrilleras, lograron además cubrir con sus fuerzas, buena parte de los territorios del país.
Así mismo, establecieron a su interior una juridicidad insurgente, no solo de regulación para sus fuerzas, sino para la regulación de la vida y convivencia de los pobladores, donde no hace presencia el Estado, o la hace sólo con sus FF.AA, como ejército de ocupación en operaciones punitivas.
Dichas fuerzas insurgentes hemos reiterado el respeto al DIH y tenemos una juridicidad insurgente, plasmada en estatutos, códigos y reglamentos como cualquier ejército del mundo; además una juridicidad política insurgente, ya que no sólo somos un ejército, sino unas fuerzas políticas, con la particularidad de estar levantadas en armas.
En el caso particular del ELN, hace mas de 35 años con mucha mas claridd, que la insurgencia debe dedicar sus mayores esfuerzos al trabajo con las masas sin exclusiones creando una relación de armonía sustenta en el Poder Popular donde son esas masas organizadas, la máxima autoridad, por encima de la insurgencia misma.
Vale destacar que dentro del desarrollo de esa regulación y acción política, nos regimos por principios organizativos, para el desarrollo de todas nuestras actividades donde el elemento rector, es la democracia.
Para el ELN, es determinante el respeto a la organización popular y social, porque el objetivo no es meramente crear un ejército que tome el poder, sino que se trata de empoderar al pueblo. Por eso se otorga un papel preponderante a la lucha de las comunidades, que existen en ciudades y campos a lo largo y ancho del país.
La insurgencia representa una parte importante de un nuevo Estado, que se va creando en el curso de esta lucha de más de 50 años, unida o en el mismo proceso de lucha popular y social.
Es por ello que, ahora que el Gobierno se dispone a dialogar con la insurgencia, el ELN acude con seriedad y responsabilidad, buscando examinar si efectivamente se van a dar las transformaciones que permitan el ejercicio pleno de la oposición política, sin la necesidad de usar las armas como ha tocado hasta hoy, para poder luchar por los derechos conculcados y sobrevivir.
Debo reiterarles otra vez, que el ELN no está en esfuerzos por la paz solo ahora, sino hace más de 23 años, porque desde entonces estamos convencidos que es mucho mejor luchar dentro de un sistema democrático que desde el alzamiento armado, pero que dicho sistema hay que crearlo entre todos.
Sea pertinente agregar que en 50 años de actividad insurgente, hemos cometido errores y ha sido indispensable retomar la sabiduría popular y revolucionara para corregirlos y seguir construyendo. Ha sido política del ELN asumir públicamente los errores cometidos y trazar correctivos para tratar de evitar que se sigan cometiendo.
Ustedes señoras y señores de las FF.AA. colombianas, se han especializado en guerra contra insurgente y están asesoradas, armadas y entrenadas por los ejércitos de EE.UU, Israel y otros países que les han proporcionado la experiencia de sus guerras de invasión y sometimiento contra varios pueblos del mundo.
A ustedes los han contra informado, para insensibilizarlos frente a las justas luchas sociales y por el respeto a la soberanía. A muchos de ustedes que han sido entrenados en las escuelas del Comando Sur de los EE.UU, los enseñaron a torturar, a usar métodos de exterminio social y en las campañas de tierra arrasada. Como alumnos aventajados, hoy las FF.AA colombianas exportan mercenarios para otras guerras que se desarrollan en el mundo.
Un asunto nodular que les han enseñado es que en Colombia hay un enemigo interno que es indispensable combatir hasta destruirlo y dicho enemigo interno es la guerrilla y la población que ustedes consideran que les ofrece apoyo. Deben exterminarnos porque según ustedes somos, comunistas, terroristas, criminales, bandoleros, narcotraficantes y muchos otros descalificativos satanizadores.
En esta inhumana actividad se involucró a fondo la brigada 20 y el batallón Charri Solano, sobre quien recayó la creación de los primeros grupos paramilitares comenzando la década de los 60s. Por instrucciones del Pentágono.
Con el correr de los años de acción contrainsurgente, los señores del poder, le asignaron a las FF.AA. colombianas la tarea clandestina de capacitación, apoyo y accionar coordinado con los grupos paramilitares, con el objetivo de acabar ese enemigo interno destruyendo su base social y vinieron las peores masacres de población en las llamadas "zonas rojas", porque dicho objetivo no era posible solo dentro de los marcos legales.
Señoras y señores, estas afirmaciones se corroboran con las alarmantes cifras, donde el Estado colombiano ocupa uno de los mas altos lugares en la realización de masacres, destierros, desapariciones forzadas, presos políticos y exterminio de dirigentes sociales y defensores de Derechos Humanos.
Sin duda esta triste página ha sido orientada desde los altos estrados del poder y a una parte importante de ustedes les correspondió, por la vía de los Generales de las FF.AA. cumplir sus órdenes.
Es por esto y otras realidades de la vida y la historia de Colombia, que no caben en un par de cuartillas, que debo afirmar que aun falta mucho para que las FF.AA. colombianas comprendan el origen y desarrollo histórico y político de la insurgencia para que de esa manera pueda aportar de manera eficaz, al soñado momento que todos queremos, donde se pueda hacer política sin armas desde los espacios legales.
Mi llamado al presidente Santos, a encabezar al interior de las FF.AA, donde no dudo que hay muchos hombres y mujeres inteligentes, sensibles y de altas calidades, una verdadera pedagogía para la paz, cambiando los enfoques sesgados de la contrainsurgencia con los que las FF.AA han sido formadas y asumir una verdadera concepción patriótica, nacionalista donde el soldado vea a los humildes como sus verdaderos hermanos y compatriotas y no como sus enemigos.
Aceptando que todos somos colombianos con diversidad de pensamiento se hace indispensable una visión y convicción pluralistas de la vida, única manera de convivir sin llegar al extremo de matarnos por las diferencias.
Bienvenida la paz que signifique bienestar y convivencia para todos, sin renunciar al derecho de disentir y luchar por las convicciones que tenemos todas y todos.